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03 de septiembre 2022

Juan Di Loreto

QUE NO NOS HUNDA LA NOCHE

Tiempo de lectura: 2 minutos

Es momento de parar la pelota. De frenar la dinámica perversa que nos domina. Las pasiones exacerbadas, las reacciones que son reflejos, como la escritura automática de Twitter que desencadena toda una serie de otras reacciones y pasiones exacerbadas. Sabemos por la historia de las violencias en el mundo que es una inercia difícil de parar si se desata verdaderamente. Por eso hay que parar la pelota a pesar de todo lo que se quiera expresar.

Todo esto que es un poco una obviedad hay que repetirlo, decirlo. Repudiar, no dar lugar a titubeos. No da lo mismo repudiar sin peros que no hacerlo o hacerlo a medias. Cuando tuitea el político que menos querés y repudia sin “peros” debemos estar tranquilos. Eso es lo que tiene que ocurrir y no otra cosa. El arco político casi en su mayoría repudió el atentado. La foto del Senado es el camino. Ese tipo de gestos pueden dar lo que el momento de zozobra requiere.

Los modos, las formas son las que sostienen el contenido. El formalismo nunca es un vacío. Por eso no da lo mismo repudiar que no repudiar

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Pero las intensidades tienen estratos y formas diferentes. Porque cada época prepara culturalmente a sus sujetos y este momento histórico es de la expresión sin costo, donde no importa el otro. Ahí se desplaza el eje del hecho en sí a la discusión política. Corremos detrás del sesgo que nos corroe por dentro. 

Horas como estas son de verdadero miedo y de verdad absoluta, porque vemos qué somos. El político que repudió inmediatamente, el que no lo hizo, el que especuló. Son sus momentos desnudos frente al discurso. Esto soy. Así concibo la construcción política.

Por el lado del miedo creo que hay uno mayúsculo: que se rompa el consenso político argentino desde el 83 a esta parte. Esta ficción necesaria es imprescindible. No ficción como invento, sino en términos teóricos de un relato democrático que creamos los argentinos cuando dijimos: “Nunca más”. Zizek en El sublime objeto de la ideología decía que esas “ficciones necesarias” son una parte clave del edificio social. Los modos, las formas son las que sostienen el contenido. El formalismo nunca es un vacío. Por eso no da lo mismo repudiar que no repudiar. Porque los discursos no determinan los hechos, pero los contextualizan y dan las pautas de lectura. Entonces si el arco político repudia en su totalidad, como se hizo, salvo excepciones radicalizadas, esos discursos quedan aislados en algún punto.

Los caminos fáciles no son los que contribuyen a que tengamos más democracia

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Si algo está a nuestro alcance es el poder de la palabra: no sobregirarse, tratar de serenar las cosas. Los caminos fáciles no son los que contribuyen a que tengamos más democracia. Necesitamos el reverso de la soledad, que es la política. Y eso es lo urgente hoy, ahora, por todos nosotros, sino nos estaremos preguntando como Nietzsche: “¿No estamos cayendo continuamente? ¿No cae continuamente la noche, y cada vez más oscura?”.

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