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12 de agosto 2017

Alejandro Sehtman

VOTAR ES HUMANO

Tiempo de lectura: 5 minutos

Votar es humano

 

7:20. Después de dos “posponer alarma”.

 

  • Van a pedir a full la boleta de Vidal…
  • Qué?
  • Que muchos van a pedir la boleta de Vidal…
  • No entiendo
  • El domingo, boludo, van a entrar al cuarto oscuro y cuando no encuentren la boleta de Vidal la van a pedir.
  • Y cuando les den la de Bullrich?
  • Ni idea, soy politóloga

 

El domingo se vota. El candidato oficialista del distrito más importante necesita que le hagan respiración boca a boca y una transfusión de votos. Un ciudadano desaparece después de un operativo de gendarmería. El dólar aumentó dos talles de un saque y sigue comiendo reservas. La inflación llamó y dijo que no piensa bajar. ¿Y dónde está Macri?

Desde poco después de haber asumido Macri y Michetti trataron de bajarle el precio a estas elecciones jugueteando con la idea de que sería mejor no perturbar su actividad de gobierno con el inútil abuso de unas elecciones de medio término. El argumento se contradice con el aumento de la acción de gobierno que la inminencia de cualquier elección produce. Pero igualmente tiene su sentido común: ¿vamos a meter a boxes la Ferrari justo cuando venimos pisteando como unos campeones?

En lo que a logros se trata, se sabe, el gobierno no tiene mucho para mostrar. ¿Si la Argentina se hundiera hoy, su última presidencia sería recordada por? ¿Por las low cost? ¿Por su deudofilia? Poco probable. Si terminara hoy, este gobierno sería recordado, ay!, por haberle ganado al caballo del comisario en una final de fotofinish. Sería recordado por la aún vigente épica de ganarle al peronismo en elecciones libres. Sería recordado por la hazaña y no por la gestión.

En una especie de espejo con Néstor Kirchner, Macri ganó las elecciones pero no quiso rebajarse a gobernar:

“El gobierno para mi era una carga agobiante que pesaba en mi espíritu y mi ascensión a él, ha sido una suerte de extorsión moral, porque mis modalidades y mi carácter se inclinaban hacia las abstracciones del apostolado que constituyen la definición de mi representación pública. Yo hubiera preferido, Dios lo sabe, quedarme con el gobierno infalible de las almas”. (Hipólito Yrigoyen citado por Aboy Carlés en “Las dos fronteras…”)

¿Qué es lo que hubiera preferido Mauricio Macri, el antipresidente? Muy probablemente ser una especie de representante exclusivo ante el mundo de las potencialidades del capitalismo argentino. Un apostolado exportador. Un presidente que se duerme y se despierta pensando en “todo lo que podríamos ser y hacer si tan solo me dejaran tranquilo por cuatro años”. La misma honesta candidez los taxistas que se preguntan por qué no hacen una nueva General Paz arriba de la que ya hay para que no se trabe más. Su tragedia es casi una encarnación de aquel viejo chiste de los países que le reclaman a Dios por las riquezas que le dio a la Argentina y Dios les responde: pero se olvidan que en la Argentina puse un montón de argentinos. El sueño de una Argentina sin adanes, ni evas, ni serpientes hecho pesadilla por la constatación de la superpoblación de caínes. La fantasía de un alberdismo invertido: gobernar es despoblar.

macri vidal bullrich

El domingo electoral se avecina lleno de incógnitas. Va a haber competencia electoral como nos gusta a los que tenemos a la política como consumo cultural: no se sabe qué va a pasar. Y a pesar de que los fundamentalistas del votante estratégico esperan muchos electores “recalculando” entre las PASO y las generales, lo cierto es que el voto viene demostrando ser más expresivo de lo que creen los laboratoristas de la ciencia política. Millones de personas van a votar para darle like a quienes mejor representan su instinto. Todo viene siendo de acuerdo a lo esperable. En la cancha principal Vidal da la cara y pone la otra mejilla por el “Pibe” Bullrich, Cristina le sacó la cara y la voz a su propia campaña y Massa vuelve a la carga con su perseverante canción: ni yankis ni marxistas.

Bartleby el escribiente respondía que preferiría no hacerlo. Esa era su rebeldía profunda ante la opresión suave de la rutina burocrática. El 1A el pueblo del 51% salió a exigirle al gobierno que hiciera realidad su promesa de clavar todos los clavos en el cajón político del kirchnerismo. Y a pesar de su entusiasmo inicial desde Cumelén, Macri prefirió no hacerlo. Profundizó la grieta pero se mantuvo alejado del borde. Quiso jugar con los suplentes, tiró un “no puedo ir pero mando a alguien”, ninguneó las elecciones, desafió la prohibición de preguntar por quién doblan las campanas: siempre doblan por uno.

Macri, Michetti, y seguramente el mismo Bullrich preferirían no tener que atravesar la exigente e incierta instancia del voto. Pero.. y “la sociedad”? La sociedad parece tener bastantes ganas de asomarse al espejo para ver qué imagen le devuelve. Porque el voto no es opresivo, es liberador. Es un alivio íntimo. Un día todos hacemos lo mismo sin que nadie nos vea. Su ritual y su secreto son un oasis en el desierto de la vida selfie, superexpuesta. El voto es un acto erótico en una sociedad porno.

Si terminara hoy, este gobierno sería recordado, ay!, por haberle ganado al caballo del comisario en una final de fotofinish. Sería recordado por la aún vigente épica de ganarle al peronismo en elecciones libres. Sería recordado por la hazaña y no por la gestión.

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Las supuestas masas antipolíticas que no quieren que les interrumpan la cadena de valor o la siesta con las elecciones no aparecen por ningún lado. Fuera de la quinta de Olivos, mañana va a haber gente buscando el nombre de la gobernadora, metiendo la boleta de unidad ciudadana por o a pesar de Cristina, dándole su voto a Massa-Stolbizer que quién te dice dan una sorpresa, votando por el cumplidor Randazzo o por el FIT. Todos van a estar ahí, votando, porque el pueblo quiere decir de qué se trata.

El tiempo no para y el escenario ya no es el de 2015. Hay una evolución que excede el retwitteo automático de la grieta. En el campo político opositor la oferta se acomoda con alianzas (Massa + Stolbizer) o escisiones (CFK+civiles por un lado / Randazzo y el peronismo por el otro) y la demanda va encontrando en qué fragmento se siente más cómoda. En el campo político oficialista, la demanda se fue complejizando (los hay ortodoxos, los hay heterodoxos…) pero la propuesta fue fernet con fernet: duranbarbismo de máxima pureza, algoritmo sin leche ni azúcar. De alguna manera Bullrich es el Aníbal (invertido) de Cambiemos.

Sea cual fuere, va a ser difícil bajarle la intensidad al resultado de estas PASO. Los electores tienen algo para decir y no es precisamente que prefieren que no se los moleste hasta el 2019. Votar es un buen plan.

 

 

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