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12 de marzo 2018

José Muzlera

LA UNIÓN DEL ESPANTO QUE ABONÓ LA SEMILLA DEL VOTO MACRISTA

Tiempo de lectura: 11 minutos

Cuando la 125/8 puso un techo al precio de la soja -que por ese entonces parecían no tener límites- y con esto a la fantasía de acumulación de los productores, un oficialismo empoderado durante un lustro y medio, con un discurso político nacional y popular y con necesidades de caja, subestimó las fantasías de las libertades individuales -simiente del liberalismo que triunfó en las urnas en 2015-. Cristina Fernández de Kirchner convirtió, a través del discurso, a muchos de sus aliados en aliados políticos de un enemigo al que erróneamente pensó derrotar, reconfigurando así el mapa de los actores políticos. Se estableció -al menos temporariamente- un modo de hacer política que ponderaba más la confrontación que la negociación, dicotomizando la escena se reabre “la grieta” que estaba en estado de latencia.

Producto de una perspectiva temporal de 10 años -y reflexiones colectivas de un antiguo espacio de trabajo del IIGG de la UBA construido con colegas con los que ya no comparto cotidianeidad y con mis actuales colegas del CEAR-UNQ- lo que sigue repasa uno de los conflictos socio políticos de mayor envergadura de la historia argentina de las últimas décadas y postulan una hipótesis que ayuda a entender el gran nivel de movilización social que acabó en el primer gran revés que sufrió el kirchnerismo a pocos meses de que Cristina Fernández hubiese asumido la presidencia. Presentamos también la hipótesis de que fue este conflicto el hecho social que comenzó a abonar el voto con el que, en 2015, sería electo Mauricio Macri, representante de la derecha argentina.

Sostenemos que el conflicto desatado el 10 de marzo de 2008, con la Resolución 125/8 del Ministerio de Economía, conocido como “Conflicto del Campo” o “Conflicto Campo/Gobierno” no fue producto del aumento de las retenciones, fue producto de la desarticulación simultánea de dos fantasías: 1) el reconocimiento social de los pequeños empresarios agrarios, emprendedores, como sujetos salvadores de la patria; 2) la idea de que seguir acumulando era el resultado de acciones y libertades individuales.

un oficialismo empoderado durante un lustro y medio, con un discurso político nacional y popular y con necesidades de caja, subestimó las fantasías de las libertades individuales

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El contexto

Durante la década de 1990 el sector agropecuario pampeano, emblema del sector agroexportador argentino, a pesar del aumento de su productividad y de sus permanentes records de producción, experimentó un fuerte proceso expulsivo. Para darnos una idea, el 30% de las explotaciones desaparecieron en esos años y casi todas fueron pequeñas y medianas. Es cierto que las que sobrevivieron fueron las que se reconvirtieron incorporando capital y tecnologías, pero no fue menos cierto que también los productores que se fundieron fue por no poder pagar deudas de créditos que habían tomado para incorporar tecnología y seguir produciendo. El nuevo modelo les exige a todos, pero sólo le da lugar a algunos. Los ´90 del pasado siglo XX fue la década donde el gran capital logró terminar de penetrar en todas las relaciones sociales del agro y donde los ganadores se exhibían socialmente con un orgullo. Parte del proceso de reconversión sistémica implicó que muchos de los ex chacareros se sintieran orgullosos de su nueva identidad empresarial y renegasen de la “etiqueta” chacarera que se había devaluado socialmente.

Como señalaba Karl Polanyi en La gran transformación, cada mercantilización ha dado lugar a grandes disrupciones sociales y políticas acompañadas de desplazamientos masivos de población, desaparición de comunidades enteras, caos y desorden. Si no se interviene, seguía Polanyi, el capitalismo crea, no sólo una economía de mercado si no, una sociedad de mercado donde todo lo que es básico para la supervivencia se transforma en mercancía. En sintonía con esta idea, en sociedades agrarias como la pampeana, con (hasta fines de los ´80 del siglo XX) rémoras de relaciones sociales complejas que yuxtaponían la dominante economía de mercado con otras lógicas, la nueva mercantilización dificulta la supervivencia de su gente y sus explotaciones, la penetración capitalista de los 90 en el agro fue una gran transformación disruptiva y creadora, no sólo de nuevas técnicas productivas, si no también de nuevos valores sociales entre los cuales el “tanto tienes, tanto vales” ascendió notablemente en la escala de valores.

