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07 de septiembre 2016

Martín Astarita

¿IZQUIERDA? ¿QUÉ IZQUIERDA?

Tiempo de lectura: 7 minutos

El libro compilado por José Natanson y Martín Rodríguez, “¿Por qué retrocede la izquierda?”, constituye una iniciativa que estimula el debate sobre la actual situación latinoamericana. Ya desde el título es difícil resistir a la tentación de reflexionar y polemizar: ¿es atinado el calificativo de izquierda para referirse a experiencias de gobierno tan disímiles como el Frente Amplio uruguayo, el Frente para la Victoria argentino o el Movimiento al Socialismo de Evo Morales en Bolivia? ¿Hasta qué punto resultan más pertinentes los conceptos de progresismo o de populismo? Alternativamente, y aprovechando la moda de la que disfruta el término nueva derecha, ¿se pudo haber extendido el epíteto de modernidad al otro lado de la frontera ideológica?

Prescindiendo de estas cuestiones terminológicas y conceptuales, interesa aquí analizar críticamente el artículo de Andrés Malamud, que lleva similar título que el libro. Como preámbulo, nuevamente, los elogios: se trata de un buen trabajo, que además de tener datos y una prosa atractiva, presenta ideas desafiantes y abre la posibilidad de la discusión, siempre necesaria y bienvenida. Cinco ideas fuerza pretendemos someter a debate.

¿Hasta qué punto resultan más pertinentes los conceptos de progresismo o de populismo?

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  • La izquierda retrocede al mismo tiempo en toda la región

Esta afirmación, desde nuestro punto de vista, resulta objetable. Efectivamente, existe un retroceso (Argentina, Brasil, y la crisis venezolana así lo atestiguan), pero no en la misma magnitud, al mismo tiempo y en todos los países de la región por igual. Las diferencias resultan significativas. Sin ahondar en ellas, surgen a la vista algunos casos que contradicen la idea de un repliegue homogéneo en tiempo y en espacio: en Bolivia (a pesar del referéndum perdido) y en Ecuador siguen gobernando Evo Morales y Rafael Correa, respectivamente; en Uruguay, el Frente Amplio va por su tercer período consecutivo de gobierno; Chile, por su parte, presenta una trayectoria peculiar: en 2010, en los tiempos de oro del progresismo latinoamericano, ganó el derechista Piñera, y cuatro años más tarde, cuando aparecían en la región los primeros signos de agotamiento, Bachelet volvió al poder.

  • El determinismo económico

La tesis anterior sobre la uniformidad del retroceso de la “izquierda” resulta fundamental en la estructura argumentativa de Malamud. En base a ella, el autor afirma: “Semejante fenómeno descarta de entrada respuestas idiosincráticas: salvo que pensemos que todos los gobernantes se equivocaron en simultáneo, debemos concluir que las causas del fenómeno son comunes y externas”.

Para Malamud, las razones del declive son externas (a los países y a los gobiernos) y económicas: auge de los commodities y tasa de interés estadounidense. Luego, concederá importancia a un tercer factor, pero de la misma naturaleza que los anteriores e íntimamente relacionado con ellos: el crecimiento de China.

Aunque sería necio negar la importancia de estos factores económicos, se podría discutir qué tipo de influencia han desempeñado en la perdurabilidad de las “izquierdas” latinoamericanas. Con un razonamiento economicista de este tipo, hay preguntas difíciles de contestar: ¿por qué estos gobiernos corrieron distinta suerte: retrocedieron en Argentina y en Brasil y se mantienen en Bolivia, Ecuador, Chile y Uruguay? ¿Qué se puede decir de la peculiaridad chilena señalada líneas arriba? En Brasil, por ejemplo, Dilma fue destituida en un amañado proceso de juicio político, pero, aun así, Lula sigue siendo el favorito en una eventual elección.

Lula sigue siendo el favorito en una eventual elección

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El propio caso argentino es rico en matices. ¿En qué medida se puede vincular el triunfo de Cambiemos en el ballotage, por apenas dos puntos de diferencia, con el fin del ciclo positivo de los commodities? Habría que agregar, por otra parte, que el precio de la soja, a pesar de la baja registrada en el último tiempo, aún se mantiene en valores relativamente altos para nuestra historia. Asimismo, ¿no han sido diferentes las respuestas que brindaron Dilma y Cristina, en sus respectivos países, ante el deterioro de las condiciones internacionales? ¿No hay en dichas respuestas una clave para comprender el modo disímil en que concluyeron sus mandatos ambas Presidentas?

Luego de postular que el retroceso de la izquierda se da por factores externos, Malamud acepta en algún pasaje que existen otras razones de carácter interno (especialmente en el caso brasilero). Pero ellas tienen un lugar secundario en su texto: lo que prima son causas externas, porque lo que se pretende explicar es un reflujo homogéneo en toda la región.

  • ¿Izquierda? ¿Qué izquierda?

La intención de Malamud no es tanto deslindar de responsabilidades a estos gobiernos por su retroceso sino negarles méritos por su auge. En los inicios de su artículo, debate sobre qué es lo que se entiende por izquierda. No son elementos objetivos los que definen su identidad, sino la intersubjetividad, o sea: “El hecho de que alguien se identifique con una ideología, y los demás lo reconozcan como miembro del club (…). En América Latina, la izquierda es lo que los presidentes que se dicen de izquierda dicen que es de izquierda”.

