
Una ola de histeria y terror recorre la Nación. Pánico y locura en Las Vegas del kirchnerismo. Se cree en la inexorabilidad de un ajuste brutal y solo falta quien diga “todos vamos a morir”. Tranquilos. Pisemos la pelota, miremos la cancha. Siempre se supo que Mauricio Macri iba a devaluar y a tomar deuda. Scioli, con modos más graduales, iba a hacer lo mismo. El fondo de la cuestión es cuánto se afecta al salario real de la población, si se lesiona el mercado interno, si despunta la desocupación. Habrá que mirar si se liberan importaciones o no, para qué se usa la deuda (infraestructura o fuga de capitales) y si esa red de contención que tejió el kirchnerismo -el triángulo virtuoso de paritarias, movilidad jubilatoria y AUH por ley- ataja trapecistas del mercado laboral o no.
Existe hoy un deja vú con “los noventa”. El propósito de esta columna es plantear que no están dadas las condiciones para que ello suceda y sí para una etapa más similar al gobierno de Arturo Frondizi. Para destruir todo lo que construyó Juan Domingo Perón hicieron falta cuarenta años, tres dictaduras y la traición de su propio partido a sus bases. En cuatro años y sin sangre no se lograba. Mauricio Macri gobernará sin mayoría en el Congreso y sin liga de gobernadores amiga. Es un gobierno débil, debe negociar todo.
Para que Menem pudiera llevar adelante las privatizaciones y la destrucción de la industria nacional tuvieron que existir lo que los cientistas sociales llaman “condiciones necesarias”, que por sí solas no alcanzan para generar un hecho social, pero sin ellas es imposible. Esa bomba de tiempo llamada tipo de cambio 1 a 1 fue aceptada por el pueblo argentino porque significó el fin del tormento que implicó la hiperinflación. El pueblo argentino no sabía de desocupaciones masivas aún, su miedo era la remarcadora de precios. Las empresas estatales andaban realmente mal -el ejemplo de Entel y lo que tardaban en ponerte un teléfono es el clásico-, no por casualidad ni como parte de esa falsa ley liberal que reza “siempre las empresas estatales funcionan mal”. Por nombrar un caso, YPF fue desfinanciada y endeudada por la dictadura y así cualquier empresa anda mal. El argumento de las privatizaciones fue mejorar el servicio y pagar deuda externa, ambas herencias de la dictadura.
Tampoco se puede dejar pasar que tanto la liberalización del comercio que destruyó la industria nacional como las indignidades de Carlos Menem en política exterior se dieron en el marco de la caída del muro de Berlín, el fin de la URSS y la hegemonía absoluta de Estados Unidos en la arena mundial. Ese mundo no existe más. Los BRICS y el Mercosur seguirán estando allí durante la presidencia de Mauricio Macri.
Estamos más cerca de un escenario como el de 1958 con Arturo Frondizi. No fue casual que tanto Daniel Scioli como Mauricio Macri hicieran campaña con el lema del “desarrollo”. La etapa kirchnerista se caracterizó, al igual que los primeros gobiernos del general Perón, por un avance del Estado sobre el mercado y una clara vocación de inclusión social. Si Juan Perón fue 100% estatal, Arturo Frondizi apostó a una economía mixta, abriendo espacios de rentabilidad al mercado. Un ejemplo fue la industria automotriz de Córdoba, otro “la batalla del petróleo” para radicar capitales privados que permitieron el autoabastecimiento energético con inversiones que YPF no estaba en condiciones de realizar. No por nada Perón quiso pactar con la Standard Oil.
Cualquier peronista sabe que el gobierno de Frondizi no fue una panacea. Hubo proscripción política, presos y represión con el Plan CONINTES (que creó Perón pero implementó Frondizi), privatizaciones emblemáticas como el frigorífico Lisandro De La Torre en el barrio de Mataderos o el inicio del desmantelamiento de la red ferroviaria argentina. Sin embargo, visto a la perspectiva, hay una enorme diferencia entre los gobiernos post-Perón y lo que luego fue la dictadura 1976 y el menemismo. La dictadura de Onganía hizo la represa de El Chocón en Neuquén e hizo cuestión de estado la creación de la empresa de aluminio Aluar. Visto a la distancia fueron industrialistas y no por nada el momento cúlmine del desarrollo argentino fue el año 1974, durante la tercera presidencia de Perón, con el menor índice de desocupación y el mayor salario real de toda la historia. El problema de esa época era político, no económico.
Volvamos. Mauricio Macri va a ampliar los espacios del mercado. Fuerte. Pero parte de un grado de estatalidad importante. Tiene otra visión de la economía, otros intereses y otros negocios, pero no debe verse como una “mala persona” que viene a “hambrear a la gente”. ¿Quién desea ser gobierno, fracasar e irse en helicóptero en dos años? Por subestimarlo así también fue que ganó. No hay plafond social para reprivatizar YPF, Aerolíneas Argentinas, Anses. ¿Alguien se imagina una campaña presidencial donde talló fuerte el 82% móvil derivando en el congelamiento de las jubilaciones? ¿Realmente se avizora el fin de las paritarias sin que Moyano haga nada, ni “los muchachos” se junten? Es verdad que el fallo de la Corte Suprema atenta contra la Anses, pero contra una Anses injustamente financiada. Hay otras formas de financiarla que no sea lesionando el federalismo y perjudicando a las provincias o a los trabajadores con el impuesto a las ganancias. Es cuestión de imaginación, creatividad e iniciativa política, en un Congreso dividido donde todos querrán decir lo suyo e imponer agenda y Massa aspira a ser el fiel de la balanza.
Hay que poder distinguir entre las columnas, los pilares que deja el kirchnerismo en forma de políticas públicas y las cortinas de plástico, esa enredadera de “programas” que creció adherida al estado y que seguramente Mauricio Macri fumigue. Para bien o para mal, tiene la legitimidad de los votos. Eso no habilita confundir lo principal con lo secundario.
Un caso testigo, Aerolíneas Argentinas. Si Macri se la “entregase” a LAN y aún sin privatizarla bajará frecuencia de vuelos a destinos no comerciales como, digamos, Catamarca o Chubut… ¿creen que los gobernadores con sus senadores no tendrán nada que decir en un Senado de mayoría opositora a Macri? Es ahí donde se juega el partido y existe la oportunidad de recomponer un sistema político equilibrado, que exija lo mejor de cada espacio, donde todos tienen capacidad de bloquear. Las famosas políticas de Estado, que los gringos denominan de acuerdo inter-partidario, son las que perduran en el tiempo. Nadie va a poder hacer lo que se le cante y todos -gobernadores, sindicatos, diputados- tienen un pedazo de la manija. Justo al revés que con el 54%.
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Comentarios
Sebas
el 09/12/2015Interesante lectura de lo que viene, libre de cualquier vaticinio lilista.
Claudio Reese
el 02/01/2016El que escribe este articulo donde estudió?
O es boludo nomás?
En 6 meses, hablamos.
Sebastián Gomez Azunino
el 01/02/2016No hizo falta 6 meses. Hizo falta un mes y medio.
Sebastián Gomez Azunino
el 01/02/2016Che, el autor de esta nota ya se exilió o pidió disculpas por la estupidez cínica, canchera que escribió? No habían pasado 3 días de gestión del macrismo y la nota ya había quedado absolutamente desacreditada. Caradura y burro. Era más que evidente que la caracterización del gobierno por-venir era complemente errada. Ay, los freelancers…