El canal HBO+ estrenó hace poco una docuserie de seis capítulos cuyo título es “Los Anarquistas”. Pero no se refiere a los anarquistas, ni al anarco comunismo del siglo 19, a los anticapitalistas, no menciona a Errico Malatesta, ideólogo del movimiento, ni a la Semana Trágica ni a la Patagonia Rebelde. Es más, no hay ni bolas de fraile ni vigilantes ni suspiros de monja cedidos por el sindicato de panaderos. Se trata de los liberales actuales, o mejor, de los libertarios capitalistas autodenominados anarco capitalistas. Una saga más del “hedonismo capitalista”.
Es así como familias norteamericanas hartas de sus gobiernos, de su Reserva Federal, de los impuestos, se comienzan a instalar en Acapulco para hacer la “revolución”. ¿Por qué no una revolución en el corazón de la libertad? Porque como turistas, México les brindaba importantes exenciones impositivas. La serie es notablemente actual: recorre desde el 2015 al 2022, durante el gobierno de Donald Trump, momento en el que los anarquistas comienzan a hacer grandes eventos en Acapulco o Anarchapulco, el nombre que eligieron y que mejor los define.
Es así como familias norteamericanas hartas de sus gobiernos, de su Reserva Federal, de los impuestos, se comienzan a instalar en Acapulco para hacer la “revolución
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El líder del movimiento Anarchapulco ya había sufrido la burbuja de las puntocom en el 2000 y la enorme crisis de las subprime del 2008. De esto, seguro que estaba harto. Al líder, un tal Jeff Berwick, le cayó en sus manos un libro de 600 páginas titulado: “La criatura de la Isla de Jekyll. Una segunda mirada a la Reserva Federal.” Era eso: destruir a todos los Bancos Centrales que controlan al mundo entero, en especial, a sus finanzas. Todos por un capitalismo libre, sin regulaciones.
Otros, con menos ahorros, estaban hartos de las regulaciones arquitectónicas que los Estados Unidos les imponía para construir sus propias casas: con ligustrina, sin ligustrina, sin ruidos molestos. Con los niños en la escuela desde los dos años de edad. Imposible de soportar. Todos a Anarchapulco. Otro tema que se desarrolla extensamente en esta docuserie es la imposición del estado a llevar a los niños al colegio. Las madres furiosas con la reglamentación. Debería ser un asunto privado. Se definen como “anarquistas contra las escuelas porque el gobierno se apropia de sus hijos”. “Los mandaría a un set porno antes que a una escuela” dice el organizador de los eventos de Anarchapulco.
Otros, con menos ahorros, estaban hartos de las regulaciones arquitectónicas que los Estados Unidos les imponía para construir sus propias casas: con ligustrina, sin ligustrina, sin ruidos molestos. Todos a Anarchapulco.
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Si bien el Bitcoin se inventó en el año 2009, su masividad tardó unos diez años a propósito de su complejidad tecnológica. Justo en la era de los Anarchapulcos. En el año 2017 Bitcoin se volvió popular e hizo un pico de 17000 dólares por moneda. Anarchapulco se volvió una conferencia financiera en la que todos quemaban dinero. Literal. Lo que sorprende es ese sueño que se reitera: una “comunidad” individualista llena de paz y con una organización personal. Un gay, en su presentación, dice que no le interesa el aborto por lo que no pondría un penique en ello.
Sin espoliar la trama, este “anarco capitalismo” irá directo a la confrontación entre los anarquistas y los capitalistas. Más que interesante ya que esta “comunidad” de paz sin estado se va transformando en un caos de dolor y sangre entre pobres y ricos. En la revista Wierd del 15 de agosto del 2022, el director del documental Todd Schramke, francamente decepcionado por esta nueva versión de la anarquía concluye que: “La única manera real de transformación hacia una sociedad más feliz, es la de enfocarse en la calidad de nuestras democracias”.
¿Por qué sumergirse en estos seis episodios? Porque a muchos de nosotros en Argentina nos extasían políticos libertarios o anarcocapitalistas con ideas que no sabemos si efectivamente las escuchamos o nos salteamos alguna frase que nos sacó de contexto. Podemos estar de acuerdo que la furia y el malestar y el miedo que transitan los ciudadanos de las democracias occidentales hacen surgir líderes cuya locura creemos salvadora. Occidente está en una recesión económica pero lo más peligroso es la recesión de la democracia. Es la democracia la que está en recesión producto de consecutivos malos gobiernos aquí, en Estados Unidos o en Brasil. Habrá países que podrán superar la demencia de sus gobernantes y otros se transformarán rápidamente en autocracias o en tiranías. Para muestra vale Centroamérica.
SI bien esta docuserie es de bajo presupuesto y la edición, por momentos, suele ser algo confusa, vale la pena verla. ¿Serán efímeros estos extraños liderazgos? ¿Se habrá terminado el ascenso social? ¿el respeto por las minorías?. Freedom House reporta que la calidad democrática de los Estados Unidos es la más baja de su historia. ¿Elon Musk será su próximo presidente? Quizás ya lo sea.
