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LA PROPINA ES EL OTRO

Tiempo de lectura: 10 minutos

 

En una de sus primeras entrevistas como Vicepresidenta de la Nación (y en varias a lo largo de todo 2016), Gabriela Michetti sostuvo que había llegado el momento de “generar  riqueza” y no solo de limitarse a “distribuirla”. Caso contrario, se caería en una forma populista de gobernar. Este nuevo corpus de pensamiento, rival del “los números deben cerrar con la gente adentro”, pudo ser aceptado en un contexto como aquel, tras 4 años en los que variables estructurales como la creación de empresas y de empleo se mostraron estancados y con una economía que creció un magro 1,5% en el período 2011-2015, lejos de las dinámicas observadas en 2007-2011 (+14,3%) y 2004-2007 (+28,2%).

Dado este marco, volver a crecer era la idea para que la distribución funcione y se sostenga. Pero aquí se abre la puerta del cómo. Ideologías aparte, el crecimiento no derrama en prosperidad, sino que se necesitan políticas de Estado que, en segunda generación, distribuyan, direccionen. No hay experiencia del mundo desarrollado que no muestre un Estado presente que cuide aspectos clave, tanto de la calidad de vida de su población, como de estímulos estratégicos al desarrollo de las fuerzas productivas y del conocimiento. Para crecer se necesita una macro virtuosa y estable, que de previsibilidad a la inversión. Pero esta macro debe ser acompañada de una política pública micro distributiva y estratégica, que plantee los incentivos correctos y permita amortiguar los cambios de ciclo de la macro. Un estado presente. La oferta de Cambiemos, enmarcada en el corpus ideológico anti-populista, desde un inicio fue la de un equipo indicado para desarrollar la micro correcta y la de una macro que iba a ser estimulada por el entusiasmo que el signo político de gobierno despertaba en los inversores del mundo. Lo segundo, ya lo escribimos aquí, no pasó. Detengámonos en algunos aspectos de lo primero.

Generar para distribuir

Detrás de un incentivo hay una decisión política. En la lógica de Cambiemos, la construcción de un clima de negocios amable y flexible es la principal acción facilitadora de inversiones y por ende, de crecimiento. Y no hay diagnóstico estructural que valga contra este mantra. No hay déficit de cuenta corriente ni incapacidad para generar dólares genuinos; no hay rol fundamental del salario real en la rentabilidad PyME; no hay heterogeneidad productiva y regional. Nada. Esto no es una pipa. Esto no es una restricción externa. Mejorar las condiciones de la oferta es agrandar la patria y con eso solo debería alcanzar, a menos que pequemos de optimistas.

En este camino, pueden listarse numerosas iniciativas para atraer inversores y/o impulsar las inversiones de los jugadores que ya están en la cancha; la eliminación paulatina de retenciones al agro y minería, el levantamiento de los controles de capitales, no solo los verdaderamente nocivos del cepo, sino también los razonables para cualquier economía abierta al mundo; la mejora de la rentabilidad de los monopolios naturales de energía a través de la normalización tarifaria, una reforma tributaria, un proyecto de reforma laboral que vuelve menos rígidas las contrataciones y despidos. Y la micro fina. Ley PyME, Ley de Emprendedores, Ley de Financiamiento Productivo, Mesas Sectoriales. Bajar el costo argentino. El impulso de reclamos para el desarrollo de negocios que venía de larga data y con elementos muy interesantes en varios casos. No obstante esto, las contradicciones. Hay una micro que no se ve en los grandes titulares.

La oferta de Cambiemos, enmarcada en el corpus ideológico anti-populista, desde un inicio fue la de un equipo indicado para desarrollar la micro correcta y la de una macro que iba a ser estimulada por el entusiasmo que el signo político de gobierno despertaba en los inversores del mundo.