Este argumento, desde nuestro punto de vista, presenta una serie de problemas. El primero de ellos es que el criterio de la intersubjetividad no siempre resulta suficiente para definir la identidad de una fuerza. Para tomar un ejemplo conocido, el Frente para la Victoria suele ser calificado por sus adversarios locales como un falso progresismo, mientras que en el exterior existe consenso en considerarlo integrante de las nuevas izquierdas que predominaron en el concierto latinoamericano en el nuevo siglo.

'la izquierda es lo que los presidentes que se dicen de izquierda dicen que es de izquierda'

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En segundo lugar, al menos como complemento al criterio de la intersubjetividad, debería incluirse el análisis de los fundamentos sociales de una determinada fuerza política. Decía Edward Gibson que “la base social de un partido es definida como aquellos sectores de la sociedad que mayor importancia tienen para su agenda política y sus recursos. Dicha importancia no radica necesariamente en la cantidad de votos que representan, sino en su influencia sobre los rumbos del partido y en su capacidad para la acción política”.

Pues bien, este tipo de enfoque está prácticamente ausente en el texto de Malamud. Al analizar los apoyos y rechazos sociales que concitaron políticas de reducción de la pobreza (Bolsa Familia en Brasil, por ejemplo), su conclusión es que ello no es lo que distingue a la “izquierda”, porque programas similares han sido adoptados por gobiernos de distinto signo ideológico. Para justificar la vacuidad de la identidad de la izquierda latinoamericana, utiliza principalmente atributos personales de los líderes latinoamericanos: no importa que Mujica sea pobre o Cristina rica; o si Chávez es un militar y Correa un economista, ellos se definen como de izquierda y eso basta, concluye Malamud.

¿No merece un análisis más profundo y en detalle los apoyos sociales recibidos por estas fuerzas políticas que son objeto de estudio? O, con la misma importancia, habría que preguntarse por qué han generado profundas reacciones de sectores que tradicionalmente han sido identificados con la derecha del espectro ideológico. Intentar responder estos interrogantes no significa, obviamente, disimular ni negar las contradicciones que se han dado al interior de los gobiernos de “izquierda”. Creemos, sin embargo, que estas tensiones no convierten dichas experiencias en meras caricaturas ni habilitan la calificación de falso progresismo o similares.

  • ¿Pobreza o desigualdad? Esa es la cuestión

Uno de los argumentos utilizados por Malamud para negarles méritos a los gobiernos de “izquierda” es que la reducción de la pobreza en la última década se dio en la mayoría de los países de la región. Efectivamente, esta tendencia trasciende ideologías y en ello contribuyó decisivamente, bien afirma Malamud, el boom de los commodities.

el boom de los commodities

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Ahora bien, desde nuestro punto de vista no es la lucha contra la pobreza sino contra la desigualdad el rasgo peculiar que identifica a la izquierda y lo distingue de la derecha. Con tan solo 9 meses de gestión, ha quedado claro, en nuestro país, que un gobierno puede tomar el lema Pobreza Cero como estandarte y aun así aplicar un programa excluyente y concentrador de recursos, esto es, repetir el viejo manual de la derecha, aunque se presente con nuevo formato.

En otro capítulo del mismo libro, también recomendable, Marcelo Leiras aporta interesante evidencia empírica sobre la materia. Al respecto, al analizar la evolución del coeficiente de Gini en los últimos años, su conclusión es que los gobiernos de “izquierda” han obtenido resultados superiores al resto. Con respecto al nivel de desempleo, Leiras, de nuevo, suministra datos que abonan la misma idea: los gobiernos de “izquierda” se han desempeñado mejor en este terreno.

Mucho se puede discutir sobre los ritmos e intensidades de estos procesos. Más aún, la desigualdad no se compone de una única dimensión -la económica- y habría que introducir otras variables para una evaluación más completa. Pero, según creemos, la desigualdad es un elemento imprescindible para indagar en la identidad, en los méritos y en las falencias de gobiernos de “izquierda”.

  • Sobre la reprimarización de las economías latinoamericanas

Dice Malamud, con acierto, que los gobiernos de “izquierda” no modificaron la estructura productiva de sus economías, o peor aún, en algunos casos hubo una tendencia a la reprimarización. Así, por ejemplo, Brasil redujo no solo su componente industrial exportador sino también el peso de las manufacturas en el PBI.

Sin embargo, para un diagnóstico más certero sobre estos procesos habría que agregar al menos dos cuestiones adicionales. La primera es que ya desde hace un tiempo se ha puesto en entredicho que mayores niveles de industrialización conllevan necesariamente al desarrollo económico con inclusión social. México es tal vez la prueba elocuente de ello. La segunda cuestión, relacionada con la anterior, es que la disminución de la participación industrial en el total producido se da en prácticamente todos los países, incluidos los más desarrollados, en donde este proceso adquirió notable intensidad.

los gobiernos de “izquierda” no modificaron la estructura productiva de sus economías

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Estas consideraciones, teniendo en cuenta además un contexto internacional signado por la globalización y la mayor interdependencia económica, deben llevar a discutir el tipo de estrategia económica y productiva a implementar en los países de la región a fin de conseguir no solo mayor igualdad social sino también un modelo de desarrollo sustentable en el tiempo.

Para concluir, y retomando el principio de la nota, cabe decir que resulta verdaderamente saludable poder debatir sobre las experiencias progresistas que predominaron en la región en el nuevo siglo. Una debida caracterización sobre el pasado reciente ayuda, fundamentalmente, a comprender mejor el presente.

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