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27 de enero 2024

Juan Di Loreto

EN UNA PLAYA JUNTO AL MAR

Tiempo de lectura: 3 minutos

Las nubes violetas contrastan con el verdor amarillento de los girasoles. Esa geografía monótona pero maravillosa de la llanura pampeana. Ya está. Dejaste atrás la ciudad justo antes de las fiestas. ¿Quién quiere estar en Buenos Aires en navidad? Hay que escapar de la ciudad para ir a ver el mar, las estrellas, el silencio, el sonido del pedregullo, ver la línea de horizonte donde se pierden los barcos.

Pero claro… los nudos no se desatan solos. La línea que nos une con la realidad tarda en desaparecer. Pasan los días y ves que no te podés alienar en esa grata ilusión que son las vacaciones. No es como antes, que entre el elenco estable alternándose, salvo alguna devaluación que te metían en enero, todo se mantenía en los carriles de siempre. Ahora hay que pasar las cuatro estaciones en Argentina. Mientras algunos ministerios viven en el limbo de los diagnósticos de los recién llegados, los alimentos no llegan a los comedores desde noviembre. Mientras la macro (la macroeconomía, el trazo grueso que gobierna nuestras vidas) se ordena la vida diaria se desestructura en tiempo real. 

Cerrás los ojos y ahí está el mar, el sonido de un día de playa en el universo. Pero la lucecita roja queda encendida en el fondo de nuestro ser. Son las vacaciones en que van a cambiar las fuerzas que gobiernan la Argentina y la forma de los precios de las transacciones. La lucecita te hace mirar la cotización del dólar en tiempo real, una ojeada a Infobae y algo de X. La conexión se mantiene porque está pasando algo nuevo, el cambio reclamado por la mayoría no nos deja descansar. El tablero tiene un sinfín de lucecitas esperando el color rojo.

Mientras la macro (la macroeconomía, el trazo grueso que gobierna nuestras vidas) se ordena la vida diaria se desestructura en tiempo real

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Llega el atardecer y la playa se oscurece. La arena se enfría y quedan colores azulados y violetas del lado este y los cálidos en el oeste, donde todo muere cada día. Estar cerca del mar te mete en una máquina que implica sol, olas, viento, horizonte; una gramática para cerrar los ojos y no pensar. Estar pero no estar. “Hoy Miei ha sido electo. O tal vez ayer, no sé. El mensaje decía: Milei electo”. Recordar el pasado así, como un extranjero, ajeno y somnoliento.

Perderse bajo ese inmenso sol, esa irrealidad. Esa falta de escape de la luz que tiene la playa. “Espero que este loco tire algún centro”, me dice un transportista de la Provincia de Buenos Aires. Porque todavía no se ve nada para el trabajador. Es casi un eco que se escucha en cualquier parte. La gente confió o confía mucho en Milei, ojo. No todo es un barrio porteño con cacerolas resistiendo con aguante. “El oficialismo tiene soga”, como dice lúcidamente Lorena Álvarez. Apenas si van días de gobierno. Todavía no te quieren. Prefieren esperar, ver qué pasa. El malestar que va en aumento todavía no encuentra cauce. Todo es herida abierta en el peronismo y levantar el dedito después de tan desastrosa administración no parece ser prudente. Tiempo al tiempo y organización a la organización.   

Mientras tanto la promesa de Milei es de un mercado libre en un país que, en la práctica concreta, nadie cree. Todos están acostumbrados al Estado como benefactor o fuente de negocios. Solo hay que asomarse apenas a ver quién fabrica los productos para presenciar la ausencia de un verdadero mercado de competencias.

Todo es herida abierta en el peronismo y levantar el dedito después de tan desastrosa administración no parece ser prudente. Tiempo al tiempo y organización a la organización

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El sol pega más fuerte este año. Ves las nubes en el horizonte y el viento del norte que te sofoca. Metido en la sombrilla te llega un murmullo del paro de los trabajadores organizados. La macro ya cambió, el resto que te falta para llegar a fin de mes no lo va a poner el Gobierno con emisión. Ni siquiera asistió a los municipios arrasados por el temporal de diciembre. “Habían dicho que iban a mandar tres millones pero no vino nada”, cuentan desde un municipio del sur bonaerense. La única que mandó ayuda fue la Provincia.

Todos sabemos que la ensoñación de la playa o la presencia del Estado son artefactos necesarios de la existencia. La vida no puede ser el desierto que nos prometen por delante. Ya lo había dicho Lacan en alguna parte: “El hombre, si es que importa aún esa marioneta, solo encuentra placer en sus ficciones…”.

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