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12 de febrero 2020

Federico Zapata

Federico Zapata es Politólogo, Director de la Consultora Escenarios y Doctorando en Estudios Internacionales.

LOS FERNÁNDEZ Y EL JUEGO DE LA COOPERACIÓN

Tiempo de lectura: 8 minutos

EL MOMENTO GUBERNAMENTAL

El debate en torno al surgimiento y el triunfo de la coalición denominada “Frente de Todos”, ha tendido a focalizarse en tres dinámicas: los actores que conforman la coalición ganadora (quiénes entran), la agenda de temas que ingresan en la arena gubernamental (con qué entran), y las posibles dinámicas organizacionales del esquema coalicional (cómo se ordenan). 

Con relación a este último punto, se ha especulado sobre las posibles dinámicas que una vez en el gobierno, precipitarían la reorganización del sistema de coalición (coordinación) en un esquema centralizado de poder (ejecución). Al respecto, existen dos hipótesis que postulan escenarios opuestos: por un lado, están los que presagian una disputa de liderazgo que se resolvería en favor de Alberto Fernández, dada la naturaleza de nuestro diseño institucional (presidencialismo); en el otro extremo, están quienes especulan con un corrimiento del poder real desde la figura del presidente hacia la vicepresidenta (vicepresidencialismo). 

Este artículo se propone un abordaje diferente. En concreto, se intentarán generar algunas respuestas provisorias y favorables a la pregunta coalicional central: ¿Es posible cooperar? En otras palabras y parafraseando a Felicity Matthews, entre los estudios focalizados en la conformación de la coalición y los focalizados en la finalización de la coalición, el ensayo se propone trabajar el momento gubernamental, es decir, el día a día de una coalición. 

La pregunta que emerge a partir de la metáfora es si el peronismo es capaz de gobernar a través del ejercicio cooperativo entre dos liderazgos. ¿Estaremos también ante un caso exitoso de coalición gubernamental cooperativa? 

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¿Qué hipótesis y estrategias aporta la teoría de los juegos para pensar una respuesta favorable y provisoria al desafío del gobierno coalicional? En octubre de 1985 el politólogo norteamericano Kenneth Oye publicó un trabajo titulado “explicando la cooperación en contextos de anarquía”. El texto se preguntaba cómo, en el ámbito de las relaciones internacionales, donde no existe un poder central, los Estados logran cooperar. Efectivamente, el sistema internacional se comporta en algunas instancias como un estado de naturaleza hobbesiano y en otras instancias como un estado de naturaleza lockeano. 

El trabajo de Oye puede funcionar como una metáfora del peronismo. El partido-movimiento se ordena en el poder, pero cuando es oposición, sin un centro ordenador, funciona como una anarquía que alterna entre dinámicas de fragmentación y ejercicios de cooperación. La alianza que forjaron Alberto Fernández (AF) y Cristina Fernández de Kirchner (CFK) es un caso prototípico de ejercicio de cooperación y conformación exitosa de una coalición electoral amplia. La pregunta que emerge a partir de la metáfora es si el peronismo es capaz de gobernar a través del ejercicio cooperativo entre dos liderazgos. ¿Estaremos también ante un caso exitoso de coalición gubernamental cooperativa? 

Kenneth Oye -y la teoría de los juegos en general- ensaya tres dinámicas determinantes en la emergencia o no de dinámicas cooperativas: la estructura de pagos, la sombra del futuro, y el número de jugadores.

LA ESTRUCTURA DE PAGOS

Empecemos por la estructura de pagos. Simplificadamente, la estructura de pagos se define como los beneficios de cooperar versus los incentivos de defeccionar en una ronda del juego. No estamos hablando de armonía. Allí donde existe armonía, la cooperación no es necesaria para la realización de beneficios mutuos. La cooperación es un ejercicio necesario para la obtención de beneficios mutuos justamente cuando no existe armonía. Varios puntos al respecto. 

Desde el punto de vista organizativo, la presencia de un “gabinete integrado”, lejos de presagiar un problema de gestión, funciona como un aliciente tangible e intangible en post de la cooperación. En otras palabras, el gabinete mixto es un incentivo que evita la defección de los grupos involucrados. Una estructura disociada de poder -por ejemplo, el Albertismo en el ejecutivo y el Cristinismo en el legislativo- hubiese implicado condiciones adversas a la generación de beneficios mutuos. Todos adentro. Todos jugando. Mejor el Fernandismo como una identidad híbrida que el Albertismo y el Cristinismo como identidades puras. 

