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03 de diciembre 2022

Juan Di Loreto

HIJOS NUESTROS

Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace unos días decíamos, retomando a Dante Panzeri, que no se puede enseñar a jugar al fútbol con un manual. Con la paternidad y la maternidad pasa lo mismo: se puede leer un compendio, tener suegras que aconsejen pero lo que es ser padres y madres no se puede enseñar. Es una relación que acontece y se determina mutuamente. Sartre decía que la angustia procede de la libertad, pero porque no sé qué es lo que voy a hacer en un momento determinado. Cuando viene un hijo o una hija también viene esa indeterminación, como nos recordaba Alexandra Kohan. Hay recetas y mandatos morales pero eso no enseña a ser papá o mamá, solo enseña a seguir mandatos.

Con la paternidad también comienza una gestión del tiempo diferente. Este aspecto un poco que hace polvo todo: nuestro narcisismo y el tiempo que le damos a ese que ha llegado. Se duerme poco y mal, ya no hay pausas y, como decía mi amigo Lucas Petersen, dejás de hacer cosas de corrido porque hay que estar atendiendo al bebé. Las cosas simples de la vida se vuelven complejas. Los bebés parten el flujo del tiempo y uno deja de pertenecerse.

Se puede leer un compendio, tener suegras que aconsejen pero lo que es ser padres y madres no se puede enseñar

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Pero todo lo particular es producto de un universal, algo que lo sobrepasa. Así uno se puede preguntar: ¿cómo me doy a otro si el mundo trae instrucciones para centrarnos en nosotros? No es fácil darse a otro con el ejercicio que nos impone lo social hoy. La cultura “selfie”, para llamar de alguna forma a una cultura autocentrada, no es sacarse fotos y compartirlas, es constituir un narcisismo día a día fortaleciendo esa ficción que llamamos “Yo”. Y nuestros bebés no están exentos de esos likes narcisos: todos sabemos que una foto de nuestros hijos e hijas tienen más feedback que cuando ponemos una diatriba política.

Los humanos tal vez seamos una de las pocas especies que eligen o no reproducirse. Se habla de control de la natalidad, crecimiento de la población, biopolítica, etc., en cambio el resto de los animales cumplen sus ciclos respondiendo a la burocracia genética. Los genes hacen todo el trabajo y allí residen todas las instrucciones. En cambio los humanos tenemos las instrucciones de no tener instrucciones. Es decir, la época y las sociedades son ese manual. Las formas de ser padre y madre tienen que ver con lo que la época permite o dispone. ¿Cuántos de nuestros padres cambiaron un pañal? ¿Cuántas de nuestras madres trabajan cuando a las madres no se les permitía trabajar? Por eso a la pregunta qué es ser padre o madre hoy se contesta con algo que nos excede: el mundo social en el que estamos sumergidos.

Y nuestros bebés no están exentos de esos likes narcisos: todos sabemos que una foto de nuestros hijos e hijas tienen más feedback que cuando ponemos una diatriba política

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La obviedad de la hora me lleva a escribir sobre padres, madres e hijos por acontecimientos personales. Pero por qué escribir sobre otra cosa si uno está tomado por ese tema. Incluso aunque estuviera escribiendo sobre el mundial, también estaría escribiendo sobre eso. El destino quiso que el gol de Messi lo escuchara como un eco en neonatología en el hospital donde nació mi hija. Corría el segundo tiempo contra México y la tenía en brazos por primera vez. Creo que pasa un poco como decía el Negro Fontanarrosa: mientras haya una radio transmitiendo un partido de fútbol en algún lado, sabremos que el mundo no se ha terminado. Lo mismo sucede con los niños: mientras sigan naciendo sabremos que el mundo sigue allí afuera y que tenemos mucho trabajo y esperanza por delante.

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