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23 de marzo 2024

Juan Navarro

Concejal de Lomas de Zamora. Movimiento Evita.

LOS MUERTOS SON NUESTROS, LAS AMETRALLADORAS SON AJENAS

Tiempo de lectura: 6 minutos

Es muy difícil escribir sobre lo que se está viviendo en Rosario. Actualmente convivimos entre la sobreinformación suministrada y la dura realidad que nos hace sobrevivir en la angustia. Tenemos cientos de notas analizando la situación, muchos licenciados dando soluciones, miles de informes televisivos y nada nuevo que aportar al debate. Solo miedo y terror. Terror, esa sensación que se sufre pero que no se explica.

Si buscamos en profundidad en cada cajón de la ciudad, podremos encontrar grandes textos hablando de las primeras mafias y contrabandistas a principios del siglo XX. O buena información sobre las financieras que blanquean negocios cerca del Paraná y sus edificios vidriados nuevos.

También hay referencias sobre los emergentes barrios privados alrededor de la ciudad habitados por las grandes fortunas de la región. Podemos ver algunos proyectos serios sobre la falta de urbanización en distintas zonas de la ciudad, que desnudan las diferencias abismales que conviven en las grandes ciudades de nuestra patria.

Pero se me hace más difícil escribir, sabiendo que mi compañera y toda su familia son de Rosario. Familia de docentes, gastronómicos, estudiantes, administrativos, todos canallas, gente laburante, de a pie, que siguen yendo a la plaza a tomar unos mates los sábados a la tarde o que se toman un cafecito en alguna estación de servicio después de cargar nafta para charlar con la gente del barrio.

Estos días de terror no pude quedarme con las soluciones mágicas mediáticas. El silencio atroz al llegar la noche, en el corazón de una de las ciudades que más ruido ha hecho en nuestra historia, dejaron la calle vacía a esas preguntas y reflexiones básicas que transitan por la ciudad.

Difícil pensar que el terror haya comenzado con esa puesta en escena berreta estilo Bukele, sino que podríamos hacer una penosa cronología de hechos, desde la amenaza de muerte a la familia del gobernador recién asumido, como el apriete el año pasado a 20 jueces que tenían que investigar causas de lavado, o amenazas constantes en supermercados (algunos famosos como el de la familia de Antonela Rocuzzo). O audios, operaciones, ¨cositas¨, que incluyen a propios y ajenos. Gobiernos que se fueron, gobiernos que vinieron y también se fueron, gobiernos que vienen, en un entramado de complicidad y compleja relación, muy difícil de desarmar.

“¿Algún integrante de “Los Monos” toma un avión y compra en alguna tienda?”, pregunta una docente de la Escuela N 1095, en barrio/villa “La coca”, que tiene que ir a trabajar sin uniforme por pedido del ministerio de seguridad

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Más de una década como mínimo, naturalizando el conflicto. Mirando de costado, proponiendo soluciones fáciles. Escupiendo desde el congreso nacional acusando de narcosocialistas a cierta dirigencia sin presentar una sola prueba en la justicia, banalizando toda oportunidad de pensar cómo pacificar una región inundada de armas. Llevando fuerzas de seguridad sin protección ni inteligencia criminal alguna. Dinamitando toda posibilidad de armar un frente civil, ciudadano, social, con todas las fuerzas políticas de la provincia para frenar semejante ataque. La velocidad para sintetizar el dólar soja le lleva una distancia sideral a la mínima idea de pacificar la ciudad.

Quizás son estos días de terror. Quizás estamos exagerando mientras escucho las preguntas que se hacen en la mesa familiar mis suegros y cuñados. ¿Qué pasa con la venta de armas en el barrio? ¿Dónde van los celulares y los autos robados? ¿Quién regula el Marketplace de Facebook? ¿Quién cuida al que maneja en Uber o al Colectivero?

Ahora entiendo cuando mis suegros se reían con la propuesta de Milei sobre la venta libre de armas. Mientras desde la militancia de sectores medios del AMBA mirábamos con desesperación esa propuesta, en ciertos lugares de Rosario las armas fluyen como la birra, los puchos y el vino. La clase política, empresarial, social una vez más llegando a destiempo mientras el resto de la sociedad le viene advirtiendo hace diez años, pero nadie la escucha.

El reclamo en redes sociales o en grupos de WhatsApp es difuso, lo sabemos. Pero, ¿todos los que tienen miedo y piden seguridad son fachos? ¿Quiénes son los que se auto cuidan? ¿Quiénes piden autodefensa? ¿Un soldadito merece o no el linchamiento público? ¿De qué empresario es el patrullero que brinda seguridad privada? ¿Estamos condenados a la basura? ¿Eso no era para los Cartoneros?

La realidad se endurece. Hay una guerra declarada en los territorios humildes que no tienen presencia física del estado. No alcanza con buenas intenciones, tarjetas alimentarias, o un edificio caído abajo que pareciera ser una escuela, cada vez con menos pibes. La violencia en la microesfera del barrio es grande y por supuesto que no está solo en Rosario. Rebeliones barriales, conflictos agudizados, todo entramado y fragmentado en la mesa. Ciudades donde parece que no cabemos todos. Esa guerra avanza y llega a los centros. Sino, que alguien explique el reemplazo de la idea del foro de seguridad felipista, por el grupo de vecinos de whatsapp con alarma comunal y sistemas de cámaras caseros.

