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01 de octubre 2015

Luis Diego Fernández

CANNABIS & PORNO, MERCADOS A FUTURO

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

Cannabis: legislación y negocios en Colorado

La industria cannábica con fines recreativos comenzó en los Estados Unidos de América el 1 de enero de 2014 a partir de la entrada en vigencia de la enmienda 64 que fue aprobada por voto popular en 2012 en los estados de Colorado y Washington. A estos recientemente se han sumado District of Columbia (Washington DC), Oregon y Alaska, y hay que considerar que ya veintitrés estados permiten la comercialización con fines medicinales, así como más de diez tienen proyectos de ley firmes para legalizar el cannabis con fines medicinales y/o recreativos. Se trata de una tendencia que resulta evidente y que en pocos años hará que todos los estados de Estados Unidos, tarde o temprano, tengan la marihuana legalizada.

Es significativo que en Colorado, el estado más activo económicamente en la industria cannábica -ya contaba con más de 500 locales comerciales de marihuana medicinal, de los cuáles la mitad se han reconvertido o incorporado venta con fines recreativos-, ha registrado luego de un año de actividad una baja considerable en los accidentes de tránsito (descendida el 16%), en la tasa de delitos (la policía de Denver informa una caída del 5%) y una baja de los procesamientos por cannabis ilegal (cayeron un 77%). El producto está gravado al 25% y la normativa solo autoriza la posesión de 28 gramos para uso no médico. Esa estabilización, reducción de los delitos y accidentes, achicamiento drástico del mercado negro que se redireccionó hacia el negocio de las drogas duras e incremento de rentabilidad en los todavía pequeños productores cannábicos (en menos de un año el estado de Colorado facturó más de 22 millones de dólares solo del mercado recreacional con el consiguiente ingreso fiscal), marca todo un cuadro que no hace sino darle la razón a los intelectuales liberales y libertarios que abogaron largamente por la política de legalización de las drogas, vale decir, no solo la condición necesaria de la figura de despenalización sino un verdadero mercado libre del producto, equiparable a otras drogas legales, como el alcohol y el tabaco. En ese sentido, la prédica de Milton Friedman y Thomas Szsasz, dos de los más insignes voceros, se verifica en el resultado de las políticas públicas implementadas.Gary Johnson

Gary Johnson, candidato presidencial por el Partido Libertario en 2012 (ex Gobernador Republicano en New Mexico) obtuvo el habitual 3º lugar de esta fracción ideológica en las pasadas elecciones pero llegando al 1% (1.200.000 votos), cifra máxima histórica del tercer partido en el sistema electoral estadounidense. Si bien la cifra es exigua respecto de los más de sesenta millones de votos que suelen obtener los partidos Demócrata y Republicano, no deja de evidenciarse un crecimiento del discuro libertario en Estados Unidos y también en otros países del mundo –incluído Argentina- que se verifica en las urnas así como en ciertas políticas implementadas por administraciones demócratas y republicanas y, también, no es menor decirlo, gracias al impulso que Ron Paul introdujo al participar de la interna republicana en 2012, algo que hoy retoma más tibiamente su hijo Rand.

Johnson hoy es un exitoso emprendedor cannábico materializado con la fundación en 2014 de la compañía Cannabis Sativa de la cual es CEO y Presidente. En esa dirección podemos situar muchos otros empresarios que se dieron cita en el primer Congreso de la industria cannábica hace pocos meses realizado. En este sentido, en Un mundo con drogas, el recomendable libro de Emilio Ruchansky, editor de la revista THC, se realiza una detallada revisión de los diferentes programas en diversas naciones en relación con las drogas: posiciones aperturistas de este mercado que no hacen sino evidenciar el fracaso a todo plano –financiero, securitario, de control, de calidad del producto- de la llamada “guerra contra las drogas”. En ese aspecto, Ruchansky analiza un abánico que va de políticas más estatistas, donde el Estado controla la producción y distribución del producto (como en Uruguay) hasta casos de liberalización del mercado (como el citado de Colorado en Estados Unidos y los coffee shops de Holanda). El recorrido del autor, con interesantes entrevistas, da cuenta también de las diferentes políticas descriminalizadoras o legalizadoras en Suiza, España y Bolivia.

Alt porn

Alt porn: subcultura del porno

 La industria pornográfica resultó ser más un negocio somático que estrictamente sexual en este último lustro. La era post-Sasha Grey (desde 2011, año de su retiro), última starlet que la factoría reconocía como centralidad solar, nos encuentra en un viraje de proporciones estéticas en el mercado consignado. Se trata de lo que se dio en llamar “alt porn” y hoy, hacia fines de 2015, ya resulta el eje de lo mainstream articulado desde el espinazo dorsal de su abanderada: Bonnie Rotten, mejor performer de AVN 2014, recientemente fichada por el enclave libertino Evil Angel de John Stagliano a partir del mega-lanzamiento de su film con Rocco Siffredi (Bonnie vs Rocco).

