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12 de abril 2017

Agustín Cosovschi

BELGRADO SIEMPRE ESTUVO CERCA

Tiempo de lectura: 4 minutos

El domingo 2 de abril, Aleksandar Vučić fue declarado ganador de las elecciones presidenciales en Serbia con más de 57% de los votos. Nacionalista feroz devenido en caudillo posdemocrático, Primer Ministro del gobierno desde 2014, Vučić parece estar en vías de convertirse en el líder más poderoso en Serbia desde Slobodan Milošević. Sin embargo, a la vez que su liderazgo se hace cada vez más hegemónico, algunos focos de resistencia social muestran que en el mediano plazo la sociedad serbia puede emprender giros inesperados.

La trayectoria de Aleksandar Vučić ilustra bien el pasado y el presente de Serbia. Durante los tardíos ’90, cuando el régimen de Slobodan Milošević perdía fuerzas como resultado de las guerras que había emprendido contra las ex repúblicas yugoslavas, del aislamiento internacional y de la organización cada vez más eficaz de la oposición liberal y el movimiento estudiantil, el joven Vučić formaba parte del ultranacionalista Partido Radical Serbio, en coalición con las fuerzas de Milošević durante los últimos años del régimen. Fue entonces que ocupó el cargo Ministro de Información, una función controvertida en el marco de un régimen especializado en monopolizar la palabra en la esfera pública y someter a la prensa libre al hostigamiento sistemático.

La trayectoria de Aleksandar Vučić ilustra bien el pasado y el presente de Serbia

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Alejado del poder tras la caída de Milošević en 2000 y durante los años más liberales del temprano siglo XXI, integró el grupo de diputados que en 2008 decidió separarse del Partido Radical Serbio para constituir el Partido Progresista Serbio, una formación conservadora cuya denominación no debe engañar al lector argentino, dirigida entonces por Tomislav Nikolić. En 2012, tras una década de gobierno del Partido Democrático, programáticamente liberal pero decididamente autoritario y económicamente ineficaz, la sociedad serbia proclamó presidente a Nikolić, ahora renovado con un discurso más moderno y pro-europeo. Pero la presidencia terminaría por debilitar a Nikolić en lugar de fortalecerlo: como consecuencia de su renuncia al liderazgo formal del Partido Progresista, Vučićse haría del control del partido en 2012 y eventualmente del cargo de Primer Ministro en 2014.

A partir de entonces, Vučić comenzaría a acumular poder de manera inédita, gracias a estrategia capaz de combinar una exitosa cruzada de monopolización mediática, una fuerte campaña para atraer inversiones extranjeras y una eficaz estrategia geopolítica que le valió el respaldo de los representantes de la Unión Europea, las potencias petrolíferas de Oriente Medio y la Rusia de Putin. Del otro lado del mostrador, representantes de organizaciones sociales, medios alternativos y políticos de la oposición han criticado la poca transparencia de los acuerdos de inversión realizados durante los años recientes y la falta de resultados económicos de su gestión. Más recientemente, personeros de su partido han sido abiertamente acusados de estar implicados en un reciente episodio de represión ilegal, cuando docenas de enmascarados entraron a demoler asentamientos precarios para expulsar violentamente a los habitantes de un barrio central de Belgrado donde se prepara un megaproyecto urbanístico financiado por un fondo de Abu Dabi.

personeros de su partido han sido abiertamente acusados de estar implicados en un reciente episodio de represión ilegal

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Desde las movilizaciones de octubre de 2000 que obligaron a Slobodan Milošević a reconocer la derrota electoral y abandonar el poder luego de 14 años,Serbia atravesó un fuerte proceso de desencanto político que ha dejado huellas hasta hoy. El asesinato del Primer Ministro liberal ZoranĐinđić en 2003, ejecutado por sicarios de la mafia serbia vinculados al régimen de Milošević, así como la falta de resultados económicos y sociales luego de años de ajuste económico y privatizaciones y la pérdida del territorio de Kosovo en 2008, han producido entre otras cosas un fuerte escepticismo que sin duda juega a favor de Vučić. Con su promesa de acercar Serbia a la Unión Europea, símbolo por excelencia de la modernidad en los Balcanes, así como su coqueteo moderado con el nacionalismo y su hegemonía mediática, el flamante presidente parece estar en vías de consolidar un poder casi absoluto.

Dos obstáculos aparecen en su camino. El primero, la reciente candidatura presidencial de SašaJanković, ex Defensor del Pueblo durante el período 2007-2017, cuya imagen republicana y liberal contrasta con la de Vučić. El magro 16% que obtuvo en las elecciones de la semana pasada debe tomarse con pinzas. Tras este primer intento de acceder a la presidencia, que puede considerarse relativamente exitoso para un candidato sin antecedentes, Janković ha anunciado su intención de hacer de esta elección un primer paso en un camino más largo. Habiendo ya recibido el apoyo de numerosos intelectuales y artistas, su proyecto tiene el potencial de convertirse en un problema para el Partido Progresista Serbio en el mediano plazo. Pero eso dependerá principalmente de su capacidad de aglutinar y representar a aquellos sectores de la sociedad serbia que se sienten engañados y marginados por el gobierno de Vučić, pero que padecen sin embargo de una desconfianza hacia la política que obstaculiza la formación de una identidad opositora más amplia.

el flamante presidente parece estar en vías de consolidar un poder casi absoluto

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Y aquí entra en escena el otro obstáculo que deberá afrontar Vučić: la protesta civil, especialmente encarnada en movilizaciones espontáneas en las principales ciudades del país, del mismo modo en que ocurrió en los Estados Unidos después del triunfo de Donald Trump en noviembre del año pasado. La sociología de esas manifestaciones tiene mucho que decir: se trata principalmente de jóvenes de clase media, muchos de ellos económica y profesionalmente frustrados, con niveles de politización variables y consignas que van desde “no queremos ser mano de obra barata” hasta “váyanse a la concha de su madre”.

Serbia tiene una larga tradición de protesta juvenil: además de haber tenido su mayo del ’68, Belgrado supo ser un fuerte foco de resistencia callejera contra las manipulaciones electorales del gobierno de Milošević durante los años ’90. Los años de democracia fallida y el modo en que muchos de los dirigentes surgidos de la calle se acomodaron a las estructuras del poder durante los años 2000 han generado sin embargo un fortalecimiento del escepticismo y un debilitamiento de la politización entre la juventud.

Hoy, veinte años después de las manifestaciones que pusieron en jaque al gobierno de Milošević, los jóvenes marchan en Belgrado en contra de Vučić. Saben a qué se oponen, pero no saben qué buscan. Un movimiento sin nombre y sin líder que, sin embargo, puede ser la base para una fuerza política en potencia.

entra en escena el otro obstáculo que deberá afrontar Vučić: la protesta civil, especialmente encarnada en movilizaciones espontáneas en las principales ciudades del país

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