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13 de septiembre 2015

Silvana Aiudi

UNA FUGA DE MUJERES

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

El 24 de mayo de 1975, veintiséis presas políticas acusadas de subversivas se fugaron de la cárcel cordobesa Buen Pastor en donde habían sido torturadas, como un anticipo al último golpe militar. Estas mujeres, de diecisiete a treinta años, entre ellas una embarazada de siete meses y otra que acababa de parir, planearon su fuga en una acción colectiva. Con la organización logística del PRT-ERP y la participación de casi 200 personas de diferentes formaciones, salieron por una de las ventanas de la cárcel luego de que un camión arrancara las rejas y bombas de estruendo distrajeran la atención policial. Posteriormente, ellas pasaron a la militancia clandestina y nueve fueron desaparecidas durante el proceso. En el año 2007, el gobierno de José Manuel de la Sota transformó el antiguo centro de detención y tortura en el Paseo Buen Pastor, con negocios y cafés y aguas danzantes.

A cuarenta años de la fuga, y en homenaje a las veintiséis ex presas políticas, se hizo una entrevista a Matías Herrera Córdoba y Lucía Torres, co-directores de Buen Pastor, una fuga de mujeres. En el documental se muestra a las luchadoras recordando lo ocurrido durante su detención y fuga en el actual paseo comercial.

En este sitio estuvimos detenidas por razones ideológicas (…) Es antagónico, parece una ironía del destino que sea un paseo de compras” (Cristina Salvarezza).

¿De qué manera nació el proyecto Buen Pastor, una fuga de mujeres?

Matías Herrera Córdoba: Quienes vivimos en Córdoba veíamos cómo se fue vaciando y luego demoliendo lo que era la Cárcel del Buen Pastor. El traslado de las presas a otro penal que no estuviera en pleno centro de la ciudad era inminente, y también que harían de ese espacio un negocio inmobiliario. Viviana García, hija de una de las ex presas política, y Mariana Tello, co-guionista de la película, venían investigando sobre la fuga. En el año 2006 nos convocaron para filmar el ingreso al edificio con tres de ellas. Estaba casi todo demolido, escombros, escombros de memoria, de historias. Filmamos sólo para tener un registro, un documento. Luego decidí volver con mi Handy. No podía ingresar. Metía la mano y la cámara por los huecos. Daba vueltas al edificio. Un seguridad se me acercó prepotente: no me dejaba filmar. Meses después, algunas de las ex presas nos propusieron hacer un cortometraje para escuelas, pero sabíamos que no era posible ese formato (allí había una película de más de sesenta minutos). Decidimos trabajar colectivamente el grupo de ex presas, Viviana, Mariana y nosotros de Cine El Calefón, con Lucía Torres y yo dirigiendo. Esta mini-crónica corresponde a seis años de trabajo de muchas personas.

Lucía Torres: En mi caso me enteré de la historia de la fuga al conocer a Viviana. Habiendo nacido en Córdoba y habitado siempre esta ciudad, me parecía increíble que fuera un hecho tan desconocido de nuestra historia reciente. Todo ese material que se venía registrando desde el año 2003, sobre todo por Mariana y Viviana, se empezó a configurar en un archivo valiosísimo. Había que hacer algo con eso. El desafío era cómo trascender un simple documental de entrevistas e intentar remitir a aquellos años en que se creía aún que la revolución era posible. Cuando en agosto de 2007 se inauguró el Paseo del Buen Pastor, las ex presas decidieron hacer un contra-acto recordando a sus nueve compañeras desaparecidas y nos propusieron definitivamente que hiciéramos juntos esta película.

El documental se construyó de manera colectiva, ¿cómo fue ese proceso y qué los unió?

Matías: El trabajo colectivo entre nosotros y el grupo de ex presas fue otro desafío. Pertenecemos a distintas generaciones: más allá de la edad, nos diferenciaba lo vivido. Lucía y yo nacimos en democracia. Ambos fuimos militantes pero en espacios independientes y no en partidos. Sí nos unía la búsqueda de la verdad y la justicia. Además dar a conocer, a quienes transiten el “Paseo del Buen Pastor”, qué había sucedido allí y que nueve de las veintiséis mujeres que se liberaron, gracias a la organización colectiva, fueron desaparecidas luego. Como si fuera poco, teníamos la misma edad de ellas cuando se fugaron, aunque claramente en contextos muy diferentes. Pero nosotros también tuvimos la necesidad de contar, de denunciar, conseguir la libertad era ahora no quedarnos callados con semejante atropello a la memoria.

No todas las ex presas reaccionaban igual ante nuestros planteos. El lenguaje cinematográfico es difícil de explicar hasta que no se ven los resultados. Por ejemplo, para algunas de ellas verse intentando recordar dónde estaban las habitaciones era una pérdida de tiempo. Querían hablar urgente de hechos políticos y datos históricos, y nuestro trabajo y posición era que esos quiebres eran necesarios para entender lo sucedido, los años transcurridos. Lo demolido e imposible de recordar es político también.

Lucía: Retomando lo que decía Matías sobre nuestras dos generaciones, creo que es precisamente ese el punto que le da valor a esta película. Desde nuestras experiencias e inquietudes, en principio distintas, intentamos construir una mirada compartida sobre la fuga y sobre las mujeres militantes de los ’70. Todos debimos hacer un esfuerzo para entendernos y llegar a ciertos acuerdos, desde el contenido discursivo de la película hasta su forma estética.