Estamos ante un capitalismo que desde su creación se sostiene con una industria bélica que es fundamental para que la rueda gire y funcione y genere miedo. Milei capaz sea también el vocero del grito desesperado de ese capitalismo, que no acepta su crisis. Pareciera como el suicidio de quienes tienen mucho poder. Si no es con nuestras reglas, destruiremos todo. Con todos adentro.

El “pistolón”, el “fusil”, y la “ametralladora/subfusil”, con 120, 70 y 35 incautaciones, respectivamente, representan un dato aterrador

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Mientras tanto la naturalización de la militarización sigue. La multiplicación de policías locales en Buenos Aires, que se forman en seis meses, no frena. Sin rumbo definido ni estrategias propias de inteligencia o defensa. Pibes que buscaron una salida laboral rápida, son mandados (con miedo) a defender una ciudad que el poder mismo ha dejado abandonada. Ante la invasión de la pasta base, falopa, pastilla y birra, algunas organizaciones sociales fundaron un Casa Pueblo. Un pequeño punto que intenta contener en el barrio a los pibes abordando el consumo problemático y su prevención o atención en lugares abandonados. Ante la invasión de las armas, algunas organizaciones del delito fundaron un CAZAPUEBLO que se dedica a que los pibes de los barrios lejos del centro se vayan matando en silencio entre banditas que revalorizan su identidad y les dan un rol y misión en la vida.

Para finalizar, los resultados que el Observatorio Público de Santa Fe dio a conocer, mostraron que, entre octubre de 2020 y junio de 2023, se realizaron 5743 intervenciones policiales a partir de las cuales se secuestraron 7140 armas de fuego y 85.095 municiones. Esto equivale a un promedio de 216 armas de fuego y 2578,6 municiones secuestradas por mes. En definitiva, por cada arma de fuego secuestrada en la provincia de Santa Fe se secuestraron en promedio 12 municiones. Imaginemos lo que no se recupera.

En primer lugar, los “revólveres” representan la categoría más grande de armas secuestradas, con un total de 2.014 incautaciones, lo que equivale al 28,2% del total. Las “pistolas” y las “escopetas” siguen de cerca a los revólveres en términos de cantidad, con 1.912 incautaciones cada una, lo que representa el 26,8% del total para ambas categorías. Pero el dato que realmente asusta lo dan los otros chiches que se disputan en club del sicariato.

El “pistolón”, el “fusil”, y la “ametralladora/subfusil”, con 120, 70 y 35 incautaciones, respectivamente, representan un dato aterrador. Cada tres días se incauta una ametralladora y cada cinco un fusil. Ninguna policía local o provincial o gendarmería tienen la cantidad de armas como estos grupos. Ahí se toma real dimensión el por qué las fuerzas de seguridad se resisten a ir a dar batalla. Volvemos a repetir. La venta libre de armas no es solo una consigna de campaña.

Preguntas tan simples que surgen en alguna comida familiar. Dudas básicas, ¿de dónde salen estos chiches que compran estos grupos? ¿Con qué dólares? ¿Qué bancos aceptan esos movimientos? ¿De dónde salen las municiones, los fusiles, las ametralladoras, las recortadas, las semiautomáticas, los chalecos, granadas, silenciadores, miras telescópicas automáticas, blindados, aparatos de inteligencia, los drones, los cientos de celulares y chips para que los soldaditos puedan cambiar en cada posta, entre otros chiches? ¿De dónde vienen?, ¿de dónde salen? Todos armamentos de última generación. Con olor a nuevo. ¿Cómo llegan a la zona oeste o a Puerto Nuevo en Rosario?  Acá no se producen. Menos en esa escala. “¿Algún integrante de “Los Monos” toma un avión y compra en alguna tienda?”, pregunta una docente de la Escuela N 1095, en barrio/villa “La coca”, que tiene que ir a trabajar sin uniforme por pedido del ministerio de seguridad. 

Esa pregunta que no nos hacemos y es tan simple. ¿Quién es el jefe de la industria bélica en los carteles de Rosario? ¿Quién los provee? ¿Quién los saca de su lugar natal y los pone acá? ¿Quién tiene el poder para hacerlo y para cubrirlo? ¿En cada conurbano o periferia está pasando lo mismo?Hay fracaso y abandono de nuestra dirigencia. Hay negocios de las potencias que cooperan con nosotros hace años en la región. Hay fracaso y confort en quienes investigan, que no se animan a revelar el modus operandi o las redes de financiamiento.Hay fracaso y miseria en quienes informan, que también disparan mierda. No solo tiran los sicarios.En esta historia parece que todos son shooters.

El silencio atroz al llegar la noche, en el corazón de una de las ciudades que más ruido ha hecho en nuestra historia, dejaron la calle vacía a esas preguntas y reflexiones básicas que transitan por la ciudad

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Repetimos. El abandono y el fracaso propio están a la vista.  Sobran textos, responsables e ideas. Pero también es necesario frenar la guerra que nos generaron. Los muertos son nuestros, las ametralladoras son ajenas, diría Atahualpa. Autos, Jets, Aviones, Barcos, SE ESTÁ VINIENDO TODO EL MUNDO.  A diferencia de la década del 70, esta vez, nadie ni nada se va.  Es verdad que Rosario cambió. Y mucho.  Solo una sola cosa sigue siendo igual. Tanto para Fito como para la industria bélica, Rosario siempre estuvo cerca.

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