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28 de junio 2022

Julieta Habif

PITY ÁLVAREZ: NO ES SÓLO ROCK AND ROLL

Tiempo de lectura: 29 minutos

Hubo algo parecido a un duelo. Como en las películas del far west, pero en un estacionamiento de Villa Lugano. Un hombre famoso y un hombre desconocido discutían. El hombre desconocido dijo ‘si vas a tirar tirá, gato’ y nada más. No dijo nada nunca más porque el otro sacó un revólver y disparó. Cuando el baleado cayó, el otro disparó otra vez. Tres veces. Luego tiró el arma a una alcantarilla y se fue a un boliche con su pareja. Pero antes, antes de fugarse, de entregarse, antes de permanecer detenido en el pabellón psiquiátrico de una cárcel a la espera de un juicio aplazado y antes de su último traslado a una clínica privada, el hombre famoso trazó su camino hasta convertirse en Pity Álvarez, ídolo del rock nacional.

Aprendemos a ser felices así

Fue una década larga. Una bomba que estalló finalmente en diciembre de 2001. Una cirugía profunda y hasta ahora irreversible: los años 90 en Argentina abarcaron el proceso de liberalismo político en democracia que borraría casi todos los rastros del país y destruiría gradualmente la posibilidad de proyectar, de establecer un marco, un orden en común. En ese contexto, en el barrio Piedrabuena de Villa Lugano y al calor de la hiperinflación de 1989, tres adolescentes germinaron la semilla que luego alentarían durante años los hijos de la desocupación extrema a los que el futuro les había soltado la mano, y que llevaría a la cultura rolinga a su apogeo: Viejas Locas.

Al principio la banda estuvo constituida por Mauro Bonome en voz, cuyo apodo dio nombre al grupo, Fabián “Fachi” Crea como bajista y Diego Cattoni en guitarra. En rigor, como indica el libro Cemento: el semillero del Rock, de Nicolás Igarzabal (Gourmet musical, 2015), “La primera vez que Fachi se colgó el bajo en Viejas Locas fue para hacer una suplencia. El bajista estable (Bachi) había entrado a la colimba y tenían previsto un show en Cemento, dentro de un concurso de bandas”. Empezaron con covers de Rolling Stones y Pink Floyd, y en la búsqueda de un baterista encontraron a Cristian Gabriel Álvarez Congiú, de 16 años, que estaba aprendiendo a tocar la guitarra y llevó a Gastón Mansilla a los platillos. Cristian era del barrio pero no del colegio. Al cabo de unos meses Viejas Locas tocó por primera vez, en el Bar Acatraz para 60 personas.

(@pityalvarez.ok)

Álvarez nació el 28 de junio de 1972 en la zona de Congreso, en Buenos Aires. Es hijo de Cristina Congiú, empleada doméstica, y de Enrique Gabriel Álvarez, capataz, fallecido en 1997 y de quien habla el tema Homero, sobre un obrero que lidia con el cansancio laboral y las dificultades para solventar los gastos de la casa. Cristina dice (en televisión, en un programa de la tarde, posterior al arresto) que cuando murió su marido, perdió a su hijo. Lo trata de Cristian mientras los panelistas hablan del Pity, y sucede algo parecido −en el imaginario colectivo y en escala− a lo que sucede con Diego Maradona, con Diego y con Maradona: Cristian es un chico bueno, talentoso, sensible, víctima de una sucesión de infortunios que desembocaron en que terminara preso; Cristian no sabe lo que hace, Pity es un caso perdido. Al respecto, el periodista Jorge Lanata preguntó en 2012, en una nota inédita hasta la detención (seis años después): “¿sos Pity o sos Cristian?”, a lo que Álvarez respondió “siempre soy Cristian”.

La estética rolinga era la representación visible de una pasión no sólo por la música, sino también por vivir esa cultura que inconscientemente nos daba un refugio, un destino

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Cuando todavía era chico la familia se mudó a Villa Lugano, donde asistió a un colegio industrial del que fue expulsado por una travesura que le valió las 5 amonestaciones con las que llegó al límite: romper un rosario y jugar con las partes. Sus últimos años los cursó en Boedo, y en ese momento empezó a explorar la música. Tenía buenas notas pero era muy revoltoso. El escritor Juan Diego Incardona incluyó un texto sobre él en su libro Villa Celina. Cuenta que fue su compañero en la secundaria y que una vez, durante una prueba de física, Álvarez terminó con tiempo de sobra y les fue pidiendo las hojas a sus amigos para completarles los ejercicios. Se escapaba de clases y volvía a su casa donde lo esperaba Rafaela, su abuela paterna y cómplice, con el desayuno. Fue quien alentó su carrera musical. Pasaban mucho tiempo juntos e incluso habían pactado que, cuando ella muriera, él haría un velador con su cráneo y al encenderlo ella le enviaría una señal; pero Rafaela murió en 1990 y Pity no pudo retirar sus restos porque era menor. Años más tarde contó la historia y dijo: “Ella sí cumplió”.

Terminó sus estudios secundarios y obtuvo el título de técnico electromecánico. Trabajó como encargado de seguridad e higiene en una fábrica que un día se incendió con él adentro. El 80% de su cuerpo sufrió quemaduras de segundo grado, pero además le quedaron secuelas psicológicas: alucinaba que lo que miraba de repente ardía en llamas. Varios años después, la casa de su entonces novia también atravesó un incendio. Algunas teorías indican que todo esto resultó en la canción Fuego de Intoxicados (su segunda banda) con Andrés Calamaro.

La novia de la casa en llamas es Marcela Crespo, su pareja durante más de una década y su manager, incluso tras la separación. Crespo lo acompañaba a todos lados, a toda hora. Es la destinataria de uno de los temas más populares de Intoxicados: Nunca quise (2005). Sin embargo, en noviembre de 2016 denunció a Álvarez por violencia y maltrato, dijo que la había golpeado y luego dejado encerrada con una asistente. Otros antecedentes: robar un remís, llevarse una consola de sonido de un bar, comprar una anaconda y meterla en un hotel.

