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02 de junio 2017

Mariano Wiszniacki

CIELO EN TIERRA

Tiempo de lectura: 3 minutos

Quisiera empezar con las referencias de dos entrevistas publicadas esta semana, aparentemente desconectadas entre sí, pero que elaboran dos suposiciones detrás de la pregunta sobre la política, su comunicación y su eficiencia.

1. Entrevista en Panamá Revista al escritor español Javier Cercas: “A mí me gusta la política aburrida (…) porque eso significa que las cosas funcionan bien (…) la intensidad, la lírica, las grandes cosas para mi deberían ser privadas. Yo desconfío de los grandes entusiasmos colectivos. Desconfío enormemente. Para mí, el gran proyecto colectivo es mejorarle la vida de la gente (…) Yo no creo que la política sirva para hacer a todo el mundo feliz.”

2. El consultor Julio Burdman, entrevistado para El Economista:“las encuestas muestran que muchos votantes están insatisfechos con la economía de hoy, pero depositan esperanzas en Cambiemos. Creen que el gobierno va a traer prosperidad en el futuro (…) El peronismo, en cambio, hoy ofrece un discurso excesivamente racional (…) dice que ‘mucha gente está peor y con nosotros ganaba más y se consumía mejor, y ya van a comparar y ganaremos’. Pero no ofrece mientras tanto ninguna ilusión, más que la razón, para ese sector importante de votantes que tiene aspiraciones sociales.”

¿cuáles opciones tiene la comunicación política para ser eficiente cuando no puede comunicar éxitos en el presente?

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Reducimos: bacheo y pavimento vs aspiraciones colectivas. Hoy vs pasado y/o futuro. La política de las cosas o la política de correr la frontera de lo posible. Porque digámoslo, ¿cuáles opciones tiene la comunicación política para ser eficiente cuando no puede comunicar éxitos en el presente? Cuando no tenemos hoy, cuando la gestión no puede ser vitoreada, las posibilidades parecen ser dos: o se comunica un pasado mítico (el de los días más felices siempre fueron peronistas) o se construye discurso de futuro (el cambio).  La combinación exitosa, la más difícil de lograr es difundir éxitos en el día a día y conjugarla con anhelos, sean éstos individuales o colectivos. En cualquier caso, la disputa es dos contra uno: el presente se debate tanto con el pasado como con el futuro. Cuando no tengo hoy, la saco al lateral del pasado o la reviento hacia la tribuna del futuro.

Inversión de roles. El macrismo, hasta ayer símbolo de la eficiencia del afuera de lo público y del tándem hacer-haciendo, parece hoy valerse de la política y la comunicación de cielos en la tierra (aunque mas no sea de aspiraciones individuales de Iphone´s y GAP´s) para sostener una economía que no arranca y no tiene visos de arrancar. El peronismo, ayer combinación eficaz de relatos míticos y vacaciones pagas, afincado hoy sobre el eje racional-argumentativo, se encuentra incapacitado, al menos por ahora, de permear al hombre común acerca de lo que perdió en este año y medio de gobierno. Mientras el gobierno peroniza su comunicación y se hace ineficaz para solucionar el día a día de ese ciudadano, el peronismo-kirchnerismo en sus dos facciones visibles se queda sin la mística ganadora e insiste con explicarle al no politizado quién es Macri, qué es el neoliberalismo y en cuánto se endeudó la Argentina el último año.

el presente se debate tanto con el pasado como con el futuro

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El debate se profundiza al interior del corazón partío del peronismo entre quienes vuelven a sostener los caballitos de batalla de “el gestionador” Randazzo (trenes y DNI) vs soles que asoman, proyectos colectivos y una acendrada vocación explicativa.

La comunicación del último gobierno de CFK, como hipótesis, se quedó sin nafta para sostener eficientemente esos sueños colectivos, a la vez que le costó captar una cierta insatisfacción creciente que redundó en el triunfo, primero de Vidal en la Provincia de Buenos Aires y luego de Macri en ballotage. La combinación eficiente del 54% entre pleno empleo y proyectos colectivos se fue desdibujando a la luz de una economía que empezó a dar muestras de estancamiento y de una incapacidad para armar nuevos discursos de futuro aglutinantes. Al enfoque de lo hecho le faltó el por hacer. El pasado por sí solo no alcanzó. El futuro llegó en forma de cambio.

Así las cosas, veremos hasta dónde le alcanza al gobierno actual con la política aspiracional y el futuro sin presente. El FPV-PJ, mientras se debate internamente, tendrá que volver a encontrar la fórmula mágica para que vuelva a ser hit eso de que los días más felices fueron y serán peronistas.

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