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27 de junio 2015

Lorena Alvarez

SALUD, DON ALEJANDRO

Tiempo de lectura: 3 minutos

Alejandro Romay ya tenía una larga carrera como empresario de medios, cuando en 1984 en los albores de la primavera alfonsinista vuelve a tener en sus manos el control de Canal 9.

Durante años, Don Alejandro, el Zar, ha sido injustamente olvidado en el relato de ese período.
La revista Humor, la revista Libre, el cine de Puenzo, un Oscar, María Herminia Avellaneda, María Luisa Bemberg, Silvio Rodríguez, Los Zupay, Víctor Heredia, Badia, el destape, Funcion Privada, Cemento, Los Redondos, Virus, Soda Stereo, Norma Aleandro, Pagina 12.

Grandes emblemas de una época. Pero también existió el Canal 9 de Romay, un lugar escondido en el relato primaveral democrático de la cultura. Nuevediario (las dos caras de la verdad), Atrévase a soñar, Seis para triunfar, Finalísima, Sábados de la Bondad, Las mil y una de Sapag, El club de Michael Jackson, Las gatitas y los ratones de Porcel, y una factoría de telenovelas como Dos para una mentira, El infiel o La extraña Dama, acapararon muchos puntos de rating, siempre bajo la bruma espesa del ninguneo. La televisión con decorados de cartón era su marca. Telenovelas en dónde se sabia que los millonarios eran millonarios porque sobre una chimenea había un jarrón de porcelana o había un teléfono fijo atendido por una mucama que decía “La señora no está”.

Valeria Lynch, Isabel Pantoja, Daniela Romo, Las Primas, el Paz Martínez, José Vélez, fueron algunos de los artistas que se presentaron en Sábado de la Bondad compitiendo con el prestigioso ciclo de Badía en la maratón de los sábados por la tarde.
Ganando en el rating y consagrándose estrellas absolutas de la época, jamás ese programa ómnibus fue homenajeado por su aporte a la cultura. Y eso que dejó un legado musical que cualquier karaoke de fin año puede confirmar.
¿Quién no cantó alguna vez “mas, me das cada día mas, aleluya, por el modo que tienes de amar”?

La Noticia Rebelde desde ATC o Tiempo Nuevo desde el viejo canal 11, actual Telefe, eran, con diferentes formatos, los lugares dónde los políticos de esos años desfilaban intentando que sus caras se tornen familiares a través de la pantalla.
Pero Romay ofreció una plataforma novedosa.
Desde Las mil y una de Sapag, un conocido humorista e imitador, Mario Sapag además de disfrazarse de Mr T o jugar a parecerse a Tita Merello, incluyó políticos desconocidos para el gran público infanto-juvenil, tanto el canciller radical Dante Caputo, con sus bigotones y su voz gruesa, como Carlos Menem, el pintoresco gobernador riojano, de golpe se convirtieron en celebridades infantiles.
El programa fue un verdadero boom. Todos los chicos en edad escolar de un día para el otro, conocieron a Menem, un personaje de patillas gigantes que arrastraba la rrrr cuando Sapag lo hacía decir “rrradicheta y rrremolacha”
Creer o reventar, su caricatura, fue conocida antes que su persona para un sector que años después lo votaba convencido de su familiaridad.

Menem era el político al que mejor le sentaba ese canal, vestido con trajes estridentes, parecía un extra entre las mesas que tomaban sidra mientras escuchaban a Enrique Dumas y Beba Bidart en Grandes valores del tango, el programa de Silvio Soldán.

Con echarle un vistazo a la revista Gente del verano del 85/86, dónde Susana Gimenez ( un poco antes de pertenecer a sus huestes y ser parte de una de las bodas televisivas de la década, con Huberto”cenicerazo” Roviralta) comparte tapa con dos personajes fundamentales del canal, Arnaldo André, protagonista de la exitosisíma tira El infiel y Carlos Menem, el político imitado por Sapag mas querido por los niños.
“El rrrreverano de los personajes” es el memorable título, jugueteando con la Rrrrr que Sapag le había sellado a Menem para convertirlo en famoso.
Ella en bikini y pareo, ellos con breves, brevisímos shorts, comiendo uvas en un atardecer marplatense.
Una tapa menemista, antes de fundarse el menemismo.

Pero Romay, desde su canal también lanzó al estrellato a Daniel Scioli, echándole el ojo antes que el mismísimo Carlos Saúl.
Desde Nuevediario hicieron de un deporte, que aún no sabemos si es deporte, una atracción televisiva.
Hasta vimos la pérdida del brazo de Daniel, hecho fundante del sciolismo y su épica del esfuerzo, desde Nuevediario, el noticiero show que mezclaba inseguidad con el hombre gato y viajes a Uritorco.

De los últimos hacedores artesanales de la tele, Romay entregó sus propios premios, armó institucionales dónde él coronaba el spot vestido de rey, descubrió actores, hizo famoso a políticos, creó productos televisivos y coloreó una época con dorado.

Amasó desde la tele una estética que, entre canciones de Pablo Milanés y Mercedes Sosa y prestigiosos estrenos, como La historia oficial, se moría por nacer: el menemismo.

Ese canal, divirtió, ganó audiencia y nos regaló un periodo maravilloso.

La primavera alfonsinista del menemismo televisivo.

Salud, Don Alejandro.

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Comentarios

  1. Reinaldo

    el 30/06/2015

    Lindos recuerdos para tomar en cuenta a la hora de repasar cuánto ha involucionado la televisión. Con el rating como horizonte la creación se alejó cada día un poco más

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