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30 de noviembre 2018

Gonzalo Fiore Viani

Abogado- especialista en relaciones internacionales

UNA GLOBALIZACIÓN ANTIGLOBALISTA

Tiempo de lectura: 4 minutos

Si bien el clima en Argentina y la Ciudad de Buenos Aires estuvo enrarecido en los días previos al G20 -con denuncias cruzadas, amenazas de bomba, supuestos integrantes de Hezbollah detenidos, y declaraciones de la Ministra de Seguridad pidiendo que la gente salga de la ciudad durante la cumbre-, más complejo aún es el clima político mundial: Estados Unidos y China enfrascados en una guerra comercial, la Unión Europea con Macron a la cabeza frente al “nacionalismo” de Trump prácticamente en pie de guerra política, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, señalado por la CIA como el responsable del descuartizamiento del periodista critico Jamal Khasogghi dentro de la embajada saudí en Estambul, la extrema derecha en Francia y Alemania amenazando con ganar las parlamentarias europeas del año próximo, y con la corriente anti globalista que parece imparable en Europa llegando también a América Latina de la mano de Jair Bolsonaro –quien no asistirá a la cumbre a pesar de haber sido invitado por Michel Temer-, el encuentro tiene todo para convertirse en uno de los más escrutados de los últimos años.

Aunque el discurso imperante sea el del multilateralismo y la profundización de la globalización, el último informe de la Organización Mundial de Comercio acerca de las economías integrantes del G20, destacó que los países miembros impusieron y aumentaron sus medidas de restricción a las importaciones como nunca antes. Según el informe, el valor del comercio que abarcarían las nuevas medidas, en el período que va de mayo hasta octubre del 2018, es estimativa de unos 481.000 millones de dólares, es decir, poco más de seis veces superior al registrado en el informe anterior sobre el mismo periodo. Lo cual no hace sino confirmar que la política del libre comercio se encuentra en un particular momento de crisis, no sólo cuestionada discursivamente por los representantes de la llamada corriente antiglobalista sino también, en la práctica, por el resto de los líderes mundiales.

el gobierno se muestra convencido de que es el camino es a través de “más y mejor globalización”, levantando restricciones a las importaciones y abriendo fronteras cuando el resto del planeta busca por todos los medios posibles cerrarlas.

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Teniendo en cuenta los indicadores económicos del país (pobreza del 27,3%, desempleo en 9,6%, recesión hasta finales del año próximo),la política exterior argentina necesita anotarse un rotundo éxito diplomático con la cumbre, mostrándola como una especie de la consolidación del “retorno” efectivo     “al mundo”, un mundo que, tras la elección de Donald Trump –entre otros factores- claramente, ya no es, el de 1991, o ni siquiera, el de 2010. A pesar de que la era de la política de bloques parece estar tocando su fin, o, al menos, inmersa en una crisis prolongada, el gobierno se muestra convencido de que es el camino es a través de “más y mejor globalización”, levantando restricciones a las importaciones y abriendo fronteras cuando el resto del planeta busca por todos los medios posibles cerrarlas.

No es menor, el impulso que China le viene dando a la globalización. En medio de la guerra comercial con los Estados Unidos, el presidente chino con más poder desde Deng Xiaoping, o, según varios analistas, desde Mao, ha criticado duramente las medidas restrictivas en lo económico, planteando la dicotomía entre “confrontación o cooperación”, y mostrándose como un paladín del libre comercio, lugar que durante todo el Siglo XX ocupó Estados Unidos. Para Xi, las barreras restrictivas “trabajan contra las leyes de la economía y la tendencia de la historia”, llegando a afirmara que “la globalización es el camino seguro para la sociedad humana para lograr el desarrollo”. No deja de resultar, cuanto menos, extraño, que sea el presidente de un país “socialista” como China, quien pretende ser uno de los abanderados de la globalización, mientras que los Estados Unidos, representados por alguien como Donald Trump, se muestren contrarios a esta tendencia. La penúltima cumbre del G20, se celebró en la ciudad china de Hangzhou, donde, por supuesto, no se registraron incidentes de ningún tipo.

la política del libre comercio se encuentra en un particular momento de crisis, no sólo cuestionada discursivamente por los representantes de la llamada corriente antiglobalista sino también, en la práctica, por el resto de los líderes mundiales.

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Si bien el operativo de seguridad es de una dimensión probablemente nunca vista en Argentina o la región, se temen incidentes, al igual que los hubo en la cumbre anterior en Hamburgo. Lo cierto es que, a pesar que algunos aún confían en las supuestas bondades que otorga la globalización totalizante, el 82% de la riqueza mundial generada en 2017 fue a parar a manos del 1% más rico de la población mundial, mientras que el 50% más pobre, es decir, unas 3.700 millones de personas, no se benefició de este crecimiento en lo más mínimo; con la cultura del descarte en plena vigencia, lo extraño sería que no hubiera protestas. Así como también, mientras los problemas estructurales referidos a la desigualdad que plantea la globalización estén lejos de resolverse, con las estructuras sociales más fragmentadas, y el fenómeno de la inmigración de los países periféricos a los centrales sin soluciones en vista, con las élites alejadas de la realidad de sus pueblos, los extremismos no harán más que seguir aflorando, cosechando éxitos electorales como una especie de nueva globalización, paradójicamente, una antiglobalista.

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