
SCALONI Y LA MADRE DE TODAS SUS BATALLAS
Encapsulado en un buzo blanco durante su primera conferencia de prensa en agosto de 2018 ante los dardos periodísticos, Scaloni hizo una declaración de principios:
-No digo que los resultados jueguen en el segundo plano, pero es el momento de que estos chicos se pongan la camiseta, crean que pueden jugar en la Selección y no se la saquen más.
Elegido entrenador más por acefalía que por antecedentes, al analizar sus palabras en retrospectiva –una ardua tarea laboral de dudosa relevancia que tuve que hacer– hay una coherencia mucho mayor a la de sus convocatorias.
Por eso, no me llamó la atención que tras ganarle a México haya dicho “es solo un partido de fútbol”. Me gustó su reflexión, como también la crítica de José Santamarina en Twitter:
“Un partido de fútbol no es un partido de fútbol, ya desde el momento en que muchas personas ponen su parte al momento de consumirlo no solo como una experiencia sino además con la expectativa que surge de un consenso colectivo y tácito: esto nos puede hacer felices”
Pero para terminar de entender qué nos quiso decir Scaloni, en pleno fervor mundialista con jugadores llorando y cantando en el vestuario y algunos ansiosos yendo al Obelisco, vale la pena repasar sus conferencias a lo largo de estos años.
El bullying a Higuaín, el Messi con vómitos y el Di María de los desgarros eran pruebas de su hipótesis. Buscó romper con ese modelo de hincha que afecta al jugador
Cuando todavía era interino y perdió las semifinales de la Copa América 2019 contra Brasil desafió al exitismo:
-Si tomamos conciencia de lo que hicimos hoy, todo será positivo.
¿Podía haber algo positivo después de ser eliminado? Quizás fue una manera de justificar su permanencia en el cargo, pero su discurso antirresultadista lo sostuvo durante el récord de partidos sin derrotas que comenzó justamente ese día.
Pasó a ocupar un rol de contrapeso: tuvo que bajarle el precio a las derrotas cuando los periodistas lo fustigaban y buscó moderar los elogios cuando ya todos lo daban campeón del mundo. Tras ganarle a Colombia por semifinales en la Copa América 2021, mostró el verdadero leitmotiv por el cual lucha contra el exitismo:
-Nosotros venimos acostumbrados de que jugar un partido o dos minutos con la Selección es una carga y eso hay que desterrarlo y que los jugadores se sientan cómodos.
El bullying a Higuaín, el Messi con vómitos y el Di María de los desgarros eran pruebas de su hipótesis. Buscó romper con ese modelo de hincha que afecta al jugador. Posiblemente de ahí haya salido la idea de que “es sólo un partido de fútbol”. De hecho, lo dijo textualmente antes de la final con Brasil y agregó:
-Es importante pero no de las cosas más importantes.
¿Podía haber algo positivo después de ser eliminado? Quizás fue una manera de justificar su permanencia en el cargo, pero su discurso antirresultadista lo sostuvo durante el récord de partidos sin derrotas
Sus gestos histéricos durante el partido, sus lágrimas y su abrazo con Messi lo contradicen. Prefiero leer a Scaloni entrelíneas: buscando instalar un mensaje. La arenga de Netflix tampoco coincide con que era solo un partido de fútbol. 45 días sin ver a las familias, el Dibu no le pudo hacer upa, el Chino estuvo un ratito.
Pero Scaloni insiste. Ya no tiene que convencer a los periodistas de su idoneidad ni a los jugadores de sus ideas, por eso, se enfoca en actuar de contrapeso. Después de ganar la Finalissima, le preguntaron por la expectativa que había y otra vez arruinó la alegría:
-Es demasiada… en el fútbol cuando te creés que todo está hecho, te bajan de un plumazo.
La mesura se dejó de leer en código de excusa y pasó a ser una forma de sacarle presión a los jugadores. Antes de viajar al Mundial lo repitió en una entrevista que salió en Star+: “al final esto solo es fútbol, con todo lo que eso representa en Argentina… y yo soy el primer loco por el fútbol”.
Después vino lo sabido: la derrota con Arabia Saudita, la clasificación, su frase y el pasaje a cuartos. Su cambio cultural estuvo a treinta minutos de ser brutalmente derrotado contra México porque no se puede concebir una eliminación en primera ronda que no sea un drama nacional. Por suerte para todos, existe Messi.
Lo contradictorio es que el éxito de su cruzada antirresultadista dependerá en la medida que Argentina siga ganando
En otra parte de esa conferencia fue como si el mensaje se desdoblara. El reduccionista “sólo es fútbol” fue al corazón de los jugadores y después apuntó al hincha:
-Quien no se siente identificado con este equipo es porque no quiere a la Selección Argentina. Cuando entendamos lo que es jugar con esta camiseta… porque no es lo mismo que otras camisetas: la argentina pesa mucho más.
Lloró Aimar. Lloró su hermano en medio del campo. Abrazó a Messi en el vestuario hasta dejarlo con las patitas colgando en el aire. Scaloni nos habló a nosotros, pero también a sí mismo: no puede ser que nos pongamos así. En una nueva batalla contra el exitismo, clamó piedad por si algún día llega la derrota definitiva. Lo contradictorio es que el éxito de su cruzada antirresultadista dependerá en la medida que Argentina siga ganando.