
PANORAMA POST-ELECTORAL EN MÉXICO: AMLO RETROCEDE Y AVANZA
Panorama post-electoral en México: AMLO retrocede y avanza
Dos domingos atrás se celebró la elección más grande de la historia de México. El primer gran test electoral para Andrés Manuel López Obrador (AMLO) desde que asumió la presidencia. Luego de 18 años donde se le negó el mandato -incluyendo 2 controversias por supuesto fraude en su contra-, logró reafirmar su posición ante un padrón de 98 millones de personas y con una participación del 53%. Se trató de la participación ciudadana en elecciones intermedias más alta desde 1997, a pesar de la pandemia y de la violencia del crimen organizado.
La contienda -de la cual participaron 10 partidos-, puso sobre la mesa alrededor de 21.000 cargos. En el parlamento, se renuevan la totalidad de los 500 diputados federales: 300 se distribuyen en la mayoría relativa, y 200 entre aquellos partidos que logran más del 3% de la población. Los senadores, no obstante, no se pusieron en juego pues se renuevan cada 6 años, simultáneamente con el presidente. Por otro lado, se renovaron 15 gobernaciones sobre 32 existentes (31 estados más el DF), además de 1926 alcaldías y 1063 diputados locales.
Durante el proceso electoral se registraron más de 400 agresiones y fueron asesinados 78 políticos, 23 de ellos candidatos. Durante las elecciones, el INE (Instituto Nacional Electoral), reportó más de 6000 incidentes. En contrapartida, el primer mandatario mexicano sostuvo en declaraciones que no hubo indicios de fraude ni mayor incidencia de los carteles mexicanos durante los comicios y hasta sostuvo polémicamente que el crimen organizado “se portó muy bien” (El Financiero, 7/6).
Por un lado, se presentó la alianza dirigida por AMLO, “Juntos Hacemos Historia”, encabezado por MORENA -su partido-, el Movimiento de Regeneración Nacional (centro-izquierda populista) junto con el Partido del Trabajo (una izquierda tradicional, socialista y antiimperialista) y el Partido Verde (nominalmente ‘ecologista’ aunque de naturaleza centrista) bajo la narrativa de la “Cuarta Transformación” (el siguiente eslabón en la cadena histórica compuesta por la independencia respecto de España 1810-1821, la Reforma liberal de 1855-61 y la Revolución Mexicana de 1910).
Por otro lado, la alianza “Va por México”, que reunió a los tres principales partidos del país en una alianza que parecía imposible: el PRI, el PAN y el PRD. Para poder magnificar lo significativo de esta coalición, es necesario retrotraerse históricamente.
Todos contra AMLO
El antecedente de “Va por México” se encuentra en 2012, cuando bajo la comandancia de Enrique Peña Nieto (EPN), los tres partidos fueron los que firmaron el “Pacto Por México” para reformar la constitución (lo mismo por lo que que ahora reclaman a AMLO). Hasta el 2018 PRI y PAN se alternaban en el poder y el PRD secundaba las elecciones.
El PRI es el partido surgido de la Revolución Mexicana, que dominó la política nacional durante 70 años (desde 1930 al 2000), cuya figura más emblemática fue el nacionalista Lázaro Cárdenas. Pero el PRI ya desde los años 80, se entregó a una política de privatización de empresas públicas. Acusado de violar las instituciones, de realizar fraude de manera sistemática y transformado en un férreo partido del sistema neoliberal, el PRI tuvo como último gobernante a EPN, manchado por la desaparición de 43 jóvenes en Ayotzinapa.
El PAN (Partido de Acción Nacional), fundado en 1939, fue el primer partido que logró alterar la hegemonía del PRI, después de años de oposición infructuosa. El PAN, de discurso originalmente ‘anti-caudillista’, institucionalista y demo-cristiano, se anotó los triunfos de Vicente Fox (2000) y Felipe Calderón (2006), este último también sospechado de fraude.