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Detrás de una decisión política hay una visión estructural, o no. La reducción de cargas y regulaciones para estimular inversiones y que el país recupere potencia exportadora y se inserte en el mundo no está libre de contradicciones, sobre todo si falta visión sistémica en su ejecución. La pregunta por delante es ¿Qué tipo de inversión queremos? Es en este punto donde podemos ver los límites o contracaras de ciertos incentivos. El aumento de las exportaciones del agro (sin sequía mediante) no necesariamente fortalece la plaza local de divisas si no hay obligación de liquidar exportaciones. La reforma tributaria, por ejemplo, trajo consigo la baja de incentivos estipulados por el decreto 814/2001, una herramienta que le permitía, entre otras cosas, descontar IVA a empresas de provincias del NEA y del NOA por aumento en erogaciones de cargas sociales. Es decir, si contratabas gente en blanco, pagabas menos IVA. Esta medida, bien llevada, era un ejemplo de incentivo para reducir la informalidad en las provincias que más problemas presentan a este respecto. Hoy ya no rige. En adición, se unificaron las alícuotas de aportes a la seguridad social entre PyMEs y empresas grandes, pasando las primeras del 17,5% en 2018 al 19,5% en 2022 y bajando las segundas del 20,7% al 19,5% en el mismo período. Los planes de facilidades de AFIP mantienen un sistema de “scoring” a las empresas por cumplimiento, haciendo que aquellas que tienen más problemas financieros queden afuera de esas facilidades; se las pena en muchos casos por no poder, en un claro error de diseño. Estos detalles estrictamente técnicos ocultan concepciones detrás ¿Cuál es la mirada estratégica sobre las economías regionales? ¿Cuál es la mirada sobre la estructura productiva? Si descansamos en las exportaciones de productos puntuales como piedra angular del desarrollo local de las economías regionales vamos a chocar con la realidad de que esas ganancias, primero, no necesariamente derraman ni generan empleo y, segundo, son transitorias en tanto la “indomable inflación” coma los efectos competitividad precio de nuestras depreciaciones cambiarias. La macro y la micro, escindidas y sin estrategia.

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Y es en este punto donde más se ve la falta de amortiguadores, la escisión de la conducción macro con los esfuerzos micro. Los destacables y positivos avances e instrumentos que proponen la Ley PyME, las mesas sectoriales y la Ley de Financiamiento Productivo, chocan con la realidad macro. Más allá de la falta de pericia y las respuestas tartamudas del equipo económico formado en las mejores universidades ante una corrida cambiaria, es aguas abajo donde más se sienten las consecuencias, impactando en el salario real y  logrando desaprovechar los pasos que efectivamente están bien dados. Una empresa puede pagar el IVA a 90 días en lugar de 30 gracias a la Ley PyME, pero con ventas en caída cada vez hay menos IVA que pagar. Una empresa puede diversificar sus instrumentos financieros y utilizar el descuento de facturas, además de cheques, para hacer circular su capital de trabajo gracias a la Ley de Financiamiento Productivo, pero con tasas a niveles del 40% no hay instrumento sofisticado que implique una verdadera solución. Los sectores productivos pueden mejorar condiciones puntuales que hacen a su actividad en las mesas sectoriales, bajar costos de transporte, fortalecer clusters o cambiar regulaciones que entorpecían sin sentido su actividad, pero sin consumo sus márgenes de rentabilidad siguen comprometidos. Menos ventas, mayor proporción de tarifas en los costos, aumento de la tasa de interés que dificulta el financiamiento productivo y endurece la cadena de pagos desincentivan la inversión de las empresas instaladas. Son menos los que se animan a invertir ante la duda seria de que se vaya a vender. En resumen, si la macro no funciona, la micro no se luce.

La macro y la micro, escindidas y sin estrategia.

