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02 de septiembre 2023

Juan Di Loreto

EL PERIODISMO TIENE SU FINAL

Tiempo de lectura: 5 minutos

En la Posmodernidad mataron casi todo: la Historia, los grandes relatos civilizatorios, el Sujeto moderno, todo… la posmodernidad era un verdadero relato de los fines de las cosas. Salvo el periodismo. La prensa se mantuvo extrañamente al margen. De hecho, mirado en forma retrospectiva los largos años 90 fueron de una vitalidad periodística destacable. Buena escritura, investigación, financiamiento, creatividad.

La paridad peso-dólar que fijaba la foto de la miseria argentina se permitía financiar viajes de cronistas por el mundo. Nunca hubo tantos corresponsales en mundiales como en aquellos años. En contraposición a la época devaluada en donde se conformaban con cronistas amateur desde un teléfono móvil.  Por algo retornamos eternamente a aquellos años, con esa nostalgia que tienen los años juveniles.

Pero al periodismo le llegó su fin con un cambio de época fuerte; pasados los 2000 y entrados en la época del postbroadcasting, como lo denomina el teórico José Luis Fernandez, las cosas comenzaron a cambiar de verdad. Para decirlo en una frase: las redes no mataron al periodismo, pero lo disolvieron. Veamos.

Todos los medios se volvieron generalistas, con todos los medios yendo a pescar lectores al mismo estanque. Esto hace que se pierda la especialización. Porque lo que se perdió es el periodista que tiene buenas fuentes... (Ariel Basile)

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Cuando ves a un contacto que en el estado de Whatsapp “reporta” las paradas desiertas de colectivos en un día de huelga general, te das cuenta que es un tiempo en que todos somos emisores de hecho. Los dispositivos nos convierten en eventuales cronistas de cualquier cosa que suceda a nuestro alrededor. Lo que antes era un mero testimonio hoy es un emisor dispuesto a escribir o filmar lo que pase con el medio que tenga a mano. Puede ser Twitter, Tik Tok o Whatsapp.

Pero eso no es el periodismo, es el registro amateur de hechos. Pero en realidad lo que cambió fue el modo de lectura de los portales y su contenido. En primer lugar, el click para ingresar en la nota (el remanido clickbait). El recurso estandarizado de un título con cierta atractivo que no revela sino que invita (para ser benévolos) al lector a ingresar. Pero eso no es todo. Porque lo que necesita el medio es la permanencia en el sitio y que el lector haga scroll hasta el final del artículo.

Manuales

Si uno revisa los viejos manuales de estilo periodístico los textos deben ordenarse según “la importancia”, como dice el Manual de estilo de Clarín, por ejemplo. En el Libro de estilo de El País de España dictaminan en el mismo sentido: “Se ha de comenzar con el hecho más importante, que estará recogido a su vez en el título”. En el mismo sentido, Homero Alsina Thevenet en “Algunas sugerencias para periodistas modestos”, un viejo artículo de la revista Sección Aurea remarcaba que “toda palabra importaba” y había que sacarse de encima lo innecesario. Subrayaba también las cinco W (qué, quién, dónde, cuándo, cómo) y advertía ya sobre las marcas personales en los textos: “El enfoque gramatical en primera persona debe reservarse para aquello que sea absolutamente intransferible”.

“Veo a muchos colegas que se alejaron de la noción de trabajador de prensa. Sí se enganchan sobre debates sobre el fin del periodismo, pero eso nos aleja de una dimensión concreta: lo que se termina es el trabajo o el salario. El fin del periodismo es el fin de los trabajadores de prensa” (Agustina Larrea)

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Hoy ocurre exactamente lo opuesto a lo resaltado por Alsina Thevenet. En vez de informativa, la estructura se ha vuelto sesgada y desjerarquizada. Primero, el atractivo y luego el recorrido hasta el final del texto en busca del dato que se prometía en el título. Con los diarios en papel no se necesitaban tantas artimañas. Uno ya había comprado el ejemplar. Daba lo mismo leerlo o no. La materialidad del soporte le aseguraba al lector un horizonte de contenido. Hoy las suscripciones no garantizan eso porque todos los contenidos (exclusivos y sin limitaciones) conviven en un mismo portal.