El PRD (Partido de la Revolución Democrática), fundado en 1989, como producto de la fusión de varios agrupamientos socialistas y comunistas, y de una tendencia proveniente del PRI (la llamada “Corriente Democrática”) a la que pertenecieron líderes como Cuauhtémoc Cárdenas -hijo de Lázaro-, y el propio AMLO. Su antecedente inmediato es la elección de 1988, donde el priísta Salinas de Gorteri aparentemente le roba la elección a Cuauhtémoc Cárdenas, quien hacía poco rompía con el PRI y se presentaba por el Frente Democrático Nacional. Las protestas contra Salinas de Gorteri y el INE unieron por entonces a los candidatos del FDN (proto-PRD), al propio PAN y al trotskista PRT. Más adelante, en 2006, el PRI y el PAN se aliaron justamente, para robarle la elección a AMLO, quien había vencido como candidato del PRD. El punto de quiebre en la historia del PRD se produce cuando en 2012, nuevamente AMLO denuncia el robo de la elección por parte del PRI y del PAN (lo que motivó por parte de AMLO el calificativo unificado de “PRIAN” para este bloque), y un sector moderado -que se queda con el sello PRD- decide aceptar los resultados, mientras que AMLO rompe con ellos y constituye Morena.
La alianza “Va por México” expresa por ende la búsqueda del PRI, del PAN y del PRD por recuperarse de la fuerte deslegitimación que vienen sufriendo y parar la sangría de votos generando una discurso mediante el cual ellos serían una garantía para impedir a AMLO avanzar hacia el monopolio del poder.
A un observador inadvertido podría sorprender este tipo de coaliciones, pero el sistema electoral mexicano nunca se caracterizó por alianzas ideológicas nítidas. Esta elección plasmó nuevamente esa inclinación. De hecho, en 2018 el propio AMLO incluía en su alianza al PES, un partido conservador “pro-familia”.
Dos elecciones dentro de una
Las interpretaciones de los resultados de la elección varían según quien las observe. AMLO observa que su proyecto se ha revalidado. La oposición, considera que pudieron frenarlo en su avanzada. Lo correcto es precisar que AMLO venció con amplitud, pero no de manera arrolladora como en las presidenciales de 2018.
Aún así, para entender mejor lo que pasó, es importante comprender que fueron dos elecciones dentro de una. Por un lado, una elección donde se midió la penetración de cada bloque a nivel estadual. Por otro lado, una elección que midió la capacidad de AMLO para controlar el Congreso y por lo tanto avanzar hacia reformas más estructurales.
"A un observador inadvertido podría sorprender este tipo de coaliciones, pero el sistema electoral mexicano nunca se caracterizó por alianzas ideológicas nítidas. De hecho, en 2018 el propio AMLO incluía en su alianza al PES, un partido conservador “pro-familia”"
MORENA avanza sobre las gubernaturas
Si tomamos las elecciones de cargos ejecutivos en los estados federales, estas tuvieron en MORENA un ganador claro, montado sobre la gran popularidad de AMLO. Los resultados han consolidado a MORENA como aparato político más federal. MORENA sin AMLO no es nada, pero Morena no es solamente AMLO.
Sobre las gubernaturas, MORENA poseía 6 de las 32 y 1 de las 15 que se pusieron en juego, mientras que el PRI poseía 11. Con los comicios cerrados, de nuevo, la gran victoria fue para el lopezobradorismo que se plantó con 11 de las 15, logrando así más recursos y presencia nacional.
Finalmente los partidos del “Va por México”, “no obtuvieron la victoria en ninguna de las 11 de las 15 gubernaturas en disputa en las iban juntos, en tanto que los tres perfilan tener la más baja votación en una elección intermedia” (Expansión, 8/6).
El PRI perdió 8 gubernaturas, aquel refugio territorial donde pudo desplegar su política los últimos años. Ya en las elecciones del 2018 su performance fue mediocre (16% frente al 53% de Obrador). Por último, el PAN es el que sale más fortalecido dentro de la alianza opositora, dado que recuperó alcaldías y logró posicionar a los candidatos de mayor impacto, ganando gubernaturas y ubicándose como líder opositor.
