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30 de octubre 2018

Agustín Álvarez R.

ODA A LA DECADENCIA

Tiempo de lectura: 3 minutos

Si “La Conjura de los necios” no fuera el título de la brillante novela John Kennedy Toole podría ser la descripción perfecta de un gobierno de necios – en el mejor de los casos – que conspiran en secreto contra el soberano. (El gobierno de Cambiemos.) Y para que esa conspiración se pueda llevar a cabo los necios se aprovechan de su poder mediático, de la falta de conocimiento de los ciudadanos sobre algunos temas, y también de la propia ignorancia de sus cuadros políticos.

En ese marco, dentro del aprovechamiento de la falta de lectura y el desconocimiento histórico, aparece Luciano Laspina, diputado oficialista y presidente de la Comisión de Presupuesto, y dice que todos los problemas de la Argentina desde 1827 hasta la actualidad tienen que ver con la política fiscal. Sí, leyó bien. El miembro informante del partido de gobierno a la hora de defender el presupuesto (la ley que marca a fuego el modelo político) dijo ante los miembros de la Cámara de Diputados que todos los males del país se reducen simplemente a que durante casi 200 años se ha aplicado una política fiscal equivocada. Y claro, Cambiemos llegó para resolver esa torpeza histórica y poner orden fiscal. El resto, como se deduce, llegará por añadidura.

El miembro informante del partido de gobierno dijo ante los miembros de la Cámara de Diputados que todos los males del país se reducen a que durante casi 200 años se ha aplicado una política fiscal equivocada

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Laspina lo dice seguro. No se sonroja. No le da vergüenza. Lo cree. Está convencido que con sus palabras ilumina no sólo al resto de los diputados sino a todo el pueblo argentino que, como queda claro, ha vivido equivocado. Laspina, está seguro, que con su discurso de 20 minutos en la apertura de la sesión ha puesto luz sobre casi 200 años de oscuridad. Por lo menos la soberbia que acompaña su alocución y las chicanas que suelta al pasar así lo muestra. El diputado macrista que llegó de Santa Fe asegura que a partir de lograr el equilibrio fiscal no habrá más crisis en la Argentina.

El discurso no tiene rigor histórico, tampoco datos que sostengan, más allá de algunos pocos números, la aseveración. Laspina da por descontado que para atacar ese mal centenario que aqueja la Argentina el único camino es el empobrecimiento de los trabajadores, la recesión y el endeudamiento.

Para llegar a esa argumentación Laspina debió entender, por solo mencionar algunos hechos, que la batalla de Caseros no fue un punto de inflexión en la historia del país, que la constante interrupción del orden democrático durante el siglo XX no tuvo consecuencias, que la injerencia de Estados Unidos en la política interna de los países latinoamericanos durante los años 70 es un dato menor, y que el Consenso de Washington no tuvo ninguna consecuencia palpable. Pero lo más probable es que lo ignore.

Nunca es una decisión, siempre es lo que hay que hacer

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La otra parte de la Conjura tiene que ver con convencer al soberano que existe un solo camino. Nunca hay una opción alternativa. Nunca es una decisión, siempre es lo que hay que hacer. El concepto que se esboza en los discursos tiene su correlato en la campaña oficial: Haciendo lo que hay que hacer.

Cuando asumió Macri no quedaba otra opción que devaluar. Luego no quedaba otra que bajar los subsidios, ese era el único camino. En ese entones la supuesta opción era shock o gradualismo. Pero la opción de no trasladar la baja de subsidios a los usuarios no estaba en el menú. Un tiempo después no quedó otro camino que aplicar el shock porque nadie nos prestaba más para pagar la deuda contraída para financiar el supuesto gradualismo. Ahora ya no queda otra opción que la recesión, el empobrecimiento y el cobijo del FMI para terminar con el flagelo del déficit fiscal. Que como ya nos enseñó Laspina es la madre de todos los males de Argentina.

Así las cosas, Mauricio Macri aparece como un mero administrador de un gobierno que deber atravesar caminos tortuosos pero infranqueables. Porque, como sabemos, nunca tuvo otra opción y hace lo que hay que hacer.

A los ciudadanos, entonces, solo nos queda aceptar nuestro destino, convencidos de que el hecho maldito del país es el déficit primario. Sabiendo que aunque los hechos que parecieron haber moldeado el perfil de la patria hubiera tenido otra resolución igual estaríamos parados en este lugar. Que aunque el ejército de la Confederación comandado por Juan Manuel de Rosas hubiera vencido al ejército Grande al mando de Justo José de Urquiza nada hubiera cambiado. Que no hubiera modificado un ápice la situación actual que Juan Domingo Perón hubiera podido terminar su segunda mandato. Que todo sería igual sin importar la sangre derramada por la última dictadura cívico militar. Y que nada sería diferente si Argentina hubiera evitado las políticas del Consenso de Washington que lo empujaron hacia la crisis de 2001. Habría que preguntarle a Laspina, aunque, lo más probable, es que no sepa la respuesta.

solo nos queda aceptar nuestro destino, convencidos de que el hecho maldito del país es el déficit primario

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Comentarios

  1. Andrés

    el 08/11/2018

    Una nota panfletaria, muy por debajo del nivel general de Panamá.

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