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08 de marzo 2018

Lucila Acevedo

Politologa- Militante UCR

SER LIBRE DE SER

Tiempo de lectura: 7 minutos

La apertura del año legislativo ordinario dejo esperanzados a algunos colectivos feministas y desconcertados a otros. Nadie esperaba que la agenda de género se colara en uno de los eventos de comunicación política con mayor visibilidad y frente a eso, la crisis en la respuesta.

Históricamente, el movimiento feminista se constituyó como solidario entre sí. La gran virtud de abarcar una problemática transversal a todas las esferas de la vida y del poder es la interpelación que se le hace a la única mayoría denominada minoría: Las mujeres. En 1899, cuando gracias a la iniciativa de Cecilia Grierson ocurre la fundación del Consejo Nacional de la Mujer, nace un espacio multipartidario de lucha colectiva. En 1919 se constituyó el Comité Pro Sufragio Femenino, donde estuvieron involucradas la mayoría de las corrientes políticas con perspectiva igualitaria. Entre 1916, 1922, 1925 y 1929 se presentan en total seis proyectos para lograr el sufragio femenino, que finalmente la historia colocará como trofeo en la galería peronista. Bienvenido sea, si de resultados concretos se trata.

El alfonsinismo, teniendo como batalla más visible el restituir la conciencia cívica y cultura democrática, no es recordado por crear la Dirección Nacional de la Mujer, que en 1987 será elevada al rango de Subsecretaría. Pero lo hizo. En 1983 también fue conformada la Multisectorial de la Mujer, que mediante el trabajo coordinado de sus miembros y a través de instancias institucionales llevadas adelante por parlamentarias, logrará la aprobación de una treintena de proyectos revolucionarios para la época, tales como el divorcio vincular, patria potestad compartida, modificación de la ley de jubilación para la ama de casa y la igualdad de hijos extramatrimoniales. La estocada final de esa época fue en 1989 con la obtención de media sanción al proyecto de la Senadora Nacional de la UCR Margarita Malharro de Torres que implementaba la cuota femenina en las listas plurinominales.

Un movimiento que basó sus logros en la heterogeneidad de su conformación pero en la unidad de su agenda, de golpe quiere empezar a instituir “El manual de la buena luchadora”. Quiere instituir membrecías a partir de la identificación partidaria.

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Nadie recordará la década de los ochenta como “feminista”. Pero fue allí cuando se dio puntapié inicial de un ejercicio y de una práctica de reclamo y movilización, con traducción en resultados políticos e institucionales. Esto no significa, claro, que haya que reconocer en el radicalismo un movimiento feminista. Quizás el mayor mérito que haya tenido como partido es el de formar militantes con la suficiente libertad como para tomar y desarrollar por si mismos una agenda de genero, características que comparte con el peronismo y el socialismo, por ejemplo. Lo que es una certeza es que a ningún partido político argentino puede asignársele el mote de feminista. Basta con mirar la estructura de autoridades internas o presidencias de bloques.

Si no fueron los partidos quienes se pintaron de rosa, ¿qué pasó? Quizás la explicación no derive de las fuerzas políticas formalmente constituidas sino del hervidero social y la toma de conciencia acerca de la necesidad de más justicia de género.

Es completamente contraproducente asignarle a determinado partido político la sanción de determinada ley: es negar la principal virtud del feminismo argentino, que consta en ser el único entramado con capacidad de plantear y materializar políticas de Estado. Es también negar que los logros obtenidos se dan como resultado de procesos acumulativos de lucha. Ninguna fuerza, ningún movimiento gregario; ningún legislador, ningún dirigente ni ningún presidente puede colgarse la medallita. Si sucede en determinado momento, es porque se alcanzó el clima de opinión, la suma de voluntades necesarias y el escenario que habilite el tratamiento de los temas que el feminismo plantea.

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Hoy, con consternación, se denuncia el oportunismo político de CAMBIEMOS con respecto al aborto. Esto no solo implica una subestimación a la lucha históricamente llevada a cabo en pos de derechos reproductivos de la mujer, sino que trata de instituir varas de aprobación con respecto al tipo de identificación partidaria que cada persona debe ejercitar. Un movimiento que basó sus logros en la heterogeneidad de su conformación pero en la unidad de su agenda, de golpe quiere empezar a instituir “El manual de la buena luchadora”. Quiere instituir membrecías a partir de la identificación partidaria. No pretendo una lectura naif, donde se niegue una pugna por capitalizar los avances. Está claro que la posibilidad de apropiación de los logros servirá como futuro discurso legitimador de determinados nichos de poder organizados. Bienvenido sea que cada vez más fuerzas piensen que es positivo y electoralmente rentable adherir a la igualdad de género, porque esto significa que cada vez sectores más grandes de la sociedad argentina quieren escuchar eso, dando cuenta que los partidos políticos se encuentran en transición hacia perspectivas más inclusivas de la mujer. Pero si el éxito obtenido con la sanción de la ley de paridad de género en las listas legislativas, la introducción de debates como aborto y la revolución cultural que implica el castigo de las actitudes típicas de “hijo del patriarcado” fue por producto de suma de voces heterogéneas que coincidían en la justicia de estas banderas, el discurso minoritario (pero mediáticamente resonante) que quieren imponer las sommelier de feminismo amenaza la potencia obtenida a partir de la unidad y coexistencia de la diversidad dentro de la corriente feminista.

