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15 de junio 2022

Emmanuel Taub

AMISTAD Y SUPERVIVENCIA

Tiempo de lectura: 9 minutos

1. En 1932, Walter Benjamin reúne con el título El soñador en sus autorretratos una serie de sueños que nunca llegaría a publicar como una colección en sí misma. Es en esa serie –publicada posteriormente como parte de su obra completa– en donde describe un sueño llamado “El sabio”. Allí relata una visión de sí mismo en la que se encontraba adquiriendo, en uno de los grandes almacenes Wertheim, un juguete que era una cajita que poseía figuras de madera semejantes a los animales “que iban en el Arca de Noé”. La caja estaba construida con diferentes planchas en las que distintos elementos, que son el centro del relato, iban apareciendo a la vista de Benjamin. Pero lo interesante para resaltar del sueño no son los diferentes niveles de madera que conmocionaron al autor hasta el punto de adquirirlo a pesar de su elevado precio, sino, por el contrario, la manera en la que Benjamin continúa el relato del sueño luego de comprar el irresistible juguete. Sin poder escapar a la belleza de aquella caja, dice a continuación que su único deseo después de tenerla era mostrársela a sus amigos: “Luego, a la tarde, se lo quiero enseñar a mis amigo. Pero en Berlín hay disturbios. La multitud amenaza con asaltar el café en el que nos hemos reunido; entonces recorremos mentalmente los demás cafés, pero no hay ninguno que parezca seguro. De modo que nos vamos al desierto. Ahí es de noche; montamos las tiendas; muy cerca de ellas hay unos leones. No he olvidado mi joya; se la quiero enseñar a mis amigos, pase lo que pase. Pero la ocasión no se presenta.”

2. Es el desierto en el sueño de Benjamin el símbolo de un salirse de la multitud amenazante de la ciudad, Berlín, ante el peligro latente de esa misma multitud, y también es el lugar de la amenaza de los leones que se encuentran tendidos cerca de las tiendas. Benjamin, a pesar de los peligros y de la huida, insiste en la necesidad de compartir lo recién adquirido con sus amigos. Aquellos en los que ha depositado la confianza para partir de la ciudad hacia el desierto. Desierto que es, al mismo tiempo, la metáfora de la errancia y de la constitución del pueblo judío.

"Es interesante esta doble insistencia en el relato del sueño en el que la centralidad del mostrar, como un abrirse, se encuentra depositado en sus amigos, a los que le quiere enseñar, “pase lo que pase” su joya, su juguete, su nuevo tesoro."

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3. Es interesante esta doble insistencia en el relato del sueño en el que la centralidad del mostrar, como un abrirse, se encuentra depositado en sus amigos, a los que le quiere enseñar, “pase lo que pase” su joya, su juguete, su nuevo tesoro. Lo importante del relato es entonces que a medida que avanza la narración, el tesoro se corre del rol protagónico y le deja, poco a poco, ese espacio a la insistencia en poder enseñar el juguete a sus amigos.

4. Para Benjamin el sentido mismo de conservar aquel juguete es el de develar su existencia a sus amigos a quienes incluso lleva de Berlín al desierto para poder encontrar la tranquilidad para hacerlo. Es más, el sueño finaliza con la insistencia y el fracaso de enseñarlo ya que esa ocasión nunca se presentó.

5. ¿Tiene sentido la existencia del juguete si ese otro amigo no puede apreciarlo, o recibirlo? No. Si fuera de otro modo no habría necesidad de cambiar, mentalmente, de cafés y, menos aún, de partir hacia el desierto: paradigma de la nada y de la posibilidad de construir desde esa nada. En el desierto, en su soledad y entre sus peligros, como pueden ser por ejemplo los leones que amenazan a Benjamin en su sueño, se halla la posibilidad de mostrar aquello preciado y compartirlo con los amigos, solamente con ellos. En ese alejarse, que sin embargo constituye la metáfora de un acercarse a ese otro cercano que me recibe con su amistad, en el mostrarse como develamiento, se eleva la dimensión de un compartir con relación a otro que por sí mismo no significa nada sino por su condición de amigo. Y, en el sentido bejaminiano, de un cercano y necesario para salirse de la mismidad del uno que adquiere algo.

6. Esos otros amigos, entonces, son aquellos que en su condición de amistad se vuelven lo necesario para completar la falta de uno. Es la posibilidad misma de abrirse al otro de tal manera que sea necesario salirse, partir, de la ciudad, del hogar y hasta en la misma radicalidad de salir-se del lugar de la cotidianidad de la reunión (los cafés), para poder enseñarle aquel objeto preciado que es, además, objeto de lo que se desea compartir.