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Detrás de una visión estructural, un proyecto de país ¿Qué Argentina queremos en 2030? Los incentivos, decisiones y estrategias implican ganadores y perdedores. Calibrar la economía ajustando condiciones para la oferta es incompleto. No solo en la actitud hacia los mercados financieros, quienes ya mostraron que su voracidad es más sensible que su amor (abrazos contenedores a quienes fantaseaban lo contrario), sino también respecto de la inversión real que genere empleo y valor agregado. Generar condiciones sostenibles de inversión implica un gasto, no solo gestos. Se necesita la infraestructura, los caminos, los medios de transporte y la energía. La ralentización del gasto público en estas categorías y el ritmo aletargado de los proyectos PPP ponen un freno a lo que fue un amague de “cambio”. Invertir menos en ciencia y tecnología es renunciar a mejorar el circuito necesario y urgente que debe fluir entre universidades, centros tecnológicos y empresas; cultivos que deben ser delineados estratégicamente y macerados para que den sus frutos en el mediano y largo plazo.

Ni generar, ni distribuir

A una micro que no se luce y muestra desde el comienzo falta de mirada estratégica, se suma una macro invernal. Un frío que promete ser duradero. Si había que generar para poder distribuir, hoy debemos preguntarnos cómo vamos a distribuir lo que no se va a generar. Ahí es donde entra el propio gobierno, quien ya acusa y señala una situación precaria donde “todos debemos hacer sacrificios”. Y ese todos incluye, al final de la fila, a los que deben seguir esperando.

La generación de empleo privado en lo que va del gobierno de Cambiemos es menor a la para nada dinámica evolución de los últimos tres años kirchneristas según se desprende de los datos del MTEySS. Como señala el econometrista experto en temas laborales, Martín Trombetta, se abrió un período en el que por ahora no es la desocupación un problema, pero si la precarización del trabajo. Los números de ocupación celebrados los últimos trimestres contemplan a la categoría que más creció en este período: los monotributistas, quienes en un 60% facturan menos de $14.000 mensuales según un informe del CETyD  (Universidad Nacional de San Martin), mientras la canasta para no ser pobre ya besa la comisura de los $20.000. Con una actividad que se desploma (el último EMAE -5,8%), la brutal caída de la industria en junio (-8,1%) y el freno de la construcción (protagonista de la recuperación incompleta de 2017), de las condiciones laborales en el corto plazo solo puede esperarse un deterioro. Y la desocupación empieza a maquillarse para salir al escenario. Pero el corpus ideológico no descansa y el Secretario de Empleo se anima a explicar en el Rotary Club que gran parte del problema de la desocupación se acentúa con los fenómenos migratorios; porque hay populismo bueno y hay populismo malo. Y los inmigrantes no invierten por ahora en cerveza artesanal.

Si había que generar para poder distribuir, hoy debemos preguntarnos cómo vamos a distribuir lo que no se va a generar.

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La firma del acuerdo con el FMI apura los tiempos del ajuste. Todo lo que pueda ser recortado será analizado. Lo que sea gasto y lo que sea un derecho. Desde el amague de recorte de las asignaciones familiares, al análisis de suspender los reintegros a la exportaciones, pasando por el café de los ministerios. Los llamados a licitaciones de obras públicas cayeron un 40% en el primer semestre y el contrato social con el votante del interior al que se le prometió infraestructura empieza a enfriarse; el costo argentino, inmutable. La falta de estrategia micro se vuelve a lucir sobre el trazo de la macro; brillan por ausentes los análisis sobre los retornos en actividad económica que ciertas partidas de gasto tienen.

En el frente externo, nada parece alcanzar y la restricción mal diagnosticada desde el comienzo no para de endurecerse. El acuerdo con el FMI no solo no morigeró el nivel de riesgo país como esperaba la conducción de gobierno, sino que no modificó la sensación de fragilidad que la Argentina le inspira al mundo y limita los grados de libertad del gobierno para echar mano a herramientas ante nuevas corridas. USD 150.000 MM de deuda después, alcanza apenas un tweet de Trump como el del viernes pasado sobre Turquía para que el dólar suba 4%, las acciones argentinas en Wall Street caigan 10% y el riesgo país supere los 700 puntos básicos. Lo cierto es que no hay tormenta externa ni tweet desde la Casa Blanca que supere en responsabilidad a  las tensiones internas que propagan a la velocidad de la luz cualquier estimulo exógeno. Ser reactivos a los mercados ante cada chubasco retroalimenta la fragilidad externa y aleja las lluvias que si interesaban y se prometieron, las de inversiones. Lo único atractivo de la Argentina termina siendo la espectacular tasa de interés, cada vez menos efectiva para controlar el tipo de cambio pero  facilitadora de ganancias de corto plazo; entrar, salir y no dejar nada. Gracias por los servicios prestados.

