
1.
“Qué estabas haciendo cuándo” es la pregunta del lugar común que todo el mundo (se) hace al mirar los hechos históricos de los que fue parte, como si esa “poética del detalle y de lo concreto” alcanzara para explicar y entender mejor ciertos acontecimientos. “Quizá se le atribuye demasiado valor a la memoria y no el suficiente a la reflexión”, como dijo Sontag; por eso la importancia de repensar aquello no solo con lo que vivimos en ese momento, sino con los matices que podemos mirar ahora.
14 de mayo de 1989. Estoy en sexto grado de la escuela pública 109, construida por Perón en los años 50 en Centenario, el pueblo patagónico neuquino al que mi abuelo llegó como trabajador golondrina, se construyó un aserradero y fundó familia al calor de la movilidad social ascendente. Nuestros noventas -con mis hermanos- fueron catequizados por padres de los setenta un poco militantes pero sin exilio, un poco progres ponele, madre trabajadora bancaria y familia tipo. Así empezamos la década liberal con las urnas llenas de votos.
14 de mayo de 1989. Estoy en sexto grado de la escuela pública 109, construida por Perón en los años 50 en Centenario, el pueblo patagónico neuquino al que mi abuelo llegó como trabajador golondrina, se construyó un aserradero y fundó familia al calor de la movilidad social ascendente
¿Cuál es la sociedad que nació en los noventa? ¿Qué cosas quería? Seguro fortalecer su funcionamiento en una democracia, terminar con la amenaza militar. Seguro acceder a un mundo, “tener derecho a un mundo”. Seguro estabilizarse. En ese sentido puede ser que ya nos perdonamos.
1992. Estoy en la escuela secundaria. Un profesor de matemática nos habla de los setenta y de los indultos. Vuelvo a mi casa. Arriba de la mesa hay una revista La Maga y publicaciones de Acción e Idelcoop del IMFC. Mi mamá nos espera con paquetes que tienen nuestras primeras Nike. Somos una familia asalariada “adentro” del modelo. Hay una modernidad en esas zapatillas de consumo popular, en los cds, en las vacaciones. Una fascinación.
2.
“Vos no te debés acordar porque eras chiquita, pero cuando el tren no pasó más, fué cuando Menem, fue como, fue como… una tristeza enorme, ese vacío.”
Héctor Gómez, trabajador ferroviario. Mayor Buratovich.
1996. Estamos viviendo en el pueblo familiar, cerca de Bahía Blanca. En el valle bonaerense del río Colorado -la “patita” de la PBA-. Su zona de regadío, construida de manera asociativa en los años 40, es la más grande de la provincia. Se produce cebolla para exportación. La zona vive uno de sus mejores momentos económicos, aunque unos años antes, los cierres de ramales de ferrocarril habían opacado parte de su movimiento. Los pueblos vecinos comienzan a poblarse de trabajadores golondrinas y migrantes de las provincias del norte que vienen a “trabajar en la cebolla”. Florecen comercios, servicios. En muchos otros lugares del país se cierran fábricas, se reducen las plantas de trabajadores estatales, ferrocarriles, YPF (un año más tarde en Cutral Có, asesinan a Teresa Rodríguez). Mi mamá negocia su retiro voluntario. El banco cooperativo donde trabaja entra en crisis por la concentración y extranjerización del sistema financiero y el “efecto Tequila”. La banca cooperativa reduce su presencia de 44 entidades en Argentina, -diciembre de 1991- a solo 6 bancos -julio de 1998-. Muchos son liquidados, y otros transformados o comprados por sociedades anónimas. Mis amigas buscan depto y empiezan la universidad. No tengo plata para alquilar y vivir en la ciudad, así que empiezo a trabajar.
Florecen comercios, servicios. En muchos otros lugares del país se cierran fábricas, se reducen las plantas de trabajadores estatales, ferrocarriles, YPF (un año más tarde en Cutral Có, asesinan a Teresa Rodríguez). Mi mamá negocia su retiro voluntario
Los años menemistas tuvieron reformas estructurales, apertura económica, reducción del gasto público, liberalización financiera, privatizaciones de empresas públicas y concesión de servicios públicos, desocupados, fexibilización laboral, fragmentación y polarización social, corte suprema adicta, carpa blanca, desindustrialización, indultos en nombre de una reconciliación nacional, y todos sus efectos letales que pusimos en blanco con la pedagogía de Memorias del Saqueo unos años después, cuando nos pasó por el cuerpo el 2001.
3.
De todos modos, un afiche inverosímil
con la leyenda MENEM 99
tapa con eficacia una mancha de humedad;
y un par de negros frente al ventilador
redondea de manera impecable
la folklórica escenografía peronista
de fin de siglo.
Marcelo Díaz, Saldos 1999. Berreta.
2000. Fin de siglo. Y2K. Mi acceso a los bienes culturales a través de una beca de poesía. Leo mucho, toda la poesía de los 90 y repito siempre el mismo mantra: no me interesa la política. Tengo suerte -pienso- trabajo y gran parte de los que admiro son mis compañeros en horas y horas de análisis y producción de textos. Encuentro un lugar para trabajar en la “sociedad civil” esa banquina que quedó cuando el Estado se retiró y dejó a todos en la lona. Fundamos “asociaciones”, damos la copa de leche a chicos y apoyo escolar, enseñamos talleres y financiamos microemprendimientos. Nos evangelizamos con Paulo Freire, aprendemos el fundraising de la época del tercer sector.
“De qué lado te encontraron esos años” es la pregunta que configuró la identidad de la generación que creció ahí. Los consumos y los modelos culturales que nos moldearon después. Cómo se construyeron los consensos de la época. Es más posible mirar esa década como un hueco oscuro de la historia -y más sencillo- que buscar algunos resquicios que nos dejen ver alguna luz.
Pero hay un ejercicio importante que hacer. Capaz analizar desde este presente aquello y repensarlo. Sin limitarnos solo a la experiencia de lo vivido y lo ya pensado. Hay un vacío, un relato que siempre nos queda incompleto. Un vacío de interpretación de una época, un pozo que estaba ahí pero quizá saltamos. Escondimos esa etapa peronista de la historia del peronismo, porque teníamos -o nos pusimos esa excusa- que reconstruir “los saldos de 1999” y encontrar una salida adelante, hacia lo que vino después: la recuperación post 2003, la esperanza y la piel de gallina cuando “bajaste un cuadro y formaste miles”. La vuelta de la política como una herramienta válida otra vez.
Escondimos esa etapa peronista de la historia del peronismo, porque teníamos -que reconstruir “los saldos de 1999” y encontrar una salida adelante, hacia lo que vino después: la recuperación post 2003, la esperanza y la piel de gallina cuando “bajaste un cuadro y formaste miles”
Repasar de nuevo “esos años” es un ejercicio importante y postergado, procrastinado por una parte de “la política”, del peronismo y de la generación que empezó a decidir cosas en los dos mil, cuando había que levantar lo que se pudiera de esos escombros sociales.
Menem hoy puede ser pensado de muchas formas. Como un meme de los años de farsa y farandulización, como el padre de la criatura de las políticas neoliberales que profundizó las desigualdades sociales, legitimadas por el voto popular en ese mundo del consenso de Washington, pero tan caras y dolorosas. También como el primer presidente civil que tuvo el poder luego de la dictadura. El de la estabilidad, el acceso al mundo, o la resolución de la cuestión militar que evitó a partir de ahí todo intento de una nueva disrupción del orden constitucional. Nada para estetizar con los años, ni consumir de manera irónica, pero imprescindible de procesar luego de 37 años de democracia.
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