7. Es la amistad la potencia del que recibe en mi apertura no sólo el secreto de lo adquirido, sino en el develarse de mi amistad. Una amistad que por su parte se dirige al encuentro con la suya, que también debe estar abierta a recibirme.

8. En el capítulo XXI de La religión de la razón desde las fuentes del judaísmo, Hermann Cohen desarrolla la cuestión de la fidelidad en su filosofía judía. Reflexionando sobre este problema, llega a establecer una correspondencia entre la idea de fidelidad, como verdad, veracidad y fe, con el amor y la amistad. Recogiendo el “problemático” ejemplo de la amistad entre el Rey David y Jonatán (I Samuel 20-22), Cohen dirá que esta relación es la cumbre del “amor juvenil”, en donde se mezclan la conciencia judía y la pagana: el hijo legítimo del rey “profesa una ardiente amistad por el pretendiente extranjero al trono” y éste, David, no sólo le corresponde esta amistad sino que también, como continúa Cohen, “coloca este amor por encima del amor a las mujeres”. En este sentido, la amistad es el amor que aparece “libre de todo erotismo perturbador, a la luz de un Eros espiritual, de una gratitud y de una fidelidad que inhabilitan el corazón de David”.

9. Cohen retoma el concepto de amistad y su relación con el amor espiritual, con la entrega a ese otro que no corresponde (¿solamente?) al amor sexual para explicar que en el hebreo clásico no existe un “término simple para designar la amistad”, sino que de esa forma: “La amistad es simple y llanamente la forma primigenia del amor. Por ello puede decirse también que no existe un término propio para el amor. El amor es propiamente el amor humano, que propiamente sólo puede ser amistad. Y ahora se añade el amor a Dios y el amor de Dios a los hombres. También esta relación recíproca se basa en la amistad, en la fraternidad de la alianza. En última instancia, no se trata de otra cosa más que de fidelidad, que se convierte ya en amistad, ya en amor en sus distintas formas, pero sin volverse jamás otra cosa, ni dejar de ser sólo fidelidad.”

"Es la amistad la potencia del que recibe en mi apertura no sólo el secreto de lo adquirido, sino en el develarse de mi amistad. Una amistad que por su parte se dirige al encuentro con la suya, que también debe estar abierta a recibirme."

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10. En el Talmud, tratado Baba Metzia 84a, está dicho: «Cierta vez surgió una disputa en el Beit Midrash [en relación a lo siguiente Mishná (Keilim 13:1)]: “una espada, cuchillo, daga, lanza, serrucho y una guadaña – ¿en qué etapa [de su fabricación] pueden volverse impuras? Cuando su fabricación haya sido finalizada. ¿Y en qué momento se termina su fabricación? Rabi Iojanan dictaminó: Cuando se templan en un horno. Reish Lakish mantiene: Cuando hayan sido pulidas en el agua. Le dijo: un ladrón sabe de sus fechorías. Le contestó: ¿Y qué beneficio he adquirido de ti? Allí me llamaban Rabí (maestro) y aquí me llaman Rabí. Le respondió: “Trayéndote a ti bajo las alas de la Shejina”. Rabi Iojanan entonces se sintió muy dolido, [y como resultado] Reish Lakish se enfermó. Su hermana vino hasta él y lloró sobre él diciendo: “Perdonalo, hazlo por mi hijo”. Él contestó: ¡Deja tus huérfanos, yo los criaré” (Irmiahu 49:11). Hazlo entonces por mi viudez, contestó ella. [Y él contestó:] “y en mí confiarán tus viudas” (Ibíd.) Reish Lakish murió y Rabi Iojanan se angustió mucho. Los sabios se dijeron: ¿quién irá para calmar su mente? Dejemos que vaya Rabi Eleazar ben Pedat, cuyas disquisiciones son muy sutiles. Entonces él fue y se sentó frente a él; y sobre cada enseñanza que transmitía Rabi Iojanan, él señalaba: “hay una Braita que apoya tu postura”. ¿Eres acaso tú como el hijo de Lakisha? Cuando yo solía exponer una ley, el hijo de Lakisha solía traer 24 objeciones, sobre las cuales yo traía 24 respuestas, lo que traía aparejado una mayor comprensión de la ley, mientras que tú lo único que dices es “hay una Braita que apoya tu postura” ¿acaso yo no sé mis dictámenes son correctos? Entonces fue y rasgando sus vestiduras y llorando. ¿Dónde estás hijo de Lakisha? ¿Dónde estás?, decía. Y lloró hasta que su mente se perdió. Entonces los rabinos pidieron clemencia por él, y murió».

