29 de Marzo de 2024 •

7:39

Ashburn
53°
algo de nubes
53% humidity
wind: 6m/s SE
H 57 • L 46
58°
Tue
59°
Wed
47°
Thu
53°
Fri
58°
Sat
Weather from OpenWeatherMap
TW IG FB

09 de noviembre 2018

Diego Sánchez

HAY QUE CREER

Tiempo de lectura: 3 minutos

No me hice de Boca por mi viejo. No me hice de Boca por el barrio. No me hice de Boca por la tradición. Tampoco por el peronismo. Me hice de Boca por el azar, porque estaba en disponibilidad (soy hijo de un extranjero que no vota ni eligió nunca un equipo de acá: lo supongo una forma de marcar distancia, de evitar la mimesis, una valija lista para huir y no volverse sal con las costumbres argentinas).

Y sin embargo soy de Boca.

Hay un recuerdo. Soy muy chico. Un tío abuelo –Marcial– me regala la camiseta de River. También un póster con la imagen de un mono en patines vestido con la banda roja (son los 80). No hay registros, por suerte, aunque a nadie le interese; tampoco recuerdos. Supongo que la camiseta habrá ido a parar a un cajón; en algún momento quizás alguien la tiró. No prendió. Simplemente no prendió.

No me hice de Boca por mi viejo. No me hice de Boca por el barrio. No me hice de Boca por la tradición. Tampoco por el peronismo. Me hice de Boca por el azar

Compartir:

Después apareció un amigo. Lo evoco ahora y lo saludo: Nicolás Scarpati. Hijo de otra raza, rama lejana del árbol mítico de la vida: Scarpati, Baglietto, Sana, Movio y los hermanos Farenga, los padres fundadores del Club Atlético Boca Juniors. Las paredes de su habitación de Flores devolvían nombres: Márcico, Pico, Soñora, Hrabina, Giunta, Simón, el Mono Navarro Montoya en lugar del mono en patines; fotos dobles de guerreros embarrados y sin campeonatos arrancados del corazón de la Boca, un sentimiento. Había una novedad ahí, un universo mítico y sobrecargado de sentido. También una prueba. Años sin salir campeones, resistiendo con aguante. Me dejé llevar, abracé la fe. Me hice socio.

Empezamos a ir a la cancha. Segunda bandeja sur. Las postrimerías del alegrehellerismo: épocas del aplauso agradecido al Maestro Tabárez, de la apatía de César Luis Menotti, y un día, como un ovni, un mural detrás de los palcos: MACRI PRESIDENTE. Tomarse un colectivo y ver cómo deliraban en la entrada a un Ante Garmaz que se dejaba hacer solo para ver a Diego Armando Maradona en acción, a los picos con el Cani, enfiestados en esos 120 días de Sodoma. que vivimos como una bacanal permanente. El dream team, Bilardo, un Macri a ciegas, gradualista, pero reducido al perímetro de Del Valle Iberlucea y Brandsen. No sé por qué tengo en la memoria un 4 a 3 a Central después de ir 3 a 1 abajo, con Veira en el banco y un Pascualito Rambert encendido. Delante mío un viejo sollozaba: “¡Gracias Boca!”. Ese año tampoco salimos campeones. Pero el cuarto gol lo hizo Riquelme, sobre la hora. El resto es historia.

Tomarse un colectivo y ver cómo deliraban en la entrada a un Ante Garmaz que se dejaba hacer solo para ver a Diego Armando Maradona en acción, a los picos con el Cani, enfiestados en esos 120 días de Sodoma. que vivimos como una bacanal permanente

Compartir:

Pasé de la Boca, un sentimiento al Boca máquina lógica y funcional: la era Bianchi, el mejor equipo de los últimos cincuenta años, la extraña sensación de que todo podía salir bien todo el tiempo. Il faut croire. El evangelio bianchista como una cuestión de fe, una cruzada: “hay que creer”. Y se creía, y se ganaba. Todo el tiempo.

No me acuerdo ahora en qué momento dejé de ir a la cancha. Dejé de pagar el abono (mi libro de errores se parece al universo), y hasta me dejó, incluso, de interesar durante un tiempo. Nadie me lo demandaba. Boca seguía ahí, omnipresente.

Era.

Volví, creo, en 2007, cuando volvió Román. O eso me gustaría inventar ahora. No importa. Releo y es una obviedad. Boca se convirtió en eso que mi padre con razón quería evitar: una identidad, una pertenencia. También eso que sobrevive a cualquier sequía: un “sentimiento”, el fin de la razón, el momento en que todo se nubla y volvemos la mirada hacia atrás para convertirnos en la sal emocional y absurda de la tierra argentina. Alguien que cierra los ojos y dice Yo y cree que Es. ¿Soy?

No sé cuándo me hice de Boca.

No sé por qué me hice de Boca.

No sé por qué sigo siendo de Boca.

Pero como decía Lacan: “Pienso donde no soy, soy donde no pienso”.

Boca es el Uno, querido Jacques. Y no me importa una mierda.

 

Dejanos tu comentario

Comentarios

Bancate este proyecto¡Ayudanos con tu aporte!

SUSCRIBIRME