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06 de julio 2015

Esteba De Gori

DURÁN BARBA CONDUCCIÓN

Tiempo de lectura: 4 minutos

<Muchos intelectuales y políticos han dado poca importancia a la comprensión de las realidades concretas que conforman el mundo del elector y se han dedicado a teorizar acerca del “deber ser” de la política (…) Mientras nuestros políticos tradicionales intentan atraer a los electores con discusiones que solo a ellos les interesan (…) las masas se alejan cada vez mas de ellos y prefieren a “nuevos caudillos”> Jaime Duran Barba (1979).

I

El PRO vive su momento Duran Barba. Su insistencia en construir una fórmula presidencial “pura” que no contamine a Macri habla de su larga apuesta electoral, cultural y, por qué no, biográfica. Al PRO lo cuenta dentro de sus grandes creaciones más sofisticadas: la instalación de una fuerza nueva en un territorio plagado por partidos históricos y líderes arcaicos e ideologizados (así nos lo revela en una última entrevista). En sus años adolescentes conformó el “Antipartido” como respuesta a las viejas fuerzas de su época y milito en la izquierda como estudiante de la Universidad Católica. De mayor cruzó el Rubicon con ese movimiento crítico que inició Jorge Castañeda en México y emprendió un tránsito acelerado a la posmodernidad, al management y al análisis político. Recaló en Argentina, -como lo hizo en los ´70 cuando militó en la JP de Mendoza e intentó escribir una tesis sobre Aníbal Ponce y Mariátegui bajo el amparo de Arturo Roig-, y se vinculó a ese PRO que empezaba a nacer. Macri se volvió parte de un laboratorio político de época, que Duran Barba ayudó a moldear. Para el asesor, Mauricio poseía -según la entrevista en La Nación (abril, 2015)- dos rasgos fascinantes: inteligencia y ausencia de formación política. Esta última, se presentaba como un atributo del “nuevo político”, cuestión impensada para los modelos de dirigente político de los siglos XIX y XX donde el saber ocupaba un lugar central en la acción política.

Su impronta modernizadora se fue articulando entre la “escucha de las subjetividades posmodernas” y la gestión eficiente. Esa perspectiva se presentó como el salvoconducto empírico frente a grandes relatos erosionados por la crisis de los proyectos revolucionarios. Pero hay otro rasgo interesante que debemos considerar. Un fino aristócrata ecuatoriano -militante y lector de las izquierdas, como amigo del arte y de la buena poesía- asesora a un rico empresario argentino -algo rustico- para que acepte las nuevas reglas culturales y subjetivas fundadas por la pospolítica. Con cierta gestualidad marxista indicaba que en los principios del PRO, había que lograr que Macri “vea la realidad”. Función que -según su experiencia- habían cumplido, entre otras corrientes culturales, los poetas dadaístas de los años ‘60 donde indicaban que el imperialismo norteamericano y la CIA no permitían “ver el mundo”. Macri -al modo de ese impulso dadaísta- tenía que ver la realidad. Para ello, utilizó un recurso de la militancia cristiana o mormona: “ir a timbrar”. Le proponía, de esta manera, un bajar a la gente, una especie de proletarización entre los problemas comunes. De esa manera, Mauricio comprobaría in situ que no existe ideología que oriente las preocupaciones de la población. Con el empirismo del timbre, Duran Barba obligó a Macri a bautizarse en el Jordán de la acción política. Así lo ayudó a superar dos miedos: aquel infundido por sus secuestradores años atrás y los que siempre rodearon a la tradicional derecha argentina. En esa “curación” surgieron un dirigente que no reconoce en el otro una amenaza vital y un partido -el PRO- convertido en una fuerza liberal y moderna. La realidad los “purificó”, los hizo más humanos. Humanismo de época que disparo ese voluntariado social que rodea al PRO.

Duran Barba, demostró que el casa por casa tenía mucho más efecto que intentar revincular a los ciudadanos a viejas instituciones barriales, sindicales o sociales. Imaginación imposible en un mundo de desafiliados. El timbre -como modus operandi- conecta al dirigente/candidato con los ciudadanos en el espacio íntimo y privado de las casas, allí aparece una especie de libertad de ambos actores de decir lo que piensan o de pedir lo que se necesita sin la mirada del vecino o de un colectivo. Aparece una intimidad política de habitación face to face. Una amistad de cuarto oscuro.