Se prende fuego mi casa
El principal revés para MORENA se produjo allí donde AMLO se hizo fuerte por primera vez. El presidente reconoció la herida que sufrió en Ciudad de México, cuando sus partidarios fueron derrotados. Morena ganó en sólo 7 de las 16 alcaldías del DF. Desde 2018 controlaba todas las alcaldías menos Benito Juárez y Cuajimalpa. El líder de MORENA se refirió al tema buscando mostrarse receptivo: “acepto el desafío por lo que a mi corresponde, para atender más la ciudad”.
El DF fue la ciudad más afectada por la pandemia y por el terrible accidente de la Línea 12 del metro. Es que a principios de mayo, más de 20 personas murieron producto de un descarrilamiento en una de las zonas más pobres del DF, donde la jefa de gobierno es Claudia Sheinbaum.
Todo esto impacta sobre los potenciales sucesores de AMLO, quien no tiene posibilidad de reelegirse. Quien se postulaba con mayor intención de voto era justamente Sheinbaum. La derrota en Ciudad de México, junto con el incidente del Metro, infligió una súbita caída en su imagen tanto hacia afuera como hacia adentro de MORENA.
Por otro lado, se perfilaba el actual canciller Marcelo Ebrard, ex jefe de gobierno del mismo distrito. Su buena gestión entorno a las vacunas sostiene una imagen que sin embargo también se vio afectada por el incidente del metro, dado que se le atribuye responsabilidad por su pasado en la gestión de la Ciudad.
La crisis de la Línea 12 se conecta a nivel nacional con una fuerte polémica por el megaproyecto del Tren Maya, iniciado por AMLO en la Península del Yucatán, pues varias de las empresas cuestionadas por lo ocurrido en la Línea 12 participan en ese desarrollo, que enfrenta a Morena con varias comunidades nativas.
"Los resultados han consolidado a MORENA como aparato político más federal. MORENA sin AMLO no es nada, pero Morena no es solamente AMLO."
En la pelea por la sucesión, y a causa de lo anterior, empieza a figurar Ricardo Monreal Ávila. El actual senador, integrante de MORENA desde el 2014 y ex jefe de la delegación de Cuauhtémoc (demarcación territorial de la Ciudad de México), empieza a levantar cabeza. Monreal Ávila es además presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República. Aunque cuenta con menor exposición mediática, la imagen de Monreal Ávila no se vio afectada por el incidente mencionado y nunca tuvo tanta aprobación por parte de la ciudadanía como actualmente.
Para muchos analistas, la elección del DF debe encender la alarma en MORENA, pues estaría marcando un distanciamiento significativo entre MORENA y las clases medias progresistas o centristas. Para ellos, el futuro de AMLO dependerá de cuánto busque (y logre) volver a seducirlos.
Retroceso de MORENA en Diputados
En este plano es menester reconocer que AMLO ha retrocedido, a pesar de que durante la “matutina” (conferencia diaria que el presidente ha instituido para buscar concentrar el debate político en torno suyo) haya buscado maquillar este resultado. La realidad es que Morena perdió la mayoría absoluta y no obtiene mayoría calificada ni siquiera sumando a sus actuales aliados.
A partir de la victoria de AMLO en 2018, su alianza “Juntos Haremos Historia” ocupó 320 bancas de diputados federales, con 254 integrantes de MORENA, 40 del Partido del Trabajo (PT) y 26 del Partido Encuentro Social (PES). MORENA por sí solo tenía más de la mitad de los escaños. En total el bloque pro-AMLO reunió 338 diputados federales, pues además de los 320 de “Juntos Haremos Historia”, sumaron 13 aliados del Partido Verde y cinco experredistas que se declararon independientes.
De cara al 2021, el PES perdió entidad como partido político nacional y la alianza de AMLO se reorganizó, incluyendo a MORENA, el PT y sumando al Partido Verde (PVEM) que no era orgánico de la alianza. A pesar de ello, AMLO no logró uno de los objetivos que era tener una mayoría absoluta (más de la mitad) para MORENA y calificada -con sus aliados- (al menos dos tercios de los diputados) para impulsar una reforma constitucional a su medida (parte de “la Cuarta Transformación” o “4T”).
