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20 de agosto 2023

Martín Rodríguez

“¡VIVA LA LÍNEA CORRECTA!”

Tiempo de lectura: 6 minutos

Uno

La cita del título viene de John Holloway. “Viva la línea correcta”. Esa pintada cerca de su casa lo obsesionó. Uno la imagina. ¿En las paredes de las fábricas, de las universidades, de los hospitales y de las escuelas? “¡Viva la línea correcta!”. Una pintada real de una corriente maoísta (mexicana) de los años setenta, a la vuelta de su casa. Leerla hace reír en el cierre de una semana que nos hablamos encima. Todos buscando la línea correcta. La línea científica.

Dos

El promedio de estos días se dio en torno a la palabra “escuchar”. El peronismo debe escuchar. Ese mandato ilustrado como autocrítica, como si un voto, una ola, lo que casi nadie vio venir, fuera el berrinche de un chico desde el cuarto al que le decimos que lo oímos, que pronto le daremos lo que pide. Mamá está haciendo la comida, paciencia que la comida no se hace sola. El riesgo obvio para la habitual endogamia tribunera (y sus agendas cerradas al vacío): transformar esa “escucha” en el nuevo (y propio) monólogo. Escuchar tu propia escucha. Como el sketch del Chavo: todos comen el pastel mientras comentan la tragedia de los niños iguales al Chavo, los que no comen. El Chavo los mira mientras se le hace agua la boca. Se olvidan de convidarle.

Tres

Si toda la política y la militancia soñaba con un outsider, con tener su outsider, mi derecho al outsider, el outsider llegó de afuera y agarró a los soñadores del lado de adentro. Todos casta. Milei les queda lejos a todos. Cualquier intento de hacer mileísmo de izquierda pecará de un oxímoron: mileísmo estatizado. Lo estatal visto como acceso al “privilegio” pega en la viga de la izquierda social tras veinte años de kirchnerismo (de progresismo estatizado). ¿Dónde frena esta ola? ¿Va por todo? ¿Los intermediarios de los planes, los capitalistas prebendarios, los rebeldes con chofer y secretaria? ¿Cruje el “negocio del país dividido” que cacareaba enfrentándose en la televisión y los tribunales mientras compartía negocios en Tierra del Fuego y la obra pública? Juguemos en el bosque mientras el lobo no está, pareció el juego polarizado de estos años, con curaduría periodística y académica. Un país, una crisis, una grieta, y una evaluación demasiado “politológica” sobre el estado de salud de la República. En crisis, pero representados. Ay. Se inundó la casa, creció la crisis, ruge la leonera. Había mas adelanto del voto sorpresa en cualquier análisis honesto de la sociedad argentina que en cualquier análisis político perdido en el aire viciado de palacio. Política con vidrios polarizados.

Ruedas de conversaciones entre consultores que llevan y traen informes, encuestas, pálpitos.. Alguien nombra a Morena. ¿Se acuerdan de Morena?

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Cuatro

“El Barrendero de la cuadra me ve venir con la mochila, siempre lo saludo, el tipo está sonriendo y me saluda primero. Ganamos me dice, le sonrío y le pregunto ¿ganamos? El tipo barre un poco y dice… sí, ganamos, de a poco vamos barriendo a todos.” El que lo cuenta es un militante peronista de zona sur. La noche anterior la pasó contando votos. En su municipio ganaron, pero llevaba en la cara la paliza nacional. Después del café amargo de la mañana, se topó con la sonrisa dulce del barrendero.

“¡Vamos Peluca, vamos!”. Manda ese audio un pescador artesanal del sur, de Ingeniero Guaite. Barco de Italia, techo de chapa, argentino hasta la muerte. Citado en otras notas. Nunca había aclarado del todo a quién votaba. La noche violeta se le soltó la correa.

“Mi tía vive en González Catán, alquila algo que es poco más que una pieza. Se le rompió la heladera y se la compré yo porque vive medio al día, con lo que la ayudamos. ¿Sabés qué votó? Cortó boleta: Axel gobernador y Milei presidente.” La que lo dice es profesora universitaria. Vive con su marido y sus hijos. Tiene esta tía al hombro, a la que visita semana de por medio.

“Imaginate al nivel de la gente pobre como nosotros. Ahora estoy haciendo reparto de Mercado Libre con el auto. Mi trabajo fue para atrás, viví toda la vida de eso, y fue cada vez peor. Ahora salgo a las doce y pico de mi casa, retiro unos paquetes en San Miguel, me voy a Tesei que ahí está la central de la mensajería y me dan todo lo que es San Miguel, Bella Vista, José C. Paz. O sea, rompo el auto, me quedan dos pesos con cincuenta, pero antes que nada hago eso. Así que… a quién carajo quiero votar, a nadie. Para mí son todos iguales, la verdad que el menos malo sería.” Lo cuenta Laura, peluquera y esteticista. Llegó a tener su local en el centro de San Miguel. Hace años entró en el limbo de los trabajos temporarios. Ahora agarró esta changa del “capitalismo de plataformas”.