Desde el punto de vista cognitivo, el fracaso del programa liberal de Cambiemos -como aquel fracaso del 2001- facilita la emergencia de un diagnóstico y un set de políticas compartidas al interior del peronismo. El experimento de la Alianza (UCR + FREPASO) es un contraejemplo: una coalición en donde el mercado de ideas aún permitía caminos divergentes en materia de diagnóstico y programa económico, a tal punto que una vez en el gobierno, la experiencia terminó en la convocatoria del que había sido el Ministro de Economía e ideólogo del modelo que la Alianza se proponía superar. 

Desde el punto de vista del liderazgo, la estabilidad del duopolio (AF + CFK) se ve favorecida por la presencia en la Presidencia de un liderazgo inclusivo entrenado en la práctica de la negociación y el consenso. El experimento sería imposible sin Alberto, el “Presidente Primer Ministro”. Un liderazgo dominante y/o ajeno al barro de la diplomacia partidaria, no constituiría un presagio alentador. 

Todos adentro. Todos jugando. Mejor el Fernandismo como una identidad híbrida que el Albertismo y el Cristinismo como identidades puras. 

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Desde el punto de vista de la dinámica del juego, es fundamental que las señales de la cúspide sean claras en relación con los jugadores menores. En el “juego del ciervo cazado”, si todos cooperan atrapando al ciervo, el peronismo puede reconstruir y proyectar su poder. Si alguno de los jugadores defecciona para cazar un conejo, el ciervo se escapará. El defector comerá menos y el no-defector no comerá nada. Como es mejor “conejo en mano” que “ciervo en el arbusto”, la tentación de defeccionar es grande. Entonces, la cooperación sólo será posible si todos los jugadores de la organización comparten un solo libreto: cooperar. 

En el mismo sentido, el peronismo deberá des-erotizar los perfiles duros hacia el interior de la construcción. En el “juego de la gallina”, dos conductores se enfrentan en una calle de una sola mano en direcciones opuestas. Si uno se tira a la banquina y el otro continúa por la carretera, la reputación del primero será de gallina y la del segundo de héroe. Como es mejor ser héroe que gallina, las tentaciones para que ninguno se tire a la banquina y, por lo tanto, se produzca una colisión, son grandes. Entonces, el experimento Frente de Todos deberá construir una ética colectiva al interior de la gestión que evite las confrontaciones épicas y premie la negociación informal y los acomodamientos.   

LA SOMBRA DEL FUTURO

La sombra del futuro implica introducir una cuota de realidad en la modelización de juegos. Si los agentes solo interactúan en un juego de una sola partida, los incentivos para defeccionar serían altos. Si los agentes están envueltos en un juego con interacciones repetidas, los incentivos para cooperar aumentan. Entonces: ¿Qué factores aumentarían la sombra del futuro y por lo tanto las presiones cooperativas del Frente de Todos? 

Primero, la capacidad de la coalición para ordenar la economía. En palabras del positivista Comte, orden es progreso, pero también es futuro. Segundo, la presencia de una oposición fuerte con posibilidades ciertas de retomar al poder. Una amenaza -creíble- es siempre un factor de cohesión. Tercero, la presencia de un proyecto de construcción de poder generacional es siempre un factor de trascendencia en las fuerzas políticas. La emergencia de liderazgos con responsabilidades gerenciales y construcciones territoriales en el Frente de Todos, tales como los de Máximo Kirchner, Sergio Massa, Eduardo de Pedro, Axel Kicillof, Santiago Cafiero, Luana Volnovich y Mayra Mendoza, entre otros, funcionan amplificando la sombra del futuro, y por añadidura, los incentivos cooperativos al interior de la coalición. Cuarto, la posibilidad de un segundo mandato. Quinto, la presencia de liderazgos alternativos electoralmente competitivos al interior de la coalición. 

Cuatro de cinco condiciones se encuentran presentes en la dinámica de la coalición Frente de Todos: oposición fuerte, trascendencia generacional, posibilidad de segundo mandato, liderazgos electorales alternativos. La gran incógnita será la capacidad de gestión económica.  