Además de su título de electromecánico y su carrera musical, cursó dos años de enfermería. Su firma, la del DNI, supo ser ‘Viejas Locas’. Se mostró en cámara comiendo alimentos en estado de putrefacción, alegando que le subían las defensas. Declaró varias veces creer en la vida extraterrestre, otras lo negó. El ex presidente Mauricio Macri financió una de sus rehabilitaciones. Su primer recital fue Sinatra en el Luna Park, a los 9 años. Le gustan Alan Parsons Project, ABBA, María Marta Serra Lima. Le gusta, también, la astronomía: su sueño frustrado es trabajar en la NASA. En Clarín, en 2015, tres años antes de dispararle a su vecino Cristian Maximiliano Díaz, expresó: “Andar solo me llevó a armarme (…) Yo no quiero matar a nadie, sólo ahuyentar a los giles. Ahora, si sos vos o yo, sos vos… o yo”. En 2018, al entregarse, dijo “era él o yo”.

En Viejas Locas no tratamos de dar un mensaje, somos pibes que viven en un barrio y, bueno, bajás y ves muchas cosas... pobreza... y eso, mal que mal, te inspira

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Quieren rock

“ What is this? These are not Nikes” dice prolijo, en traje blanco y en su acento tan británico −pronunciando /naikis/− Liam Gallagher, mientras sostiene una zapatilla de lona. Luego la desecha. Es el año 2006 y está a punto de tocar con su banda Oasis en el Campo Argentino de Polo de la Ciudad de Buenos Aires. Esa zapatilla fue revoleada por el público, quizás a raíz de los 45 minutos de demora con que la banda inglesa salió a tocar, quizás durante el show soporte de Intoxicados, el grupo que Álvarez fundó en el 2000 después de disolver Viejas Locas en su pico de éxito. Esa zapatilla es parte del código de vestimenta rolinga, tribu urbana que traduce al castellano la conocida como Stone y que, para mediados de los ‘80 y con el enorme crecimiento de Ratones Paranoicos, bastiones como Los Piojos y Viejas Locas, y más tarde bandas como Guasones, Los Gardelitos y Callejeros, consolida su versión local. Flequillo corto y recto, bandanas, jeans claros o joggins artesanales, musculosas estampadas y a la altura del ombligo, mucho rojo, mucho negro, mucho blanco, como en la lengua de los Rolling Stones; mucho verde, reivindicando la cultura canábica, y zapatillas de lona. Pero hay algo detrás de estos gustos. Patricio Burgos, guitarrista de La Colosa (banda fundada en el ‘97 que empezó con covers de Viejas Locas) indica que: “La estética rolinga era la representación visible de una pasión no sólo por la música, sino también por vivir esa cultura que inconscientemente nos daba un refugio, un destino. Compartir y encontrar compañeros de viaje que hoy seguimos teniendo cerca sin necesidad de ponernos unas Topper o colgarnos un pañuelo. El rock es un lazo muy fuerte que une a las personas”. Sobre el contexto, comenta: “Se veía la pobreza y las colas de gente buscando trabajo, la conciencia por el bienestar del otro no existía. Pero hubo muchísimos lugares icónicos [menciona Rider’s, Betty Blues, el Museo de Caballito] que eran nuestro asilo”.

Primera comunión.

El de Viejas Locas es también llamado rock chabón: un estilo barrial, hecho y distribuido con bajo presupuesto, alimentado por el boca en boca, pintadas, calcomanías en medios de transporte público.

La primera formación duró poco, pero Álvarez quiso seguir y convocó a Sergio “Pollo” Toloza de guitarrista, y Fachi incorporó a Abel Meyer en la batería (hoy día, ellos dos sostienen el proyecto). Más tarde entraron Ezequiel “Peri” Rodríguez en armónica, Juancho Carbone en saxo y Adrián “Burbujas” Pérez en teclados. Ese Viejas Locas se sumó a fechas compartidas en lugares chicos y solía tocar gratis los domingos en Parque Centenario. Después de una presentación en La Cueva (anunciada acá, en su primera aparición televisiva) grabaron un compilado que nunca registraron. Mientras tanto repartían su demo en shows de otros. A fines del ‘94, un representante del sello PolyGram los escuchó y les hizo una propuesta, y en 1995 entraron a grabar su primer disco oficial, de nombre homónimo. Hasta que ese disco salió (diciembre), se presentaron en Cemento, en Club X, el tema Intoxicado se hizo hit, grabaron su videoclip e incluso fueron invitados a un evento por los 30 años del rock nacional. “Viejas Locas” fue reeditado en 2004.

Sobre el sonido de la banda, el periodista Dany Jimenez señala: “Es una banda expeditiva, siempre fue una banda mucho más nerviosa (en relación a Intoxicados), desesperada desde el punto de vista del rock”. Sobre su crecimiento explica: “Tiene que ver con la identificación barrial en un punto, tiene que ver con una música que es contagiosa, pero sí, hay un arraigo muy fuerte como banda popular para que justamente ese público de los márgenes esté presente”.

Con Intoxicados el abanico de géneros se desplegó. A pesar de ser una banda de rock, a lo largo de su discografía experimentaron con el rap, el funk, el reggae, el soul, el punk e incluso, para algunos arreglos, la música electrónica

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Ensayaban en uno de los monoblocks de Lugano. Los vecinos se quejaban de las cervezas, el recambio de mujeres y el ruido, “pero después nos empezó a ir bien y se ponían contentos cuando, por ejemplo, nos veían en una revista” comentó el líder en aquel entonces. Llenaron Cemento cinco veces. La explicación, quizás ingenua, fue: “cuando vos vivís en un barrio, si les decís a todos que vayan, van”.

