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09 de julio 2023

Martín Rodríguez

POR LAS SIGLAS DE LOS SIGLOS

Tiempo de lectura: 8 minutos

Fragmentos a su imán

José Lezama Lima

1

Están demoliendo a Milei. Todo en vivo. Todo por tele. Como un continuado: están apagando ese incendio que prendieron jugando con fuego. Un ex funcionario macrista dice, quizás incrédulo o quizás melancólico con la caída, “que es el único que conecta con algo genuino”. Algunos no le creen tanto a las mismas encuestas que ahora lo bajan, y antes lo subían. ¿Son los números? Canosa dice, aturdida, o con cara de estarlo: “Al final vos eras la casta”. Lo tenía a upa hace nada, hace semanas. Se les va un poquito la mano en este apocalipsis contra él. Al final eras lo mismo. Todas cosas así le dicen. Milei hizo un servicio a la comunidad nacional, y ahora que viaja como una estrella de rock lo van a dejar solo, demoliendo hoteles. Esta semana lo trataron como un descartable, y me recordó a la película En retirada. La de Juan Carlos Desanzo, hecha con todos los retazos de la apertura democrática (sexo, policiales, show del horror, Sofovich), y que aunque tiene problemas por todos lados, si todo estuviera en el lugar correcto hubiera envejecido mal como casi todas las películas que ponen las cosas sólo en el lugar correcto. Por empezar, arranca con el pie izquierdo porque imagina al padre de un joven desaparecido como el vengador anónimo y, nobleza obliga, en Argentina nunca existieron venganzas. Nuestro Charles Bronson es el gordo Julio De Grazia que nació para correr dos pasos y caerse. Y obviamente lo hacen correr y caerse: escena de persecución en la estación Agüero de la línea D o persecuciones en escaleras y azoteas de edificios del centro. El represor al que persigue (quién sino Ranni) le llena la cara de dedos. La película, que rima con el policial negro, se consagra a la idea de que la nueva democracia tendrá un Estado sucio pero profesional e implacable, porque Desanzo versiona que cualquier represor de “la mano de obra desocupada” capaz de desobedecer la orden de retirada será ejecutado en el acto. Una limpieza étnica de lúmpenes de la represión hecha por sus propios jefes, para los nuevos tiempos. Habrá un agente de la Inteligencia con mirilla apuntando para matar en el aire al primero que se suelte de la cadena de mando. El tano Ranni nunca no es entrañable.

Nuestro Charles Bronson es el gordo De Grazia que nació para correr dos pasos y caerse. Y obviamente lo hacen correr y caerse: escena de corrida por la estación Agüero de la línea D, persecuciones por escaleras o azoteas de edificios del centro

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Por supuesto que la Argentina tuvo, a la larga, más que lo eficacia que escenifica Desanzo el costumbrismo descosido de la película Tiempo de valientes, hecha veinte años después, en la segunda transición, y donde un tipo puede entrar por la ventana a la SIDE, y en realidad no es un “tipo” sino un psiquiatra disfrazado de policía que se hizo amigo del policía del que es acompañante terapéutico por una probation y al que quiere rescatar porque llegaron demasiado lejos en una investigación sobre negocios entre servicios, el ejército, y lo tienen secuestrado, lo están cagando a golpes y el psiquiatra lo quiere rescatar porque ya son amigos… La vimos casi todos. Esta semana le dijeron en diez idiomas a Javier Milei que también él llegó demasiado lejos. La teoría de una elección de tercios ya arruina algunos mejores planes y además flota el miedo porque el experimento se les haya escapado del laboratorio y ahora pueda matar a los científicos. Imaginación de fin de siglo y principios de éste: los virus que se escapan del laboratorio. Parafraseando a Julio Burdman, La Nación + reemplazó a Cristina por Milei en el nombre de su obsesión. Milei, Milei, Milei. Pero los números vidriosos, sucios, hablan. ¿Subibaja? ¿Le pegan porque se cayó o le pegan para que se caiga? ¿Lo inflaron tanto y aún, con todas las cagadas que se mandó, mide? ¿Ya está roto? Todo sera así hasta agosto. Cálculos obvios: 1) lo que sembró Milei lo cosechará Patricia; 2) si Patricia crece, Massa también. Saquen sus conclusiones provisorias. Seguirá la obra de demolición.  

