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01 de octubre 2023

Fernando Rosso

NOSOTROS, LA IZQUIERDA

Tiempo de lectura: 6 minutos

Frente al desconcierto que generó el resultado de las PASO se puso de moda entre ciertos profesionales del comentario político cuestionar a la izquierda por el hecho de que la bronca o la frustración se hayan expresado electoralmente a través del engendro libertariano. “¿Cómo puede ser que la izquierda haya permitido que la rebeldía se manifestara por derecha? ¡Tienen que hacer una autocrítica!”, repiten para encontrar un chivo expiatorio a la medida de su malestar.

En general, buscan una respuesta simple, tranquilizadora y autoindulgente para un problema que tiene raíces políticas, sociales, históricas más sofisticadas. En los últimos cinco años hubo por lo menos tres acontecimientos en los que la rebeldía se expresó de otra manera y que tuvieron protagonismo de la izquierda.

El primero fueron las jornadas contra la reforma previsional impulsada por el gobierno de Mauricio Macri en 2017. El 14 y 18 de diciembre de aquel año tuvieron lugar dos masivas manifestaciones frente al Congreso de la Nación que incluyeron represión y enfrentamientos callejeros, palos, gases, balas de goma, detenciones y escándalo. El primer día se debió levantar la sesión y el segundo se aprobó en medio de una crisis política, con nocturnidad y alevosía. Un amplio arco de organizaciones sindicales, “sociales”, partidos de izquierda y distintas tendencias políticas conformaron un frente único de hecho que el 18 casi termina en revuelta. No sólo habían tenido lugar movilizaciones potentes en las inmediaciones del Congreso; por la noche un fantasma comenzó a acechar en distintos barrios porteños y algunas ciudades del interior del país: el repicar de las cacerolas, el ruido maldito del país pequeñoburgués.

“¿Cómo puede ser que la izquierda haya permitido que la rebeldía se manifestara por derecha? ¡Tienen que hacer una autocrítica!”, repiten para encontrar un chivo expiatorio a la medida de su malestar

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En esos días comenzó el principio del fin del gobierno de Macri. La “revuelta de los mercados” desatada en 2018 fue una respuesta a la impotencia de Cambiemos para imponer la agenda de “reformismo permanente” que había anunciado Macri luego del triunfo en las elecciones de medio término y que sucumbió en las calles en diciembre. Varios de los comunicadores que hoy interpelan a la izquierda por la irrupción libertariana, en aquel momento y ante los enfrentamientos (que tuvieron en la primera línea a las juventudes de izquierda) se indignaron en el sentido contrario: la acción les pareció desmesurada, la rebeldía se volvió muy izquierda, muy politizada, como diría Mirta. Hasta alguno se le escapó el enano con gorra que lleva adentro y expresó públicamente su deseo de que “los identifiquen a todos” (los que tiraban piedras) y “que vayan presos”. Al otro día (perdón por la primera persona) me llamaron por teléfono de algún medio para preguntar insistentemente si la izquierda “no se arrepentía de nada”. Vistas desde el presente: Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras.

Las jornadas abrieron un abanico de posibilidades, entre las que se encontraba que el gobierno de Macri fuera derrotado en las calles, incluso antes de tomar el préstamo más infame de la historia argentina en complicidad con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, la mayoría de las coaliciones políticas y los actores institucionales (incluyendo a nuestros beneméritos comunicadores) se pasaron al “partido del orden”, sostuvieron por acción u omisión a Macri que terminó de romper todo lo que había que romper mientras se agitaba la consigna más minimalista de la historia: “Hay 2019”.

El segundo acontecimiento se produjo en Guernica. En la madrugada del jueves 29 de octubre de 2020 un ejército de más de cuatro mil efectivos integrantes de distintas divisiones de la Policía bonaerense desalojó violentamente a miles de personas que aspiraban a un techo para vivir. El teniente coronel retirado Sergio Berni, ministro de Seguridad del Gobierno de Axel Kicillof, estaba al mando de las fuerzas represivas, supervisado por el fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta. El funcionario judicial se sacó una selfie en el terreno, con el escenario de guerra de fondo, para ostentar el “triunfo” por haber alcanzado su objetivo de expulsar a miles de personas del predio. Unas horas después, Berni subió a sus redes sociales un spot de proselitismo electoral cuando todavía se estaba atendiendo a los heridos y no se había liberado aún a los detenidos. La publicidad de autobombo destacaba que mientras él fuera ministro, el derecho a la propiedad privada estaría garantizado.