EL NÚMERO DE JUGADORES  

En relación con el número de jugadores, que el liderazgo funcione como una díada y no como un sistema multipolar facilita la cooperación. A medida que la cantidad de jugadores relevantes aumenta, la probabilidad de cooperación disminuye. Los juegos bipolares -dos jugadores- siempre facilitan los acomodamientos y la cooperación. En primer lugar, porque reducen los costos de información necesarios para identificar oportunidades. En segundo lugar, porque simplifican la comunicación y la negociación. No es lo mismo ponerse de acuerdo entre dos que ponerse de acuerdo entre cinco. En tercer lugar, porque los juegos bipolares reducen las posibilidades de defección. Por el contrario, los juegos multipolares -de tres o más jugadores- aumentan la propensión de defecciones autónomas, así como los problemas de control y reconocimientos de dinámicas defectoras. En cuarto lugar, a medida que los jugadores relevantes aumentan, la capacidad de la coalición para sancionar a defectores disminuye. En otras palabras, las estrategias de reciprocidad se complejizan. Por el contrario, en un juego de solo dos jugadores, el “toma y daca” funciona bien debido a que los costos de defección están concentrados.

el duopolio estratégico acordó un equipo competitivo y capacitado para ocupar la pirámide de los cargos jerárquicos (los ministros), y “la política” se encargó de definir el resto del organigrama. Como resultado, al interior de cada ministerio ha quedado configurado un complejo sistema de lealtades cruzadas. La coalición atraviesa transversalmente todas las dependencias.

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FINAL ABIERTO: LA POLÍTICA BUROCRÁTICA

Graham Allison definió el juego de la política burocrática  como una negociación a lo largo de canales regularizados entre jugadores posicionados jerárquicamente en el gobierno. Es decir, la perspectiva de la política burocrática  busca separarse de la idea de gobierno como actor unitario y centralizado, y analizar en cambio, el comportamiento gubernamental como el resultado de juegos de negociación. 

En palabras de Allison “no existe algo así como un actor racional unitario, sino muchos jugadores, que no se centran en un tema central sino en una multiplicidad de problemas intra-nacionales, y que no comparten un set común de objetivos estratégicos sino una variedad de concepciones sobre los objetivos nacionales, organizacionales y personales”. En última instancia, a medida que se desciende por debajo de la máxima jerarquía organizacional, la decisión se parece cada vez menos al modelo planteado por la elección racional, y más al tráfico, tire y afloje que caracteriza a la política

En el caso concreto bajo análisis, el duopolio estratégico acordó, en líneas generales, un equipo competitivo y capacitado para ocupar la pirámide de los cargos jerárquicos (los ministros), y “la política” se encargó de definir el resto del organigrama. Como resultado, al interior de cada ministerio ha quedado configurado un complejo sistema de lealtades cruzadas. En otras palabras, la coalición, en lugar de repartir ministerios completos, prefirió edificar ministerios híbridos desde el punto de vista de la composición coalicional. Es decir, la coalición atraviesa transversalmente todas las dependencias. 

Este esquema organizacional plantea un inmenso desafío: lograr que el sistema de cooperación establecido en la cúspide se universalice y colonice la cultura organizacional de los ministerios. No trabajar fuertemente en esa fina alineación, puede producir una paradoja deconstructiva: la micropolítica  de la gestión puede terminar estropeando el plan que se ha fijado la macropolítica  de la estrategia. En concreto, la coalición tiene que dejar en claro a los mandos medios e inferiores, que al interior de cada ministerio manda el ministro, que al interior del Gobierno manda el Presidente-Primer Ministro, y que al interior del proyecto político mando el duopolio. De como termine de hacerse cuerpo o no esta dinámica organizacional compleja, depende en gran medida de la capacidad del gobierno para edificar capacidades de gestión sólidas para proyectar e implementar una política estratégica de desarrollo nacional. Una de las instituciones más antiguas de la humanidad, la Iglesia, debe su permanencia, entre otras cosas, a la comprensión cabal de esta dinámica organizacional: que el hombre no separe lo que ha unido Dios. O en términos de política organizacional, que la política burocrática no separe lo que ha unido la política estratégica.

Este esquema organizacional plantea un inmenso desafío: lograr que el sistema de cooperación establecido en la cúspide se universalice y colonice la cultura organizacional de los ministerios. Sino, la micropolítica  de la gestión puede terminar estropeando el plan que se ha fijado la macropolítica  de la estrategia

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En síntesis: en contra de las dos líneas argumentativas que se han instalado en el debate público (crisis inminente de la coalición electoral al ingresar a la dinámica gubernamental a través de la cristalización del tradicional hiperpresidencialismo o alternativamente, emergencia de un novedoso vicepresidencialismo), existen, de acuerdo con las herramientas analíticas que nos proporciona la teoría de los juegos, condiciones de posibilidad para la configuración de un esquema coalicional gubernamental de tipo de cooperativo. Son condiciones precarias y contingentes. La conciencia sobre ellas es un punto de partida imprescindible para diseñar e implementar estrategias de fortalecimiento que deben partir por definir con claridad los circuitos de autoridad de gestión, que no necesariamente deben solaparse con los circuitos que marca la autoridad política. Parafraseando una máxima histórica, solo la organización -y la gestión- vencen al tiempo. 

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