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20 de septiembre 2017

Martiniano Cardoso

LA VANGUARDIA ES ASÍ

Tiempo de lectura: 4 minutos

“Talking Heads tiene un nuevo álbum. Se llama Fear Of Music… Talking Heads tiene un nuevo álbum. Se llama Fear Of Music…” La propaganda de la radio con esa voz mitad Alien, mitad Frankenstein de David Byrne se propagaba por las radios de Estados Unidos. El disco, completamente negro con pequeños detalles que sobresalían en el cartón y un minúsculo rectángulo verde que indicaba el nombre de la obra tranquilamente podría ser considerado un “elemento sospechoso” en la Argentina de 1979, cuando fue editado. Sin embargo, el contenido del disco una vez colocada la púa sobre la bandeja era mucho más peligroso de lo que se pensaba para el oyente.

Fear Of Music era la segunda colaboración de Brian Eno como productor con los Talking Heads. El ex Roxy Music llevó a la banda a lugares incómodos y cambió su sonido para siempre. “Entrar a grabar con los Talking Heads me dio la posibilidad de darme cuenta de todas las cosas que se podían realizar en un estudio”, contó en una entrevista. ¿Cuánto hay de Eno en Fear Of Music? ¿Cuánto hay de David Byrne en Fear Of Music? Y finalmente, ¿Cuánto hay de los demás integrantes de la banda en Fear Of Music? Eso solo lo saben ellos y quedará para la leyenda.

El disco abre con “I Zimbra”, una suerte de afrofunk con David Byrne adaptando el poema “Gabji Beri Bimba” del artista dadaísta Hugo Ball. Lo que da la sensación de que la obra puede disparar para cualquier lugar. Los títulos de los temas son los más alejado de cualquier cosa en la que transite el rock para una banda masiva. Objetos inanimados (Paper, Electric Guitar), el medio ambiente (Air), un cielo surrealista (Heaven), Drogas (Drugs).

los sobrevientes están preocupados por tres cosas esenciales: comer, sobrevivir a cualquier costo y… bailar

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De todas maneras, hay una canción que une al disco dándole una dimensión casi conceptual. La canción es “Life During Wartime”, que con los años se convertiría en un clásico de la banda.

Allí, nuestros antihéroes, los Talking Heads, se enfrentan a un futuro distópico en el cual la tierra se encuentra arrasada y los sobrevientes están preocupados por tres cosas esenciales: comer, sobrevivir a cualquier costo y… bailar. Sí, bailar. Byrne y compañía se convierten en una célula guerrillera de la mano de Eno finalizando en la evasión. El último track de la placa es “Drugs”.

“Los Ramones son la banda de los barrios, los Talking Heads son la banda de Manhattan”, se decía en esos tiempos en los que Nueva York era una ciudad mucho más peligrosa, excitante, inflamable e interesante que la que se conoce hoy. A pesar de que las dos bandas compartiesen fechas y lugares para tocar como el CBGB o el Max Kansas City.

Mientras que los Ramones vestían chaquetas de cuero negro, usaban el pelo largo y sacaban humo a los amplificadores en menos de dos minutos por tema, los Talking Heads salían al escenario “uniformados” casi como oficinistas y ofrecían un sonido completamente diferente. Mas pop, más complejo y con David Byrne relatando sus observaciones sobre la sociedad moderna. El punk había abierto la compuerta y todo estaba permitido.

Mientras que los Ramones vestían chaquetas de cuero negro, usaban el pelo largo y sacaban humo a los amplificadores en menos de dos minutos por tema, los Talking Heads salían al escenario 'uniformados' casi como oficinistas

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Los Talking Heads se habían formado en escuelas de arte, eran intelectuales y venían de una cierta clase media ilustrada estadounidense. Los Ramones eran la banda proletaria. Los Working Class Heroes. El destino y el progreso musical de las bandas puso a los primeros en la cumbre del rock llenando estadios mientras que los segundos se transformaron en una banda de culto que tocaba en lugares para dos mil personas. Excepto en Argentina, claro. Por más que la remera ramonera se repita una y otra vez en las esquinas porteñas los cierto es que la masividad de los muchachos de Nueva York fue póstuma.

Pero las batallas culturales no solo se libraban en la gran manzana. En este país también, por esos años, un gueto cultural intenso se disputaba el futuro de la crítica y análisis del rock. Cuenta la leyenda que dos jóvenes que estaban realizando sus primeros textos en los medios gráficos se trenzaron en un profundo duelo verbal por cuestiones musicales. Mientras que el primero trataba de hacerle escuchar lo que estaba sonando en ese momento en el mundo (Blondie, The Smiths, Talking Heads…), el segundo le tiraba por la cabeza a Jaco Pastorius, Yes, Jean Luc Ponty y otras bandas de rock progresivo.

Uno se convirtió en un prolífico escritor, director y guionista de cine entre otras cosas. El otro siguió ejerciendo el periodismo en diferentes formas (gráfica, tele, radio) y escribió una polémica biografía de un rockero italiano que murió en la Argentina.

El escritor provenía de la clase media porteña, se había formado en la escuela pública y sus primeras lecturas provinieron de la biblioteca de su casa. Así se abrió al mundo cultural creado, alimentado yconsumido por esa misma clase. La que se ha encontrado en crisis constante a lo largo de las últimas décadas (económica, cultural y social). Siempre cuestionada y con los libros de Jauretche para ser “adoctrinada” por parte de esa otra cara de la moneda: las “elites intelectuales” de esta misma ciudad.

En este país también, por esos años, un gueto cultural intenso se disputaba el futuro de la crítica y análisis del rock

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La parte de la clase media que reniega de ella y glorifica (a veces de un modo extremadamente banal) una imagen de la “clase trabajadora del conurbano”. Formados en la UBA y desde el observatorio barrial porteño estilizan esa otredad bonaerense. Es evidente que puede ser más fácil plantar una “bandera/slogan” (“el habitante promedio de la capital es un gorila ignorante”). Pero resulta irónico que un sector del campo popular e intelectual se resista a dar una discusión que se presenta tan compleja y llena de matices para terminar sentenciando frases que supuestamente finalizan en un “falso absoluto”. Hagamos un salto más. El destino del rock, al igual que el del kirchnerismo, paradójicamente se encuentran en la misma encrucijada: entre la minoría ilustrada o intentar ser masivos nuevamente. Irónicamente, en las dos decidirá la gente, el pueblo o la categoría que el lector de estas líneas prefiera.

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