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18 de septiembre 2019

Pablo Luzuriaga

FALTA EL BILLETE

Tiempo de lectura: 7 minutos

En La batalla de Chile, de Patricio Guzmán, se ven imágenes de manifestantes de derecha insultando ante la inminencia del gobierno de Salvador Allende. Una mujer grita: “¡Comunistas asquerosos tienen que salir de Chile…marxistas podridos!”. Hoy, Bolsonaro dice y escribe lo que piensa. Pichetto. Saborido dice que Pichetto no dice lo que piensa, que dice lo que quiere escuchar su minoría intensa. Hay períodos ventana en la cultura política latinoamericana donde la derecha dice lo que piensa. Un escenario habilita que eso que dicen, a fin de cuentas, pueda “ser escuchado”. Entre las elecciones generales en Argentina y el ballotage, en 2015, ocurrió algo parecido. Según parece, hay un consenso: Mauricio Macri, el lunes 12 de agosto último, dijo lo que pensaba sin “censuras”. Fue hablado por la base casi bicentenaria del discurso liberal y luego antiperonista, que hasta ahora nunca se había entendido profundamente con la democracia. También pueden perder las elecciones e irse a su casa, o a donde quieran. Son libres de hacer lo que deseen, siempre y cuando no vayan presos, como sería fantástico verlo a Aranguren, por delitos en la función pública. El macrismo fue una opción a la derecha del radicalismo al que cooptó, fumó y tiró por la ventana prendido fuego, con gesto arrogante. El radicalismo en las manos de Marcos Peña no ha dejado en el escudo ni un poco de tierra. La explicación de los animales en los billetes está cargada por esa arrogancia. Y no por las ballenas, ni las demás especies, que son muy hermosas y habría que proteger, sino por el uso que humanos, en este caso de la subespecie de la derecha argentina, hacen de ellas en los billetes. El peronismo en los noventa también lustró a fondo su escudo, Carlos Menem le sacó brillo con otros gestos como el de reunir a Rosas con Sarmiento. Primero con De la Rúa, ahora con Macri, los radicales van a ser recordados por los billetes actuales. Alfonsín podría estar en un billete, junto al billete con la imagen de Evita. ¿Por qué no? Su figura fue reivindicada por Cristina Kirchner y por Mauricio Macri, es un puente subterráneo por el medio de la grieta. Nadie lo ve, pero ahí está; Alfonsín, un presidente que desde la nueva, nueva izquierda, bien se puede cuestionar por su papel al término del gobierno, del pacto con los carapintadas al pacto de Olivos, no obstante, entre las muy pocas figuras de presidentes constitucionales a lo largo de nuestra historia que puedan reivindicarse… ahí está, el billete de Alfonsín.

El macrismo fue una opción a la derecha del radicalismo al que cooptó, fumó y tiró por la ventana prendido fuego, con gesto arrogante

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Un financista en twitter escribió: “La concha de tu madre @JuanGrabois vení a buscar la tierra, te lleno el culo de pasto hijo de un transatlántico de putas!”. El dirigente social respondió, en una entrevista, que cuando dijo que los que asistieron a la marcha en apoyo a Macri eran adoradores de un club de garcas, lo había hecho a propósito, para poner en evidencia la doble vara en los medios. Él propuso la Reforma Agraria y fue atacado y amenazado, incluso por funcionarios. Pocos periodistas llaman a los que dicen barbaridades y son parte del gobierno o a los empresarios. El dueño de Mercado Libre dijo que los movimientos sociales eran vagos, nadie lo llamó por eso. La derecha sabía reprimir lo que pensaba, no decirlo, no hablar de esos temas ni en público, ni en la mesa. Natanson dijo algo sobre volver a interpretar a la derecha y recibió críticas, no como Grabois, pero sí duras.

De terminar, Macri, el 10 de diciembre, va a haber cumplido el sueño de todo gobierno no peronista desde hace muchos años. ¿Cómo organizan la retirada? ¿Qué dejarán en pie? Mauricio Macri le hizo creer a la derecha que podía gobernar Argentina haciendo lo que piensa. Pero lo que piensa no se lleva bien con una realidad argentina, que no entiende. El margen político de las ideas de derecha tiene un límite en el “igualitarismo” argentino. Por momentos se permiten decir lo que piensan. ¿Quién dice lo que piensa?

El afán por hacer de Mauricio Macri un político capaz de presidir un país fue esforzado y caricaturesco. Las dos figuras que sobresalen desde el 11 de agosto, la de Alberto Fernández y la de Axel Kicillof, no tienen problema alguno con la palabra. Los críticos de Macri por su forma de hablar tendrán que tomar otro flanco para sus cuestionamientos, no será por ahí. El financista en twitter escribe bien. El resto de sus intervenciones se adecúa a la base de lo dicho contra Grabois, la imaginación hostil del plateista que insulta con gracia, pespunta, también, la arenga del entrenador. Además de números, que es lo que el financista maneja, sabe escribir. Habla de la tierra. El insulto guarda como en un cofre -o una cuenta bancaria-, la base del macrismo de derecha: la aparente contradicción entre las finanzas y el agro. ¿Qué esconde? El insulto: “te lleno el culo de pasto hijo de un transatlántico de putas”, lo imaginamos sentado en su oficina céntrica o descansando en la reposera de un bar, piensa en Grabois y es tomado por la imagen. El campo, el pasto, la violación que señaló David Viñas, y una curiosa variante del más tradicional, hijo de puta. Un transatlántico lleno de putas. ¿De dónde sale eso? El odio liberal a los trabajadores inmigrantes, autóctono en algunas familias del poder concentrado de la economía argentina y asumido por las nuevas derechas. No creo que el financista haya leído Emma Zunz. Quizás en su casa estén los cuentos de Borges. La prostitución, los puertos, Buenos Aires, el espíritu de revancha feminista. Borges dijo que ese era un cuento peligroso.