La teoría de una elección de tercios ya arruina algunos mejores planes y además flota el miedo de que el experimento se les haya escapado del laboratorio y ahora pueda matar a los científicos

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2

“Un día el maestro les dijo que eran argentinos, otro día les dijo que eran santiagueños. ¡Cómo! ¿Eran argentinos o eran santiagueños? Pero después comprendió que era argentino, que era santiagueño y que era costero también” (Shunko)

Se pueden ser tres cosas a la vez. La nacionalidad es una mamushka. La Argentina y su vieja máquina de integrar. Lo de adentro, lo de afuera. El escritor platense Jorge Washington Abalos escribió Shunko y lo publicó en 1949, y el libro fue el exponente de su “agenda literaria”: el maestro rural. La segunda excursión a los indios ranqueles de los maestros rurales. Transformada después en película por Lautaro Murúa, como La deuda interna o La patota, llevar la tiza a la frontera. Abalos fue más cosas: científico, ayudó a Salvador Mazza a investigar el Chagas. Y se dio de frente contra los alcances de un “regionalismo” en la literatura: fue al fondo del encuentro, que es el fondo de la lengua. Tocar al otro en la boca: cuando habla. Novela de formación y manifiesto desde “la periferia”. Pero Abalos escribió también “Animales, leyendas y coplas”, ensayos para citadinos acerca de qué es un kakuy, una lechuza, un tero, un zorro, un zorrino. Por ejemplo, en el texto que dedica al zorro está este párrafo: “Nosotros capturamos uno al que atamos con un tiento delgado, en el patio, para ver qué hacía. El muy bandido no intentó huir; y cuando las aves de corral pasaban cerca ni se dignaba mirarlas; pero por la noche se comió el tiento, se llevó la gallina”. Me gusta esa picardía.

Ábalos un día terminó el libro. Puso el punto final. El zorro atorrante, el kakuy desconocido, la lechuza que hace chuz. Pero de golpe, ruido de fondo. Pasa lo que escribe: “Una de la mañana. Estamos sumergidos en un silencio denso que no advertimos. El deslizarse del lápiz sobre el papel es un ruido enorme. (…) De pronto… cric… cric… cric… es un grillo desaprensivo que está grillando desde algún lugar insospechado del cuarto (…) nos ha traído a la realidad del vivir inmediato”. El grillo pide su lugar en la fauna. Pasa siempre. Los grillos entraron en el libro. Paritaria de grillos. Los que se quedan afuera, empujan para entrar y hacen lo que pueden (y lo que saben). Terminaste la tarea, aparecen los grillos. La democracia es cosa así, cuando no lo esperabas, hay un ruido más.

Abalos se dio de frente contra los alcances de un “regionalismo” en la literatura: fue al fondo del encuentro, que es el fondo de la lengua. Tocar al otro en la boca: cuando habla. Novela de formación y manifiesto desde “la periferia”

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3

Moldavsky hace un chiste en su repaso político y a raíz del “debate” de venta de órganos, fogoneado por Milei, cuenta el diálogo de dos paisanos. Lo voy a contar mal (no espero carcajada), y a una semana de oírlo, con lo que recuerdo: “Se encuentran dos paisanos en Once y uno le pregunta al otro ‘¿cómo está tu abuela?’, y el otro le responde ‘mal, le queda poco a la pobre’. Y el primero entonces dice: ‘y ponela en la vidriera’”. No les ahorré las nueve lucas que bien valen en el teatro Apolo.

4

Pablo Gerchunoff escribió: “Desde que en 2003 apareció el Frente para la Victoria los nombres de las fuerzas políticas, creo que deliberadamente, no transmiten nada en el plano de las ideas. Todo Lo Mismo Para Estar Juntos”. Alguien le respondió que “La Libertad Avanza transmite mucho”. El resultadismo, bilardistas somos todos. El hilo central de las grandes decisiones está ahí: ¿podré ganar? Juntos ya ni es por el cambio.

