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29 de junio 2016

Julieta Mortati

La posibilidad del Ménage à trois

Tiempo de lectura: 7 minutos

Un domingo a la noche recibí el mail de un amigo que me decía:

“Julieta:

A riesgo -que bien vale ;)- de horrible ofensa, por la que desde ya te pido disculpas; te hago una propuesta que me haría feliz que aceptaras, pero cuyo rechazo no cambiaría nada entre nosotros.

Con XXX, a quien alguna vez te presenté, tenemos ganas de hacer un Ménage à trois. Algo amoroso, no sólo una chanchada. Vos nos gustás mucho a los dos, así que estás formalmente invitada.”

Yo estaba en la cama a punto de irme a dormir cuando solté una carcajada inevitable. Mi novio, que ya me esperaba acostado para ver una película, me preguntó de qué me reía, le conté y me dijo que él también quería hacer un trío… Dejamos la película para otro día.

A la mañana siguiente, le respondí el mail diciéndole que le agradecía la propuesta y que apreciaba el intento de presentar a su amiga con doble apellido como si eso fuera a cambiar algo. Le pedí que me contactara con ella porque quería escribir sobre esto. Recordé que hacía poco había visto Love, la serie de Netflix, en cuyo primer capítulo, dos chicas le proponen a Gus, un nerd de treinta años, hacer un trío. Él se presta al juego hasta que se entera de que son hermanas y salta de la cama porque le parecía estar cometiendo incesto. Después leí por ahí que se había lanzado la app 3nder para “swingers, bisexuales, curiosos y experimentados que son discriminados por la sociedad como lo eran los gays hace quince años”. Su website dice que su objetivo es “expandir la visión de la sexualidad de la gente y de las relaciones” y “hacer una evolución en materia de aceptación social”.

Le pregunté a mi amigo si hacer tríos estaba de moda. Me respondió:

-Yo, la verdad, es que lo hacía con cierta frecuencia a mis 20. Por ahí es algo de esa edad. Ahora hace un montón que soy viejísimo y aburridísimo. XXX, que es insoportablemente joven, es la que apareció con la idea. Veremos cómo nos va.

-¿Tiene que ser con una chica o también lo harías con un chico?

-No sé si lo haría. Creo que sí. Me interesa. Pero la genitalidad masculina es tan… exterior, que me da un poco de cosa.

Vos nos gustás mucho a los dos, así que estás formalmente invitada

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Esa misma noche soñé que estaba en una fiesta con mi novio hablando con un grupo de personas, hasta que de repente él me señaló a una chica rubia de rizos dorados. Al mirarla, apartaba la mirada de mí y me decía lo hermosa que le parecía. Poco a poco se fue acercando a ella y cuando le pudo hablar, yo desaparecí… Me desperté con un ataque de celos.

El día que nos encontramos con XXX hacía muchísimo frío. Habíamos quedado a las siete y ya estaba oscuro. La esperé en un café de Boedo. Entró con un saco negro entallado con capucha muy elegante y se cubría el cuello y parte de la cara con un pañuelo de leopardo. Nos saludamos afectuosamente y se quedó sólo con el vestido negro de terciopelo que le quedaba precioso. Tenía el pelo recogido.

XXX es de una provincia del sur. Tiene 31 años, estudió Letras. Me reconfirmó que la idea de hacer el trío había sido de ella y me contó que todavía nunca había participado en ninguno, pero le daban ganas. Sí estuvo con chicas, aunque de ellas nunca se enamoró. No se acostaría con amigas. Tuvo noviazgos largos con varones y jamás relaciones paralelas. No se considera lesbiana y puede prescindir de las etiquetas, salvo la de feminista.

-¿Qué significa ser feminista para mí? Estar hablándote de esto, pensar en cómo llegué a ser mujer, en nuestros cuerpos, en determinadas posturas corporales, formas de hablar, lugares sociales que podemos habitar o no como minas, pensar que las formas que pueden tener las relaciones sexuales y el deseo son mucho más amplias que las que les damos.

Ella se pidió un café y yo un té.

-Salgo de un ambiente súper conservador. Fui educada de forma heterosexual y era re Susanita. Repetí el modelo hetero patriarcal machista al extremo y la pasé como el orto. No sabía por qué, pero sufría un montón y me quedó un trauma de esa época. Igualmente, llevo una vida bastante heterosexual, pero siempre traté de tener parejas abiertas.

El mozo trajo el pedido, y siguió:

-Pensar mi propia sexualidad, en mi caso, siempre estuvo muy vinculado a la escritura. Empecé a leer feministas que trabajaban la relación de las mujeres con las palabras y a partir de una forma de expresión a través de lo corporal descubrí que había sido muy difícil siempre para mí mi socialización como mujer. Y en ese momento empecé a probar otras relaciones sexuales.

-¿Cómo creés que habría que vivir la sexualidad?

-Creo que lo más lógico sería poder vivirla no de manera binaria y exclusiva. Creo que deberíamos preguntarnos cómo llegamos a tener como norma la monogamia y la heterosexualidad como funcionamiento del deseo y del cuerpo. Lo erótico, las relaciones y la creatividad de las personas están atrofiadas por determinados sistemas en los que vivimos, regímenes sexuales políticos corporales y afectivos que me parece que nos limitan. La idea es cómo pensar en la propia vida, explorarse e inventar nuevos placeres. La monogamia siempre me sonó como una especie de cárcel, la vida es más complicada.

