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28 de octubre 2023

Juan Di Loreto

IMPROCRASH

Tiempo de lectura: 5 minutos

Esta semana se cuenta en tiempo mítico. Duró una eternidad y no hay duda que esta Argentina tumultuosa, aguerrida e intensa goza su síntoma, que es la política. Tanto, que lo económico pasó a un segundo plano. Todos los dólares bajando en tandem. Un hombre de finanzas de provincia envía el lunes temprano el siguiente mensaje que resume la senama anterior y esta: “Muchos culos rotos a 1200. Dólares por todos lados. Todo un desplome”. Jugaste y perdiste fiero, hermano.

En tanto, la política es como un tablero de ajedrez. Bueno, en realidad no lo es. Podemos decir que las cosas son “como si”. Pero si uno quiere ser preciso debe decir: las cosas son como son. La política es como un tablero de ajedrez. El tema es que para llegar a que las piezas sean blancas o negras tienen que pasar cosas. Ahora parte del tablero es gris, se está reconfigurando; las torres se mueven en diagonal, los alfiles están desorientados y hay peones caídos por todos lados. La crisis en Juntos por el Cambio es una gran oportunidad de resolver viejas tensiones y que los melones se acomoden solos.

Lo que asoma en el horizonte, arriesgo, es algo que no vemos desde inicios de siglo: el comienzo de otro liderazgo peronista fuerte

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Pero no es sólo la novela de Juntos por el Cambio o la cadena de declaraciones de los dirigentes de la UCR de Gerardo Morales, de Evolución (el partido de Martín Lousteau) o la Coalición Cívica de Lilita Carrió. Tampoco es el retiro de apoyos al armado de La Libertad Avanza ni el arribo de halcones importados. Otra cosa sigue flotando en el aire.

Una serie de sensibilidades que teníamos guardadas se activó como nunca durante esta (infinita) campaña. Nos pusieron a discutir la ley de gravedad, nadie entendía nada y todos los colectivos, minorías, hasta fans de Taylor Swift, pero también la “gente común”, quedaba absorta hacia propuestas medievales o ataques insólitos hacia la figura de Francisco. Para todos ellos comenzó a resultar lógica la elección hacia Sergio Massa. Normal versus caos se volvió una literalidad y no tanto un eslogan. Milei prometía una economía, pero todo lo que tenía en realidad era una moral individualista.

Mímesis política

En el inicio de la campaña la puesta en escena de Milei y Patricia era asimilable a original y copia. Por qué votaría a una opción de derecha impostada, cuando puedo votar a una opción libertaria auténtica. Cruces, denuncias, la cosa sana de la política de estos días. Pero el original y su copia se traspapelaron en una mímesis inaudita.

“Nos aparta de la verdad, es copia de copia”, como decía Platón de la mímesis. En un mismo lodo… El apoyo explícito de Patricia y Macri a Milei deja absortos a los sobrepolitizados. Hay que ver la percepción en las bases de este acontecimiento político. Cómo “baja” este reagrupamiento. Recordemos que la ciudadanía no guarda un grato recuerdo económico de la gestión macrista. Hay que ver qué vale más.

La política es como un tablero de ajedrez. El tema es que para llegar a que las piezas sean blancas o negras tienen que pasar cosas. Ahora parte del tablero es gris, se está reconfigurando; las torres se mueven en diagonal, los alfiles están desorientados y hay peones caídos por todos lados

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Una primera interpretación es que la jugada parece más un manotazo de ahogado que un juego maquiavélico. El apuro y la falta de sutileza de la jugada la muestra demasiado como un acto de desesperación. Por qué no ir generando ruido interno, clima de ruptura, macerar la cosa hasta que “naturalmente” los halcones del Pro anuncien el apoyo. Propios y ajenos quedan desnudos sin poder armar un mínimo relato para justificar la movida. Porque el nuevo espacio (?) Milei – Macri tiene que armar una “traición narrativa”, como dice el especialista Leandro Bregant. Tiene que haber un trabajo de rearmar un relato para el electorado en sentido opuesto al que venía dándose. De allí que el candidato libertario rechazara cualquier pregunta programática en “A dos voces” el miércoles último.

La vereda del Sol

En el teatro mileista-macrista todo es una improvisación, choque y fantasía. Un improcrash de la actuación política donde los protagonistas reaccionan a lo que los acontecimientos le proponen. Massa, en cambio, parece disfrutar el momento sumando apoyos de gobernadores e intendentes de todo el país.

En tanto, La Libertad Avanza parece intervenida de hecho por un Macri como virtual jefe de campaña (rozando el absurdo por momentos). Hay que ver cuán valiosos terminan siendo estos apoyos en el futuro (se calcula que un 50% de los votos de Bullrich irían a Milei). Salvo que se apele a activar un antiperonismo que haga que los votos en blancos se vuelvan libertarios o haya un pueblo libertario numeroso disponible para seguir a su líder, la batalla se presagia difícil y pareja.

Porque además de los apoyos institucionales, por acción u omisión, se suceden hechos inesperados como la entrevista a Jorge Lanata hecha por Jorge Rial o la entrevista a Baby Etchecopar en Futurock, donde ambos dejan posiciones clarísimas de no apoyar a Milei. Entre el balotaje y el desarme de Juntos por el Cambio muchos protagonistas del discurso público se encuentran en la misma vereda después de muchos años. Esto, tal vez, tenga que ver con este nuevo escenario, sí, pero también con el ocaso definitivo de las coordenadas kirchneristas que ya no ordenan ni la oferta ni la demanda electoral. Algo se desactivó en el aire político, el contador geiger ya no lo detecta.

Nos pusieron a discutir la ley de gravedad, nadie entendía nada y todos los colectivos, minorías, hasta fans de Taylor Swift, pero también la “gente común”, quedaba absorta hacia propuestas medievales o ataques insólitos hacia la figura de Francisco. Para todos ellos comenzó a resultar lógica la elección hacia Sergio Massa

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Todo lo que pase por estos días de alto consumo político no es más que anecdótico en el largo plazo. Pero lo que asoma en el horizonte, arriesgo, es algo que no vemos desde inicios de siglo: el comienzo de otro liderazgo peronista fuerte. La crisis que vivimos es tan compleja y con tantos factores que parece haberlo esperado a Massa para poder resolverla.

Pero esto es una ficción a futuro, una hipótesis en estas horas donde todo cambia; ahora disfrutemos este hermoso presente político, de mientras tanto, que es lo único que tenemos.

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