Hubo un tiempo que fue hermoso. La sopa de letras de las siglas políticas de izquierda las pescó Néstor Perlongher en un poema del 78, “Siglas”. Una parte dice así (y si les aburren salten al próximo párrafo): “Entonces confías en el FRP, junto a restos de la ARP, nostálgica del PVP, del FPL y, por qué no, de la UP / Pero no conseguías olvidar las deliciosas reuniones del MALENA /—eran los tiempos en que el FRIP se fusionaba con Palabra Obrera para formar el PRT— Secesiones sionistas fundarían PO / De paso por LIM —TAU fuiste a dar en el FA —y en esa noche de los bastones largos optaste por EA— posteriormente EA (A) / Fanatizada por la guerrilla agraria partiste hacia Formosa y en el camino un joven estudiante a la sazón contacto de LVR tanto te entusiasmó con el PCCNRR (era una época en que el revolucionarismo de los grupos se medía por el número de consonantes de sus siglas) / que te afiliaste a ARFYL; cuando llegó el momento de votar, en la iglesia, te volcaste a la TERS, ¡porque sus críticas al programa del UAP eran perfectas!.” Perlongher al final agradece “la colaboración de las siguientes organizaciones”, y las nombra una por una. Es el poema de una loca: “te hiciste tan compinche de los adolescentes de la UES, y, paralelamente, tan adicta al FOEP / que no hubiera extrañado que llevaras los panfletos del PSIN al mitin de LT”.

En los nombres viajan cosas, en las siglas de los siglos. Buceemos en las siglas de la guerra. FRECILINA, chiste legendario de remedio, y el Frente tuvo FREJULI, FREJUPO, FREPASO, FRENAPO… Sus saltos en el tiempo. Arrancó pidiendo revolución, terminó pidiendo ingreso para la niñez. Había una que era “Encuentro Nacional de los Argentinos”, ENA, sigla redundante de un PC del setenta que, por las dudas, aclaraba la nacionalidad. Otro nombre de Iglesia pobre, pero de los sesenta: la “Asamblea de la Civilidad”. Salida de la mente balbinista que abría un paraguas roto para defender a Illia.

La sigla PAN se repitió con la primera política alimentaria de la democracia, una conquista del nuevo desierto pero con alimentos no perecederos

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¿Hay nombre de partido político más denso que el MID? Movimiento de Integración y Desarrollo. Nombre de fundación, de traje color whisky, mucha oficina en calle Esmeralda y jazz porteño podemos mentar. Imaginemos el prospecto. Nacido en 1964 en torno a Frondizi y para llevar sus hombres al poder. Un nombre que fichó ahí: Héctor Magnetto. La palabra Intransigencia viajó por la historia. De la UCRI que nació en 1957 al PI que se fundó 1972. “Malena” era el Movimiento de Liberación Nacional, desprendimiento de la UCRI con la picaresca y lucidez de los hermanos Viñas. Juan Kryskowski, historiador de fuste, rememora dos siglas: MODEPANA (Movimiento en Defensa del Patrimonio Nacional) de fines de los 60 y OCPO (la Organización Comunista del Poder Obrero).

En los principios de este siglo un nombre curioso cruzó más de cien años. Con el liderazgo de Humberto Tumini que venía del PRT, la cárcel, el partido Patria Libre y el movimiento Barrios de Pie… nació el “Movimiento Libres del Sur”. ¿Error histórico? Cita involuntaria de un episodio de la historia argentina. “Fue en una mesa ejecutiva nacional, no recuerdo quién lo propuso, sí recuerdo que un tiempito después varios puteamos porque fue un movimiento anti rosista”, rememora uno que militó ahí de joven y que tenía las lecturas al día.

Gustavo Cerati decía que sus letras tenían un motor de búsqueda: la sensualidad de las palabras. En su disco Bocanada, de 1999, el último año del siglo XX, la canción Alma y una línea, “por las siglas de los siglos”. Ahí dice también que “lo que querías / huele a jardín”. Cada siglo en sus cenizas, en las flores y en la tierra. Y empezar de nuevo, porque en las siglas y nombres de los partidos políticos hay señas y contraseñas de aspiraciones. Piel de época. Ética krausiana y arrabal. Manos arriba dame tu voto. Todo empezó con el chiste que decía Partido Nacionalista (de Bartolomé Mitre) y Partido Autonomista (de Alsina) hasta que se armó el PAN. Orden y partido único. La sigla PAN se repitió con la primera política alimentaria de la democracia, una conquista del nuevo desierto pero con alimentos no perecederos. Llegó la democracia con lo puesto: el zorro libre y las gallinas libres.

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