(@pityalvarezokey)

La jerga en sus canciones es bien de calle: “será algún vecino el que me rompe las pelotas”; “te meten el dedo y al toque te empezás a chorrear”. En una nota por el lanzamiento de “Hermanos de sangre” (1997), Álvarez dice “nuestras letras son cien por ciento concretas, cosas que nos pasan a nosotros, que les pueden pasar a nuestros amigos o a la gente que nos sigue, o cosas que podés ver desde un colectivo. En Viejas Locas no tratamos de dar un mensaje, somos pibes que viven en un barrio y, bueno, bajás y ves muchas cosas…pobreza… y eso, mal que mal, te inspira”. Ese disco los llevó a telonear a su banda emblema, Rolling Stones, cuatro veces en River (1998), lo que los llevó a otro nivel de popularidad, lo que los llevó a dar, al poco tiempo, un show gratis en Quilmes para quienes no habían podido ir al monumental. A ese show asistieron 10.000 personas.

Burgos recuerda la primera vez que los vio en vivo. Se tomó el tren, después el subte, después el tren: “fue en Quilmes en el 97 creo, tocaban a beneficio de algo en un callejón a la vuelta de la fábrica de cerveza. Me costó bastante llegar a la valla pero lo logré, tenía a Pity a dos metros. Ese día marcó a fuego algo muy fuerte dentro mío”. También recuerda la primera vez que tocó con ellos, casi 20 años después, en el bar de Rodney en Chacarita. Álvarez llegó a las 3 de la mañana y estacionó en el cementerio de enfrente. El resto de los músicos, ya adentro, miraban pegados a la ventana. Tardó más de una hora en cruzar la calle, estaba rodeado de gente que lo abrazaba, le pedía fotos y autógrafos, le decía que lo amaba; “él les devolvía el mismo cariño y atención. Cuando por fin logra entrar −con una campera de montaña en pleno calor de febrero y una canilla de bronce en la mano−, lo miro y le cuento que cuando era muy chico lo vi en Quilmes y que después de eso lo único que quería para mi vida era tocar rock”. No habían pautado las canciones, entonces Burgos sugirió arrancar con I saw her standing there de los Beatles, la cual Pity, dice, cantó mejor que Paul McCartney.

En 1999, con producción del reconocido Nigel Walker, Viejas Locas lanzó el disco que dio el espaldarazo, “Especial”: Todo sigue igual, Me gustas mucho, Legalízenla, Una piba como vos; los hits son varios. Ese año dieron su primer recital completo en televisión. Un año después, la banda se separó. Seguían llenando bares y teatros (recitales en Obras para 6.000 personas, por mencionar tres) y estaba en puerta una colaboración de Andrew Oldham, productor de los Rolling Stones; pero Pity no veía margen de crecimiento: esta fue la versión oficial. Cuando se les preguntó tiempo después a sus miembros, aclararon que se trató de una falta de comunicación y problemas interpersonales. Álvarez empezó a tener conflictos con Pollo y Fachi y empezó a ver el proyecto, dijo, como un trabajo. Fachi aclaró que no quería que fuera el fin pero no vio otra salida, que era insostenible y que había vuelto a manejar un remis. “Además −agregó− Viejas Locas era una de las mejores bandas del momento”.

Cuando disolvió el grupo, Álvarez tomó mucha cocaína, según dijo, para festejar. Tanta que, según dijo, si no lo internaban se moría. Y la madre lo internó tres semanas. Salió y formó Intoxicados con Abel Meyer en batería, Burbujas Pérez en teclados y Peri Rodríguez en armónica. Al cuarteto se sumaron Jorge Rossi en bajo, que hacía poco había dejado Los Gardelitos, y Felipe Barrozo, un adolescente para el momento, en guitarra. Al cabo de unos meses llegaron Favio Cuevas en percusión y Víctor Djamkotchian con el saxo. Fachi, por su parte, dio origen a Motor Loco; Pollo formó La Lengua y Juancho Carbone se sumó a Callejeros.

(Crédito/gentileza: Resakka)

Existe cierto consenso en que Felipe Barrozo es un prodigio de la guitarra para este género. Un niño genio del rock and roll. Sobre ese germen, hoy recuerda que llegó a la banda después de que Pity lo viera tocar (el bajo) en un cumpleaños, y para entonces Intoxicados se iba a llamar “2 neuronas”. Álvarez le comentó que estaba con ese proyecto y que fuera a su casa, que quería mostrarle temas. La primera vez que Barrozo fue a la casa de Álvarez, llegó con la carpeta del colegio en la mano: “Nos pusimos a hablar, me pasó un cassette que era el demo de todas las canciones que fueron del primer disco de Intoxicados. Yo le dije que no me gustaba el nombre ‘2 neuronas’, que me parecía de una banda punk. Se dio algo curioso ahí, la primera vez que yo, cuando tenía 11 o 12 años, toqué en una sala de ensayo con una banda, el primer tema que toqué fue Intoxicado, que yo ni lo conocía; y ahí se me ocurrió ‘¿por qué no le ponés Intoxicados que es el tema más emblemático de Viejas Locas?’, yo pensaba que la idea de él era tocar también esos temas”, cuenta el guitarrista. Pero con Intoxicados el abanico de géneros se desplegó. A pesar de ser una banda de rock, a lo largo de su discografía experimentaron con el rap, el funk, el reggae, el soul, el punk e incluso, para algunos arreglos, la música electrónica. Después de presentaciones menores, el 26 de mayo de 2001 la banda hizo un set de 11 canciones en Cemento, para 2.500 personas. Algunas nuevas y otras de Viejas Locas.

Durante aquel conocido informe de 2006 en que el periodista Daniel Tognetti pasó una jornada con él, Pity contó: “la pasta base es el único problema que tengo en la vida. Cuando hablo de estas cosas, lo hago desde lo más bajo, de verdad

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Mientras el rock rolinga (La 25 o Gardelitos; Callejeros o Pier) se hacía cada vez más purista, Álvarez exploraba otros desafíos. En esta misma línea, Barrozo comenta: “Al Pity lo habían tomado como un pibe que tocaba en una bandita y de repente vino con toda esta propuesta y generó un efecto sorpresa. No es casualidad que después de Viejas Locas me elige a mí, lo elige a Jorge, Abel sigue tocando, y él ya tenía todos los demos de temas como Una Vela o Reggae para Mirtha y con Viejas Locas no los tocaban… Temas más raros, ¿no? Él se juntó con nosotros y yo, por ejemplo, escuchaba más AC/DC que los Rolling Stones, entonces había una variedad musical más extraña. Creo que con Intoxicados buscó algo distinto; un reggae sonaba a reggae, un hip hop era un hip hop, buscábamos que la música sonara a lo que estábamos haciendo. Decías cosas como ‘che pero esto es igual a un tema de Pink Floyd’ y él te decía sí, era la idea. ¿Qué más le podés decir después de eso?”.