Los ´90 del pasado siglo XX fue la década donde el gran capital logró terminar de penetrar en todas las relaciones sociales del agro

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Una encuesta realizada en el marco del proyecto PICT 38014 (2007-2010) “Crisis de la agricultura familiar: impactos sociales, económicos, culturales y políticos en tres comunas rurales de la región pampeana” dirigido por las Dra. Carla Gras y la Dra. Karina Bidaseca, a partir de una muestra representativa en 3 pueblos del sur de la Prov. de Santa Fe (Bigand, Alcorta y Maciel) durante el 3er trimestre de 2007, arrojó como resultado que en Maciel, el más inserto de los 3 en la dinámica del nuevo modelo agropecuario, los niveles de pobreza alcanzaban el 31% de la población superando los niveles de la ciudad de Rosario (25%). Si tomamos las 3 localidades en conjunto el resultado es un poco mejor (el 14% de los hogares son pobres, pero un 29.4% de hogares en riesgo de caer en la pobreza), reforzándose así la hipótesis de que a medida que el modelo avanza la cantidad de expulsados también.

La resolución 125/08 publicada por el Ministerio de Economía de la Nación -en ese entonces bajo la titularidad de Martín Lousteau- vino a modificar el esquema de retenciones a las exportaciones agropecuarias (un impuesto a las exportaciones agrarias y sus derivados que a lo largo de la historia argentina fue instaurado intermitentemente con distintos objetivos). La conflictiva medida tuvo como particularidad que no sólo subía a 41% las alícuotas a las exportaciones de granos -que por ese entonces para las soja eran del 35%- si no que instauraba un esquema de retenciones móviles que preveía una quita del 95% de todo incremento por sobre los 600 U$s/ton. De inmediato, en diversos puntos del país, sobre todo en la región pampeana, productores, contratistas de maquinaria, y otras personas vinculadas a la actividad agropecuaria, que no se sentían representados en ninguna de las cuatro entidades del agro que conformaron la llamada mesa de enlace (CONINAGRO, CRA, FAA y SRA), salieron a cortar las rutas de sus localidades. Numerosas entrevistas a los manifestantes, resaltaban que al motivo de la modificación en el esquema impositivo, pronto se sumó la indignación de ser llamados oligarcas, por parte del gobierno nacional. Fueron elementos culturales -donde lo que se disputaba era el prestigio social, el lugar en la jerarquía social de cada uno de los sectores, la legitimidad del poder decisión de cada uno de los involucrados- los que terminan explicando la magnitud de la reacción que para muchos era desmedida por una modificación en el sistema de retenciones (que hasta preveía una baja si los precios de los comodities descendían).

Numerosas entrevistas a los manifestantes, resaltaban que al motivo de la modificación en el esquema impositivo, pronto se sumó la indignación de ser llamados oligarcas, por parte del gobierno nacional

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Asambleas en las rotondas de los pueblos, siguiendo permanentemente los comunicados de la mesa de enlace, y con una conexión creciente entre autoconvocados de distintas localidades, resolvían a diario: las acciones a seguir y de algún modo le marcaba la agenda a la Mesa de Enlace.

Los múltiples cortes de ruta, el lockout, los cacerolazos, la gran difusión de los medios masivos de comunicación, las marchas en el Monumento a los Españoles en la Ciudad de Buenos Aires y acto que la Mesa de Enlace organizó en el Monumento a la Bandera en la Ciudad de Rosario el 25 de Mayo (“el contra acto”) desafiando al Gobierno Nacional, que organizó los actos oficiales en la ciudad de Salta -a ver quien convocaba más público-, produjeron impulsado por el Gobierno Nacional una profundización y clara polarización del conflicto.

La importancia que éste tomó en la opinión pública llevó a que la presidenta de la Nación enviara La 125 (como pasó a llamársela) al Congreso de la Nación con la intención de darle legitimidad y poner fin al “conflicto con el campo”; el cual políticamente le estaba costando -al gobierno nacional- mucho más caro de lo que la mayoría de los analistas y los altos funcionarios estatales pudieron prever en sus comienzos (incluyendo la tardía renuncia del Ministro de Economía).

el conflicto con el campo le estaba costando al gobierno nacional mucho más caro de lo que la mayoría de los analistas y los altos funcionarios estatales pudieron prever

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Lo que pocas semanas ante era impensado -ya que el oficialismo contaba con mayoría en ambas cámaras- sucede a altas horas de la madrugada del 17 de julio de 2008. En ese entonces -después de 119 días de desatado el conflicto-, el vicepresidente de la República, presidente del Senado, se ve obligado a desempatar la votación. Julio Cobos, con su voto “no positivo”, votó en contra del proyecto oficial. No haber podido convertir en Ley Nacional la conflictiva resolución, llevó a la derogación de la misma, a una nueva etapa y un nuevo mapa de fuerzas políticas comienza a reconfigurarse en la Argentina

Cómo entender el conflicto

10 años de perspectiva temporal nos permiten complejizar algunas de aquellas primeras ideas orientadas a entender ese gran despliegue de fuerzas sociales que le torcieron el brazo al oficialismo, pusieron fin a la 125/8 (la cual pocos meses después hubiese llevado a una reducción automática de las retenciones por la caída en el precio de la soja) y reabrieron una herida en la sociedad argentina (entre sectores populistas y neoliberales) que no ha vuelto a sanar y que posicionó el péndulo de lado de la derecha.

