Un momento...

02 de mayo de 2025

02 de mayo de 2025

5 de febrero de 2024

EL DIENTE DE ORO

Gerardo Fernández

Tiempo de lectura: 3 minutos

En el duro invierno de 1982 el Negro Guerrero Marthineitz hacía radio en las tardes de Continental. Y se había copado con un tal Rubén Blades, que interpretaba un largo tema llamado “Pedro Navaja”. Eran siete minutos de música, de relato, y había veces que lo repetía de tanto que le gustaba. Mito urbano o qué, pero así fue cómo ingresó el sonido de la salsa a Buenos Aires.

“Pedro Navaja” fue el gran gol del álbum Siembra que se publicó en 1978 en Nueva York, y que rápidamente trepó en todos los rankings de música latina del mundo. Sí, ya éramos un género, de México a Tierra del Fuego, pero con las paradas fuertes en el Caribe. La industria le objetó a Blades la duración de “Pedro Navaja”. Argumentaban que por su extensión los DJ no lo podrían difundir.

A partir de la estética callejera de la gran manzana aprenderían muchos a mirar la propia miseria urbana

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“Pedro Navaja” era la perla de un álbum mayor: “Siembra”. Adentro del cual había temazos como “Plástico”, “Ojos”, “María Lionza”, “Buscando guayaba”, “Dime” y “Siembra”, que fue arreglado por nuestro Carlos Franzetti, nada menos. Hasta la década del sesenta, donde era habitual recibir visitas de Celia Cruz, Tito Rodríguez y otras figuras del Caribe, nos debíamos remontar para una época donde sonara la música tropical en Argentina. Teníamos “lo nuestro”, sí, la excepción de los grupos de cumbia como El Cuarteto Imperial, Tito Alberti o Los Wawancó. La música más ligada a lo afroantillano empieza su retorno con este álbum de Blades y Willie Colón, inaugurando un tiempo donde surgirían salseras, alguna que otra radio dedicada al género (La FM “Reflejos Latinos”), y más de un caribeño caído a estas tierras que haría negocio dando clases de baile de salsa.

“Siembra” es el álbum de salsa más vendido de toda la historia. Algo que hace honor a su calidad tanto en las letras como en sus arreglos orquestales. “Buscando guayaba” y “Ojos”, compuestos por Blades, eran ejecutados por una formación orquestal que destacaba el sonido de los trombones, característica del género que ya venía sonando con la “trombanga” de Eddie Palmieri y ese genio del instrumento que fue Barry Rogers con su sonido agresivo y siempre al filo de la desafinación con lo que logró una sonoridad irrepetible.

¿Qué pegó tanto de “Pedro Navaja”? La canción nos relataba a fines de los años setenta una historia de malandrines muy usual en Nueva York, un paisaje que después reconoceríamos común en nuestras calles. En parte porque a partir de la estética callejera de la gran manzana aprenderían muchos a mirar la propia miseria urbana. “Plástico” es una obra de arte que describe las aspiraciones de las burguesías pequeñas, pequeñas. Ambos temas son históricos, clásicos del cancionero latinoamericano.

Hasta la década del sesenta, donde era habitual recibir visitas de Celia Cruz, Tito Rodríguez y otras figuras del Caribe, nos debíamos remontar para una época donde sonara la música tropical en Argentina

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“Siembra” acaba de obtener el Grammy como Mejor Álbum Tropical Latino: En rigor de verdad, lo que premió fue, por el 45 aniversario de su publicación original, lla grabación en vivo de Rubén Blades en el Coliseo de Puerto Rico del 14 de mayo de 2022, acompañado por la orquesta del también panameño Roberto Delgado ejecutando, naturalmente, todos los temas del álbum. Que se premie esta obra maestra de Rubén Blades es quizás un guiño, una ranura artística en medio de la chatura y, quizás, fruto del exitismo o curiosidad genuina ante toda premiación, a alguno que otro nacido y criado en este siglo se le dé por pispear de qué se tratan estos sonidos “viejos”.