En nueve años Intoxicados sacó cuatro discos e hizo gira por todo el país. “Otro día en el planeta Tierra” (2005) pasó las 100.000 copias vendidas y fue reeditado. En 2006 se presentaron en el Pepsi Music, tocaron con Adrián Dárgelos de invitado y generaron la mayor concurrencia al festival, con 22.500 personas. Superaron por unas 500 a Gustavo Cerati. Lo mismo al año siguiente. Durante ese tiempo, a pesar de su dinámica de poco ensayo, la banda llenó cada espacio en el que tocó, y en 2008 sacó su último disco, para cuyo proceso la discográfica le alquiló a Pity una casa con pileta en el barrio El peligro, alejado de la capital. Ahí, solo (y ya armado), compuso “El exilio de las especies”.

El periodista Juan Ortelli lo fue a visitar a esa casa para una nota de la revista Rolling Stone y escuchó, entre otras cosas, que su plan era seguir con Intoxicados para siempre. Pero era verano de 2008, y eran las vísperas del fin. El enero siguiente dieron un show en Mar del Plata y Motor Loco (a cargo de Fachi) fue soporte. Ya habían empezado los quiebres y la banda había tocado sin Barrozo ni Pérez. Cuando Barrozo decidió irse lo llamó varias veces, lo citó en una pizzería, pero Pity nunca fue. Jorge Rossi dijo en una nota en 2019 que “en el final de Intoxicados había muchos excesos y era todo muy predecible, sabíamos que no iba a estar bueno”. Ese día de enero Pity invitó a Fachi a tocar algunas canciones de Viejas Locas. A los meses nomás, en el Cosquín Rock, el fin de Intoxicados fue explícito: “Es lo más lindo que me dio la vida (…) sepan comprender” dijo su frontman, y subió Skay Beilinson de invitado. Al poco tiempo se anunció la vuelta de Viejas Locas con músicos originales y nuevos, y sacaron, en 2011, su cuarto y último disco “Contra la pared”; pero al poco tiempo Fachi y Sergio ‘Peluca’ Hernández (que era guitarrista de Motor Loco) se fueron.

(@pityalvarezokey)

Sobre esos excesos de los que habla Rossi: en la etapa final de Intoxicados, Álvarez llevaba más de una década consumiendo principalmente pasta base. Barrozo suma esto: “Yo creo que todas las épocas de Viejas Locas o Intoxicados estuvieron totalmente influidas por el estado de él, estuviera como estuviera. Él era el centro de todo. Y tiene algo medio invasivo, mucho carisma, todo gira a su alrededor. La única manera de no girar a su alrededor es salirte del círculo. Y no es algo que haga a propósito, pasa”.

Espero que la vida me lleve

Sigo una cuenta en Instagram sobre noticias de rock. Sube una foto de Pity Álvarez con la leyenda ‘Tengo que dejar de pensar en vos (de No tengo ganas de Intoxicados). Las historias a continuación son capturas de mensajes de seguidores. Lo extrañan, piden por su libertad. Uno habla de la vez que se lo encontró en la sala de ensayo de la calle Murguiondo, al comienzo de Intoxicados. Estaban haciendo una obra, tirando y levantando paredes. En eso suena el timbre y Pity de pronto se apura, y este muchacho, el fan, le dice ‘Pity no gastes en falopa, por qué no buscamos el cemento que te falta y te ayudo’. La respuesta que recibió, cuenta, fue ‘la falopa me la fian, el cemento no’.

Laburar con pity es difícil, no es para cualquiera, por más que uno esté bastante loco; y la verdad que también sentía como que estaba siendo cómplice de una degradación (...) los momentos buenos fueron muy buenos (...) yo en esos momentos fui muy consciente de lo que me pasaba.

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Álvarez empezó a consumir marihuana al mismo tiempo que empezó a tocar la guitarra, más o menos a sus 15 años. Ese consumo fue en aumento y al poco tiempo probó cocaína, LSD, éxtasis, codeína y pasta base; y en los últimos años también morfina. Además, alcohol y tabaco. Eventualmente su consumo problemático se concentró en la pasta base. Según le dijo a Lanata, dejó la cocaína (la cocaína sin sulfatar) porque había probado “la pura en Bolivia y volví y la de acá me daba asco, así que ahora vamos a tener media hora sin cortes”.

En casi todas las notas habla de sus adicciones. En Página/12, por ejemplo, dijo: “el éxito y el dinero me hicieron drogadicto mal”. Durante aquel conocido informe de 2006 en que el periodista Daniel Tognetti pasó una jornada con él, Pity contó: “la pasta base es el único problema que tengo en la vida. Cuando hablo de estas cosas, lo hago desde lo más bajo, de verdad. Son vacaciones terrenales digo yo, desaparecés. No sé si callarme para no avivar giles. No conozco a nadie que la haya pasado”. Pero él sí. Él sobrevivió a más de veinte años de pasta base.

En este sentido, Dany Jimenez señala: “Yo creo que Pity vivía la música, por lo menos mientras estuvo tocando de forma regular y antes de que sucediera lo que sucedió, de una forma muy pura. Lo que pasa que en las notas él no hablaba tanto de música, y creo que muchos de los que lo entrevistamos en esos años nos equivocamos, tendríamos que hacer un mea culpa y pensar, debido a su personalidad estrambótica y a su forma de exteriorizar su manera de vivir, por qué nos olvidamos de hablar de música con él y sí hablamos de cómo las hormigas iban a conquistar la Tierra, o por qué la lechuga tenía que estar más cara que la marihuana. Pero, por ejemplo, que haya hecho música con Romina Cohn [DJ, compositora y productora de música electrónica] refleja un tipo que no tenía un límite”. Aunque esa falta de límite fue de doble filo.