Bienvenido sea que cada vez más fuerzas piensen que es positivo y electoralmente rentable adherir a la igualdad de género, porque esto significa que cada vez sectores más grandes de la sociedad argentina quieren escuchar eso

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Pareciera que para algunos colectivos, el tratamiento del proyecto para la Interrupción Voluntaria del Embarazo bajo el gobierno de Cambiemos empaña la alegría. Ni hablar del desconcierto que genera que Mauricio Macri haya puesto en agenda la asimetría salarial por igual tarea, según sea desempeñada por hombres y mujeres. En un doble o nada, e incluso si aceptamos rotular al gobierno liberal de Macri como gobierno de derecha, la historia de otros países muestran que la ampliación de agenda de género no es solo de izquierda. Si llegan a leer sobre Simone Veil, las Malenas Pichot quizás mueran de un sincope. Ademas, en la soberbia de rotular a “las buenas feministas”, caemos en un juego perverso. Así como Pichot denuncia el antagonismo cambiemos-feminismo, las militantes feministas de base con practicas mas combativas denuncian a Pichot por feminismo pop. Nadie gana, todos al banquillo y en un juicio de opinión donde todos nos vemos en la obligación de demostrar pergaminos.

Por otra parte, al hacer psicología sobre las motivaciones gubernamentales para el tratamiento de cuestiones de género, se ignora la naturaleza de la tercera experiencia de gobierno de coalición que representa Cambiemos. Si la Alianza fue un fracaso por perder a su socio minoritario y el Frente para la Victoria fue un éxito por devorarse a sus socios, Cambiemos aun está en pleno proceso de puja. El Pro es claramente dominante y se ve reflejado en la distribución de instancias de toma de decisión. Pero no logra aún instituirse como hegemónico en la alquimia cambiemita. El radicalismo puso la firma del 36% de sus afiliados con banca (14 firmas del bloque UCR y 3 firmas de Evolucion Radical) para la presentación del proyecto de interrupción voluntario del aborto, figurando la diputada Brenda Austin como una de las promotoras. Asimismo, el Ministro de Salud radical y (obviamente) miembro del gabinete nacional Adolfo Rubinstein, actuó como vocero favorable a la aprobación del proyecto. Y aun así, este análisis con respecto a la conformación de cambiemos sigue sin ser representativo de la fragmentación de posiciones. El Ministro de Cultura Pablo Avelluto, un Pro paladar negro, también se declaró partidario del aborto, así como lo hizo en voz baja algún secretario nacional y varios funcionarios de terceras líneas. Se los podrá acusar de tibios, pero no de antagónicos. Además, la fragmentación no es exclusiva de Cambiemos. En el Frente Para la Victoria las aguas también están divididas y el escenario se replica en casi todas las fuerzas políticas. La homogeneidad parece no darse como resultante de ideologías partidarias sino en torno a lo que se percibe como derechos de la mujer.

Así como Pichot denuncia el antagonismo cambiemos-feminismo, las militantes feministas de base con practicas mas combativas denuncian a Pichot por feminismo pop. Nadie gana, todos al banquillo y en un juicio de opinión donde todos nos vemos en la obligación de demostrar pergaminos.

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Por eso, sería conveniente correr el debate acerca de quien se merece ser reconocida como la feminista del año para plantear por qué, a pesar de la legislación, las políticas públicas no logran plasmarse en resultados. Por qué la comisaria de la Mujer sigue cuestionando a la víctima en vez de perseguir al victimario; por qué no se cuentan con albergues de mujeres suficientes para poder sacar de infierno a las mujeres (y sus hijos/as) que padecen violencia de género; por qué las mujeres rurales trabajan a la par del hombre pero únicamente son vistas como una “ayuda” que por supuesto no es remunerada; Por qué hicimos una regresión desde el “techo de cristal” a “piso pegajoso”; por qué no se implementa la ley de educación sexual y cada vez hay más embarazos adolescentes no deseados; por qué la responsabilidad del cuidado sexual recae cada vez más sobre la mujer, dando como resultado menos uso de preservativo y un aumento alarmante del HIV; por qué la academia es mas inclusiva con las mujeres profesionales que el mercado y, dentro de la academia, los espacios jerárquicos son ocupados por mujeres únicamente en un 25% mientras que representan el 60% en instancias inferiores (como ser, el numero de becarias).

Avanzar en la unidad dependerá de que nadie se irga como autoridad moral para evaluar “quién sí” y “quién no” representa los valores del feminismo y aprovechemos el clima favorable para avanzar en cuestiones como trabajo social no remunerado, distribución equitativa de tareas en el hogar, espacios unisex para cambiar los pañales, cronograma laboral compatible con las responsabilidades maternales y paternales, eliminación de la discriminación hacia la mujer en el campo científico y erradicación de los sesgos educativos que asignan roles de géneros. Cuando la emancipación se alcance, no será fruto de un partido político. Será merito de los mujeres y hombres que trabajaron por la igualdad. Por todas las luchas que nos quedan, que mañana la plaza sea un gran abrazo pluripartidario, estallado de colectivos diversos que fraternizan y se encuentran en la gran oleada feminista.

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Comentarios

  1. Agustína

    el 06/04/2020

    Muy interesante e enriquecedor. ????

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