“Vengo de una zona de La Plata, la calle 12 que es la zona comercial más cutre, como dicen los españoles, donde va la gente más humilde a comprar. Una especie de Once platense. Y hay un Carrefour, uno de los más grandes de La Plata, que tiene abierto las 24 horas. Conozco a los empleados porque voy siempre, y había un grupito ahí festejando el triunfo de Milei con una alegría que casi daba envidia realmente, de pibes que están doce horas ahí adentro, los repositores, los que acomodan las cajas, una policía que se pasa doce horas paradas y estaban contentos. Salí de ahí y vi pibes haciéndose la V, era todo desopilante. Solo espero que no nos gane el gorilismo de clase a los peronistas y despreciemos a estos pibes que legítimamente están contentos.” Quien habla es Elena. Lleva encima una larga trayectoria militante: desde la juventud maravillosa hasta la política profesional especializada en seguridad. En 2015 se retiró. Ahora, anota estas observaciones. Las comparte.

¿Dónde frena esa ola? ¿Va por todo? ¿Los intermediarios de los planes, los capitalistas prebendarios, los rebeldes con chofer y secretaria?

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“Me quemé tanto con este gobierno, está bien que pasaron tantas cosas… Y en el barrio veo los que le compran a mi hermano en su noegocio y hay una miseria terrible. Acá mi laburo en la fábrica es un mundo aparte, dentro de todo estamos bien, pero si entrás a hilar fino hay mucha guita que no alcanza. Sin ir más lejos, si vos estás en la lona, ves que te chamuyan y que no pasa nada, entonces entiendo que la gente quiera ver si este tipo puede hacer algo. Hay cosas que te dice que tiene razón. Hay gente que está desesperada y en un manotazo de ahogado te agarrás. Acá en la fábrica se supone que nadie lo votó, pero los chicos nuevos que entraron seguro lo votaron, se hacen los dolobus.” Quien habla es Fernando. Desde 2009 trabaja en una planta de Volkswagen en zona norte. Vota con lealtad al peronismo kirchnerista desde entonces. En 2013 migró mucho voto de sus compañeros a Massa, dos años después a Macri, por el mínimo no imponible, volvieron a votar a Alberto en el 19. Su hermano tiene un almacén en su misma casa, en un barrio de José C. Paz, donde toma temperatura a la situación.

Cinco

Ruedas de conversaciones entre consultores que llevan y traen informes, encuestas, pálpitos. Alguien nombra a Morena. ¿Se acuerdan de Morena? Dice así: “Comparto que lo que suma a Milei son los cajeros de Coto, los que van de Catán a Capital para ir a un lava-auto y las familias que viven como la de Morena, gente a la cual el peronismo la gobierna, pero la tiene abandonada. Pero cuando Milei tenga que explicarle a esa gente a cuánto va a llegar el boleto del bondi, ¿seguirá siendo todo tan punk?”

Seis

¿Vendrá más ajuste y tendrá circo romano? Como a los vecinos del Albergue Warnes, invitados a mirar la implosión y con la llave en mano de sus nuevas casitas. 1991. “Esta ruina es fruto de los sectarismos”, dijo Carlos Grosso, intendente, el día que dinamitaron. Porque esa mole, que sirvió de vivienda, iba a ser un grandioso hospital de niños hasta que los que voltearon a Perón dijeron “minga” en el cruel 55. Y el barrio “austero pero digno”, dijo Grosso ese día, al que fueron los vecinos en el 91 -tras la implosión- lo llamaron Ramón Carrillo. Hoy ese barrio tiene las condiciones promedio de una villa. Pegado a la villa 3, barrio Fátima, núcleo habitacional precario junto a la línea del Premetro. Marta, esposa de un viejo delegado del edificio (se organizaba el Warnes con delegados por piso) al que conocían como Pachango, siempre recuerda que ese día “los funcionarios aplaudían y los vecinos llorábamos”. El polvo de lo que cae y el cemento de lo que se construye se compagina así, agridulce. Menem inauguró ese pequeño barrio porteño en Villa Soldati con un discurso excepcionalmente sandinista. ¿Seremos invitados a la implosión de ministerios? Volvieron las lecturas en vivo de los nombres de las investigaciones de la ciencia en los canales que aplauden el serrucho. El primer ejemplo del Estado-Duchamp: ¿qué hace eso ahí? ¿Qué es Estado y qué no? ¿Qué se financia? La buhardilla del investigador explorada en vivo. Empezó contra ese blanco fácil. Pero lo más complejo de lo que viene es que se acabó la paciencia para la complejidad. Otra vez. Y guay que ahí todos incuban el problema. En este caso: la paradoja liberal. ¿Cuál? A los discursos al pan, pan sobre la guita se los evaluará con guita. Hay, no hay. Mi ley, tu ley. “Menem lo hizo” porque la convertibilidad trajo el dulce de unos primeros años de salariazo al revés: manos arriba, nadie se mueva… ni la inflación. El peronismo tiene un arco narrativo ahí: del “¿alguien vio un dólar?” del General Perón al 1 a 1 de Carlos Menem. El todo o nada argentino tiene en su última capa el dólar.

Siete

Final para una semana agitada. El Papa Francisco razonó una vez: miedo a los salvadores sin Historia. En dos meses volvemos a las urnas para saberde nuevo quién es quién en este país.

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