Su estilo y personaje resultan llamativos para gente de todas las esferas, de todas las clases. “Tocamos en Kika lleno de famosos y en las villas; pero yo vi lo que tenía que vivir él, no podía caminar tranquilo por la calle, todo el mundo quería algo suyo. Mucha gente cuando tiene contacto con un famoso piensa dame, dame algo. Eso te vampiriza la energía” dice hoy, ya con agua bajo el puente, Juan Del Río, el último guitarrista que tuvo el Viejas Locas a cargo de Pity. Y a Pity le gusta mezclarse entre la gente, siempre le gustó, lo que rechaza es ser idolatrado. Por más encantador que se muestre, detesta que lo tomen de ejemplo.

A lo largo de su carrera tuvo más de veinte causas por tenencia de estupefacientes. De casi todas fue sobreseído. Aparte de las metáforas sobre sustancias, en sus canciones aparece, seguido, la muerte. También aparecen las dos: a la vida me la regalaron / la muerte en cuotas la estoy pagando. A Tognetti le dijo que lo que más triste lo ponía era “la dependencia a las drogas, y que a veces no tengo ganas de seguir viviendo”, además: que no quería llegar a viejo, que su gran miedo era no morirse, que le pegaran un tiro y no lo mataran. Lanata le preguntó si creía en Dios. Álvarez contestó: “lo estoy buscando hace mucho tiempo, pero no lo puedo encontrar”.

El rey

En Youtube hay infinitas entrevistas a Pity Álvarez. De radios pequeñas a programas con picos de rating. Es una rareza, vale señalar, que artistas de rock barrial lleguen −y copen− el mainstream televisivo. En una de ellas, de 2015, comenta: “Hay muchos prejuicios con nosotros… la gente se cree que yo no voy a ir a tocar, que voy a romper todo, que se va a armar un quilombo bárbaro, y estamos, con hechos, demostrando que es mentira. Tenemos un público muy lindo que viene a escuchar música, se porta bien”. Pero sí hubo recitales de sus bandas con incidentes. El más significativo es Vélez 2009, donde la policía reprimió a quienes habían ingresado sin entrada y que terminó con 30 heridos, 44 detenidos y 1 muerto.

(@pityalvarez.ok)

Otro fue este: tres meses antes del disparo a Díaz, y después de un año sin shows producto de un accidente de Pity y de su rehabilitación kinesiológica, Viejas Locas debía presentarse en Tucumán, pero no se concretó porque, a raíz de las 8 horas de demora con las que llegó el líder, el público prendió fuego la torre de sonido del Club Argentinos del Norte. También destruyeron consolas, saquearon puestos de mercadería y se llevaron instrumentos de los músicos. A partir del incidente, el bajista Gabriel Prajsnar (que había reemplazado a Fachi, supuestamente echado por Pity) y Juan Del Río (que había reemplazado a Peluca, que se fue con Fachi) se abrieron del proyecto.

La idea era dar 5 shows grandes, comenzando por ese, y luego terminar. Pero “fue una despedida sin debut” dice Del Río hoy, varios años después. A pesar de esto, los recuerdos que tiene de la banda también son gratos. Así empiezan: “Lo crucé al Mono [Alejandro] Avellaneda [baterista de Viejas Locas en 2012, también último baterista de Intoxicados] y le dije invitame a una zapada con Viejas Locas, y me pidió mi teléfono. Yo me olvidé y a las dos semanas me llama para audicionar. Sacate 3 temas, me dice. Saqué los primeros 3 discos, como para tener material”. Y lo que era una fecha fueron 6 años. Pity le dio guitarras y amplificadores mejores que los que tenía y le dijo, también, que no intentara emular el registro (atípico) de Barrozo para los temas de Intoxicados que también tocaba la banda, que hiciera lo propio.

Están los que lo idolatran y los que lo juzgan, y en el medio no hay nada. A mí lo que me da bronca es eso, que con lo que pasó todos resaltan la parte mala o la parte buena, y nadie habla de que es una persona compleja, estamos hablando del Pity, no de vos ni de mí

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No tenían manager, ni productora, ni nada. No había intermediarios. Álvarez trataba directamente con todos los encargados de los shows, arreglaba fechas y números. El trato era tomarlo o dejarlo. Y una vez, en 2016, como los números no habían cambiado desde su ingreso, Del Río lo dejó. Pero Pity volvió con una propuesta superadora y la banda retomó sus ensayos. Sobre esto mismo, la corista Emma Pardo (que estuvo de 2009 a 2016, con un hiato de algunos años en el medio) hoy responde, a cómo afectó el consumo de Pity al desarrollo de la banda, que “él podría haber generado mucho más laburo, había muchas cosas que se caían o quedaban en el aire, o lugares que no nos volvían a llamar porque era siempre una montaña rusa el show con Viejas Locas, arrancar a cualquier hora, o en cualquier estado de él; aunque así y todo hubo épocas muy prolíferas, de dos shows por mes, pero sí creo que si su historia con el consumo hubiera sido diferente, hubiéramos tenido más trabajo y en mejores condiciones”.

Como Fachi en su momento, como algunos otros de sus músicos, Juan Del Río no tenía deseos de dar un paso al costado cuando lo hizo, y cuando lo hizo se deprimió bastante, pero aclara “laburar con pity es difícil, no es para cualquiera, por más que uno esté bastante loco; y la verdad que también sentía como que estaba siendo cómplice de una degradación, o una decadencia que no se podía revertir ni con la intención de ayudar ni nada, ningún aporte era suficiente para revertir esta situación que después tuvo el desenlace que todos conocemos. Lógicamente, los momentos buenos fueron muy buenos, tocar unas canciones increíbles, yo en esos momentos fui muy consciente de lo que me pasaba, de lo feliz que era. Lo tomé como un regalo, pero no dio para más”.

