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21 de diciembre 2015

Gonzalo Bustos

Politólogo. Planeamiento estratégico, inserción internacional e integración regional.

QUÉ INSERCIÓN ESTRATÉGICA PARA QUÉ DESARROLLO

Tiempo de lectura: 5 minutos

La pregunta por la inserción estratégica abarca el estudio de los contenidos y lineamientos que puede y debe adoptar un modelo de acumulación y proyecto de desarrollo más allá de las fronteras de la nación-Estado, si pretende profundizarse y volverse sostenible.

Partiendo de esta base, aquí nos preguntamos por los contenidos y lineamientos que ha de adoptar el gobierno entrante de Mauricio Macri. Su inserción internacional, en el mejor de los escenarios, respondería a los siguientes objetivos estratégicos:

I. La inclinación por una preferencia global-nacional de inserción internacional, poniendo punto final a una etapa marcada por una preferencia nacional-regional (considerada agotada);

II. el acercamiento a (y un realineamiento con) los aliados extra-regionales tradicionales de Argentina (los occidentales), combinando un prudente distanciamiento del proyecto global de las potencias emergentes (recuérdense las “adendas” a los convenios con China) con uno más tajante con los países del eje bolivariano;

III. la priorización de las gestiones para mejorar la nota crediticia argentina, hoy obturada;

IV. la puesta en valor del Mercosur mediante el relanzamiento del intercambio comercial intrazona y la aceleración de los tiempos de las negociaciones con la Unión Europea, con Argentina protagonizando el retorno al diálogo iberoamericano (y equilibrando el diálogo privilegiado de Brasil con Alemania);

V. la previsión de bilateralizar el vínculo con el hegemón global (EEUU) sin descuidar las ventajas que ofrece ser su interlocutor preferido en la región (véase la carta de los legisladores norteamericanos al presidente Barack Obama) —lo que reabre la discusión de los incentivos a la hora de apostar por distintos foros regionales (sígase la puja entre la OEA y la Unasur)—; y

VI. el aprovechamiento de la nueva “sintonía política” con los líderes de la Alianza del Pacífico —en la que Brasil está invitada a participar, aunque quizás bajo una nueva ecuación de poder en la gobernanza regional— para acelerar los tiempos de la integración de la infraestructura, aunque apuntando a la ecuación logística exportadora como prioridad regional.

El escenario regional en el que Macri emerge (fuerza y) favorece la realización de los objetivos 4, 5 y 6. El cambio de signo político en Argentina y la nueva co-relación de fuerzas en Brasil plantean un quiebre respecto a la etapa inaugurada en 2003. A su vez, la apertura del procedimiento de juicio político contra la presidente Dilma Rousseff significa que su gobierno se debe volcar de lleno a la supervivencia, lo que implica delegar parte del liderazgo del proceso de integración en manos de Argentina.

¿cabe en el gobierno macrista cierto espacio para medidas neodesarrollistas de diversificación de la inserción?

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El marco global es más complejo, lo que arroja dudas sobre lo que puede ocurrir con los objetivos 1, 2 y 3. Más allá del cimbronazo sistémico que pueda generar la suba del interés por parte de la FED, atravesamos un proceso de reestructuración del sistema internacional que marca las condiciones de posibilidad de toda inserción global-nacional. Desde el inicio de la crisis, en 2008, se verifica un agudizamiento de la puja entre las potencias por el predominio entre los vínculos económicos de privilegio; puja que evoluciona lentamente desde una “guerra de monedas” hacia una competencia por la negociación de acuerdos comprehensivos de comercio e inversión —con China hoy relativamente debilitada frente a Estados Unidos—. Son fundamentalmente estos acuerdos —como el TTP (focalizado en el anillo del Océano Pacífico y firmado en octubre pasado), el TTIP (focalizado en el Atlántico, negociado con la Unión Europea y mucho más demorado) o el propio RCEP chino (y sus versiones periféricas: los acuerdos bilaterales en América del Sur)— los que exigen que colectivamente aceleremos la curva de aprendizaje argentino en términos de inserción estratégica.