La sombra terrible de la represión en Guernica acompaña hasta hoy al Frente de Todos y especialmente a su sector “progresista” que pretende refugiarse en territorio bonaerense ante eventuales tiempos adversos. Demás está decir que la izquierda estuvo en la resistencia y la defensa de las familias que peleaban por un pedazo de tierra. Junto con Guernica se produjeron una serie de ocupaciones en otros lugares (sobre todo en la provincia de Buenos Aires) en un movimiento que amenazaba con expandirse frente un problema tan acuciante como el de la vivienda y que fue obturado con un método tradicional: leña. Eso sí, leña con progresismo.

Para explicar el “fenómeno Milei” todo esto se combina con la crisis crónica, el ajuste económico, la debacle social o la “mímica de Estado”

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¿Qué tiene que ver Guernica con la irrupción libertariana? Mucho. En una memorable entrevista a Rubén Mira y Sergio Langer (autores —entre otras tantas cosas— de la legendaria tira “La Nelly” de Clarín) en el programa Pasaron Cosas, Mira preguntó: “¿Qué es mejor, prender fuego el Banco Central o prender fuego las casillas de Guernica? Cuando vos prendés fuego las casillas de Guernica —en parte— estás rompiendo un límite de lo que la sociedad puede aceptar”.

Por último, Jujuy. En junio de este año, el gobernador Gerardo Morales en contubernio con el peronismo local impulsó una reforma constitucional que generó un amplio rechazo en la población. Si no fuera por los convencionales de la izquierda poco y nada se hubiese conocido de lo que sucedía en la constituyente que funcionaba bajo un acelerado hermetismo. En el contexto de una feroz represión a las poblaciones originarias que cortaban rutas en toda la provincia y a las personas que se movilizaron en San Salvador, Morales aprobó la reforma de manera exprés entre gallos y medianoche. Como los acontecimientos se entroncaron con la campaña electoral hacia las PASO —Morales era candidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta—, esta vez los hechos lograron mayor repercusión mediática nacional. Sin embargo, luego de la derrota espantosa del dirigente radical en las primarias y en la misma semana en la que Milagro Sala logró una autorización judicial para ser trasladada a La Plata para recibir atención médica, Sergio Massa propuso a Morales un “gobierno de unidad nacional” si es elegido presidente. Ah, pero la izquierda.

Para explicar el “fenómeno Milei” todo esto se combina con la crisis crónica, el ajuste económico, la debacle social o la “mímica de Estado”. Aquí sólo tomamos los hechos que tuvieron protagonismo o presencia de la izquierda y sobre los cuales se actuó (y se actúa) para evitar una radicalización que fuera en el sentido contrario al que coyunturalmente asistimos hoy.

Por lo tanto, a quienes increpan a la izquierda con planteos facilistas que sugieren que debería haber tenido “gestos” de una especie de “mileísmo de izquierda” (agitar “casta” a los cuatro vientos más allá del contenido de clase o imitar las formas rabiosas de la estética libertariana) se le pude responder con una pregunta: ¿dónde estabas vos cuando la rebeldía se manifestaba por izquierda?

Esto no quiere decir que el ascenso libertariano no deba interpelar también a la izquierda. Leído desde hoy, por ejemplo, este artículo de Horacio González (junto con Mario Wainfeld, dos saludables interlocutores que huían de los lugares comunes y que lamentablemente ya no están entre nosotros) aporta interrogantes mucho más profundos: ¿cómo traducir eventuales desarrollos electorales hacia una cultura de izquierda? ¿Cómo congeniar el ineludible anclaje clasista con la disputa por una nueva hegemonía? La solución gonzaliana tendía hacia una preponderancia de la perspectiva “nacional popular” hoy bastante desarmada, pero la respuesta no opaca la agudeza de la pregunta.

¿Qué tiene que ver Guernica con la irrupción libertariana? Mucho

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Es necesario volver a ese tipo de textos de media distancia para no caer víctimas de esa forma de periodismo vacío que mezcla información y crucigrama, y que pretende capturar la realidad con dos o tres fórmulas “evidentes” sin el trabajo de reflexión razonada. Lo “real” nunca es evidente. Como escribió en su autobiografía (Una lenta impaciencia) el militante y filósofo francés Daniel Bensaïd: “La falsa modestia del gremio periodístico es la pretensión exorbitante de representar una totalidad sin concepto, en arrogarse el punto de vista de Dios sin el poder de creación”. Vale para la intención de comprender a la derecha, a la izquierda y a todo lo demás también.

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