Cuando estaba bien era muy luminoso, del mismo modo que podía ser muy oscuro. Del Río lo explica así: una vez Keith Richards dijo que nunca sabía con cuál de todos los Jaggers se iba a encontrar, y él con Pity sentía eso mismo; podía encerrarse una semana por la paranoia y ni noticias, pero cuando estaba bien, por ejemplo, “era muy lindo verlo trabajar con la sección de vientos, teníamos varios al estilo big band; y el loco se ponía a armonizar, tenía mucho sentido de orquestación, de dirección. También estudiaba a los artistas que le gustaban: James Brown, Madonna, Michael Jackson. Examinaba sus vestuarios, sus coreografías, todo”. Le pregunto a Pardo, para entender mejor la dinámica, si sintió alguna diferenciación al ser mujer. Me dice que no, que nada en particular, y luego piensa en esto: “Pity me decía ‘para los shows ponete ropa sexy porque vos tenés que estar ahí, que te vean’, pero básicamente porque él flasheaba con una banda a lo Rolling Stones, donde hay una Lisa Fisher que le baila, más por ese lado era”.

Los dos dicen que cuando a Pity le interesaba algo era curioso y obsesivo. Que de él aprendieron muchísimo. Que Viejas Locas les dejó amistades. Él dice: “definí mi vocación”; ella: “engrosé la piel”.

Pity y su padre.

Volver a casa

Tanto Pity como la banda, cuenta en el prime time de Canal 13 en 2007, gastan mucha plata en remises porque ningún taxi los quiere llevar hasta Lugano. Se hace la prueba en vivo y en efecto no frenan, o dicen que no tienen nafta, que justo termina el turno, que van en otra dirección. Pero cuando ven las cámaras y se sienten seguros, los taxistas explican que “el barrio, los lentes, la capucha, viste cómo es”.

En la larga entrevista de 2008, Pity le dijo a Ortelli que la gente de su barrio se creía que él tenía mucha plata porque salía en la tele, “se come la película la gente”; y por eso, contaba, andaba armado, y “porque los demás andan armados”. Entonces Pity se encerraba y si alguien se acercaba, “tiraba al aire, no a pegar, eh!”.

Su círculo cercano comenzó, en algún momento, a tomar distancia. Para esta nota intenté contactarme con ex parejas y otros músicos. A algunos ni sé si les llegó el mensaje, otros no respondieron y otros respondieron que preferían no participar, que gracias pero no gracias.

Álvarez casi no habla de su familia. Sobre su hermana y su madre ha expresado que lo conocen demasiado y que por eso, hace algunos años, solicitaron legalmente que no se les acercara a más de 50 metros. Sin embargo, su madre es una de las pocas personas que nunca dejó de visitarlo en prisión. Y lo institucionalizó más de una vez. En septiembre de 2010, por ejemplo, Pity fue detenido por portación ilegítima de arma e internado en una clínica privada para comenzar la rehabilitación, todo esto después de que se lo acusara de disparar contra Alejandro Novara, su mánager en aquel entonces, que no presentó cargos. Además había robado un celular y una cámara de televisión.

El juicio debía empezar en octubre de 2019, a poco más de un año de su detención, pero no ha sucedido. No hay juicio: no hay condena. Cada par de meses se posterga debido a la “incapacidad mental” del cantante, así indican los títulos.

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“Por más que seas una persona super inteligente y lúcida, en un momento lo que consumís y lo que hacés te afecta. Imaginate que ahora alguien empieza a fumar pasta base, en 5 meses ves a un espantapájaros. La gente se muere mucho más rápido, evidentemente él tiene una resistencia alta pero eso no quiere decir que no haya deteriorado su mente. A veces nadie toma conciencia de la cantidad de tiempo que él estuvo así, y la diferencia con otros personajes del estilo. Una cosa es tomar merca y otra cosa es fumar pasta base. No lo estoy defendiendo, digo que están los que lo idolatran y los que lo juzgan, y en el medio no hay nada. A mí lo que me da bronca es eso, que con lo que pasó todos resaltan la parte mala o la parte buena, y nadie habla de que es una persona compleja, estamos hablando del Pity, no de vos ni de mí. Se sabe que las personalidades muy creativas se pueden volver destructivas. Hablar de Pity es hablar de una persona con todos esos matices”, explica Barrozo, pero aclara que, igual, no tocan juntos hace más de 10 años; y que siempre hay que referirse a las distintas etapas, que no es todo lo mismo. En cuanto a aquella resistencia, Del Río apunta: “esa fue su cruz también”.

Retomo a la familia: hay una parte importante que ha ocupado menos lugar en sus notas, quizás intencionalmente. Mientras Tognetti, en ese mismo informe de 2006, lo entrevista en la sala de ensayo, Barrozo se acerca y le susurra a Pity que hay una chica en la puerta buscándolo por un embarazo. Es un chiste. Él se ríe de inmediato y Pity dice “tomé tanta codeína que mi semen no debe servir”. En 2008 le dijo a Ortelli que no quería tener descendencia porque sería un mal padre. Sin embargo, en 2012 nacería su única hija.

Con Mariángeles Giovannone son padres de Blondie. Se conocieron en la grabación del video de Pila-Pila (de Intoxicados) y estuvieron juntos 7 años luego de otros tantos de amistad. Durante ese tiempo ella contribuyó con la organización de varios aspectos de las bandas, al igual que lo había hecho Crespo. También fue testigo de sus momentos sombríos. Fue, dijo, “mucho más que su novia, fui su enfermera”.

En 2016, a la pregunta sobre cómo lleva la paternidad, Pity respondió: “yo siempre pensé que en este plano no tenía que dejar descendientes, no lo vi nunca, ni lo sigo viendo… porque es una responsabilidad y a veces está bueno saber que no vas a ser responsable y no hacerlo”. Un año antes expresó a Clarín: “Me encanta José Luis Perales y hace poco me enteré de que Y cómo es él es la conversación de un padre con su hija. ¿A qué dedica el tiempo libre? ¿Es transa o pirata del asfalto? No me imagino esa conversación con Blondie: yo le voy a decir ‘encará a aquel que me parece buen pibe’. A la paternidad le voy agarrando la onda de a poco, pero no me reconozco en ella”.

