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01 de abril 2016

Mariano Schuster

Jefe de redacción de lavanguardiadigital.com.ar

GOLES PARA BERNIE SANDERS

Tiempo de lectura: 4 minutos

Si no se venden pochoclos, Big Macs y los trabajadores no se babean con Coca Cola en las tribunas, no funciona. Si no hay pantalla gigante, gorritos y latinos disfrazados de Mickey, no funciona. Y si no hay setenta goles en treinta minutos, no funciona. ¿Será por eso que en Estados Unidos el fútbol no funciona?

Según Steven Warshawsky, redactor de la revista The American Thinker, la mentalidad norteamericana no está preparada para un deporte que exige esfuerzo, tenacidad y energía, a cambio de nada. ¿Cómo podría un yankee de Wall Street, acostrumbrado a subidas y bajadas de la bolsa y a constantes vaivenes de acciones, aceptar una actividad en la que las probabilidades de que un partido termine 0 a 0 son muy altas? Los hijos del Tio Sam, dice Warshawsky, buscan otra cosa: juegos en los que los goles y los tantos se reproduzcan minuto a minuto y en los que la velocidad marque la norma y la conducta. La conclusión es sencilla: solo el básquet y el baseball representan el verdadero American way of life.

Los goles en el soccer – dice Warshawsky -son tan raros que el fútbol es un deporte de suma 0. Mi teoría es que los americanos no tienen el temperamento para soportar un juego como ese. Nuestra sociedad está compuesta de hacedores. Nuestro país es dinámico, está en constante crecimiento, volviéndose cada día más rico y más fuerte. No podemos suscribir una mentalidad de “suma cero”. No trabajamos por el hecho de trabajar sino para ganar dinero. Y nos gusta que nuestros equipos metan tantos y ganen. Meter tantos es algo que puede ser cuantificable, tabulable, analizable y comparable. Este es el estilo americano.

Según William McGurn, los deportes estadounidenses se juegan con las manos. Los pies los usan los comunistas

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Según William McGurn, profesor de Filosofía de la Universidad de Notre Dame y ex redactor de los discursos del presidente George W.Bush, el fenómeno tiene otra explicación : el verdadero problema es que el fútbol es socialista. Por eso los soviéticos eran exitosos y los norteamericanos no. – dice. Su teoría, muy extendida entre la sociedad norteamericana, se basa en una bizarra constatación empírica: Los deportes estadounidenses se juegan con las manos. Los pies los usan los comunistas.
Pese a las diversas argumentaciones, la realidad del fútbol norteamericano dista mucho de ser lo que era. Porque la Major League Soccer – la Liga oficial fundada en 1993 – ha conseguido conquistar el corazón y la pasión de miles de norteamericanos. La razón es evidente: la inyección del criterio político más ajeno a la mentalidad yankee. El socialismo.

No hay en el mundo una liga futbolística ofical más a la izquierda que la de los gringos. En medio de un mercado futbolístico caracterizado por pases millonarios y empresarios inescrupulosos, la Liga norteamericana es un oasis revolucionario en el que Karl Marx dice presente. Allí, son los clubes poderosos y ricos los que permiten el funcionamiento de los más pobres. Como diría el fundador del socialismo: De cada cual su capacidad y a cada cual según su necesidad.

Equipos

La MLS se estructura a partir de un órgano centralizado, en el que cada club tiene representación como accionista en partes iguales. Mientras que los clubes mantienen la recaudación del 70% de las entradas, el restante 30% va a parar al órgano central de la MLS. Ese 30% se distribuye equitativamente entre cada uno de los equipos. Es decir, que si el Philadelphia Union vende, por ejemplo, 2.000 entradas y el Orlando City vende 1000, esas entradas se suman y cada uno de los clubes recibe el dinero correspondiente a 1500 entradas.

Pero la política socialista no acaba allí. También los derechos de transmisión de los partidos por TV se distribuyen en partes iguales, sin importar cuanta audiencia tenga cada partido. Lo mismo sucede con los sponsors. De lo pagado por cada marca a los clubes, se quita un porcentaje que luego se reparte entre todos. De esta manera, nunca un club tiene un poder económico considerablemente superior al de otro.

El soccer crece gracias un criterio impensado: el socialismo

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En la MLS la política liberal de pases es mala palabra. Allí no son los clubes ni los empresarios los que negocian los pases de los jugadores. Muy por el contrario, como correspondería a una economía de planificación centralizada, quien actúa como empresario es el Órgano Central del fútbol. Pero la cosa no termina allí. Cuando se trata de ventas internacionales, el equipo que vende a un jugador recibe solo el 67% del pase. ¿A dónde va el restante 33%? Al fondo de repartición. Si esto resulta, en los Estados Unidos, la intromisión de un socialismo en toda regla en el símbolo del capitalismo, más extraña aún es la política salarial, dado que la MLS pone un palo en la rueda al viejo american dream del progreso ilimitado del individuo. Allí ningún jugador puede cobrar más de 2,7 millones de dólares anuales. La única excepción son los llamados jugadores franquicia (como David Beckham, Thierry Henrry o el Rafa Márquez), que disponen de salario libre. A cada club se le permite contar con dos jugadores franquicia, pero deben pagar 335.000 dolares al año al órgano central por mantenerlos. Esos 335.000 dolares se envían, directamente, al fondo de repartición.
En la exótica Liga socialista del país representante del capitalismo mundial, nada de lo propiamente norteamericano logra cuajar. De hecho, los cambios de reglas que los yankees impusieron durante los primeros años de funcionamiento de la MLS, tuvieron que ser abandonados. Uno de ellos fue el de la cuenta regresiva del reloj: en lugar de ir del minuto 0 al 90, contaba del 90 al 0. El otrofue el de la definición por shootout. Cuando los partidos acababan en empate se lanzaban tiros penales desde 35 yardas, en los que el jugador disponía de cinco segundos para avanzar con la pelota. ¿A que apuntaba la regla? A cumplir el espíritu yankee de la victoria: era impensado que en un partido de 90 minutos no hubiera triunfantes.

En definitiva, Bernie Sanders, los militantes antiglobalización, y los jóvenes de Occupy Wall Street ya no están solos. Tienen también a la MLS.

Fútbol y socialismo ondeando con las barras y las estrellas.

A la Liga Norteamericana el Tio Sam la mira por TV.

Foto 1

Una versión anterior de este artículo fue publicada en La Vanguardia

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