Un momento...

02 de mayo de 2025

02 de mayo de 2025

12 de abril de 2025

LOS DIENTES DEL ANTIPERONISMO

Lorena Álvarez

Tiempo de lectura: 5 minutos

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Una población que empieza a ahorrar en medicamentos, salud mental y odontólogos, mientras observa cómo unos pocos pueden gastar fortunas en plantillas o blanqueamientos dentales para sonreír mejor, no puede traer buenos vientos. Si fuera el comienzo de un film de un Luis Buñuel tendríamos la sospecha de un final trágico donde los desdentados sueñan con comerse a los que tienen los dientes más blancos. Pues, que te quiten la risa debe ser de las peores pesadillas a la hora de pensar un futuro. Y hasta de buscarlo. Nadie abre la boca cuando siente vergüenza.

Por eso en estos tiempos que se ha pedido sacrificio, en pos de una tan mentada recompensa, si no se pone una fecha de vencimiento a los padecimientos, puede ser letal para este gobierno que viene ajustando en los pliegues más delicados del bolsillo: desde los alimentos a la salud vienen siendo serruchados. La inflación revivió. El gobierno toma nueva deuda. Se abre el cepo, ¿y las “personas físicas” desde ahora tendremos la libertad que nos prometieron? Desde el lunes tendremos otro país cambiario. El Estado que te dejó solo con el ajuste ahora te dice: ahí tenés los dólares para vos.

Sonrisas impolutas para tiktok y vergüenza por piezas dentales faltantes en las colas de los colectivos que llevan de la casa al trabajo y del trabajo a casa, no son minucias- como no lo son no llegar a comprar un antidepresivo o un remedio para la presión. Y cuando pase el flechazo inicial entre Milei y una buena parte de la sociedad puede ser causal de divorcio. La infelicidad se cobra cara.

La sorpresa que significó el triunfo de Javier Milei, que no solo tuvo un componente de rotura sino también de esperanza y anhelo en millones de compatriotas que necesitaban barajar y dar de nuevo creyendo que si arrasaban con todo lo conocido nacería algo nuevo sin vicios del pasado, a esta altura de la soirée está necesitando su comprobación empírica.

Pero el gobierno lejos de escribir una nueva página en la historia, viene demostrando que es, como sus antecesores, un loop insano de todo aquello que nos trajo hasta acá. Con un golpe de gracias puesto que los opositores están sumergidos en sus internas cada vez más palaciegas como si aquel cachetazo del 2023 no hubiera hecho mella en sus conciencias y creyera que la sociedad, de fracasar esto, no es capaz de ir aún más lejos en su destrucción con los lazos del pasado.

Dicen que el miedo no es sonso, lástima que la política pareciera serlo al no tomar nota de esta nueva decepción, que siempre es más peligrosa que el enojo pues de la desilusión no se vuelve. Algo que ya nos pasó en el 2001. Con un punto a favor de ese año: la democracia solo tenía 18 añitos. Con 42, le perdonamos menos sus actitudes adolescentes.

El gobierno lejos de escribir una nueva página en la historia, viene demostrando que es, como sus antecesores, un loop insano de todo aquello que nos trajo hasta acá

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A su vez, el peronismo se desangra demostrando quién es el más peronista, bajo la sombra de una terrible paradoja que se viene materializando con mucha fuerza hace unos años: nos estamos convirtiendo en una sociedad cada vez más antiperonista. Ni el mote de gorila, ni azuzar el recuerdo del cruento golpe del 55 pareciera importar a la hora de mostrar encono hacia el partido que llevó siempre como bandera la justicia social. Es que tal vez haya un nuevo antiperonismo poco comprendido por el peronismo actual que viene leyendo los cambios sólo en clave globalizada o como rémora de un pasado tan pasado que en estos tiempos de memoria corta ni siquiera funcionan. El devenir de los últimos años, es probable, debiera leerse intentando no solo creer que los fenómenos mundiales infieren en la gente sino también las particularidades locales que solemos barrer bajo la alfombra.

Hipocresías entre el discurso y los hechos, corrupción, enemigos que no lo son tanto para una sociedad capitalista que, si bien desconfía del neoliberalismo, siente como suya la bandera la bandera del progreso, sumados a distintos temas que pueden ir desde el “orgullo marrón” hasta los “techos de cristal” para las mujeres y que, cuando el monedero se achica, suelen ser percibidas como “problemas de gente en situación de heladera llena”.