11. ¿A quién le lloraba Rabi Iojanan? Su llanto es el llanto de la culpa por ser causa de la muerte de un oponente en la casa de estudio. Sin embargo, Reish Lakish no era –solamente– un oponente teológico, sino un amigo. Rabi Iojanan llora la muerte del amigo, ese amigo que le exigía la reflexión, que no lo dejaba caer en el eco de su propia voz en las disputas bíblicas. En este sentido, y siguiendo con el relato talmúdico, la amistad es la forma de reconocerse a uno mismo, la salida de la mismidad de la soledad del Yo ante otro que no es igual a mí, sino que comparte mi humanidad.

"En este sentido, y siguiendo con el relato talmúdico, la amistad es la forma de reconocerse a uno mismo, la salida de la mismidad de la soledad del Yo ante otro que no es igual a mí, sino que comparte mi humanidad."

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12. Pero Rabi Iojanan también lloraba al amigo como quien llora la pérdida de un amor. Porque la matriz que hace a la densidad subjetiva de la amistad como relación humana es el amor sobre el que se edifica. La amistad connota una forma de relación que se vincula también con una manera o variante del amor. Un amor que, en principio, se diferencia del amor sexual desde donde se construye la pareja. Es el amor existencial fundado en la admiración y respeto por ese otro que es un “como yo”. Una forma de existencia que va más allá del amor sexual por el otro: lo que está en la base de la amistad es el amor que nos iguala en un estadio de in-diferencia entre el uno y el otro.

13. Pero también la amistad para el judaísmo contiene un significado como forma de vida. Más aún, como fundamento de la forma de vida comunitaria. Hay una relación necesaria y constituyente entre la amistad y la actitud o reflexión crítica. Rabi Iojanan llora la pérdida del amigo verdadero, quien con su diálogo le exigía una actitud crítica cada vez mayor, el que no lo complacía porque sí, sino en el diálogo y en la reflexión. Amigo entonces se vuelve aquel que te cuestiona como condición existencial del amor, y el que te exige la reflexión. Es el pilar de una comunidad de saber: la amistad y la reflexión filosófica son formas de habitar el mundo.

14. Es desde aquí por donde debemos pensar en la comunidad como forma política, como forma de vida y como forma de conocimiento, porque solamente en la relación desde la amistad podremos alcanzar los lazos que construyan una política que esté más allá de lo político y de lo moral. Una comunidad de saber es una comunidad de amistad. Si escribir es un acto de libertad, entonces la enseñanza  es una acto de responsabilidad.

15. La enseñanza es uno de los pilares fundacionales de la comunidad judía, pero también de todo tipo de comunidad de saber que se intente construir. Porque la enseñanza –ya sea en la escuela filosófica o en la escuela rabínica– es la base de la pregunta y de la duda, como también la posibilidad de la hospitalidad. La comunidad de saber debe estar constituida por la posibilidad del lenguaje que se abre al otro en el lenguaje, como también por la posibilidad compartida de la escucha.

16. Sólo posible recibir al otro en su diferencia como otro, e invitarlo a pasar a la casa de la amistad, si la casa está preparada para dialogar y convivir con las diferencia. El miedo alimenta la soledad del Yo, su ensimismamiento y la soberanía de la egolatría, que no es otra cosa que encerrarse en las paredes de uno mismo, no sólo para ver el mundo sino para juzgarlo. La tarea que aún nos queda por hacer, desde la búsqueda de dar sentido “amistoso” a la casa de la filosofía (a la comunidad del saber), es la apertura al diálogo si para ello también existe la escucha y la búsqueda en común de una comunidad de saber en base a la diferencia de cada uno. Porque esta forma de vida no busca la igualación y la disolución de las diferencias en un sentido totalizante de lo comunitario. Sino, por el contrario, respetando al uno y al otro como uno en sí mismo: el hombre es comunidad y al mismo tiempo es hombre solo, y por ello la comunidad no es funcional ni utilitaria, sino ontológica.

17. Abrir la comunidad al otro desde la amistad es la apertura del lenguaje, de la escucha y de la enseñanza, construyendo la posibilidad de hacer de la experiencia de vida y la existencia de la diferencia del otro, el enriquecimiento del uno, y de la del tercero: haciendo comunidad.

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