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14 de julio 2022

Lucia Aisicoff

CRISTINA SIN TRUCOS

Tiempo de lectura: 4 minutos

Todos esperan algo de Cristina. Algunos imaginan una jugada maestra y se ilusionan con verla al frente en 2023. Otros se conforman con que resista adentro sin implosionar lo que queda del Frente de Todos. También están los que se resignan: ministros, gobernadores, intendentes, esos tigres de papel que alentaron los intentos de insurrección albertista, pero cuando olieron sangre corrieron a ordenarse detrás del Instituto Patria. Ahora buscan que ella los salve. La vice multiplica sus apariciones y da a entender que no será una espectadora pasiva de los fracasos de su propio gobierno.

“Para ser traidor en política tenés que reunir varias cualidades y a Alberto no le dio la nafta”. El análisis, demoledor, surge del corazón del kirchnerismo. La eyección de Martín Guzmán fue un golpe letal para el Presidente, a quien cerca de la vice ven condenado a silbar bajito hasta el final de su mandato. Pero también impactó sobre Sergio Massa, que no pudo quedarse con el joystick del gabinete y tuvo un papel secundario en la recomposición del diálogo entre Alberto y Cristina. ¿Por qué, entonces, Cristina accedió a ponerse a la misma altura y se reunió con ellos en Olivos? En su entorno la describen muy preocupada por la crisis económica. Eso explica que el viernes, desde El Calafate, insistiera en la necesidad de alcanzar un acuerdo amplio. No es la primera vez que hace una convocatoria semejante, aunque sus propuestas nunca tuvieron asidero porque generan un rechazo automático en Juntos por el Cambio. Además, a pesar de que su base le concede correr los límites -lo demuestra la reacción positiva que tuvo su reunión con Carlos Melconian- la posibilidad de un pacto con la oposición entra en tensión con la propia identidad del kirchnerismo.

"También están los que se resignan: ministros, gobernadores, intendentes, esos tigres de papel que alentaron los intentos de insurrección albertista, pero cuando olieron sangre corrieron a ordenarse detrás del Instituto Patria. Ahora buscan que ella los salve."

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Cristina dedicó sus últimas apariciones a hablar de economía y no fueron pocos los que se animaron a señalar sus inconsistencias. Ella hace oídos sordos a las críticas y se esfuerza por reeditar su versión pragmática. La misma que le permitió el triunfo en 2019. Organiza reuniones, escucha a Martín Redrado y se acerca a los gobernadores que tantas veces le dieron la espalda. Parece hablar un idioma distinto a La Cámpora, que ya decretó el “fin de la etapa moderada” y el fracaso de la experiencia de una coalición en la que debieron camuflarse para sostener la unidad. Nadie sabe cómo reaccionarán Cristina y su militancia cuando empiecen a sentirse las consecuencias del paquete de ajuste ortodoxo que presentó este lunes Silvina Batakis para calmar a los mercados. En este terreno de ambigüedades, el principal problema del Gobierno se volvió la falta de rumbo. No se trata sólo de la ausencia de un programa, sino de algo más profundo: su incapacidad para vender futuro. El oficialismo no ofrece una narrativa capaz de desactivar la sensación de desencanto. Y los más leales empiezan a agitar que la única salida es que la vice sea candidata.

“Cristina se rompió el dedo”, admite un hombre con llegada a ella. Hasta hace poco, el kirchnerismo avalaba la posibilidad de que se abriera una interna en la que apoyarían a uno de los propios, como Wado de Pedro o Axel Kicillof, aún contra la voluntad del gobernador. En los últimos días, cuando escaló el malestar, el núcleo duro arrancó con un operativo clamor para pedir por Cristina. Y ella dejó correr las especulaciones: empezó el acting para 2023. ¿Jugaría aún con chances de fracasar? Cerca de la vice hay quienes se ilusionan con que sí.

"Hay otro aspecto del que ya se habla puertas adentro: la posibilidad de que una candidatura de Cristina desbloquee la interna de la oposición, al operar como un llamado a Mauricio Macri. Si ella juega, él se vería tentado a avanzar en espejo."

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El argumento es que ya perdió en la Provincia contra Esteban Bullrich y supo renovar el espacio. Con su nombre garantizaría el bastión bonaerense y mantendría a su fuerza viva en todo el país, con senadores, diputados y concejales propios. La herencia que quiere dejarles a sus hijos, el biológico y los políticos. Y hay otro aspecto del que ya se habla puertas adentro: la posibilidad de que una candidatura de Cristina desbloquee la interna de la oposición, al operar como un llamado a Mauricio Macri. Si ella juega, él se vería tentado a avanzar en espejo. Una paradoja: Cristina y Macri comparten la premisa de saberse imbatibles en su propia interna, pero débiles en un ballotage. Salvo que se enfrenten uno contra el otro. La batalla final con resultado incierto.

Cristina comprende que ya no le quedan ministros por revolear que sean capaces de frenar el impacto de la crisis hacia adentro de sus filas. Tampoco le queda el fantasma de un Presidente que trama una traición para excluirla del mando. Su suerte está atada a la del Gobierno. Mientras evalúa escenarios, se convence de que, sin acuerdos, el problema estructural de la economía argentina “no lo soluciona ni Mandrake”. Buscará un protagonismo en la próxima etapa. Lo sabe: nunca fue magia, pero ya no le quedan trucos.

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