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Hay tantas versiones sobre el 17 de octubre de 1945 como participantes hubo, y más allá de que uno es respetuoso de los historiadores que se han ocupado de hacer conocer los hechos, si se ha tenido la fortuna de conocer a alguien que de primera mano pueda contar su experiencia, justamente por haberlo vivido, cómo no aprovechar semejante lujo. Así fue que, aprovechando que el abuelo Américo fue testigo directo de ese acontecimiento, es que vengo a compartirles su versión de aquel 17.
Para el ’45, como ya les narré, Américo trabajaba en el Frigorífico Nacional y fue el gremio de la carne, uno de los más activos tanto en los días previos como en la mismísima jornada de la liberación del Coronel Perón. Pero vayamos a los hechos según el recuerdo del abuelo:

“Después del cumpleaños de Perón, justo dos días después, el 10 de octubre, la cosa se había puesto complicada. Cipriano (Reyes) nos avisó que lo querían meter preso a Perón y que él nos pedía que hiciéramos una marcha para ver si los milicos se achicaban. Ahí fuimos muchos obreros de la carne, muchísimos, pero la cosa no anduvo y ya para la noche nos enterábamos que habían detenido al Coronel.”
Palabras más palabras menos, trato de reflejar fielmente el recuerdo de Américo, un anónimo junto a otros tantos que se movilizaron apenas empezaron los sucesos. Sigue: “Enrique (Della Busca) al que todos conocíamos, porque era inspector municipal en el mercado de hacienda, el 16 ya se había reunido con Tito Reyes, el hermano de Cipriano y con el delegado del sindicato de Berisso. Hubo una reunión a la madrugada en Flores a la que fue Vicente Sienra, que era el delegado del sindicato y ahí se decidió hacer una huelga el 17 y marchar a Plaza de Mayo para pedir la liberación de Perón del que no sabíamos dónde lo tenían. Se dispuso que los principales dirigentes fueran a convencer a los obreros de las fábricas de Valentín Alsina y Avellaneda y ya estaban los compañeros del frigorífico Wilson listos para marchar, mas todos los obreros del mercado de hacienda. Yo me sume a la marcha en San Juan y Boedo, los muchachos venían marchando por Sáenz desde Pompeya.
Cuando llegamos a la calle San José nos estaba esperando la cana, ahí se armo un desbande porque salíamos para cualquier lado, sin embargo nos volvimos a juntar y para la tarde logramos llegar a Plaza de Mayo, ya nos habíamos enterado que al Coronel lo habían traído de la isla al hospital militar. La plaza era una locura de gente, ahí ya nos dispersamos, pude ver a mi hermano Germán subido a la estatua del General Belgrano junto a otros muchachos, mientras estábamos en la plaza se oían rumores de todo tipo, por ejemplo, que en el caso de que no lo liberaran, había compañeros preparados para salir a dar pelea a los milicos con fierros, se corría la voz que había un departamento para ir a buscar armas, y que eso lo habían organizado Bianchi, Andreotti y Cipriano, todos del gremio de la carne con la ayuda de una empleada de la secretaría de prensa y difusión, la uruguaya Blanca Luz.
El 17 jamás me lo podré olvidar, cuando el Coronel apareció en el balcón, supimos que habíamos ganado y que todo los conseguido desde que él asumió, no lo íbamos a perder.” ¿Blanca Luz?
Se corría la voz que había un departamento para ir a buscar armas, y que eso lo habían organizado Bianchi, Andreotti y Cipriano, todos del gremio de la carne con la ayuda de una empleada de la secretaría de prensa y difusión, la uruguaya Blanca Luz
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Blanca Luz Brum Elizalde nació en Uruguay en 1905, proveniente de una familia muy pobre, con tan sólo 19 años se escapa del convento donde estaba pupila para casarse con el poeta peruano Parra del Riego, con el que tuvo su primer hijo. Parra muere pronto y ella conoce a José Carlos Mariátegui, el vanguardista creador del PC Peruano, quien le permite publicar en su revista Amauta su poemario “Levante”. Se casa en secreto con César Miró, heredero del diario “Comercio” de Perú. Su relación con Miró le trajo problemas con la alta burguesía peruana, a punto tal que el ministerio de Relaciones Exteriores del Perú le costeó el pasaje a Uruguay con tal de que se marchara del país. Para 1929 conoce al muralista mexicano David Siqueiros en un encuentro de la Confederación Sindical Latinoamericana en Montevideo. Fue un flechazo mutuo. Emprenden viaje a México, Siqueiros al llegar se separa de su mujer y se casa con Blanca Luz. Por sus actividades revolucionarias y más precisamente por su apoyo a Sandino, Blanca Luz sufre la cárcel e inmediatamente sucede lo mismo con Siqueiros. Una vez en libertad, deciden volver a Sudamérica. Sin un peso, Blanca cartea a infinidad de personalidades del Uruguay y Argentina presentando a su marido como el “renovador del arte latino”. Victoria Ocampo les da una gran mano presentándolo en conferencias y Natalio Botana, el dueño del diario Crítica, les da refugio en su quinta de Don Torcuato, en la que David pintaría su famoso mural.