Actualmente, para avanzar en ese sentido, MORENA dependerá de sus aliados. MORENA, junto con el PT y Partido Verde, obtuvo 279 escaños por sobre los 198 obtenidos por la alianza opositora “Va por México”. En este sentido, la pérdida de bancas no es tan problemática si se tiene en cuenta que en su alianza (con PT y PVED) sostiene una mayoría absoluta y es el primer mandato, luego de 5 presidencias, en ganar unas elecciones intermedias.
Lo que complejiza el asunto es que el Partido Verde es un típico partido de la gobernabilidad que ya ha anticipado que su apoyo a MORENA irá caso por caso, y que podría inclinarse hacia la oposición si en 2024 considera que eso es lo que más le conviene para su supervivencia y desarrollo.
Algunos analistas sospechan que para poder avanzar buscará negociar con el PRI. AMLO sostiene un discurso que se contrapone a “la mafia del PRIAN”. Es del PRI donde logra quebrar la mayor cantidad de miembros y atraerlos hacia sus filas. Lorena Cuéllar, electa para la gubernatura de Tlaxcala por Morena, expresa a estos sectores.
En lo particular, el PRI enfrenta una crisis interna muy fuerte potenciada por la pérdida de las gubernaturas. Esto puede traccionar una atomización del espacio y consecuente migración de Diputados hacia otras fuerzas políticas. Según el analista mexicano Jorge Zepeda Petterson: “En muchos sentidos el ideario obradorista está más cercano al del PRI de los años setenta que al de una izquierda moderna y urbana. El Presidente señaló el lunes pasado la posibilidad de negociar con este partido los votos necesarios en la cámara para alcanzar la cifra necesaria para las reformas constitucionales” (El País, 9/6).
"López Obrador consiguió el objetivo que planteó con su estrategia de fragmentar a la oposición y hacer una campaña de contraste extremo contra los políticos, los partidos y el pasado que han sufrido los mexicanos”. "
AMLO frente a sí mismo
Durante la campaña, la corrupción que acecha hace décadas al país fue recordada mediante varios spots de MORENA. Allí se mostró la culpabilidad del INE sobre el fraude electoral de 2006. AMLO sabe que todavía está fresca la memoria sobre los desmanejos institucionales del “PRIAN” y lo sabe capitalizar.
Como sostiene el consultor en comunicación política Daniel Ivoskus -argentino con experiencia en campañas aztecas-, “López Obrador consiguió el objetivo que planteó con su estrategia de fragmentar a la oposición y hacer una campaña de contraste extremo contra los políticos, los partidos y el pasado que han sufrido los mexicanos”.
Otro factor es la salida de la crisis sanitaria, ya que México se encuentra entre los países con porcentaje más alto de vacunas inoculadas a su población. Este hecho se ve potenciado dado que EEUU abrió su frontera para que ciudadanos mexicanos puedan vacunarse allí. Un combo que sin duda fortalece su imagen. AMLO es uno de los pocos mandatarios que conserva altos niveles de aprobación a pesar de la pandemia y de que México está viviendo una de las caídas de su PBI más altas en los últimos 100 años.
Las mediciones previas realizadas por el Ranking de Gobernadores (C&O Research junto con Demotáctica) llegaron a mostrar una imagen positiva de AMLO en las distintas regiones. Por encima del 70% en lugares como Tlaxcala o Guerrero (antes de las elecciones del PRI, ahora de MORENA), un 55% en Nayarit (antes PAN, ahora, también, de MORENA), y 40% en Querétaro, el lugar donde tiene menos aprobación (continúa en manos del PAN). Estas mediciones beneficiosas fueron ciertamente confirmadas por las elecciones. De igual manera resultó a nivel nacional, donde su aprobación oscilaba el 55%.
A pesar del retroceso en el Congreso, el capital de AMLO, entonces, se ha renovado a partir de una correcta estrategia electoral. Ahora que la pandemia parece disminuir sus efectos más virulentos, la pregunta es: ¿Qué proyectos encarará de cara al 2024 para consolidar la “Cuarta Transformación”