Para 2019, varias cosas habían cambiado. Una de ellas es que Pity se encontraba en el penal de Ezeiza, en el módulo del Programa Interministerial de Salud Mental Argentina (PRISMA), tras matar a su vecino. Ese año Giovannone dijo que, al margen del difícil momento que le tocaba vivir al músico, él se había conectado con su hija, y que Blondie había empezado a llamarlo ‘papá’ por primera vez: “Cuando va a visitarlo Blon, sonríe como nunca lo vi hacerlo. Más allá de todo lo malo que le está pasando (…) Cristian la está disfrutando como nunca. Está en postura de padre, están en una relación zarpada de amor”, relataba al cumplirse un año de la detención. Es la declaración más reciente que pude encontrar sobre el vínculo padre-hija de este padre y esta hija. A fines de 2021 se viralizó un video de Blondie (hoy, 10 años) cantando, acompañada del bajista Jorge Rossi, el hit Reggae para Mirtha de Intoxicados, con un prólogo hablado y bien al estilo de Pity. Varios portales levantaron el video y dijeron “Tiene quien le cuide el lugar en la banda”, o “La hija de Pity Álvarez se perfila como líder de Intoxicados”.

En líneas generales, Álvarez es respetado y reconocido por sus pares. Juan Del Río comienza su entrevista así, por ejemplo: “para mí hay un linaje de personajes únicos acá, auténticos, desprejuiciados: Tanguito, Luca, Charly y Pity”. Fito Páez ha expresado que “lo que hace Pity es de una orfebrería emocional muy fuerte”. Juanse, que nunca dejará de sentirlo su amigo. Calamaro, se dice, fue el que insistió en la colaboración de Fuego con Intoxicados. Cuando le pidieron a Gustavo Cerati su opinión sobre el rock chabón, sólo rescató a Pity: “los demás hacen jingles”. Pappo lo invitó a hacer dos temas de “Pappo & Amigos”. Luis Alberto Spinetta le pidió un autógrafo. Hasta 2019, previo a la pandemia, Charly García −también amigo de Pity− visitaba a Blondie. Incluso le dio a su madre una importante suma de dinero para que pudieran mantenerse, “para nosotros [refiriéndose también a su pareja, Mecha Iñigo] desde ahora es una ahijada”.

Mientras Tognetti, en ese mismo informe de 2006, lo entrevista en la sala de ensayo, Barrozo se acerca y le susurra a Pity que hay una chica en la puerta buscándolo por un embarazo. Es un chiste. Él se ríe de inmediato y Pity dice “tomé tanta codeína que mi semen no debe servir”.

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Casi sin pensar

Hubo algo parecido a un duelo. Como en las películas del far west, de espaldas al adversario, pero en una playa de estacionamiento del barrio Samoré de Villa Lugano y en condiciones desiguales. Cristian “Pity” Álvarez y Cristian Maximiliano Diaz. Según han expresado testigos, Pity bajó del departamento y lo enfrentó. Diaz (que estaba visitando a su hija) buscaba pelea, intentó dar un cabezazo. Después dijo ‘si vas a tirar tirá, gato’, y nada más. No dijo nada nunca más porque Álvarez sacó un revólver del bolsillo derecho de su campera y disparó un tiro en su cara. Cuando Diaz cayó, disparó tres más. Luego tiró el arma en una alcantarilla, se subió a un auto y se fue con su pareja al boliche Pinar de Rocha, en Ramos Mejía. En la mañana del 13 de julio de 2018, su abogado lo entregó en la comisaría n°52. Ahí, el detenido dijo “Lo maté porque era él o yo, cualquier animal haría lo mismo”.

Según reconstruyó el juez de instrucción Martín Yadarola, la discusión comenzó después de que el músico acusara a Díaz de haber robado. El testigo, amigo de la víctima, declaró que Álvarez estaba drogado cuando bajó al estacionamiento. Conforme la euforia del malentendido aumentaba ambos empezaron a gritar, hasta que Pity dio dos pasos atrás de espaldas, giró y disparó a la altura de los ojos de Díaz, que cayó muerto de un golpe seco.

Permaneció prófugo desde la madrugada del 12 de julio hasta la mañana siguiente. Llegó con la misma ropa que tenía en el boliche, donde se sacó fotos con su novia y Ulises Bueno, a quien había ido a ver. Habló con la prensa que se aglomeró en la puerta y se declaró inocente, pero una vez adentro admitió haber disparado el arma que mató a Díaz. Sebastián Queijeiro, el abogado que lo entregó, dijo que el músico le había pedido que lo pasara a buscar, le llevara frazadas y lo acompañara a la policía. La novia testificó que lo vio disparar. Tras la detención se ordenó el allanamiento de su casa, en el piso 5 de la torre 12 de Samoré, donde se incautaron 16.400 dólares, jeringas hipodérmicas, envoltorios de pasta base, municiones y su pasaporte, entre otras cosas.

Díaz (36) manejaba un remis y era padre de dos mujeres. Hasta que llegaron los oficiales, su cuerpo permaneció tendido en el estacionamiento. Una de sus hijas bajó y lo vio. Al respecto, el testigo afirmó: “Yo espero que [Álvarez] pague por lo que hizo, y sobre todo que se haga justicia por la hija, que a la nena le pague los estudios y los mejores psicólogos”. A comienzos de este año, esa hija contó a Télam, después de dar con una foto viralizada del cantante: “No puedo escucharlo desde que mató a mi papá. No puedo escuchar ni siquiera su nombre ni una canción de él porque me mareo y me empiezo a sentir mal. Me da pánico de solo verlo”.

Está imputado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, delito que contempla una pena de 10 a 25 años de cárcel. A lo largo de estos años su madre ha dado algunas notas, también el padre César, amigo y consejero espiritual; el resto de las personas que lo visitan prácticamente no hablaron con la prensa. Un jueves de marzo de 2021, el padre César está por entrar a dar misa, y a la tarde irá a visitar a Cristian (así lo llama él) a Ezeiza. Después de ese encuentro dice que Cristian le expresó que prefiere que no dé notas, que a veces le dice que sí y a veces que no y ahora había dicho que no y él, el padre, se lo va a respetar porque es su amigo. Pity tampoco quiere hablar de Pity.