La primera cuestión a presentar es la paradoja de la no política; o sea, hacer política negando la misma, un modo de acción política que en la última década se ha mostrado muy eficaz. ¿Qué es la política? Es ese conjunto de acciones orientadas a modificar o sostener un modo de vida, una cultura, un modo de organización social, un modo de acumulación y explotación. Por ende, la política es ideología, es idiosincrasia, es ética y es cultura. Discutir en algún café, sobremesa o red social sobre alguna acción del aparato estatal, participar de un encuentro partidario, manifestarse en las urnas o en una marcha (aún sin banderas partidarias) y cacerolerar son acciones políticas. No hay políticas estatales (o manifestaciones colectivas orientadas a influir en ellas) que sean ideológicamente neutras. Más allá de los aciertos -o yerros- predictivos con que las Ciencias Sociales puedan contribuir a los intentos de regulación por parte del Estado o a las acciones colectivas de la sociedad civil, la intervención en lo social es necesariamente política. No existen las acciones orientadas a sostener o transformar algún rasgo de nuestro modo de vida colectiva o de nuestra forma de organizarnos que sea no política.

la paradoja de la no política; o sea, hacer política negando la misma, un modo de acción política que en la última década se ha mostrado muy eficaz

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En Argentina, tal vez por las reiteradas frustraciones de los sectores civiles en sus movilizaciones y concurrencias apasionadas a las urnas que con el paso del tiempo no produjeron los resultados que se esperaba, el significado de la política se tiñó de una connotación negativa. El significante “política” se asoció a corrupción, egoísmo y negocios oscuros, cercenando parte de su significado. De este modo se pasó de un entusiasmo político a una toma de postura, en particular de las clases medias, que se autodefinía como apolítica. De este modo se sostienen políticas maquilladas de resoluciones científico técnicas con pretensiones de neutralidad y con un telón de fondo que supone una voluntad general al estilo rousseauniana (una contrato social en el que los individuos al ser parte de un todo -la sociedad- estén siempre cuidados y protegidos ya que el todo no iría en contra de sus partes) negando así los estructurales conflictos de clase.

Si nos remontamos a aquellos días de comienzos de 2008, numerosos pequeños y medianos empresarios que estaban en los cortes de ruta sostenían que trabajando en equipo todos ganan y que al interior de la cadena productiva agraria no había conflicto de clases. Una idea aún más llamativa, al menos para quien escribe estas líneas, era ver empresarios que reconocían su capacidad de acumulación, las desigualdades sociales y la necesidad de redistribuir, pero no veían en el Estado una institución legítima para esto. Nos hemos encontrado con empresarios que sostenían económicamente toda la etapa de educación formal (universitaria inclusive) de alumnos que no podían costearla, pero que se negaban a pagar sus impuestos; con empresarios que sostenían económicamente comedores y hasta escuelas, pero que consideraban a las retenciones y al IVA como ilegítimos, con el agravante de un Estado del que sostenían que estaba totalmente corrompido. No sólo los empresarios tenían esta visión. En los cortes de ruta encontramos también organizaciones de perfil popular como la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) y de otro extracto ideológico como El Foro Republicano y defensores y trabajadores de las AFJP. De esta forma había un discurso que, en el medio de cortes de ruta y medidas de fuerza de alcance nacional orientadas a torcer la voluntad del oficialísimo, negaba su carácter político. Siete años después, Mauricio Macri, gana las elecciones presidenciales con una campaña en la que prometía la revolución de la alegría y el fin de las diferencias políticas y sociales por medio de una administración tecnocrátrica. En la campaña presidencial, el candidato que resultó ganador, se definía como un no político. Somos muchos los que creemos que el primer triunfo en las urnas argentinas del neoliberalismo fue una suma de votos neoliberales y votos en contra de Cristina Fernández de Kirchner y ese modo de hacer política de confrontación abierta.

Una idea aún más llamativa era ver empresarios que reconocían su capacidad de acumulación, las desigualdades sociales y la necesidad de redistribuir, pero no veían en el Estado una institución legítima para esto

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Las fantasías del selfmademan y el superman

Las voces que por aquellos días se alzaban en las rutas expresaban su indignación por el la ilegitimidad del esquema de retenciones móviles al que consideraban “un robo por parte del Estado” y porque el discurso oficial etiquetaba de oligarcas a los productores agrarios.

