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24 de junio 2021

Pablo Linietsky

DON, HORACIO Y GESTO

Tiempo de lectura: 3 minutos

Sobretodo negro largo. La hora tenía más forma de 7.30 que de 9 am. El pelo hacia atrás, todavía húmedo, sobre el cuello del abrigo. Estaba fresco: él y la mañana. 

Antes de comenzar la -digamos- clase, anunció que se iba a tratar de un descubrimiento reciente. Los diarios lo comunicarían unos días más tarde.  Anticipó que la pregunta que iba a orientar su exposición sería “¿Cómo se compone un texto?”, y a continuación le dio entrada a su propio Borges: “Tema del traidor y del héroe”. En una oración irrepetible conectó ficción, memoria e historia y concluyó que se trataba de lo que en Benjamin es la estetización de la política. 

Muchos coinciden en que su voz nunca pareció provenir de su cuerpo. Su presencia física (la otra rebalsaba cariñosamente las fronteras de su cuerpo) no parecía poder producir una voz aguda, por momentos salida de una radio a pila. Sin embargo el encanto sucedía, probablemente encomendado por ese hiato entre cuerpo y voz.

El derrotero de su discurso practicaba lo que Clarice Lispector llama “el arte de pensar sin riesgos”. En Horacio, además del traje de arlequín -visible bajo el sobretodo, para la mirada atenta-, había un serio trabajo sobre los destinos. 

"Ya hacía un rato largo que ese espacio había dejado de ser un aula: en los pupitres la gente miraba de reojo al de al lado para comprobar si eso efectivamente estaba ocurriendo. Esto nunca pasa en un aula. "

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De pie y con los puños cerrados aplastados contra la mesa de fórmica, comenzó a leer las dos páginas y media que ocupa el cuento de Jorge Luis. Páginas que al desplegarse comenzaron a desplegar palabras. Era un gran paquete con presentes adentro. Él las fue tomando, desenvolviendo y acomodando sobre su escritorio. Luego, cuando ya todos los presentes tenían las manos abiertas, las depositó gentilmente y nos cerró la mano.

Donde Borges dice “en las tardes inútiles”, Horacio apunta: “una apología de la inutilidad”.  

Donde Borges dice “Hay zonas de las historia que no me fueron reveladas aún”, Horacio lo hizo propósito y luego método.

“…la vislumbro así”. En el pizarrón escribió: “vislumbrar”. Hubo una pausa. Sobre la mitad aún vacante del pizarrón trazó una línea punteada vertical. Apoyó el canto de su mano y la balanceó hacia un lado y al otro. “Vislumbrar”. 

Recordó que a Borges le gustaba la penumbra, quizás la única forma de la luz en que vivía.

Menos retórica que nunca, hizo una pregunta: “¿En qué posición estamos frente al conocimiento?”. 

“Vislumbrar.” , y retrocedió: “3 de enero de 1944: el punctum que sostiene la estructura”. 

Ya hacía un rato largo que ese espacio había dejado de ser un aula: en los pupitres la gente miraba de reojo al de al lado para comprobar si eso efectivamente estaba ocurriendo. Esto nunca pasa en un aula. 

Así, igual que con el primer párrafo, el Tema del traidor y del héroe fue diseccionado y donado junto con su gesto (inaugural en muchos). 

Habló de Julio César, de Shakespeare. Homologó a Kilpatrick con Borges. Soltó la teoría del narrante, la revelación y la mística. Lévy-Strauss: “la fecha es un código”. 

Cuando su performance estaba elaborando el “balazo anhelado” (hoy podríamos leer “el íntimo cuchillo”, siguiendo a Horacio), hizo una pausa de otro tipo, una pausa más cercana al sonido del 39 que pasaba por la puerta de Marcelo Té. 

"Lo leyó con su voz extemporánea. E invitó: “pueden considerarse ustedes una vuelta más en la forma circular del tiempo borgeano”."

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Cito de memoria: “Hasta aquí el texto publicado por Borges en la revista Sur de febrero de 1944. Sin embargo, si ustedes la comparan con la edición de Ficciones, le falta un párrafo. Hace algunos días, unos colaboradores de la Biblioteca Nacional, encontraron este manuscrito de Borges (lo alzó en el aire) intercalado en la última página del cuento en un volumen de la Revista Sur de febrero, 1944, un libro que supo ser de Borges y que Borges intercaló entre otros libros de la Biblioteca.” 

“En la obra de Nolan, los pasajes imitados de Shakespeare son los menos dramáticos; Ryan sospecha que el autor los intercaló para que una persona, en el porvenir, diera con la verdad. Comprende que él también forma parte de la trama de Nolan… al cabo de tenaces cavilaciones, resuelve silenciar el descubrimiento. Publica un libro dedicado a la gloria del héroe; también eso, tal vez, estaba previsto”. 

Lo leyó con su voz extemporánea. E invitó: “pueden considerarse ustedes una vuelta más en la forma circular del tiempo borgeano”. 

Para muchos de los presentes, las consecuencias de ese evento aún están por ser reveladas.

        

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