Detenido aumentó 20 kilos, le extrajeron un insecto del oído, tuvo un pico de diabetes por el que fue trasladado al Hospital de Ezeiza y se contagió de Coronavirus sin mayores complicaciones. Congiú aseguró que la diabetes fue consecuencia de la desidia y desatención total del Estado. En 2021 algunos portales, pocos, comentaron su traslado a una clínica privada, con otros permisos (cada par de meses, de hecho, circulan fotos de algún fanático que se lo cruza por Castelar, zona donde se encuentra internado). En alguna de las notas que brindó durante la estadía de su hijo en PRISMA, Cristina ha contado que por la cuarentena obligatoria no lo podía ver pero hablaba diariamente por teléfono y le acercaba cosas al penal, cosas que él pedía. Tiempo después contó esto: que Pity le dijo, en varias ocasiones en las que lo quiso internar, que de hacerlo iba a quitarse la vida; y que temía que ahora pasara.

Hasta 2019, previo a la pandemia, Charly García −también amigo de Pity− visitaba a Blondie. Incluso le dio a su madre una importante suma de dinero para que pudieran mantenerse

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El juicio debía empezar en octubre de 2019, a poco más de un año de su detención, pero no ha sucedido. No hay juicio: no hay condena. Cada par de meses se posterga debido a la “incapacidad mental” del cantante, así indican los títulos. Actualmente no está detenido porque pasó 3 años con prisión preventiva, que es el máximo que puede estar una persona a la espera de su juicio. En abril de 2021, su abogado Javier Marino explicó que ese juicio se encontraba suspendido de momento ya que la Justicia consideró que Pity no estaba en condiciones psíquicas de afrontar el proceso, y que sí estaba estresado y deprimido. Esta decisión se toma (cada vez que se toma) a partir de informes realizados por el Cuerpo Médico Forense. Debido al tiempo transcurrido y al dictamen de este departamento (una depresión severa), fue externado de PRISMA e ingresado al circuito privado, con seguimiento del Juzgado Civil. Se harán nuevas pericias para evaluar si los motivos cesaron o continúan. Se debe definir si el trastorno, de existir, es reversible. Si en efecto padece problemas cognitivos, sería incapaz de defenderse y pasaría entonces, de manera definitiva, a la órbita de la justicia civil, amparado por la Ley de Salud Mental.

Sus seguidores suben posteos hablando de absolución, de libertad, lo invocan en las redes, en las calles, en la piel. Hace poco se viralizó un show suyo desde la clínica en la que se encuentra. Junto al grupo Los Notables y sin ningún impedimento evidente, Pity cantó Lo artesanal y Quieren rock. Lo que se comenta en esos posteos es casi unánime:no dejes nunca de brillar”. Para los fans siempre quedará algo, siempre habrá algo de su ídolo, por mucho que él se resista a serlo, por más que haya hecho y deshecho para no tener qué perder; para perderlo casi todo. Dicen que, a su manera, venía pidiendo ayuda; pero Barrozo aclara: “La gente siempre le echa la culpa a otro cuando idolatra a alguien. A mí me han dicho ‘ustedes no lo cuidaron’. No conocen… ¿cómo ayudás a una persona con una personalidad como la de él? ¿Cómo controlás una personalidad como la de Pity? Es muy difícil. Sí, él puede pedir ayuda en un momento pero después ya no quiere, y andá a ayudarlo, no se deja. Nadie entiende la cantidad de cosas que consumía, piensan que es el caso de cualquier drogadicto”.

En aquel primer Cemento de Intoxicados, hace 21 años, Álvarez afirmaba “Igual loco, nadie puede decir que yo siempre les digo que no sean fanáticos de nadie, eh. Fui el primero que les dije que no sean fanáticos de nadie, ni siquiera de Intoxicados (…) Ustedes tienen que ser fanáticos de los que esta noche van a dormir bajo el mismo techo que ustedes, de la gente que va a hacer algo por ustedes”. En el tiempo detenido en Ezeiza, en la medida en que la pandemia lo permitió, lo visitaron su madre, su novia, su ex, su hija, el padre César y el abogado. Allí era estimado, y aunque interactuaba poco, participó de algunas actividades relacionadas con la música. En Coro, por ejemplo, cantó Duérmete niño.

Pity Álvarez es un ídolo, un adicto, un artista; es el autor de las letras que dieron asilo a una generación desamparada, y el del homicidio de Cristian Díaz. Borges decía que es más fácil morir que matar porque morir, moriremos todos, en cambio matar no. Matar, claro, está por fuera de los límites (legales, sociales, sensoriales). También puede haberse tratado de eso, de ir en busca de un límite donde no había. O de un miedo cumplido: el de no morir. Aunque las hipótesis no sirven de nada.

Sí pienso en la situación que disparó esta nota: estamos en el auto en San Miguel del Monte, camino al centro para hacer compras. Somos cuatro personas y la dinámica es que cada uno elige el próximo tema que vamos a escuchar. La que está a mi lado pide Qué vas a hacer tan sola hoy?, de Viejas Locas. Empieza y el copiloto comenta, en la parte de ni quiero que tu novio se-pa, “qué bárbaro, como este tipo, pocos”. Lo repite. Creo que lo dice como una virtud. Yo no sé si es tan bueno ser de los pocos. Quizás Pity Álvarez sepa. Aunque las hipótesis no sirven de nada.

(NdE: El Tribunal Oral número 29, sobre la base de un nuevo estudio psiquiátrico forense, decidió reanudar la causa que involucra a Álvarez, disponer nuevamente su prisión domiciliaria bajo tratamiento médico y fijar fecha de iniciación del debate para febrero de 2023.)

(Foto portada: Pepsi music 2007 – crédito/gentileza: Resakka)

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