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23 de mayo 2019

Mariano Denegris

TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Tiempo de lectura: 4 minutos

“…se formaría un concepto erróneo quien creyera que a través de este medio (la sorpresa), por encima de todos los demás, se halla en disposición de alcanzar grandes logros en la guerra. Teóricamente promete mucho; en la práctica, con la fricción se atasca toda la máquina. En la táctica, la sorpresa se halla mucho más en su elemento, en razón de que los tiempos y las distancias son en ella más cortos. Por lo que respecta a la estrategia, ésta será más factible cuanto más se aproximen sus medidas al terreno de la táctica, y más difícil cuanto más se acerquen al de la política”. K. von Clausewitz

La fórmula que proclamó CFK el sábado 18 es, como se encargó de explicitarlo varias veces en su video, mucho más que una alquimia para ganar, una decisión para gobernar. No es que la precandidatura presidencial de Alberto Fernández con Cristina como vice no tenga virtudes electorales. Una de ellas es poner en un lugar más que incómodo a cualquiera de sus competidores empezando por el inquilino de Balcarce 50, quien de por sí se siente fastidiado por la actividad política. También obliga a recalcular a todos los actores políticos y, sobre todo, empresarios y mediáticos. El círculo rojo se sacude en su sillón desorientado. Duda entre rechazar como “pacto espurio” lo que antes reclamaba como “diálogo” o abrir canales de negociación. Además de la sorpresa, ese principio de la conducción política que Juan Domingo Perón supo ejercer en la historia y que definía de “extraordinaria importancia”, la decisión de CFK tiene otras virtudes electorales. Los números venían indicando que la acción gubernamental de MM y el silencio de Cristina se potenciaban para explicar el derrumbe en las encuestas de uno y el crecimiento constante de la otra. Pero, ¿cómo encarar una campaña presidencial en silencio? ¿Cómo determinar las voces autorizadas del kirchnerismo en los principales de debates de la campaña? Con AF, muchos de estos posibles escollos que podían traer los meses previos a la elección se eluden por arriba con la elegancia de un salto de equitación. Por otra parte, entre las ventajas a la hora de sumar votos, el giro al centro que supone la candidatura de Alberto, deshace las lecturas que ubican la moderación de CFK únicamente en el plano discursivo. Los editoriales de los medios oficialistas venían señalando ese supuesto disfraz con el que “ella” buscaba engañar al elector desprevenido. Cada vez se hace más cuesta arriba esa interpretación. De yapa, los intentos de mostrar a Alberto como un obsecuente sin decisión propia se neutralizan con los archivos que ya inundan las redes con sus contradicciones y críticas a Cristina.

El círculo rojo se sacude en su sillón desorientado. Duda entre rechazar como “pacto espurio” lo que antes reclamaba como “diálogo” o abrir canales de negociación

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Con todo, el objetivo principal de la movida no está, como indican casi todos los voceros del gobierno y algunos de la oposición, en el terreno electoral, sino en las situaciones políticas y económicas que debería afrontar quien gobierne a partir del 10 de diciembre de 2019. Esto no implica, como circula en ciertos enunciados, que el problema no es la elección porque ya estaría ganada sino cómo lidiar con la herencia de este “experimento neoliberal”. Nunca se gana un partido antes de jugarlo salvo abandono y la impericia macrista para gobernar es inversamente proporcional a su pericia para obtener resultados electorales. Trasladar mecánicamente los comicios provinciales a la escala nacional es tan desacertado que ni los ganadores quisieron hacerlo. La fórmula presidencial ideada por CFK por supuesto que busca ganar, pero porque ese escalón es una condición necesaria para gobernar. Alberto es un tipo de buen diálogo con muchos dirigentes y grupos internos del justicialismo, alternativa federal y, sobre todo, con los gobernadores. Pero no es el único, ni el más querido por todos los sectores. Este apunte no tiene que ver con la opinión marginal de algunos que se expresan como regidores del buen peronismo sin darse cuenta de que si sólo fueran aceptados en el movimiento aquellos que pasan por su análisis de sangre la principal fuerza política argentina quedaría reducida al espesor de alguna de las variantes del trotskismo. No es eso.

Alberto Fernández expresa más que una amplitud, necesaria para juntar votos, una amplitud para gobernar en un contexto no sólo de adversidad económica sino política y geopolítica. Siguiendo nuestro epígrafe de von Clausewitz, hay sorpresa en el tablero electoral, sí. Pero no es sólo una jugada reservada a su ambiente más natural, el de la táctica, sino al más difícil, el de la política.

la impericia macrista para gobernar es inversamente proporcional a su pericia para obtener resultados electorales

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En el terreno económico, de los distintos elementos que compone la crisis autogenerada por el gobierno de Cambiemos, el peor no es quizá el que le duela más en términos aprobación popular. El nuevo ciclo de endeudamiento externo que abrió a comienzos de su gestión casi sin oposición institucional ni social será el nudo más difícil de desatar para el nuevo gobierno. Pero no el único. Recentrar la economía en un camino de crecimiento del empleo, fortalecimiento del mercado interno y la producción después de cuatro años de una apuesta casi exclusiva a la especulación financiera demandará más consenso con los actores económicos que aquel que necesitó la primera experiencia de gobierno kirchnerista. Precisamente en la escena política también las adversidades son nuevas. Muy pocos de los elementos que utilizó con destreza Néstor Kirchner para construir legitimidad desde el 25 de mayo de 2003 estarán hoy a la mano. La construcción de poder no se acaba el día después de la elección sino más bien empieza ahí. Un escenario de polarización como el de los últimos 8 años no es el más prometedor para conducir ese proceso. Ahí una clave que explica la decisión de Cristina. El contexto regional también difiere del despunte del siglo y quizá abra una nueva etapa en 2020.

El factor sorpresa todavía está actuando. Cuando baje la espuma asumirá su cuerpo la estrategia. La conducción se ejerce.

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