De todos modos, hay algo sin lo cual la película no hubiera sido posible, y es la decisión de todas las ex presas que participaron de dar su testimonio, casi como un acto de reparación histórica. Es difícil volver a situarse en esos años, recordar la tortura, el encierro, la clandestinidad. En muchos casos estaban hablando de esto por primera vez en 30 años, en otros sus familias ni siquiera sabían que se habían fugado del Buen Pastor. En ese sentido, tomar la palabra, hacerse responsables de eso, hizo posible que conozcamos esta historia a través de la memoria oral y no de un manual del secundario, porque la historia oficial se ocupó de silenciarla.

pastor

¿Qué decisiones formales tomaron y de qué manera realizaron el trabajo de dirección?

Matías: Teníamos más de treinta horas de grabación, con distintas cámaras, filmadas por distintas personas/criterios, pero lo que teníamos era un gran documento, irremplazable. Nuestra dirección fue más de montaje. Las decisiones estéticas las teníamos que tomar entre toma y toma, cómo configurarlas, cómo hacerlas dialogar. Elegimos no hablar de cada una de ellas individualmente sino de ellas como colectivo de mujeres, con sus historias claro, pero reconstruyendo esos escombros como si todas ellas fuesen una sola.

Lucía: Una cosa que nos interesaba era reflejar esa imposibilidad que tiene la memoria de ser única y verdadera: todas ellas recordaban los hechos de distinta manera, incluso hablando de lo mismo (si había o no un camión que las esperaba cuando saltaron de la ventana), discutían, se contradecían. Para algunas los pabellones estaban en un lugar, para otras en otro. Allí se ponía en evidencia también que la destrucción del edificio es otro impedimento para recordar.

Por esa razón decidimos construir el relato de la fuga como un relato colectivo, en donde la memoria va y viene, arma y desarma momentos y hechos vividos. Lo que importa es que siga viva, y que nos conecte sensiblemente con esa experiencia.

En eso de buscar un lenguaje cinematográfico que pudiera trascender la simple entrevista, realizamos una búsqueda de material de archivo que usamos de modo referencial, para poder ubicar al espectador en ese tiempo histórico. A su vez, trabajamos con material fílmico súper 8, donde las imágenes de flores, atardeceres o paisajes serenos nos devuelven los nombres de las nueve ex presas que ya no están pero atraviesan toda esta historia.

Otro recurso importantísimo fue la música, compuesta e interpretada por Jenny Nager, donde su trabajo apuntaba un poco a transmitir ese entusiasmo de la época y a su vez esa asfixia, trabajó mucho con el aire, con las frases sin palabra. Creo que hay mucho de melancolía allí, y cada vez que la escucho me remite a una nostalgia de lo que no llegó a ser.

Buen Pastor, una fuga de mujeres es, a mi juicio, un homenaje a estas mujeres y su fuga, su libertad.

Matías: Sí, lo es. Las ex presas necesitaban homenajear a sus compañeras desaparecidas y nosotros a todas ellas porque sin ellas tampoco sabríamos nada. Aprendimos mucho, nos cuestionamos, las cuestionamos, lloramos, celebramos, apareció cantidad de gente que había sido parte de la fuga, colaborando. La historia que contamos había sido ocultada, porque fue una fuga exitosa, fue una fuga colectiva.

Lucía: La idea del homenaje es interesante. Sin embargo, prefiero pensarlo más como reivindicación de ellas como militantes y luchadoras, como mujeres protagonistas de su tiempo, comprometidas con toda su vida en una transformación social que creían posible. Hoy habitamos otro momento de la historia. Sin embargo, lo que nos une quizá es esa necesidad de hacernos preguntas, de poner en cuestión, de tomar una actitud crítica frente a cosas que la sociedad naturaliza.

En mi caso, conocerlas a ellas, escucharlas, compartir los debates posteriores a las funciones ha sido una experiencia bellísima, y hemos generado lazos de mucho afecto con algunas. A su vez, son personas que nunca dejaron de realizar una lectura política y critica del contexto, y hasta el día de hoy escucharlas hablar es inspirador, con una claridad en su mirada que me genera mucha admiración.

¿Cómo fue el apoyo del INCAA?

Matías: Presentamos la película en una instancia de apoyo a películas terminadas para poder hacer la postproducción de imagen y sonido. Esto nos permitió finalizarla como corresponde a nivel técnico, y luego acceder a un subsidio para editar los DVD. La película integra así la colección de documentales en DVD del INCAA, y creemos que este apoyo fue fundamental.

¿Qué es Cine El Calefón?

Lucía: Es la productora de cine que iniciamos hace diez años y con la cual venimos trabajando desde entonces. Es, a su vez, una experiencia de trabajo colectivo en sí misma, donde somos cinco personas escribiendo proyectos, produciendo, filmando, editando, proyectando cine y televisión. En su momento nació por la necesidad de poder vivir del cine en Córdoba, haciendo lo que elegimos.

Este año estamos por iniciar la producción de una nueva serie de TV documental llamada “Gallos rojos”, sobre historias anarquistas y socialistas entre los años ’20 y ’50 en la provincia de Córdoba.

Matías: Es un espacio que formamos a partir de sueños, de imposibles, de utopías. Un espacio que transmigra con cada proyecto.

Reconocimientos:

Competencia internacional de LAFF (Latino Film Festival) de Bruselas 2012, Categoría “Premio Salvador Allende”

Primer Premio en Derechos Humanos del Festival Internacional Mexicano Contra el Silencio Todas las Voces. 2012

Festival Cine del Mar, Punta del Este, Uruguay

Festival Internacional de Cine de Bogotá, sección “Documental Social”, Colombia

Festival Internacional de Cine Independiente de Mar del Plata, (Marfici), Argentina

Competencia Oficial de Video – Festival Tucumán Cine, Argentina

Muestra DOCA, Argentina

Ganador del premio a la producción, Fondo Global para la Mujer (Global Fund For Women), EE.UU

Encuentro Nacional de Mujeres 2010, Paraná, Argentina

Subsidio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA)

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