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10 de agosto 2023

Lucía Aisicoff

EL QUIEBRE

Tiempo de lectura: 4 minutos

¿Qué hay para decir cuando asesinan a una nena de 11 años en la puerta de la escuela? Todo resta. Algunos candidatos especularon, quisieron sacar rédito o evitar que el caso los salpique. Al final cayeron todos en la misma: debieron suspender los actos de cierre. Con la excepción de Patricia Bullrich, que se tentó a subirse al escenario en Córdoba pero para anunciar que igual no hablaría. Fue el peor final para el primer tramo de una campaña chata, que no entusiasmó y que revela un panorama muy duro para quien asuma el 10 de diciembre.

Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta se habían pasado la semana buscando un golpe para liquidar al otro. Él se aferró a Vidal y a la foto con los ganadores de Juntos por el Cambio, ella esperó hasta último momento que Mauricio Macri pidiera que la voten, algo que no hizo, aunque casi. La estocada final no fue la que esperaban. Asesinaron a Morena en el Conurbano y se les interrumpió la discusión en loop. No sólo a ellos, el caso aturdió a toda la dirigencia política. Fue un impacto en el corazón del kirchnerismo, que puede golpear a Sergio Massa como candidato nacional pero sobre todo a Axel Kicillof que fue el primero en entender la magnitud de lo que pasaba, habló con los familiares de la nena y suspendió toda su agenda. La campaña se había mantenido alejada de la vida de esta Argentina paralela. No fue sólo un tema de desconexión con la calle, sino la consecuencia de que ninguno sabe qué hacer frente a la descomposición social.

¿Cuánto puede durar una crisis? La sociedad argentina hace seis años que está atrapada en una bolsa de malestar. La crisis se volvió la norma, la apatía nuestro humor social

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Una zona liberada por la policía, una ambulancia que tarda en llegar, las adicciones, un Estado negligente que no reinserta y condena a una vida de violencia sin escape. Operaciones, información falsa, medios caranchos que la reproducen. Esta vez dijeron que el asesino era menor, que debíamos debatir la edad de imputabilidad, que estaba vinculado a una diputada de Juan Grabois. El negocio del dolor es un círculo vicioso. Y eso se da en un clima de fragilidad, de familias partidas, en un día a día cuesta arriba en los barrios más precarios del Conurbano. Anoche no se escuchó una sola cacerola en la Ciudad.

¿Cuánto puede durar una crisis? La sociedad argentina hace seis años que está atrapada en una bolsa de malestar. La crisis se volvió la norma, la apatía nuestro humor social. ¿Dónde está la salida? El gran emergente de la descomposición resultó ser una parodia de sí mismo. Javier Milei parece haber alcanzado su techo, aunque es uno altísimo para la mediocridad de sus propuestas. Se entiende, porque muy pocos lo escuchan, el León ruge y lo siguen muchos desesperados porque alguien nos salve. O alguien los salve. El delirio místico y las charlas con su perro muerto a través de una médium le cortaron el chorro que alimentó durante años a su promesa política. De haber surgido un outsider más sagaz, tal vez lograba llegar sin obstáculos a la Rosada, porque el viento de cola de la época jugaba a su favor. Milei plantea que hay que demoler el Estado. Logró instalar en parte esa discusión, ese discurso. Y lo hace justo ahora, que el principal problema de la descomposición es que no sobra Estado. Falta mucho Estado, pero uno que llegue.

Asesinaron a Morena en el Conurbano y a la oposición se les interrumpió la discusión en loop. No sólo a ellos, el caso aturdió a toda la dirigencia política. Fue un impacto en el corazón del kirchnerismo, que puede golpear a Sergio Massa como candidato nacional pero sobre todo a Axel Kicillof

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“Háganse cargo”, se dijeron unos a otros los dirigentes que no estuvieron a la altura después del asesinato de la nena en Lanús. Kicillof se replegó en shock y enseguida el panmacrismo tuitero reflotó otra vez el argumento contra el “garantismo” en una provincia en la que sigue como ministro Sergio Berni. El ministro de Kicillof se apuró a decir que el caso ya estaba resuelto e incluso afirmó que “estos casos se resuelven fácil en la Argentina”. Lo cruzó el propio gobernador, que habló en contra de sus consignas “facilistas”. Los vecinos no tuvieron eufemismos para responderle a Berni: se levantaron frente a la comisaría de Villa Diamante para pedir justicia y denunciar la inacción policial. Echarle solo la culpa al peronismo seguro hubiera funcionado si el asesinato pasaba en La Matanza o en Lomas, pero la particularidad del caso fue que ocurrió justo en el municipio del candidato a gobernador de Bullrich, así que del otro lado contraatacaron responsabilizando a Néstor Grindetti. Además de la mezquindad previsible, en el pase de facturas se ve que ninguno tiene razón o que quizás todos la tengan un poco. Larreta y Diego Santilli comprendieron muy rápido que un pésame y llamarse al silencio sería la mejor estrategia ante una bronca que crece y esta vez a ellos no los toca.

El asesinato de Morena fue el quiebre final. Así terminó la primera parte de una campaña a la que nadie se animó a pedirle más de lo que tuvo para ofrecer. Va más allá de los candidatos, es un clima que se extiende. Si en 2015 la mitad del país se entusiasmó con el cambio y en 2019 la otra mitad se entusiasmó con volver a cambiar, en este 2023 no hay una propuesta que genere una ilusión semejante con la excepción del microclima de los más convencidos. Habrá que esperar hasta el domingo para comprender hasta dónde impacta la conmoción y si influye en el voto silencioso, en el voto de los indiferentes, de esos a los que los principales candidatos intentarán alcanzar durante todo el segundo tramo de la campaña.

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