II

El purismo de la novedad y de la no “contaminación” tiene consecuencias políticas inmediatas en el ajedrez político argentino. Duran Barba llamó a proteger al PRO y a Macri. Es necesario “cuidarlos” de la vieja política, de los impresentables y de la fragancia de lo arcaico ya que en esta coyuntura es muy complejo modernizarlo. Mauricio es el dirigente más “cercado” de nuestro país. Inclusive, si el PRO pierde en las próximas elecciones presidenciales -en la geometría duranbarbiana- es preferible una derrota como lo nuevo que habla del futuro que como lo viejo que añora el pasado. En su prédica no hay nostalgia, sino un situacionismo brutal del aquí y ahora. Lo nuevo -en tanto tal y en tanto promesa sostenida en las encuestas- puede confluir en una oposición futura y durable. Duran Barba ha intentado -todavía con cierta astucia- que el PRO gestione esa tensión entre “purismo” y realpolitik (casi como una parodia bíblica donde puros y manchados se acercan y se distancian). Propugna que Macri se aleje del relato deslucido y moralista de Sanz y del envolvente y pesado de Carrió. Ya que, según el asesor ecuatoriano, en los hogares argentinos la gente no habla del modelo, ni tampoco de república o división de poderes. Allí, solo está presente la crematística de la vida cotidiana. La polis está en el hogar (contrariando a los griegos). El elector -en la imaginación duranbarbiana- es parte de una antropología de expectativas, todas rastreables en necesidades concretas y efectivizadas en medidas de gestión. Homo economicus.

A su vez, ese purismo, paradójicamente, se inscribe en otra definición inquietante y provocativa que realiza en la entrevista realizada por La Nación (abril, 2015): el PRO es un “partido de la nueva izquierda”. Este argumento podría ser una provocación, una ironía, un juego de léxicos esperando los efectos políticos de las sustituciones. Un buen chiste. Un aviso que incorporó algunas de las políticas de ampliación de derechos civiles que realizo el kirchnerismo (como el matrimonio igualitario). También, si lo tomamos en su complejidad, Duran Barba nos habla de una “izquierda” que rechazaría la ideología en tanto mega relato de tradiciones, héroes y legados. Una supuesta “izquierda” administrativista donde su mejor oficio sería el combatir contra ese “velo” ideológico, contra la “superestructura” que no deja ver lo “puro” de las demandas reales de la época y que para peor envuelve a los hombres en disputas estériles.

Duran Barba juega con los conceptos. No reconoce su historicidad ni sus dramas, los “carga” y los “descarga”, como “violenta” todos sus sentidos. Es su forma de burlarse de la seriedad protocolar e ideológica del kirchnerismo y de dotar de una nueva fisonomía al nuevo líder, uno que puede articular el orientalismo aconflictivo, las expectativas de la época y la exacerbación pospolítica

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Comentarios

  1. Diego

    el 07/07/2015

    Muy interesante el post. Durán Barba es realmente un personaje interesante al que habría que dejar de chicanear con asociaciones inverosímiles que sólo consiguen hundir más a aquellos que lo denuncian en el barro sobre el que Jaime arma su lógica política. Es un tacticista. Perfectamente podría brindar sus servicios para la modernización de la izquierda política, que hoy por hoy levanta la voz para exigir el respeto a sus derechos de propiedad adquiridos sobre las mesitas de los hall de las facultades públicas de humanidades o que en su vertiente más pragmática no tiene empacho en usar la sonrisa de Scioli como caballo de Troya de las joyas de simbólicas que el pasado glorioso supo conseguir. ¿Para cuándo una izquierda que pueda tocar el timbre de las casas? ¿Hasta cuándo el lugar del progresismo lo va a ocupar una sensibilidad que, acepta sentarse a la mesa del capitalismo pero que se guarda el derecho a ejercer el odio fitopaence hacia la clase media “realmente existente”?

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