02 de mayo de 2025

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El domingo a la noche, el programa de Susana inauguró el primer diciembre mileísta con el pico de audiencia más alto de los últimos tiempos, gracias a las confesiones amorosas de Wanda. Resultó una cátedra televisiva y la demostración empírica de que el pasado siempre vuelve, pero no calcado. Algo que puede servir de enseñanza al gobierno de Javier Milei que, si bien trata incansablemente de instalar climas de antaño, nunca el pretérito termina siendo igual al presente. De hecho, habría que recordar que la misma Susana que hoy escuchaba con mucho orgullo como Wanda defendía su parte en el divorcio, si hubiese logrado instalar, allá lejos y hace tiempo, en el 98, su postura de cambiar el Código Civil frente a lo injusto que le parecía darle lo que le correspondía ganancialmente a Huberto Roviralta, quizás hoy Wanda no sería tan beneficiada (como tampoco lo hubiera sido el primer marido de Pampita, actriz de reparto en este entuerto). Dios, Patria, familia y bienes gananciales en tiempos donde parece fascinarnos que coman delante de los pobres.

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Lo extraño de este asunto es que en estas dos mujeres que uno podría ver lejísimo de la liberación femenina, una de ellas quizás seas un buen ejemplo del empoderamiento tan mentado por el feminismo. Susana, con todo su conservadurismo encima, y aunque nunca lo reconozca, es un buen ejemplo de “qué largo camino has recorrido muchacha”. Hija de padres separados, madres casi adolescentes, divorciada joven, usufructuando su altura, simpatía, pelazo y belleza logró ser el shock publicitario de la década de la píldora. Entendió mejor que nadie que ni siquiera siendo la más linda hubiera podido lograr al año de poner un pie en la pantalla chica ganar un premio Martín Fierro por su actuación en Matrimonios y Algo Más, programa picaresco nacido de la pluma de Hugo Moser. Ella captó prontamente que su noviazgo con el influyente productor Héctor Cavallero no era el final del camino sino el comienzo, y tal vez por eso lo convenció de financiar “La Mary”, película de Daniel Tinayre basada en el libro de Emilio Perina, que no sólo le cambió el destino artístico sino también el amoroso. Allí conoció al campeón del mundo de boxeo Carlos Monzón, una celebridad deportiva de ribetes internacionales, con quien podría haber sentido cierta estabilidad para abandonar su carrera por el jet set europeo y la comodidad del matrimonio. Después de sortear el escandaloso comienzo de ese romance, ya que Monzón estaba casado y tenía tres hijos, decidió seguirlo en los desafíos pugilísticos que enfrentó alrededor del mundo, pero jamás abandonó su propia carrera, aunque se tratara de participaciones fílmicas secundando al reconocido dúo cómico compuesto por Olmedo y Porcel. A la hora de la ruptura con el deportista, su carrera artística continuó en ascenso. Fue parte de la ola de mujeres maduras enamoradas de “galancitos” y se animó a interpretar una obra que habían protagonizado artistas de la talla de Katherin Herpbum y Raquel Welch, “La mujer del año”, dando un giro impensado para la carrera de una mujer que estaba a punto de cumplir los cuarenta, edad conocida como época de crisis emocional y comienzo de la decadencia en el mundo artístico de las mujeres. El gran último giro en esta historia se lo termina de dar el Estado: en 1987 el canal del Estado, ATC, le propone llevar a cabo “Hola Susana”, el hit que le cambió la vida económica, y que marca la huella indeleble de su estilo en la televisión. “Todo es mucho más complejo de lo que parece” es la frase que mejor le sentaría a Susana.
En una charla de mate que bien podría transcurrir en una cocina de cualquier barrio popular de zona norte, Wanda y Susana, así, sin apellido, convocaron una audiencia que ni Adorni con sus anuncios
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Wanda, al igual que Susana, proviene de zona norte. Mientras que la última pertenece a la parte más pudiente, el corazón de San Isidro, la ex de Maxi López es una chica nacida y criada en Boulogne, un barrio más modesto y comúnmente negado hasta por sus propios habitantes, que cuando salen al mundo suelen sellar su pasaporte imaginario como “sanisidrenses”. Con una carrera nacida al calor de la crisis del 2001, cuando revista Gente dejó de ser el faro de las tapas de las chicas del verano para cederle el puesto a la revista Paparazzi, Wanda también comprendió que no siendo la más linda, podía conquistar las tapas que le disputaban bellezas como Rocío Guirao Díaz o Evangelina Anderson, desde su relato virginal y salvaje. Modelo, participante de los programas de Tinelli, tapa de Revista Hombre, protagonista de desencuentro mediáticos en Intrusos, dueña de una simpatía arrolladora (y picardía de barrio) que le permitió jugar con las reglas que la llevaron a convertirse en millonaria tras el saludo nupcial con Maxi López. Pateando luego un gol de media cancha al inaugurar el neologismo “icardear” como sinónimo de traición de un amigo que conquista a la mujer del otro y se la gana. Pero con el hambre suficiente para no olvidarse de manejar muy bien los beneficios económicos de un buen divorcio y los aprendizajes necesarios para entrar a las grandes ligas y asegurar ganancias exorbitantes en la administración de la carrera de su nuevo marido. Punto para ella.

Extraños contextos que dan cuenta que, a pesar de haber recorrido largos caminos de liberación y empoderamiento económico, chicas nacidas en los ochenta y reconocidas en el nuevo milenio, eligieran para sus vidas dejar sus carreras de lado para convertirse en señoras de empresarios o botineras bien casadas por civil y por iglesia. Decisiones nada cuestionables, pero que, en el living de Susana, Wanda se cuestionó lanzando lecciones morales para las nuevas generaciones: “nunca dejes tu carrera por un marido”. Uno de los interesantes giros narrativos de esas biografías.
“Todo es mucho más complejo de lo que parece” es la frase que mejor le sentaría a Susana.
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Amadas, odiadas, lejos del ejemplo, sin embargo, es indudable que hay en ellas alguna luz que las lleva a ser el tema de la semana en el medio de un diciembre durísimo. Bajo las luces de ese living, similares a los filtros de Instagram, lograron que todos los que estamos con la ñata frente al vidrio, nos olvidemos de la realidad. En una charla de mate que bien podría transcurrir en una cocina de cualquier barrio popular de zona norte, Wanda y Susana, así, sin apellido, convocaron una audiencia que ni Adorni con sus anuncios, Milei con sus carpetas en mano, o Trump y Bolsonaro con sus declaraciones radicalizadas pueden emular.
El amor es más fuerte pero no conquista el poder, por lo menos para la mayoría de nosotras. En el mundo bastante cruel para mujeres, a veces, historias que podrían salir de la mente de un guionista de la meca del showbussiness se hacen carne. Sea suerte, avivada, oportunismo o inteligencia lo que permite que algunas mujeres frente a la dicotomía “plata o mierda” se queden, al menos, con la plata.