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La relación con Siqueiros se termina, viaja a Chile en donde vuelve a casarse, esta vez con el diputado del Frente Popular Jorge Beéche con el que tiene una hija, pero una vez más, el matrimonio se termina cuando éste las abandona. Vuelve al Uruguay por poco tiempo y recala nuevamente en nuestro país. Argentina vivía tiempos de cambios. Su experiencia en la campaña del presidente chileno Juan Antonio Ríos, llamó la atención del Coronel Juan Perón. Supo decir ella: cuando conocí a Perón y al peronismo me sentí atraída, ha nacido un hombre nuevo.
Las barriadas peronistas hasta entonces no habían conocido el centro de la ciudad de Buenos Aires, las elegantes avenidas donde se aislaba la soberbia aristocracia vacuna, que detrás de esos muros, se preguntaba aterrada: ¿y estos grasas, son también argentinos?
Se incorpora a la secretaría de prensa y difusión acompañando a Perón durante la presidencia de Farrell. Fue sin dudas, la secretaria privada de Perón. Desde su programa “Argentina de Pie” en radio Splendid, Blanca Luz se convirtió en una de las principales voceras del peronismo. En noviembre del ‘43, declaró al diario El Mercurio de Chile: “Si los acontecimientos en Argentina siguen su curso natural y no hay complicaciones en la escena internacional, el coronel Juan Perón puede en poco tiempo convertirse en el caudillo de la República Argentina. ¿Quién sabe por cuánto tiempo?”.
Tenía la agenda más completa de contactos, es justamente eso, lo que le permite comenzar la agitación cuando meten preso a Perón en Martín García. Negada por la historia oficial, la oralidad de aquellos que participaron de la gesta del 17 de octubre de 1945, le han dado su reconocimiento. De ese día, ella escribió: “Fue un amanecer limpio y puro aquel del 17 de octubre cuando desperté. Inmediatamente me dispuse a pasar revista a los compañeros peronistas pertenecientes a distintas ramas sindicales, que noche a noche y hasta el amanecer trabajaron organizando el gran día”.
Su participación durante esa jornada estuvo centrada en custodiar las márgenes del río Matanza-Riachuelo, y sobre ello recordó: “Las barriadas peronistas hasta entonces no habían conocido el centro de la ciudad de Buenos Aires, las elegantes avenidas donde se aislaba la soberbia aristocracia vacuna, que detrás de esos muros, se preguntaba aterrada: ¿y estos grasas, son también argentinos? ¿Dónde estaban? Nunca se habían visto antes. ¿De dónde viene esta chusma?
Cuando el General Perón asumió su tercera presidencia en 1974, hubo una única invitada extranjera que él invito: Blanca Luz
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Durante la primera campaña presidencial de Juan Perón tuvo gran protagonismo, resulta indispensable referirse a lo que ella se atribuye como creadora, me refiero a la frase “Braden o Perón”. No fue esa la primera vez que arremetió contra el embajador estadounidense: pasado el 17 de octubre escribió una nota en “Sobre la marcha”, su periódico, la que tituló “Good by Mr. Braden”, la que ocasionó que el embajador solicitara al ministerio de Relaciones Exteriores, la clausura del medio y su detención. También tuvo activa participación en la organización del festival por las víctimas del terremoto de San Juan que ocurrió en enero del ’44. Asidua concurrente al departamento de Posadas 1567, donde vivía Perón con María Cecilia “la Piraña” Yurbel, participaba activamente de las discusiones políticas que sostenían sus colaboradores con el Coronel.
