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PANIC SHOW: CINCO APUNTES DESPUÉS DE LA HECATOMBE

Tiempo de lectura: 9 minutos

1.  El shock

¿Cuántas personas te cruzaste esta semana que te dijeron que estaban en shock? Muchos seguro, porque la performance de Milei en las elecciones del pasado domingo produjo una hecatombe generalizada. En el micromundo de la política, las secuelas son aún peores. El rugido del león fue para una dirigencia muy acostumbrada a vivir de la grieta, lo que la bomba atómica para la humanidad. Shock.

Los 30 puntos de la Libertad Avanza irrumpieron para desordenar las pocas certezas que teníamos. El mapa pintado de violeta nos quemó todos los papeles. Se declaró la quiebra del sistema de grandes coaliciones estructuradas en los partidos nacionales (PJ-UCR). De ahora en adelante no vas a volver a escuchar a tu conocido que derrocha realpolitik, diciendo que sin aparato no podés hacer política. Milei consiguió un primer puesto sin un intendente o gobernador propio, ni una estructura territorial descomunal. Es el candidato más votado teniendo un fiscal cada cinco escuelas. Encabeza el podio en provincias “alambradas” por peronistas y por radicales. Gana sin ninguna alianza de peso, con listas pobladas de marginales o amateurs.

No podemos saber con certeza cuánto va a durar el fenómeno libertario, pero sí podemos afirmar que estamos ante una elección que reconfiguró el escenario por completo. Marcó un precedente que requerirá barajar y dar de nuevo la forma en la que ejercemos la práctica política.

De ahora en adelante no vas a volver a escuchar a tu conocido que derrocha realpolitik, diciendo que sin aparato no podés hacer política

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2.  Los tercios

Cristina vaticinó el escenario de tercios hace dos meses y acertó, aunque no precisó acerca del orden de los postulantes. Pese a que ahora parece que todos detectamos la racionalidad detrás del voto castigo a un sistema político en descomposición que, con el resultado de ayer, pareciera haber enterrado el viejo paisaje bipartidista, la noticia está tardando más de la cuenta en procesarse. Algo atípico para una Argentina donde abunda la discusión política, y hay sobreoferta de tirapostas.

Nadie que se presuma moderado en sus pronósticos se atreverá a afirmar que asistimos finalmente a un escenario de identidades líquidas y desarticulación de los “polos”, pero sí podemos estribar una disolución de certezas al interior de estos polos. La renovación de la dirigencia política a esta altura es inevitable, y sería lógico también que ese reseteo arrastre una restauración de las premisas y las categorías de entendimiento con las que interpretamos las pasiones del pueblo.

No bastará entonces con hacer campaña del miedo de acá a octubre, por el simple hecho de que la sociedad no se mostró permeable a las hipótesis de peligro que la política tanto alertó. En todo caso, esa campaña del miedo tendrá que exponer mejor por qué algunos candidatos representan el caos y la violencia y otros la paz y el orden; o por qué un candidato es el más preparado para apagar el incendio de la Argentina mientras que los dragones escupen fuego.

Del mismo modo en que Cristina anunció una elección de tercios, Patricia presagió una elección “a la francesa”, en la que Milei se mira en el espejo de Marine Le Pen y ella en el de Emmanuel Macron. ¿Acertó también? La encrucijada de Patricia se presenta igual o más difícil aún que la que preocupa a Massa. Éste último tiene que construir un relato de orden, estabilidad y concertación democrática 2.0 en una Argentina que lo tiene como Ministro de Economía y en un momento de descrédito a un sistema político del cual resulta máximo exponente; ese descrédito, claro está, lastima al peronismo y produce “huérfanos” que no viran a otras opciones políticas pero abandonan la participación electoral, fenómeno que lo llevó a romper su piso histórico y coronar la peor performance electoral de la que se tenga memoria.

La renovación de la dirigencia política a esta altura es inevitable, y sería lógico también que ese reseteo arrastre una restauración de las premisas y las categorías de entendimiento con las que interpretamos las pasiones del pueblo

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Ahora, la campaña que tiene que encarar Bullrich de aquí en más es un tetris de piezas que no encajan juntas: contentar a un Macri ganador que la ungió jugándose el pleno y extremando su discurso; representar “la fuerza del cambio” que no se modera intentado quebrar a un Milei que expresa mejor a los extremos prepotentes y que lo hace desde la frontera del sistema político; y retener el -débil, pero fundamental- voto paloma de Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales para evitar el crecimiento de Unión por la Patria.

 3. Las tesis de agosto

Además de la fetichización del aparato, otras viejas tesis políticas demostraron su falibilidad a la hora de explicar el comportamiento social electoral argentino. La primera impresión que nos dispara esto es que, subterráneamente, acontecemos a una mutación social muy grande. Las viejas tesis sirvieron para explicar el comportamiento de una sociedad, y acá parece haber nacido otra.

