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16 de noviembre 2022

Emmanuel Taub

REFLEXIONES SOBRE JACOBO FIJMAN

Tiempo de lectura: 4 minutos

1. La poesía de Jacobo Fijman desgarra la piel; la piel, el órgano con el que salimos al encuentro del mundo. El lenguaje poético es, también, arrancarse la piel. Por eso Fijman nos desgarra cada parte de nuestro cuerpo, y arremete también contra nuestra mente. Por lo profundo de su dolor, porque no hay espacio para la felicidad en su leguaje poético. Nos desgarra la razón, porque la razón limita la sensibilidad con la que intentamos aprehender un destello de la belleza y del silencio del mundo.

2. La razón es el chaleco de fuerza que levanta la frontera de nuestro lenguaje y entendimiento. Si la razón gobierna nuestro mundo es porque ya hemos perdido aquello que nunca fue apresado por su totalitarismo: lo inexplicable. Ya lo escribió Rilke: “la belleza no es / sino el nacimiento de lo terrible”. Y lo terrible es sentir, deshacer los nudos que nos atan el alma evitando que lo divino encuentre la divinidad.

3. Jacobo Fijman no escribe poesía, él es su poesía. Su lenguaje poético nace de lo desgarrado; y sin embargo, no imita el dolor en sus textos, no lo teatraliza como si el dolor pudiera ser una parte más de una gran biblioteca: Fijman como un alquimista transforma el dolor en escritura.

4. Para Jacobo Fijman la santidad se encuentra en lo profano: en el mundo desencantado que ya no tiene horizonte. Es el mundo el que podemos aprehender y nada más allá del mundo puede ser dominado por el lenguaje imperfecto del ser humano. El lenguaje humano sólo puede mirar la humanidad y la materialidad de la existencia, entonces es ahí en donde debe intentar transformar lo profano en sacralidad, el asco en caricia, lo terrible en belleza. Así lo expresa: “Ya quietaron, amor, con la última estrella/ de eternidad el mundo” .

Los poemas de Fijman son tan hermosos como desoladores, sus palabras se hallan en el sitio final, último, en donde la tristeza y la belleza se encuentran para volverse un solo lenguaje.

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5. Los poemas de Fijman son tan hermosos como desoladores, sus palabras se hallan en el sitio final, último, en donde la tristeza y la belleza se encuentran para volverse un solo lenguaje.

6. Jacobo Fijman hace del lenguaje poético una mística de la ascensión, elevando cada poema de los límites del lenguaje de nuestro mundo material; pero no hay que confundirse, su poesía no pertenece a lo religioso en el sentido de lo institución o institucionalidad, no es una poesía religiosa, sino que la religión para él es el camino hacia la espiritualidad.

7. Y la poesía no escapa del poeta, y Fijman tampoco des-aprehende su propia desgarradura de su lenguaje poético. Fijman habita su propia herida y su poesía la rotura, lo imperfecto, y se convierte en una eterna búsqueda. Su lenguaje se sostiene oponiéndose a las exigencias  de la perfección, de lo teóricamente perfecto, ya que allí se pierde la posibilidad de seguir doliendo lo dolido, de duelar su dolor, de beber la sangre envenenada. La poesía de lo perfecto, insulsa y de anaquel de biblioteca, se transforma un lenguaje poético que se acomoda en el museo de las letras.

No hay que confundirse, su poesía no pertenece a lo religioso en el sentido de lo institución o institucionalidad, no es una poesía religiosa, sino que la religión para él es el camino hacia la espiritualidad..

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8. La poesía que se transforma en museo se acomoda muy bien al lenguaje poético de las instituciones y los estados.

9. Fijman es la desgarradura encarnada en sí mismo. Así se puede comprender su salto hacia fuera del judaísmo: su conversión al cristianismo (de alaguna manera como lo hiciera Simone Weil) se entiende porque es allí donde encuentra en la figura de Jesús-Mesías la posibilidad de acceder a lo divino desde lo mundano y material; desde Jesús-Mesías encuentra la posibilidad de un camino espiritual real. Su conversión no es en la institucionalidad sino en la posibilidad de acceder desde aquí a lo más allá de nuestro mundo. La figura de Jesús-Mesías le permite transitar el puente humano entre lo mundano y lo divino.

Su lenguaje poético-espiritual y místico pareciera haber sido el camino que lleva a Fijman a la locura. Sin embargo, la locura no es solamente un diagnóstico, sino la forma de ver al mundo y comprender el universo de lo bello.

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10. Su lenguaje poético-espiritual y místico pareciera haber sido el camino que lleva a Fijman a la locura. Sin embargo, la locura no es solamente un diagnóstico, sino la forma de ver al mundo y comprender el universo de lo bello. Aquel diagnóstico institucional que nomina y determina su condición subjetiva se vuelve también un margen en su poesía y lenguaje: ahora habitará el lenguaje poético desde la marginalidad del orden establecido.

11. Hay un detalle casi desapercibido al que se abre el universo fijmaniano que se experimenta desde la transformación de su lenguaje poético hasta los tópicos de sus poemas. Este detalle es la manera de nominar sus poemas en cada libro. Del primero al último, lo que vemos es la desaparición de la palabra, luego de la numeración y finalmente la letra numérica griega para denominar cada poema. Las cosas pasan por algo y no pasan por algo también: a medida que Fijman se espiritualiza, se eleva, asciende, el poema habla por sí mismo sin la necesidad de ser guiado por la palabra o el número.

12. Fijman crea su propia tradición mística, asceta, despojada de la nominación y sus poemas avanzan transformándose en mantras que permiten la repetición infinita hasta el punto del desdoblamiento del alma. La poesía de Fijman termina convirtiéndose en una experiencia extática que nos sumerge en su lenguaje poético para llevarnos más allá de la palabra, a la conquista del silencio y la belleza del mundo.

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