El campo, el pasto, la violación que señaló David Viñas, y una curiosa variante del más tradicional, hijo de puta. Un transatlántico lleno de putas

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Borges podría estar en un billete. ¿Por qué no? El financista no tendría problema alguno de verlo pasar o pensar en él cuando refiere al dinero argentino. A pesar de que Borges le dio la mano a Pinochet y se entrevistó con Videla, la nueva, nueva, izquierda argentina, ya lo aceptó hace muchos años. Hace tiempo reconoció en él al autor universal y aprendió a leer, en su literatura, formas de pensar al transatlántico y a las putas. El novelista y crítico Ricardo Piglia, en la televisión pública durante el gobierno de Cristina Kirchner, reconoció que las clases que le habían encomendado tenían un valor aún más importante porque se trataba de un gobierno peronista. Otro peronista, Horacio González, ex director de la Biblioteca Nacional, acaba de publicar su libro sobre Borges. Al macrismo intenso, a pesar de su casi perfecta capacidad de no decir lo que piensa, cada tanto se le escapa. Se trata de un mecanismo de las derechas en el mundo desde que sobrevivieron como formación ideológica retiradas de la discusión pública, a lo sumo, más, menos macartistas. Hasta el gobierno de Mauricio Macri, la cultura política, en términos afirmativos, no se había metido en la derecha social fuera de sus hábitos y prácticas. La derecha social se empoderó, el polo y el rugby, los clubes e instituciones que la reúnen vieron a sus ya no tan jóvenes retoños volcarse por unos años a la política real. Son la nueva derecha. Ahí están, en retirada. Pronto se les pasará el maltrago y podrán disfrutar de unas buenas vacaciones, ojalá el país repunte, piensa más de uno. Otros insultan. Les llegará el día que no necesiten pensar a diario en Macri o Cristina.

Ante las escalinatas de un enorme transatlántico esperan las masas colmadas de murmuros. El llanto de un bebé hace que todos suban el volumen, voces que desde la madrugada fueron llegando poco a poco. El barco arribó anoche. El sol calentó algo en la mañana, pero desde las once está escondido detrás de la embarcación. Recién al mediodía, comienza a despuntar, muy lento, por arriba de la parte más alta del transatlántico. En el tumulto, nace, con la luz, cierto algarabío. Unos tapan sus ojos con un brazo, otros con la mano, el sol duele en la retina, acostumbrada a la penumbra. Por el contraluz no es posible ver el momento exacto. La imagen siguiente, cuando los ojos se acostumbran y las pupilas se acomodan, lo encuentra a mitad de la escalera. Los que están más cerca, todavía en la sombra, lo están vivando. Hacia atrás, la marea de saludos crece y se transforma en estruendo. Axel Kicillof baja del transatlántico sonriente, con las manos en alto y los dedos en ve. No así. De otra forma, en un auto modesto, en reuniones a cielo abierto y bajo techo, fue recibido en numerosos pueblos de la provincia de Buenos Aires, por nietos y bisnietos de inmigrantes. Los pueblos del interior de la provincia y el peronismo son la herencia misma de todos los hijos de las mujeres que vinieron en los barcos. Kicillof baja del transatlántico con más del 50% de los votos. Fue elegido por el pueblo “igualitarista”. La nueva, nueva, izquierda podría contradecir de plano a la nueva derecha e imponer, desde el día 1 del próximo gobierno nacional de Alberto Fernández, un billete colmado de inmigrantes. Podría invocar una política nacional basada en esa figura histórica. El nacionalismo de los inmigrantes de la nueva izquierda, nuevo. Con toda su contradicción y todo su arraigo en la “sociedad igualitarista”. Sin las dudas que al respecto de esta materia entorpecieron la política cultural del kirchnerismo. Alberto Fernández exige la liberación de Lula en el parlamento español. La nueva, nueva, izquierda se pone de pie en América Latina, da a entender. Alberto Fernández, ¿qué tiene que ver con la nueva, nueva, izquierda? En principio, el pase de manos que hizo la futura vice presidenta fue rodeado por dos hadas-bruja de la democracia, plebeya, popular, igualitarista: el espíritu de las putas del transatlántico que algún día estarán, con justicia, en los billetes y que inunda todo de un color verde que no es el del dólar, sino el de los pañuelos.

Hasta el gobierno de Mauricio Macri, la cultura política, en términos afirmativos, no se había metido en la derecha social fuera de sus hábitos y prácticas

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Ahora faltan billetes.

Que no sólo en billetes nos gobiernen, “Ahora 12”.

No está mal que la nueva, nueva, izquierda piense qué es lo que quiere hacer con la plata, ¿cuál es la cultura del billete? Ahora son billetes los que faltan. Hay que recordar que Macri se va porque atacó al billete, además de los valores de la nueva, nueva, izquierda. Alberto Fernández y Axel Kicillof fueron a buscar a las masas y las masas fueron a buscarlos a ellos: más que mérito, hay hambre. En la ciudad de Buenos Aires, bailan una danza para remover a Larreta. Grabois y Emilio Pérsico, que son quienes hablaron de la Reforma Agraria, atienden otros males.

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Comentarios

  1. marta

    el 25/09/2019

    Un transatlántico de putas! Que imagen genial!

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