Respecto a la queja por el aumento del impuesto a las exportaciones: si bien es cierto que en lo inmediato las retenciones a la exportación de soja aumentaban de 35% a 41% no es menos cierto que desde que Eduardo Duhalde, en febrero de 2002, reinstaló las retenciones a las exportaciones agropecuarias, que habían caído en desuso desde la presidencia de Raúl Alfonsín, éstas habían aumentando reiteradas veces. Cada suba originaba una protesta de poca envergadura que pronto era olvidada por todos. ¿Por qué entonces, en marzo de 2008, las cosas fueron tan distintas? Nuestra hipótesis es que lo cualitativamente diferente no fue el aumento circunstancial sino la confirmación de una radical regulación estatal en las ganancias de los productores a partir de un esquema móvil que imponía un 95% para todo monto por arriba de los USD/ton 600. Esto era casi un precio máximo a la soja (que parecía estar experimentando un aumento permanente) terminando de este modo con la ilusión de los productores de “si la soja sigue aumentando, aplicando tecnología e insumos, podré aumentar los márgenes de ganancia”. Ya no eran ellos y el mercado -que por anónimo y desregulado se convertía en legítimo-. El Estado marcaba a fuego su intervención y el tope de las ganancias de los productores… o tal vez algo peor porque la 125/8 no consideraba las ganancias sino el precio FOB ignorando los costos. Hubo voces, por aquellos días, que justificaban y explicaban la envergadura de la protesta en que la conflictiva resolución se justificó en el precio de los granos y no en la rentabilidad de los productores, que en las últimas dos campañas había experimentado mermas por el aumento de los costos (tanto de insumos como del alquiler de la tierra), pero dado que el esquema de retenciones anteriores tampoco estuvo justificado en la ganancia de los productores no puede ser este el factor que ayude a entender la dimensión de las protestas que originó la 125/8.

lo cualitativamente diferente no fue el aumento circunstancial sino la confirmación de una radical regulación estatal en las ganancias de los productores a partir de un esquema móvil que imponía un 95% para todo monto por arriba de los USD/ton 600

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Los productores agrarios de comienzos de siglo, habían hecho carne el discurso del individualismo y las responsabilidades individuales. Eran productores socializados en la lógica que cada uno es y debe ser responsable de su propia biografía y la conflictiva resolución iba en contra de esto. Los sectores agrarios pampeanos medio se han caracterizado, al menos desde la mitad del siglo XX, por una accionar de matriz fuertemente individualista. Esto se incrementó con el desarrollo de instituciones, en principio de un perfil más técnico como AACREA y APRESID. Los productores, además de creer en la No política y el Bienestar general, entienden que son y deben ser responsables de su propio destino, la definición de individuo moderno. De este modo, se lleva al extremo la propuesta del liberalismo de las libertades individuales. Para esta filosofía política, la intervención estatal en la economía es siempre negativa, pero cuando tienen montos fijos… vaya y pase, pero la 125/8 llevaba esta intervención a un nivel inaceptable explicando, en gran medida, la magnitud del conflicto.

Conclusiones

La controvertida 125/8, fue una bisagra en la historia económica y social argentina de la primera parte del s. XXI. El oficialismo populista apostó fuerte a su sostenimiento y luego de dos meses de conflicto sostenido sufrió su primer gran derrota en manos de un discurso neoliberal, con velamen apolítico, que terminó ganando en las urnas 2015.

como dijo Eduardo Buzzi, por entonces dirigente de la Federación Agraria, refiriéndose a la Mesa de Enlace: “No nos une el amor, si no el espanto”

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La estrategia política y discursiva del kirchnerismo (que en nuestra opinión lanzó la 125/8 más por una necesidad de caja que por otras razones y que fue siendo justificada a lo largo del conflicto con distintos argumentos) propuso simplificar un caleidoscopio de actores, necesidades, posibilidades e intereses. Esto llevó a que como dijo Eduardo Buzzi, por entonces dirigente de la Federación Agraria, refiriéndose a la Mesa de Enlace: “No nos une el amor, si no el espanto”. Este fortalecimiento del enemigo terminó siendo contraproducente y fortaleciendo el discurso de las libertades individuales. Junto con estas, se destaca también una forma falaz de hacer política, la acción política por medio de la negación de la misma. Una estrategia que se la viste de justificaciones técnicas que en tanto técnicas estarían al margen de la corrupción y los intereses sectoriales. Esta situación fue reforzada por la ilusión, que crea el neoliberalismo, de que al abandonar el estado las acciones redistributivas todos estaríamos en condiciones de igualdad y por lo tanto de responsabilidad ante nuestro éxito o fracaso.

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