Ricardo Piglia dice que “El estilo de Arlt es su ficción. Y la ficción de Arlt es su estilo: no hay una cosa sin la otra”. Se refiere a la incorrección con la que el escritor desafía a los lingüistas eruditos, elaborando espectaculares obras desprolijas que apilan errores de ortografía y groseros pifies en el sistema de puntuación académico. La gracia de Arlt radica allí, en sus textos escribe lo que ve y lo pinta con la mayor de las simplezas: la distancia con la realidad es cortísima, se mide con los milímetros que separan el lápiz del papel. Los textos de Roberto Arlt nos permiten aproximarnos a una época, son una radiografía fiel de lo que imaginamos de esos años.

Milei, valiéndose de una incorreción multidimensional y tomando parte de esa rebeldía con los modismos del sistema, conectó con una dimensión plebeya que ni siquiera mira televisión cuando llega a su casa después de 12 horas de trabajar para pagar el alquiler, comprarle pilcha a los pibes o timbearla en una aplicación de apuestas. Milei se hizo viral en las plataformas digitales con dos o tres hits simples que ofrecen respuestas -vagas- a problemas bien complejos. Conectó con las fibras más sensibles de un sector de la población hastiado, y bastaron un par de chispazos para encender la pradera. Cuando las llamas crecieron, dejó de importar qué elementos nuevos prolongaban la combustión, porque lo primordial era que el fuego no se apague. ¿Qué podría asustar más a una dirigencia nacida al calor del 2001?

Milei remató esta operación narrativa alentando a los “leones” a despertar y provocar el estallido. El estallido de la casta y coso, sí, pero llenó de dinamita y distorsión el hervidero a cielo abierto en que se fue convirtiendo la Argentina durante los últimos ocho años. Resulta inevitable la asociación entre los ingredientes comunes de esta olla a presión que vemos reflejada en los indicadores sociales y económicos del país, con el fervor del 2001 y sus contraseñas. Resulta inevitable la conexión entre este cachetazo electoral y la impugnación sistémica de principios de siglo cuando vemos un estadio repleto de jóvenes clase media de la CABA coreando unánimemente “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” en el cierre de la campaña libertaria y luego, días después, el interior peronista de la patria amanece pintado de violeta. A Milei le calzó bien el traje de agitador y de rebelde, más allá de cualquier componente ideológico que, a esta altura, se nos presenta secundario.

En los meses previos a la elección, algunos despistados aseguraron que el líder libertario se “pinchaba” en las encuestas, fue en el momento en que los medios decidieron que había que limar a la criatura y entonces florecieron mil editoriales alertando a la sociedad sobre los delirios personales de un candidato que, en rigor, no está 100% en sus cabales. Pero a Milei no lo inventaron ni lo pincharon los medios, Milei ganó una elección primaria diciendo literalmente que los periodistas son unos ensobrados, y estos diciendo que él mantiene una relación incestuosa con su hermana y que habla con perros muertos. Influencia cero. El líder libertario fue amigo y enemigo de los medios y eso es tan solo una circunstancia coyuntural, no movió nada. Su éxito radica en el metamensaje con el que le llegó a una sociedad descreída que responde a estímulos y que el domingo pasado premió al loco violento porque el momento político-económico es todo menos cuerdo y porque la paz que impera es la de los cementerios.

El peronismo en modo CONICET se queda corto para esta elección. Es precisamente la operación que viene realizando Milei desde su aparición pública

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Otra tesis que se demostró falible es la que señala la influencia del llamado “círculo rojo”. El derrumbe de Larreta y el escuálido resultado de Juntos por el Cambio representan, cuanto menos, una apuesta mal dirigida por parte de los capitanes del poder real. Pareciera que los votos están más digitados por pasiones y elementos emotivos que por la racionalidad social que esgrime la iglesia del centro y sus postulados posibilistas.

Por último, la tesis de que la Provincia de Buenos Aires funciona como determinante absoluto de la elección también se vio cuestionada, aunque es innegable su relevancia en los resultados generales para salvarle la ropa a Unión por la Patria y Juntos por el Cambio. A priori, dos factores a señalar: la participación electoral en PBA fue 10% más baja respecto de la PASO 2019, esto probablemente explique eso de los “huérfanos del peronismo” que mencionamos más arriba y la presencia de este elemento en el discurso de Kicillof la noche de domingo; la ambización (por AMBA) del kirchnerismo es total y efectiva a la vez, Milei quedó tercero y reunió menos porcentaje de votos en la CABA y PBA que en cualquier otra provincia del país (incluso en algunas impensadas como Formosa, Santiago del Estero, Tierra del fuego, Santa Cruz y San Juan).

Algo similar sucedió en Entre Ríos y Catamarca, las otras elecciones simultáneas, donde pareciera que la competencia en la categoría gobernador, volvió menos competitiva la lista de La Libertad Avanza. Queda para los ejercicios ucrónicos aventurar que hubiese sucedido si la mayoría de los mandatarios provinciales no optaba por desenganchar sus comicios, o Axel concretaba el tan temido desdoblamiento de la elección bonaerense.