Los interrogantes entonces son varios, pero señalemos uno: ¿Es siquiera posible una profundización del desarrollo a pesar de una menor atención al proceso de construcción de autonomía? Explicitemos el interrogante: ¿cabe en el gobierno macrista cierto espacio para medidas neodesarrollistas y de diversificación del patrón de inserción, donde el capital externo cumpla un rol clave pero también favorezca la integración del parque industrial nacional? (incluso al costo de cierto “ajuste estratégico”, como dijera Theotonio Dos Santos sobre la experiencia de Juscelino Kubitschek como presidente brasileño entre 1956 y 1961), o ¿sólo puede esperarse una alternativa actualizada del esquema de “alineamiento automático” que tuvo lugar durante el periodo neoliberal y que limitó la autonomía a un discurso legitimador y a la integración regional a una dimensión comercial, hasta conducir a un rápido colapso del modelo de acumulación argentino y una crisis de su sistema representativo?

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En una palabra, queda por ver si lo esencial de la expectativa bonzai de continuidad que supo crear Macri tiene asidero: si la inserción argentina en los ecosistemas globales de innovación se hará (o no) aprovechando, preservando y ampliando los márgenes de error, de autonomía y de creatividad que el país ha construido (y recuperado) hasta la fecha, a partir de las mejores políticas exteriores y políticas económicas impulsadas durante los gobiernos kirchneristas. El horizonte, superadas las turbulencias del corto y mediano plazo, es bastante inmejorable. El piso argentino no es tan bajo como el macrismo admite, pero a su vez, el techo es mucho mayor de lo que el propio kirchnerismo quizá se atrevió a imaginar.

Aquí corresponde un paréntesis. Es cierto que durante los últimos 12 años se ha planteado una fuerte apuesta a la dimensión política del proceso de integración (como instrumento sistémico preferido para la inserción estratégica argentina), pero también lo es que ello no se vio acompañado de una activa política comercial, ni externa ni intrazona, sino de un proteccionismo más bien reactivo y sintomático que no logró innovar en sus formas ni alcanzar todos sus objetivos. Sin embargo, entre sus logros sí se encuentran nada menos que la recuperación del empleo, el mercado interno y la apuesta por la innovación endógena.

Creemos que para capitalizar experiencias y oportunidades, el país precisa una nueva racionalidad estatal

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Creemos que para capitalizar experiencias y oportunidades, el país precisa una nueva racionalidad estatal, la cual podría partir de los aportes del brasileño Amado Cervo —que delinea las funciones de un Estado “logístico”— y de la italiana Mariana Mazzucato —que señala las virtudes de un Estado “emprendendor” e “innovador”—. La síntesis, la configuración de un Estado logístico-emprendedor argentino como un nuevo paradigma de desarrollo autónomo, es hoy más posible que indispensable, pero con el tiempo esa ecuación se irá invirtiendo. Sin embargo, en este punto el macrismo abunda en agudas contradicciones, las cuales no chocan con una “verdad relativa” sino con una verdad autoevidente: de ninguna manera el emprendendorismo de los jugadores privados podrá florecer sin una política estatal agresiva y sistémica en dirección a la autonomía tecnológica. Esto es así hoy en Argentina y en el mundo, y también será así mañana en Marte.

En cualquier caso, una cosa es segura: incluso si el objetivo de lograr un desarrollo autónomo le resultara totalmente extraño al gobierno de Macri, consideramos que lo mejor que puede hacer su fuerza política para lograr su propia supervivencia en el poder —desde un paradigma realista y ante un peronismo que aprende más rápido de lo que respira— es metabolizar sus contradicciones para volcarlas definitivamente en una propuesta neo-desarrollista, única forma de lograr una superación histórica del kirchnerismo en materia de inserción estratégica y garantizarse la renovación de la expectativa popular en las elecciones por venir.

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Comentarios

  1. EL DILEMA DEL LIBRE COMERCIO (TPP)

    el 10/04/2016

    […] to have to decide how we either build, catalyse or join an ecosystem”, escribió. En tal sentido, lo que denominamos “inserción estratégica” no puede ser concebido ya exclusivamente como inserción […]

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