02 de mayo de 2025

Un amigo señaló la pandemia como un “agujero negro”. Un momento, al que a todos nos es difícil volver y recordar. Navegar esa zona es un ejercicio incómodo. Y, sin embargo, intentar ir a ese momento opaco, a esos años vidriosos probablemente -esto es un lugar común monstruoso- de algunas coordenadas para pensar este momento. O algo menos. No quiero sonar pretencioso.
Trato de pasar rápido la manta corta del IFE para los informales, los recelos hacia los cercanos a la estatalidad, trabajo formal y sindicatos. La política sanitarista VIP, el rancio que dijo que los jóvenes eran “terroristas sanitarios”, ni en el vecino que se paraba a las 5:00 en el semáforo a vender pastelitos, ni en el final macabro de todo ese proceso con un Alberto vergonzoso y una alianza de gobierno que ofició -mandos altos mediante- como oposición con goce de sueldo.
Voy por una deriva, chiquita. Lo que más o menos tengo a mano. La música y esa zona escurridiza llamada indie nacional. En esta revista cada garabato que publiqué tiene esa insistencia. En fin.
Al costado, ponele. Y al final una cuestión de fe: ahí se componen una parte de los climas de época, las bandas de sonido o el ruido de que algo por abajo está por venir. Benditos los garajes. Después del Indie 1-0 (El Mató, 107 faunos y todo Laptra, Los reyes del falsete, Viva Elástico, Valentín y los volcanes) que continuó en muchos casos en fase expansiva y experimental (La síntesis O’connor) le sucedió el Indie 2.0. Una vuelta al cancionero y el virtuosismo: la metáfora enredada. Al objetivismo sentimental le sobrevino a mi entender una retromanía cool, sobrecarga y virtuosismo soso que quedó sonando, por lo menos hasta ahora.
Voy por una deriva, chiquita. Lo que más o menos tengo a mano. La música y esa zona escurridiza llamada indie nacional. En esta revista cada garabato que publiqué tiene esa insistencia
Pero en medio de eso, y en el encierro de la cuarentena se construyeron cosas. Todos para adentro. La epidemia de la ansiedad en todos. El garaje, un punto de encuentro que salva. Salieron las guitarras del placard y vinieron bandas como Mujer Cebra, Wrrn, Las Tussi, Nena Genix. Dum Chica. Amigos, dijeron, hagamos una banda de rock and roll, pero ya nada estaba más o menos bien. Sobrevino el noise, post punk, post hardocore, pero alternado con pasajes post rock, shoegaze y de fondo el grito emo core. Soy Burns disfrazado de Jimbo. Pero siento que hay una nueva generación por debajo que elige gritar. Tocan bien, están ansiosos, la forma es el contenido, acá no hay pose. Una parte de la juventud para hacerse escuchar sube el volumen y se rompe las gargantas.
Gritar para afuera que el interior está roto. Un lamento existencial con ubicación precisa: Balvanera sigue intacta / y no estás… La ciudad desierta, hastío en loop: qué largo va a ser el verano sin personas. ¿Que se rompió para que estemos tan solos? Canciones hermosas para los rotos. ¿Y si un roto nos habla? Hay una generación que sueña azul vacío. Clzpm 2mg. Las Tussi le cantan al xanax para pasar Mayo.
De canciones tristes. Bandas para una herida que no tiene medida. Acá están, estas son las bandas para una parte de los lastimados. Y no hablo, estrictamente, de ideología. Escuchemos.