El denominado alt porn se definió así mismo producto del mestizaje a partir de elementos dignos de mención: las subculturas urbanas –ravers, goth, emos, hip hop-, los diseños corporales referenciados en la iconografía veneciana (de Venice Beach) y hollywoodense (del dark Hollywood) –tatuajes masivos, piercing, excoriaciones, cosmética, implantes de siliconas en las nalgas y pechos, botox, cortes de pelo coloridos, rapados o pseudo punks-, todo ello en el marco de estéticas de procedencias no europeas: lo native-american preferencialmente. Ese ensamble somático hacía parecer estas producciones destinadas específicamente a un público alternativo e indie, pero resultó que sus estrellas saltaron por la azotea hasta llegar a las luces de neón de San Fernando “the porn” Valley.

Bonnie Rotten (2)

Algunas integrantes del star system del alt porn son, a saber: la actual reina Bonnie Rotten, Christy Mack, Joanna Angel, Bella Bellz, Anna Bell Peaks, Danni Daniels, Morgan Bailey, Skin Diamond, Kleio Valentine, Angelina Valentine, Sydnee Vicious, entre numerosísimas starlets femeninas y shemales (travestis y transexuales, industria en ascenso en los años acaecidos). Por cierto, lo trans es una cualidad que puede aplicar al alt porn como adjetivo calificativo, como descriptor crucial de su huella. El alt porn se basa en una gama de alto fetichismo (paródico, grotesco y libidinoso) y prácticas que demuelen la norma usual para adentrarse en ejercicios como el squirting, el gagging o el reverse gangbang. Toda esta parafernalia inserta y traficada en el mundo de las productoras más mainstream (Evil Angel, Brazzers, Digital Playground) así como en la usinas del mercado de las sexualidades polimórficas (Kink, emplazada en la ex armería del ejército en San Francisco), demarcan una demanda en el mercado del deseo que ha mutado de manera significativa en el gusto del consumidor de material condicionado.

Si bien la industria ya modificó su rentabilidad a partir de la comercialización de escenas en lugar de películas (que van camino a la desintegración, salvo casos excepcionales enraizados en la lógica de la pornstar absoluta, una rémora de los noventas), la traza de la estética alt porn, surgida al calor de la escena contracultural, cannábica y libertaria angelina que difunden sitios como Cali Chronic, genera una demanda insólita y constante.

Bella Bellz

El cuidado de sí mismo

 El economista Murray N. Rothbard llamaba “crímenes sin víctimas” a las infracciones a la “decencia pública” penadas sin que por ello haya resultado nadie víctima, vale decir, a las leyes que regulan las actividades relativas a la moralidad, algo que según la óptica del libertarismo debería quedar a resguardo de la conciencia personal y del criterio de “buena vida” que cada individuo tenga en la búsqueda de su felicidad y proyecto pesonal. Esta figura más filosófica que jurídica –pero de impacto en la normativa- obstruye libertades individuales censuradas por el Estado desde el punto de vista legal haciendo punibles actividades como la pornografía, la prostitución, ciertas prácticas sexuales “anormales” (del homosexualismo al sadomasoquismo), el consumo de drogas, la desnudez pública o el juego. O bien llega a la ridiculez de establecer el no poner a disposición la sal en los restaurantes –como rige en la provincia de Buenos Aires desde 2011- así como inducir a la no ingesta de comida rápida. El mutuo consentimiento o la voluntad del individuo sin agresión ni coacción no da razones ni legitimidad para permitir que el Estado nos “cuide de nosostros mismos” restringiendo nuestras acciones y criminalizando actividades cuando efectivamente no hay “víctima” alguna. De la misma manera que se defiende la libertad del religioso y puritano de profesar su culto, parece equitativo defender la libertad del libertino y hedonista en desarrollar su plan de vida. Un acercamiento liberal a cuestiones morales se vertebra con la prioridad de lo justo por sobre lo bueno, esto último quedará en la esfera privada y no será impuesto por la moral mayoritaria ni la tradición conservadora.

Liberalismo

La filosofía rothbardiana bebía de las fuentes de Thomas Jefferson que partía del concepto de autopropiedad sobre el cuerpo personal. Tal como define la matriz del libertarismo –de John Locke a Robert Nozick- el principio parte de la noción de la propiedad de sí mismo que va de suyo con el rechazo a la intervención del Estado sobre nuestro cuerpo, el mercado y las naciones extranjeras. Podemos ver que la problemática de la intervención estatal adviene casi siempre a partir de la generación de nuevos mercados del deseo, de líneas de fuga, por emplear un término deleuziano, que no cesan de generar prácticas creativas, innovadoras, así como riesgosas y contraculturales. Efectivamente, el liberalismo, decía Michel Foucault, que implica un “vivir peligrosamente”, tendrá su coste en la seguridad y de esa tensión (libertad vs seguridad) se fabricarán mayores libertades.

Los casos del alt porn y el cannabis han emergido los últimos años montados a partir de legislaciones liberales: la pornografía es legal en los Estados Unidos desde 1969 pero incorpora estéticas cada vez más radicales y prácticas más hardcore que son asimiladas por sus clientes; la industria cannábica recreativa recién está floreciendo a partir de leyes que la habilitan desde 2014. Del mismo modo que la industria pornográfica logró consolidarse, autoregularse y hoy es segura casi al 100% (no registra un caso de HIV en sets en más de diez años), lo mismo se especula que puede suceder con la industria cannábica en el plano del consumo responsable y la desaparición paulatina de los mercados negros que destruyen al producto y a sus consumidores que ponen en riesgo sus vidas.

La libertad funciona.

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