Mandar a leer a Perón como solución a todos los problemas en un tiempo donde se tienen varios trabajos para subsistir tampoco sirvió de mucho. Y para el que está afuera del sentimiento peronista da lo mismo Cristina Kirchner, Guillermo Moreno que Axel Kicillof, Martín Sabbatella, Isabelita Perón, Florencio Randazzo o el tío Cámpora. Todas son las caras del pasado que suponen les expolió las esperanzas. Así que esa extraña vara de quién es o no peronista resuelve poco en términos prácticos el gran conflicto: ¿qué es ser peronista hoy y para qué sirve?

En un país que siempre se jactó de distinguirse del resto de Latinoamérica y ama mirarse en espejos europeos o norteamericanos – desde los pensadores de derecha hasta la intelectualidad progresista- deberá empezar a sentirse parte del continente hispanoamericano porque sus conflictos ni siquiera son originales. Hasta el PRI de México tuvo condimentos símiles a la hora del estallido.

El gobierno toma nueva deuda. Se abre el cepo, ¿y las “personas físicas” desde ahora tendremos la libertad que nos prometieron?

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Aquel día que Mario Vargas Llosa en la televisión mexicana le espetó en la cara a Octavio Paz que México era en el fondo “la dictadura perfecta” con sus 70 años priistas quizás le haya dado letra al consultor Jaime Duran Barba para la campaña que inició en 2012 Mauricio Macri. La que cuestionando al peronismo desde sus contradicciones le dio un triunfo electoral que lo trascendió. Macri se fue, pero su discurso se impregnó tanto que hoy tenemos a Milei poniendo primera y avasallando, ya no solo el recuerdo del pasado, sino las grandes conquistas de este país.

Así que para salirse de este laberinto no solo hay que sortear las paredes del mileurismo, sino también la incógnita sobre el rumbo de un peronismo tan flexible desde 1983 que como dijo alguna vez el Chino Darín sobre su novia: “si lo defino, lo limito”.

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La tapa de un libro biográfico del supuesto monje negro del gobierno decorada con una foto suya emulando todo fachero al Tom Ripley de Alain Delón en ‘A pleno sol”, las imágenes ‘Zoolander’ de una intendenta conurbana (que se ve muy bella) subidas a X en plena guerra interna con el gobernador de la provincia inviable, los discursos tiktokeros y enardecidos del candidato que pretende peronizar al mundo mientras coquetea con una vice presidenta que hasta hace dos minutos pedía memoria completa y comprensión hacia los genocidas de manera muy poco sofisticada, sumado a un presidente que tuitea noche y día mientras no muestra pericia alguna a la hora de manejar los destinos de la patria, pero siempre bien maquillado, un ex presidente que recorre los canales dando consejos olvidándose de la deuda que contrajo y nos matiene ahorcados y muchos candidatos jugando a ser muy simpáticos y dan bien en cámara cuando los invitan a los programas de streamings, son algunas de las muchas polaroids de locura ordinaria y estética que nos regala la política día a día.

Lejos de recoger el guante de haber sido acusados de ser una casta, hacen oídos sordos a los reclamos, como si nada hubiera pasado en este último tiempo y solo la necesidad de sostener su poder fuese lo único importante. Milei y los suyos también ya son casta con sus peleas internas y las alianzas que ha ido forjando, que a esta altura lo convierten en todo aquello que denostó en campaña. Lo cual lo pone en una situación muy frágil ya que la economía (al menos hasta hoy) y el antiperonismo en sangre de una gran parte de la sociedad son lo único que lo sostienen. Lo cual es mucho, pero en tiempos de calma porque cuando el vendaval devaluatorio se aproxima es demasiado poco. No alcanza.

Por eso la política debería dejar de quedar atrapada en el mundo de los medios y las redes y abandonar por un rato mirarse y suspirar con lo que les devuelve su espejo para entender que afuera hay un mundo que se está quebrando y que cuando su espejito se les rompa no solo traerá años de desgracia, sino un trabajo descomunal para volver a zurcir el paño de la esperanza.