-¿Cómo fue la primera vez que estuviste con una chica?

-Tenía 26 años. La había visto en el cumpleaños de una amiga y me había parecido linda. No pensé que gustara de mí, pero empezamos a vernos. Estando con chicas me sale un lado más activo que estando con varones porque me parece que está más tipificado el vínculo. Con las mujeres, los códigos no son los mismos y tenés que aprender otras formas, al menos cuando recién empezás. Pero esto no siempre fue un éxito. Tampoco las parejas monogámicas son un éxito y tienen crisis. Lo que sí me parece interesante es replantearse cuestiones que tienen que ver con la exclusividad y la propiedad del otro. Suena súper utópico, pero hay que trabajar los celos y vivir la sexualidad de la forma más libre posible.

-Si pensás en tener hijos, ¿cómo sería?

-En un momento estábamos a full con unos amigos gay y queríamos tener hijos entre los tres; esa posibilidad aún existe. La verdad es que tranquilamente podríamos criar a alguien sin que existan las tensiones a las que te somete el deseo sexual. Eso me parece fascinante. ¿Cómo sería criar hijos con amigos y no con parejas y que cada uno tenga sus novias o novios? Es decir, no necesariamente vincular el sexo a la crianza y familia, hacer otros esquemas. Lo loco es pensar que las relaciones sexuales o las exploraciones tengan que derivar en la familia, no tiene que ser espontáneamente así. Creo que no existe un modelo de familia ideal, son bastante desastre las familias más normales.

estábamos a full con unos amigos gay y queríamos tener hijos entre los tres

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Antes de despedirnos, me dio el teléfono de V., una amiga que sí había pasado por la experiencia del Ménage à trois.

La noche anterior a encontrarme con V. tuve otro sueño que recuerdo. Había una piedra gris y pesada en el medio de una playa. Si la levantabas y entraba oxígeno, se reproducían unas partículas que posibilitaban la diversidad sexual, y si la respirabas te sentías más libre.

Con V. nos vimos un día de semana al mediodía en un bar del microcentro lleno de oficinistas. Hablábamos casi susurrando como para neutralizar el ruido. Compartimos un agua. V. tiene unos ojos increíbles del color de los lagos del sur y usa ropa de colores que le queda genial. XXX y V. se conocieron en la facultad. V. también tiene 31. Estuvo de novia con un chico tres años y medio y se separó hace uno.

-Con mi ex no me sentía muy plena sexualmente. Era una relación cerrada con los roles muy marcados por parte de los dos. Yo tenía la fantasía de estar con una mujer; la inquietud, me preguntaba cómo sería. Pero era algo que no me permitía. No sé si estaba dispuesta a abrirlo con mi pareja, era algo más mío. Creo que me gustaría estar con una pareja que te permita esa apertura… Yo creo que si hay una fantasía ahí dando vueltas hay que darle cabida. Admiro ese modelo de ir construyendo con el otro un modelo más propio.

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Un día, el amigo de una amiga que estaba de novio le empezó a chatear por Facebook. Paralelamente, la novia del chico hizo lo mismo. V. decidió dejar de hablarles a los dos por miedo de que ella pensara que le quería robar el novio, hasta que su amiga en común le dijo que lo que estaban buscando era proponerle un trío.

-Yo estaba soltera, investigando, sin costo emocional de ningún tipo, no tenía nada para perder y me re copé.

Primero salió a tomar algo sola con él, después sola con ella hasta que concretaron la noche del encuentro triangular. Era un día de semana. Se encontraron a las ocho en lo de ellos. Los tres estaban muy tensos, hasta que en un momento él se fue al baño y V. avanzó y le dio un beso a ella. Cuando él salió y vio la escena se sumó. A la medianoche, V. ya estaba en su casa.

-Para mí fue muy copado porque fue una experiencia hecha en un marco de contención. Los conocía, vivíamos cerca y no tenía ningún costo emocional. Me motivó, me estimuló y me activó sexualmente otra vez. Hacerme cargo del deseo postergado me hizo sentir poderosa. Éramos cuerpos dispuestos al placer. Con ella todo era más suave y más lindo. El hombre tiene otras bondades, pero la mujer tiene esa cosa de dupla-espejo medio loca. Como que te estás tocando a vos misma. Yo siempre tuve al sexo muy asociado al amor de pareja, que es otro viaje, pero no necesariamente tiene que ser siempre así. Uno puede disfrutar de su sexualidad tenga o no pareja. Además, después de eso, ellos empezaron a estar mejor, fue como una inyección de libido. Obviamente que después me frickié: “¡Qué onda, si en realidad yo quiero tener una familia!”. Pero después me fui calmando y me di cuenta de que esa es la heteronorma que cae sobre nosotras.

Después de esas experiencias, V. hizo un trío con dos chicos. Arreglaron el encuentro en un grupo de Whatsapp al que le pusieron “Fiesta”.

-Fue raro. El deseo era unidireccional hacia mí porque entre ellos no estuvieron. Sentía que estaba a disposición de su fantasía y eso no me erotizaba. No lo disfruté tanto y no salí tan transformada, pero por lo menos hice la experiencia.

V. hizo una pausa. Agarró el vaso con agua, tomó un sorbo bien profundo y dijo algo que sentí que lo resumía todo:

-Creo que lo femenino suaviza, tanta poronga es como mucho.

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