
Después de las elecciones del 20 de diciembre (20D), el Rey propuso a la investidura a Mariano Rajoy, pero este no se sometió a los votos del Congreso. En ese momento el candidato del PP argumentó: “no cuento aún con el apoyo necesario”. Frenó el reloj y esperó.
Entonces el rey propuso a Pedro Sánchez, quien selló un acuerdo con Rivera entre el PSOE y Ciudadanos —al que Podemos no quiso sumarse— y se sometió 2 veces al voto en diputados con sendos resultados negativos, activando así los tiempos constitucionales para una nueva elección pasados 2 meses de la primer votación de investidura.
Un entendido analista me describió el ajedrez en estos términos: “Rajoy es un monje shaolin gallego, un astuto. La jugada de no presentarse a la investidura tiene muchísimo más nivel que cualquier cosa que hayamos visto en House of Cards. Es de jugador top. Dejó que jugase la condición humana. El abuelo miró a los jóvenes ambiciosos y lo vio claro. Supo que el ímpetu de los adversarios haría que la trampa funcionase”.
El actual partido de gobierno ganó las elecciones de diciembre y según parece, ganará las próximas. Alejado de una mayoría absoluta, necesitará de otros para formar gobierno. El único que se ha mostrado dispuesto a votar a favor de una investidura del PP es Ciudadanos, condicionando su apoyo a que el candidato no sea Rajoy. “La gente pide regeneración”.
Pero aún con los votos de Ciudadanos podría ser insuficiente. En ese caso, Rajoy pedirá otra vez la abstención al PSOE, para salir de este embrollo de no gobernabilidad, apelando a que la experiencia y sensatez del bipartidismo ponga orden y frene la peligrosa aventura de Podemos.
Los sondeos reflejan que los votantes del PSOE en su mayoría rechazan pactar con el PP, aunque también con Podemos.
¿Puede el PSOE permitir por activa o por pasiva, que gobierne su histórico rival? Difícil, pero no imposible. Lo que es seguro es que para que suceda tal cosa, nuevamente sería condición indispensable que Rajoy no sea el candidato a presidente. La actual vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría podría tener su chance. ¿Y podrían entenderse el PSOE y Podemos luego de las elecciones del 26 de junio (26J) cuando no lo hicieron hasta ahora?
Mientras Iglesias anticipa que quiere gobernar con el PSOE —dado que no le darán los números para otra cosa—, Pedro Sánchez evita dar una respuesta precisa. Ambas posiciones tienen una obvia explicación. Mientras el líder de Podemos demuestra así “voluntad para pactar” y se acerca a su “aliado natural para una gran coalición progresista de izquierdas”, Sánchez está imposibilitado de afirmar lo evidente: el PSOE nunca hará presidente a Pablo Iglesias. La irrupción de Podemos en el mapa político como condensador de la crisis de los socialistas hace a ambas formaciones incompatibles. Sobre todo ante la hipótesis donde Unidos Podemos acaba con más diputados que el PSOE.
Sánchez está imposibilitado de afirmar lo evidente: el PSOE nunca hará presidente a Pablo Iglesias
Esta es la cuestión fundamental. La ley electoral española reparte las bancas mediante ecuaciones compensatorias que favorecen al PSOE por su territorialidad rural. Un partido puede tener más votos que otro y aún así no vencerlo en bancas. En un escenario donde Podemos tiene más diputados que el PSOE el entendimiento se torna utópico. En el caso opuesto, que es el que dejó las elecciones pasadas, tampoco es que sea evidente un acuerdo.
En la recta final de la campaña, un PSOE herido por los sondeos, nos advierte que Podemos no es socialdemocracia sino extremismo. Es tan cierto que el programa de Podemos es socialdemócrata como que la línea fundadora del partido tiene origen comunista, anticapitalista, o populista de izquierda.
El 20D el PSOE hizo la peor marca de su historia en unas elecciones generales. De confirmarse el sorpasso que adelantan las encuestas, si por primera vez en su historia acaba como tercera fuerza, Sánchez las tendrá bastante más negras que Scioli después del ballotage. Su liderazgo en el partido parece tener los segundos contados. No pocos vaticinan que renunciará en las siguientes 24 horas al 26J.
Susana Díaz, presidenta de Andalucía, es la candidata natural para reemplazar al actual secretario general. Díaz tracciona la mayor cantidad de votos del partido desde la comunidad autónoma más poblada del país —8,5 millones de habitantes. En medio de la crisis del partido, Andalucía es el último bastión socialista, y según las encuestas, será la única comunidad donde se imponga el PSOE. Dijo Susana por estos días en relación a Podemos: “ellos se ven peronistas, chavistas, bolivarianos y socialdemócratas, todo en el mismo batiburrillo”. Existe un fuerte desprecio de Podemos por parte de Susana — o de sus votantes, da igual.
El referéndum catalán es quizás, de todas las “locuras” de Podemos, la más inaceptable para el PSOE. No se trata de lo que piensa Sánchez como líder circunstancial del partido, sino una cuestión constitutiva que ha emergido con demasiado peso propio, un conflicto histórico que despierta tensiones a todo nivel, así como la apatía de buena parte del electorado nacional del PSOE. Andalucía no acepta “privilegios” para Cataluña.
La formación de Iglesias es la única de las 4 protagonistas que defiende el “derecho a decidir” de los catalanes a continuar o no dentro de España. Posición que es ampliamente compartida en Cataluña —segunda comunidad más poblada, con 7,5 millones de habitantes—, incluso por aquellos que, como Iglesias, harían campaña por el No ante un hipotético referéndum.
Sin embargo, durante el debate presidencial, Iglesias dijo que no tenía “líneas rojas” para negociar una alianza con el PSOE. Entonces el referéndum no es condición sine qua non para pactar.
Pero aunque Podemos y PSOE se entendieran, lo más probable es que sigan necesitando apoyo de alguna otra fuerza. Entonces los independentistas se tornarían determinantes.
Si bien la corrupción es, según el último barómetro del CIS, la segunda mayor preocupación de los españoles, ¿por qué gana el PP las elecciones, si las balas de corrupción han impactado de lleno en el partido? La respuesta es la brecha generacional que existe entre los electores de los partidos tradicionales y los de las nuevas formaciones.
Si los mayores de 65 años no votaran, el PP quedaría cuarto y Unidos Podemos, primero. Resulta que los pensionados representan el 25 por ciento del electorado. Y se presentan a votar de forma significativa.
Pero el árbol no debe tapar el bosque: la corrupción ya es un factor determinante en la configuración electoral. Aunque no sea suficiente, hay que recordar que el bipartidismo hace 4 años consiguió el 80% de los votos totales, y en diciembre, el 50%.
Habrá que esperar hasta la noche del 26 de junio para ver si el PP, con el apoyo de Ciudadanos, consigue acercarse a los 176 diputados que le darían el gobierno. Habrá que ver la voluntad del resto de los partidos minoritarios, una vez configurado el nuevo Congreso, a que España no entre en un loop de ingobernabilidad.
Habrá que ver si cae Sánchez, y luego cae Rajoy, para corroborar si es posible o no una abstención del PSOE que dé gobierno al PP.
Habrá que ver si el PSOE consigue conservar más bancas que Unidos Podemos, y si esta vez sí se entienden.
Bélgica ostenta el récord mundial de país sin Gobierno: 541 días entre 2010 y 2011. España llevará 187 días desde el 21 de diciembre pasado hasta el 26 de junio. Habrá que ver también si España no se dirige a unas terceras elecciones en diciembre próximo.
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