 4. Dar vuelta la taba

La patada al tablero de los libertarios fue un cross directo al espíritu, pero paradójicamente, le otorgó una vida más a UxP. Bonus track. Milei se enfrenta al desafío de crecer, en una posición incómoda para él: ser percibido como una opción real de poder. Cada cosa que diga o haga de ahora en adelante, tendrá otro significado, condicionado por esa premisa. Alta exposición al riesgo.

 Diez Millones de personas no fueron a votar (30% de los electores). Dos millones votaron a Rodriguez Larreta. Casi un millón votaron a fuerzas que no pasaron las PASO. Antecedente: Macri sumó dos millones de votos de las PASO a las generales, con la caravana del “Sí se puede” y el país incendiado. No es imposible.

 Invertir recursos en intentar convertir la imagen de Massa en alguien más amigable para la gente que para los políticos, es desperdiciar tiempo valioso. Tampoco debería el peronismo ir corriendo detrás de estrategas de campaña que viven de vender fórmulas prefabricadas de dudosa efectividad. Ni volverse conservadores, ni pedir gatillo fácil contra la inseguridad. En estos sesenta días definitivos, sería aconsejable que la dirigencia del amplio campo nacional y popular, llame a construir un frente de unidad nacional con la Patria como protagonista, pero que nazca de abajo para arriba. De nada sirven las solicitadas corporativas y las adhesiones de dirigentes con más minutos de aire que votos. Vale más hoy un convencido de votar a UxP, que en las PASO le haya dado paja ir a votar, que un comunicado de la UIA pidiendo no hacer locuras. Los videos virales de artistas e influencers alertando a sus seguidores son un aporte desinteresado y valioso, pero suma más que el voto se pida entre pares. De golpeado a golpeado. Genuino. Aunque sea una cachetada al ego, los privilegiados cooperan mejor silbando bajito hasta el 23 de octubre.

Y una sugerencia: sustituir el “militantómetro” durante dos meses, por una entrega masiva de carnets. Cualquier amigo, conocido, compañero de trabajo, que dedique aunque sea un minuto por día a defender la patria, con sus conquistas y deudas, vale oro. Es importante que esté entusiasmado y se sienta parte de una gesta. Más ciudadanos civiles convenciendo a sus familiares, que comandos con la pechera de la orga.

A Milei no lo inventaron ni lo pincharon los medios, Milei ganó una elección primaria diciendo literalmente que los periodistas son unos ensobrados, y estos diciendo que él mantiene una relación incestuosa con su hermana y que habla con perros muertos. Influencia cero

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5.  Escuchar, argumentar y no etiquetar

¿Por qué la campaña vanguardista del “voten bien” no sirve? Porque la función de la vanguardia no tiene que ser explicarte por qué estás equivocado. Es conectar con tu realidad y enunciar un mensaje político que te represente. El peronismo en modo CONICET se queda corto para esta elección. Es precisamente la operación que viene realizando Milei desde su aparición pública. Clarificar esto es clave para no entrar en una contraofensiva de bronca dirigida a quienes no votaron como a uno le gusta. Gran parte de quienes optaron por la opción libertaria, son compatriotas que fueron dejados de lado por este Gobierno y los anteriores. Que el Estado no conocía hasta que llegó una pandemia, y cuando se enteró que existían (recordemos los once millones de personas que aplicaron al IFE), los volvió a ghostear. Lo último que necesitan es que les digan que son tarados, irresponsables, o que carecen de educación cívica.

Además, analicemos fenómenos similares pero a la inversa: en Chile, Boric representó una vanguardia que condujo a los descontentos y que expresó política y callejeramente el hartazgo frente a un sistema. Pero eso no se tradujo en que todos se volvieran de izquierda. Esa cadena de equivalencias laclausiana que se genera en un determinado momento, nunca deja de estar en disputa. Ante toda revolución, hay una reacción que actúa. Creer que hay un treinta por ciento del electorado que viró al fascismo o adhiere por completo al programa de Milei, no tiene sustento en la realidad.

Venimos de años dónde la descalificación del que piensa distinto es moneda corriente. Afirmar que la política moviliza pasiones para justificarla cómo principal herramienta de interacción, es una trampa para quedarse en la superficie de una arena que es por demás compleja. Quizá la tarea de la etapa sea menos grandilocuente, pero más humana: escuchar, argumentar y no etiquetar. Escuchar para comprender, y argumentar para agrupar a quienes tienen más coincidencias que disidencias. Una Política con políticos capaces de pedir perdón y poner la otra mejilla. En las próximas semanas transitaremos el summun de la discusión sobre qué queremos como comunidad los cuatro años venideros. El runrún por abajo y por arriba. La polémica en la mesa de los domingos y las roscas por Whatsapp. Bienvenidos y bienvenidas: estamos terciando en una disputa de poder con un objetivo inmenso: construir una mayoría en defensa propia.

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