Más allá de los contenidos y los continentes, el mismo lugar del periodista es el que se ha vuelto difuso. Se habla de copy writer, de creadores de contenido, etc… figuras ligadas a la inmediatez de tener notas que puedan ser indexadas por los buscadores o las redes sociales que no tienen que ver con hechos, entrevistas, chequeo de fuentes. Por eso la cadena productiva del periodista no existe más: ver qué sucedió, verificar con fuentes y luego escribir un texto jerarquizado. Un proceso que necesita un tiempo mínimo que los profesionales ya no tienen. El periodista Leandro Renoud lo decía en Twitter (o en X.com) hace unos días: “Es fantástica la claridad que da tomarle distancia de al menos un día a los textos. Ahora hay que negociar ese tiempo, porque casi no existe”.

Testimonios

¿Es el fin del periodismo? Agustina Larrea, actual redactora en elDiarioAr, pone un paréntesis de los “debates actuales del periodismo” como la Inteligencia Artificial o las nuevas figuras de creadores de contenido para llevar el foco en la materialidad de la profesión. “Veo a muchos colegas que se alejaron de la noción de trabajador de prensa. Sí se enganchan sobre debates sobre el fin del periodismo, pero eso nos aleja de una dimensión concreta: lo que se termina es el trabajo o el salario. El fin del periodismo es el fin de los trabajadores de prensa”.

¿Es el fin del periodismo? Ariel Basile, periodista de Ambito Financiero y escritor, cree que la misma pregunta “es un síntoma de época”. Aclara: “El fin del periodismo es una fórmula simple, una trampa para no profundizar. Sí, hay un cambio”. El dominio de las .com sobre el papel hace del click “una necesidad brutal por ver quién tiene la página más vista”. Y continua: “Pero para mi no es el fin del periodismo, pero sí se va reduciendo. Antes tenías una persona para seguir radicalismo, otra peronismo, otra congreso… esos cargos se redujeron y quedaron en pocas manos. Y después están los sueldos en los medios gráficos, que hacen que el periodista tenga que tener sí o sí otro trabajo. Eso repercute en el tiempo que se tiene para la profesión. Y otra cosa: todos los medios se volvieron generalistas, con todos los medios yendo a pescar lectores al mismo estanque. Esto hace que se pierda la especialización. Porque lo que se perdió es el periodista que tiene buenas fuentes, porque no lo conocen, porque se hace de todo. En Ámbito hago cobertura de las provincias hace años y hay una diferencia con el periodista generalista que mandan ese día”. Pero al final Basile persiste en la idea del periodismo. Una práctica que persiste, aunque debilitada por muchos factores.  

Hoy ocurre exactamente lo opuesto a lo resaltado por Alsina Thevenet. En vez de informativa, la estructura se ha vuelto sesgada y desjerarquizada

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¿Es el fin del periodismo? Sebastián De Toma, editor de El Cronista España, primero habla del financiamiento. “Desde 2014 se empezó a sentir la caída del salario del periodista y, en general, no hay dinero para enfrentar investigaciones y tampoco para armar equipos”. Pero por otro lado ve cómo el trabajo cambió y se orientó desde los hechos hacia el lado de la demanda. “Gran parte del laburo diario es pensar qué quieren las audiencias, qué quieren leer en base a métricas. Los contenidos blandos, más cercano al entretenimiento, servicios y los más truculentos son los que más miden”. Pero sí lo que se perdió para De Toma es “la forma de marcar agenda de la prensa. Eso de que estas son las noticias que vos deberías leer y por eso las pongo en la página 3 del diario. Ahora hay que apuntar a lo que buscan las audiencias, un poco por los anunciantes, que te dan de comer, y un poco también porque un también quiere que lo lean. La profesión ha cambiado mucho. Pero creo que también vamos a ser menos periodistas en el futuro”.    

¿Es el fin del periodismo? Dejemos para el final esta frase de Esteban Schmidt extraída de su histórica saga llamada nada más y nada menos que El fin del periodismo. Dice: “Salvemos a los periodistas narrativos que zafan por ser los Cándido López de la Guerra del Paraguay (…) salvemos también a algunos columnistas, y a los que se han especializado en algo y con cuentagotas tratan de filtrar una agenda útil para la comunidad”.

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