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30 de septiembre 2023

Juan Di Loreto

LA INMINENCIA

Tiempo de lectura: 3 minutos

La existencia vive en el presente. Estoy acá, aquí y ahora, hit et nunc, como dirían los filósofos. El presente es una prisión sin salida porque está en todos lados. De la única fuerza que no podemos escapar es la del tiempo. El pasado es lo que nos opera siempre, es esa rejilla invisible, y no tanto, que nos predetermina. Es como la gramática que llevamos a cuestas. Pero el futuro, el futuro es la inminencia. Y a eso vamos.

En la corta memoria que fatiga esta época no se recuerda un momento de inminencia como este en Argentina. Tal vez fruto de la sobreinformación, exceso de política o de estar demasiado atento a la discusión pública, creemos que puede haber un quiebre de verdad en lo que viene. Nos atemorizan los proyectos de tal o cual, los pactos tan firmes hasta ayer parecen disolverse en el futuro inminente.

Mientras tanto, la víspera. Una eterna sala de espera de lo que tememos pueda pasar. Este presente ridículo, asfixiante y complejo puede ser percibido como un buen tiempo si se cumplen todos los designios. Ya no estamos hablando de alguien que viene a ajustar, a echar gente, a crear un “clima de negocios”. La potencia de cambio de lo que viene la desconocemos y ahí radica el temor. No se trata de “lo de siempre”. O eso parece.

Leo de Aurora Luque:

“En la cima, la nada.

Pero todo se arriesga por la cima

del amor o del arte”

Estamos demasiado acostumbrados a que la vida pase mientras nunca pasa la crisis. La inminencia o el ansia de cambio. Eso nos está definiendo hoy

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Se presagia un cambio de raíz en todos los ámbitos porque se persigue un hartazgo generalizado, un mal-estar infinito. Es la excusa de esta época: estar hartos, no dar más. Nos creemos especiales, no hay duda. ¡Cómo nos pasó esto a nosotros! Justo en lo mejor de nuestras vidas!

Recordemos a Luis Brandoni en 100 veces no debo: el padre se entera que su hija está embarazada. Ahí, Brandoni recita un decálogo del buen argentino que todavía funciona: “¿Por qué…? Si yo no le hago mal a nadie. Remarco los precios, compro dólares, como todo el mundo. Pago los impuestos cuando no hay más remedio. Creo en Dios”. Mirá si no somos los mejores del mundo.

Queremos un cambio radical por la crisis crónica que vivimos. Todo es tan a cuenta gotas. Un corset sobre un corset sobre otro corset. De ahí que todo el sistema aguanta. En estos años no se hizo otra cosa que presagiar diciembres todos los meses, huidas en helicópteros, hiperinflaciones… pero todo sigue estando ahí. El corset lo mantiene todo. Pero ahora una sensibilidad nueva se revela. Como el olor de la lluvia antes de la lluvia, como la tormenta en mar antes que toque la orilla. La inminencia de que pase algo, por fin y se lleve esta crisis nuestra.

La ilusión de que un shock pueda despabilarnos de algo. Que frene la rueda infinita de la inflación, el vértigo de la indexación inmediata, las escaladas, las disparadas, las brechas. Las coplas de Jorge Marique lo dicen de otra forma:

“Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida

cómo se viene la muerte

tan callando…”.

En la corta memoria que fatiga esta época no se recuerda un momento de inminencia como este en Argentina. Tal vez fruto de la sobreinformación, exceso de política o de estar demasiado atento a la discusión pública, creemos que puede haber un quiebre de verdad en lo que viene

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El verso del shock esconde que hay mañana después del después. La inminencia de lo desconocido. Hay una resolución de esta crisis que se nos escapa por completo. Sea lo que sea, sabemos que algo se termina a partir del 23 de octubre. Los “ismos” que nos condicionaban hasta hoy finalizaron con el triunfo de Milei. De allí que una campaña como la de Juntos por el Cambio carezca de efectividad. Literal: no le habla a nadie. Por qué te votarían a vos pudiendo votar a las fuerzas del cielo que de un golpe derribaron al kirchnerismo y a Cambiemos.

Todo sigue. Estamos demasiado acostumbrados a que la vida pase mientras nunca pasa la crisis. La inminencia o el ansia de cambio. Eso nos está definiendo hoy. Por ese vacilar, que tiene tu mirar. Lo escribía hace unos días Florencia Angilletta en su newsletter de Panamá Revista: “Chicas que marcharon por el aborto y lo apoyan (a Milei). La clase cerró con una compañera que contó de un adolescente que transiciónó y lo va a votar”.

Romper, vamos a romper. Es lo que queremos. Argentina, cerrada por derribo. Estos Peter Pan ya se nos hacen viejos y vienen por el tiempo de revancha.

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