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10 de febrero 2017

Esteban De Gori

LA VENDETTA

Tiempo de lectura: 3 minutos

I

Macri logró un bonustrack en su año. Su gobierno consiguió una pax romana con el universo peronista y otros espacios sociales. Queda por ver cómo se desarrollará su vínculo con los sindicatos, quienes reclaman por los despidos y nuevas paritarias. Pero pese a que este actor es relevante para amplificar o hacer tambalear dicha pax, una parte de la sociedad encuentra -todavía- en el macrismo un “refugio ideológico”. Un horizonte de alivio sociológico, una creencia en este gobierno sabiendo que hay muchas cosas que efectivamente no realizará o que no podrá alcanzar. Una especie de creencia desmesurada en contraste con las polarizaciones del gobierno anterior refuerza esta expectativa.

CAMBIEMOS echó por tierra varios prejuicios: uno, que no sabría cómo lidiar con el conflicto social. Hasta ahora lo ha administrado con pericia; dos, que el peronismo en algún momento sacaría su “historicidad interna” y saldría a complicarlo. Eso es parte de un deseo que la realidad de un movimiento que ha mutado radicalmente desde los años 90 y, tres, que el kirchnerismo haría justicia por la década anterior. Cristina, quien seguramente se presentará a elecciones, no podrá reconstruir una voluntad mayoritaria. No ha dejado sobre el paisaje político, actores con la capacidad de suscitar adhesiones mayoritarias. Inclusive, Cristina -si no logra inscribirse en un espacio político mayor- podría convertirse un “hecho” territorial. Puede volver al lugar donde imaginó “palanquear” con un gobernador propio a un posible gobierno de Scioli. Aunque las elecciones legislativas queden en manos de las provincias periféricas, probar desde la provincia de Buenos Aires es un buen destino simbólico.

Esa fue la vendetta peronista, aliarse al nuevo príncipe

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II

¿Qué es el peronismo para el macrismo? Un conglomerado fragmentado al que “escucha” y que lucha por representar. Algo que pretende reducir a un conjunto de corporaciones territoriales y, finalmente, despedazar. No sofocar, pero sí territorializar, focalizar, como el conflicto social. Tiene un propósito que -por ahora- ha resultado: busca representar a un sector y a una lectura del PJ. A ese espacio “liberal” que impugna el ejercicio (anterior) del poder kirchnerista: CFK se habría “extralimitado” al intervenir en el orbe doméstico del peronismo y eso puso en cuestión la lógica de un peronismo que ahora el macrismo encuentra enojado, dolido y resentido. En parte, el kirchnerismo hizo del peronismo un territorio de batallas bilaterales, y, al dejar la Casa Rosada, muchos gobernadores se fueron “corriendo” a los brazos de alguien que pudiera restablecer su “poder”, que pudiese “mimarlo”, como fue Clarín y otras corporaciones empresariales. El peronismo “debilitado” -no por el embate económico y la crisis social, como lo recibió Menem- sino por los juegos de poder y conducción que le impuso el kirchnerismo se alió al victorioso. Esa fue la vendetta peronista, aliarse al “nuevo príncipe” para limitar al kirchnerismo dentro y fuera del Estado.

A su vez, el macrismo ha logrado representar “un mirada” dentro del peronismo que pone en graves aprietos a un imaginado massismo nacional. A un peronismo dirigencial que no solo rechaza la extralimitación del poder en sus territorios, sino propuestas políticas que consideraba desmesuradas. Macri, por ahora, es la posibilidad para cierta dirigencia de retornar al “eje peronista”, a sus moderaciones y equilibrios. Una posibilidad que solo acarreará grandes costos para el propio peronismo y que puede llevarlo a una profunda fragmentación. La mutación de todo el universo peronista -incluido el accionar del kirchnerismo en su interior-  puede terminar en la configuración de diversas apuestas políticas más que en un ansiada unidad nacional. El peronismo puede dejar -por dinámica propia o por acción del macrismo- de ser ese imaginario o espacio que todo lo reúne, que pone entre paréntesis las diferencias para incluir “todo”, que puede jugar en varias puntas. El peronismo está herido y, sobre todo, lo está por algo más profundo: ha dejado de ser el gran leviatán argentino.

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