Cuando finalmente Perón es presidente, el 4 de junio de 1946, y se realiza es desfile por la Avenida de Mayo en el que parado desde el cadillac presidencial, el investido presidente saluda a la multitud agolpada en su derrotero, según contó Araceli Bellotta en su libro ‘las mujeres de Perón’, cuando Perón regresaba de prestar juramento en el Congreso, Blanca Luz contemplaba la escena desde uno de los balcones del diario Democracia, en avenida de Mayo 654. Detrás del coche presidencial marchaba otro auto en el que viajaba Evita. Cuentan que Blanca Luz dijo con cierta amargura: ‘Allí debí estar yo’. Tal vez el comentario llegó a oídos de Eva, porque dicen que le dio cuarenta y ocho horas de plazo para abandonar el país.
Fue sin dudas el principio del fin acompañando al Coronel, según Eduardo Valdez en el film de Pablo Zubizarreta, ‘No viajaré escondida’ dedicado a Blanca Luz, Eva no era mujer de compartir.
Pasado el 17 de octubre escribió una nota en “Sobre la marcha”, su periódico, la que tituló “Good by Mr. Braden”
Sin embargo, una vez que abandonó el país y se instaló en Chile, participaría de una última actividad para el peronismo, fue en la oportunidad en que los evadidos de la prisión de Río Gallegos, encarcelados por la revolución fusiladora, las cabezas políticas, gremiales y financieras del movimiento: Héctor Cámpora, Guillermo Patricio Kelly, José Espejo, Jorge Antonio, John William Cooke y Pedro Gómiz, obtuvieron refugio en Chile. En esa ocasión la dictadura encabezada por Eugenio Aramburu inició un proceso judicial para extraditarlos. Excepto Kelly, al que la justicia chilena aceptó deportar, el resto quedó en libertad. Es en ese lapso de detención en que espera la deportación, sucede lo que bien relata Gabriel García Márquez en oportunidad de un reportaje al propio Patricio Kelly luego de su fuga: “El 20 de setiembre, una semana antes de la evasión, el embajador de Argentina en Santiago previno al gobierno de Chile que Patricio Kelly, cuya extradición estaba siendo tramitada, preparaba la fuga. La dirección de la cárcel tomó nota de la advertencia y se iniciaron los preparativos para trasladar al detenido a la sección más siniestra de la penitenciaría. El 28 de setiembre, dos mujeres entraron a la cárcel. A partir de ese momento, todos los minutos estaban calculados. La más antigua de ellas, que se había hecho familiar después de 30 visitas, a quien el personal de vigilancia conocía por sus ropas conocidas, el cabello conocido, por la puntualidad y hasta por la manera de andar, se quitó rápidamente las ropas conocidas y el cabello conocido mientras la otra concertaba una cita con los guardianes.
Dos mujeres salieron de la cárcel a la hora de costumbre. Después de cinco días de reticencias, de promesas aplazadas, la visitante más reciente aceptó la invitación de los guardianes. La otra se despidió del grupo en la esquina, anduvo treinta y cuatro metros y subió a un automóvil. Esa era Patricio Kelly. La propietaria de las ropas salió dos minutos después de él por una puerta sin guardias. Media hora más tarde, el director de la penitenciaría fue a buscar a Kelly para trasladarlo a la celda de los condenados a muerte. Jamás lo encontró.”
Blanca Luz fue encarcelada y recluida en la Casa Correccional de Mujeres de Santiago, fue visitada durante 56 minutos por un sacerdote. Era Guillermo P. Kelly que, abusando en confianza, le devolvía su gesto.

Cuando el General Perón asumió su tercera presidencia en 1974, hubo una única invitada extranjera que él invito: Blanca Luz. Miguel Unamuno se encargó de alojarla en el Hotel City. “Al terminar la jura, Perón me pide recorrer el Concejo Deliberante para visitar el antiguo despacho de Eva Perón, así que nos retiramos los dos sin que nos acompañe nadie, salimos del edificio por Diagonal Sur, doblamos en Bolívar y nos metimos en el estacionamiento del City. Perón mantuvo un encuentro que duró tres horas y media”
Controversial, hermosa, combativa, pasó del PC al Sandinismo, luego al Peronismo, para terminar sus días en 1985, en una conversión inverosímil: una acérrima defensora del dictador Augusto Pinochet Ugarte.