El acuerdo con el FMI no solo no morigeró el nivel de riesgo país como esperaba la conducción de gobierno, sino que no modificó la sensación de fragilidad que la Argentina le inspira al mundo y limita los grados de libertad del gobierno para echar mano a herramientas ante nuevas corridas

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Repasando los componentes de la demanda agregada, ninguno se posiciona como justificador del tibio optimismo oficialista en la tormenta. El consumo empieza a mostrar su retracción de la mano de salarios reales en baja, con revisiones paritarias que no se acercan al 30%-32% estimado de inflación para este año. Asoman amortiguadores en crédito blando para sostener demanda (renovación de Ahora 12, créditos a jubilados y beneficiarios AUH), pero su capacidad de mover la aguja es limitada, tanto como la contención cada vez más dificultosa del Ministerio conducido por Carolina Stanley. Como dijimos, la inversión, sobre todo la local, se ve comprometida con márgenes de rentabilidad exiguos a causa de aumento de costos (tarifas y costo financiero, a la cabeza) y caída de ventas. El aumento de costos en dólares de bienes de capital del exterior también influye. El gasto tiende a bajar por decisión política y por condiciones del FMI. Y las exportaciones, si bien pueden mostrar mayor dinamismo al nuevo nivel de dólar en lo inmediato, verán su competitividad-precio cada vez más limitada ante el avance de la inflación en lo que queda de 2018, haciendo fútil el efecto del dólar alto. Dependemos de la recuperación brasileña como de los goles de Messi.

Tras casi el 75% del mandato cumplido, Cambiemos no puede mostrar ningún resultado contundente en materia económica, ningún indicador que haya mejorado sensiblemente. La abrupta interrupción del proceso des-inflacionario, principal objetivo que tenía el gobierno, marcada por las las pobres respuestas dadas ante el cambio de contexto internacional es tal vez la derrota más notoria en este sentido. Mientras la economía se deteriora, las oportunas, serviciales y “scorsesianas” noticias de alto impacto sobre corrupción mantienen la atención de la opinión pública, pero también colaboran, en su transversalidad, en sumarles dudas a las inversiones que se obstinan en no llegar, espectadoras de cómo se verán impactadas notorias hojas de balance.

Tras casi el 75% del mandato cumplido, Cambiemos no puede mostrar ningún resultado contundente en materia económica, ningún indicador que haya mejorado sensiblemente.

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Con el invierno instalado, las fotos celebrando actos en comedores comunitarios, la beatificación del ONG-ismo (que puede ser graficada en la ponderación de turbios referentes de opinión pública como Abel Albino) y los consejos de incrementar lo que deja en propinas el 10% de la población que gana más de $32.000 reemplazan lo que deberían ser políticas estructurales, con el Estado presente y en el centro. Que la erogación la hagan los demás. Mezclemos gastos con derechos. La propina es el otro.

Las crisis argentinas van acumulando como sedimento hijos que posan para esas fotos; realidades, historias y problemas estructurales no resueltos heredados del Rodrigazo a la dictadura; de la dictadura a la hiperinflación y de la hiperinflación al 2001. Evitar que los ciclos se repitan en la próxima década del 20 es mandatorio, porque el próximo patovica de una eventual crisis no tendrá Consenso de Washington ni términos de intercambio prometedores en un mundo en transición tirante. El momento de trazar una estrategia política y económica desde el Estado es hoy; no con un estado Messi que haga todo, si con un estado Pirlo que incentive. Detrás de un proyecto de país está la gente.Y debe estar adentro.

 

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Comentarios

  1. Emma

    el 14/08/2018

    Excelente nota. Saludos

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